Recordamos a Roald Dahl

El 23 de noviembre se cumplen 30 años de la muerte de Roald Dahl, una de las voces fundamentales de la literatura infantil y juvenil. Durante este mes, entonces, el tema de Libro de arena consistirá en una recorrida por su obra. Abrimos nuestra conmemoración, con esta recorrida por su vida y su obra que hace Marcela Carranza.




Por Marcela Carranza*

 

"Considero que los niños son seres semi-civilizados. Al nacer se están por civilizar, cuando llegan a los 12 o 15 años ya se les han enseñado modales: a no comer con los dedos, a ser limpios, a vestirse adecuadamente. Un montón de cosas que en realidad no quieren hacer, que no les gustan. Subconscientemente, los niños odian ser civilizados. Y la gente que les obliga a hacer esas cosas que no les gustan son los padres. Sobre todo la madre. Más adelante son los padres y los maestros. A los niños no les gustan estos adultos y yo uso esto en muchos de mis libros. Se trata de dejar en ridículo a los adultos ¿sabe usted? Es algo inofensivo pero a los niños les encanta." (1) 

Roald Dahl nació en Llandaff, País de Gales, el 13 de septiembre de 1916. Sus padres, Harald y Sofie, eran noruegos. Cuando Roald tenía tres años de edad su hermana Astri murió de apendicitis; al mes su padre enfermó de pulmonía y también murió. Sofie debió criar seis niños, cuatro de ellos propios (Alfhild, Roald, Else y Asta) y dos de la primera esposa de su marido. 

De los siete a los nueve años Roald asistió a la Escuela de la Catedral de Llandaff, esta sería su primera experiencia con un rígido sistema educativo que reflejaría luego en libros como Matilda. En septiembre de 1925, a los nueve años, fue internado en un colegio inglés: St. Peter's.

 

"Aquellos fueron días de horror, de disciplina feroz, de no hablar en los dormitorios, de no correr por los pasillos, de ninguna clase de dejadez, de nada de esto ni de nada de lo otro, sólo reglas y más reglas que había que obedecer. Y el temor a la palmeta se cernía constantemente sobre nosotros, como el miedo a la muerte.

(...) Nos pegaban por hablar en el dormitorio después de apagarse las luces, por hablar en clase, por no hacer bien los trabajos, por grabar nuestras iniciales en el pupitre, por saltar muros, por ir desaliñados, por tirar clips, por olvidarnos de cambiarnos los zapatos por la noche, por no colgar las prendas que nos poníamos para hacer deporte y, sobre todo, por causar la menor ofensa a cualquier maestro. Dicho de otro modo, nos pegaban por hacer todo lo que era natural que hicieran unos niños como nosotros." (2)

A los trece años concluyó la escuela preparatoria y fue enviado también como interno a Repton, una escuela "pública" (3) inglesa cuyo director sería el futuro arzobispo de Canterbury.

"En Repton las palizas eran más feroces y frecuentes todavía. Y no se imaginen ni por un momento que el futuro arzobispo de Canterbury pusiera reparos a tan viles ejercicios. Se subía las mangas y se aplicaba a la tarea con sumo gusto. Las suyas eran las malas, las ocasiones verdaderamente aterradoras. Algunas de las tundas administradas por aquel hombre de Dios, aquel futuro jefe de la Iglesia de Inglaterra, fueron muy brutales." (4)

Al terminar el Bachillerato, a la edad de dieciocho años, en 1934, rechazó la oferta de su madre de continuar sus estudios en la Universidad y comenzó a trabajar en el Departamento Oriental de la Shell Oil Company, la compañía multinacional petrolífera. Su deseo era viajar al extranjero, conocer tierras lejanas. Tres años más tarde la compañía le envió al África Oriental.

"Durante los dos años siguientes trabajé para la Shell en Tanzania, mi oficina central estaba en Dar es Salaam. Era una vida fantástica (...) Aprendí a hablar swahili. Viajaba hacia el interior del país visitando minas de diamantes, plantaciones de sisal, minas de oro y todo lo demás.

Había jirafas, elefantes, cebras, leones y antílopes por todas partes, y también serpientes..." (5)

Dahl tenía 23 años cuando estalló la Segunda Guerra Mundial en 1939, y se enroló como piloto de aviación de la "Royal Air Force" (RAF) en Nairobi. Sufrió graves lesiones como consecuencia de un aterrizaje forzoso en el desierto de Libia, y debió pasar seis meses hospitalizado en Alejandría con una fractura de cráneo. Su primer relato: "Pan comido" ("A piece of Cake"), describe cómo Dahl, atrapado en la cabina de su avión "Gladiator" en llamas, logró salvar milagrosamente su vida.

"Desabroché la hebilla, solté el arnés del paracaídas y con cierto esfuerzo me levanté y salté por un costado de la cabina. Algo parecía estar ardiendo, de modo que me revolqué sobre la arena, luego me alejé a gatas del fuego y me eché cuan largo era.

Oí que parte de las municiones de mi ametralladora estallaba entre las llamas y que algunas balas se enterraban en la arena cerca de mí. No me preocuparon; solamente las oí.

Las cosas empezaban a doler. La cara era lo que más me dolía. Algo no andaba bien en mi cara. Algo le había pasado. Lentamente levanté una mano para palpármela. Estaba pegajosa. Mi nariz no parecía estar allí. Intenté tocarme los dientes, pero no recuerdo si llegué a alguna conclusión sobre ellos. Creo que me quedé dormido." (6)

Luego de su recuperación, Dahl volvió a volar uniéndose a la 80ª escuadrilla en Grecia, donde ésta combatía contra los italianos y posteriormente también intentaría obstaculizar la invasión alemana a aquel país. La situación en Grecia no era nada sencilla para los británicos que contaban con unos quince aviones para combatir contra cientos de cazas alemanes. Tampoco era fácil para el propio Roald, quien apenas sabía tripular el avión que le habían destinado, no tenía aún ninguna experiencia en combate. En mayo de 1941 los alemanes finalmente se apoderaron de Grecia, y el pequeño grupo de pilotos sobrevivientes de la RAF fue enviado a Haifa, norte de Palestina.

Debido a las graves heridas recibidas cuando se estrelló con su avión en el desierto, Dahl comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza mientras volaba. Fue examinado y finalmente enviado de regreso a Inglaterra.

"Vi a mi madre cuando el autobús se encontraba aún a un centenar de metros. Estaba esperando pacientemente fuera de la puerta de la casa, esperando que llegara el autobús y, por lo que supe luego, aguardaba allí desde que llegó el autobús anterior, una o dos horas antes. Pero ¿qué es una hora, o incluso tres, cuando se llevan esperando tres años?" (7)

En 1942 fue destinado a Washington en calidad de agregado aéreo adjunto. Allí se encontró con el escritor C.S. Forester, quien le pidió le narrara alguna experiencia como piloto de guerra. La idea de Forester era escribir a partir de lo que Dahl le contara, un artículo para el Saturday Evening Post. Sin embargo éste prefirió relatar la historia por escrito y enviársela al escritor. De este texto surgió su primer relato: "A piece of Cake", que fue publicado en 1941 por el Saturday Evening Post sin que Forester modificara en él una sola coma.

"Querido RD: se suponía que me daría notas y no una historia acabada. Estoy desconcertado. Su narración es maravillosa. Es la obra de un escritor dotado. No he tocado ni una sola palabra (...) ¿Sabía que era usted escritor?..." (8)

En Boy, libro donde Dahl relata historias de la infancia y adolescencia, el autor define de esta manera la vida de un escritor:

"La vida de un escritor es un verdadero infierno comparada con la de un empleado. El escritor tiene que obligarse a trabajar. Ha de establecer sus propios horarios y si no acude a sentarse a su mesa de trabajo no hay nadie que le amoneste. Si es autor de obras de ficción, vive en un mundo de temores. Cada nuevo día exige ideas nuevas, y jamás puede estar seguro de que se le vayan a ocurrir. Dos horas de trabajo dejan al autor de ficción absolutamente exhausto. Durante esas dos horas ha estado a leguas de distancia, ha sido otra persona, en un lugar distinto, con gente totalmente distinta, y el esfuerzo de volver al entorno habitual es muy grande. Es casi una conmoción. El escritor sale de su cuarto de trabajo como aturdido. Le apetece un trago. Lo necesita. Es un hecho que casi todos los autores de ficción beben más whisky del que les conviene para su salud. Lo hacen para darse fe, esperanza y ánimo. Es un insensato el que se empeña en ser escritor. Su única compensación es la libertad absoluta. No tiene quien le mande, salvo su propio espíritu, y eso, estoy seguro, es lo que le tienta." (9)

En 1943 publicó Los gremlims, su primer libro infantil, cuyos derechos para el cine fueron comprados por Walt Disney, aunque la película nunca llegó a realizarse. Sin embargo durante los primeros quince años como escritor, Dahl se dedicó a publicar libros para adultos. Su interés por la literatura para niños comenzó con los cuentos que narraba a sus hijos antes de ir a dormir. Así nació James y el melocotón gigante (James and the Giant Peach), publicado en Estados Unidos en 1961 y en Gran Bretaña en 1967. Su segunda novela para niños, Charlie y la fábrica de chocolate, publicada en 1964, fue un best-seller mundial. Su obra ha sido traducida a 17 idiomas. A partir de 1978 Quentin Blake, elegido personalmente por Dahl, ilustró sus libros. Respecto a su ilustrador preferido el autor señaló en una entrevista para la revista CLIJ:

"Pienso que coincidimos mucho. Tiene esa enorme agudeza y cuando dibuja siempre hace una afirmación sobre el personaje. Cuando dibuja una cara dice algo sobre ella. Si es una persona mala la hace muy mala. Creo que es el mejor ilustrador de libros infantiles que hay en el mundo en este momento." (10)

En 1984 publicó dos libros autobiográficos: Boy (Relatos de infancia) y Volando solo. En el primero, Dahl relata experiencias de la niñez y adolescencia; en el segundo, sus años como piloto de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial.

En la introducción de Boy, Dahl afirma:

"Esto no es una autobiografía. Yo nunca escribiría una historia de mí mismo. Por otra parte, durante mis días mozos en la escuela y nada más salir de ella me sucedieron unas cuantas cosas que jamás he olvidado.

Ninguna de estas cosas es importante, pero todas causaron en mí una impresión tan viva que ya nunca he sido capaz de quitármelas de la cabeza." (11)

El episodio del ratón muerto en el frasco de dulces; las maravillosas vacaciones en Noruega junto a su madre y hermanos; los malos momentos vividos en los internados ingleses y los nefastos profesores y directores de esos colegios; el amor a los deportes y la fotografía son algunas de estas "cosas" que Dahl dice no haber podido olvidar y relata en este libro.

En Matilda, Dahl deja deslizar en voz de su personaje (una pequeña de cinco años brillante, que devora clásicos en la biblioteca mientras su madre juega al Bingo) algunas opiniones personales sobre la literatura infantil y sus autores preferidos:

"—No sé qué leer ahora —dijo Matilda—. Ya he leído todos los libros para niños.

—Querrás decir que has contemplado los dibujos, ¿no?.

—Sí, pero también los he leído.

(...)

—Algunos me han parecido muy malos —dijo Matilda—, pero otros eran bonitos. El que más me ha gustado ha sido El jardín secreto. Es un libro lleno de misterio. El misterio de la habitación tras la puerta cerrada y el misterio del jardín tras el alto muro." (12)

Las lecturas de Matilda incluyen a Charles Dickens, Charlotte Brontë, Jane Austin, Rudyard Kipling, H. G. Wells, Ernest Hemingway, William Faulkner, Graham Greene, George Orwel, Joseph Conrad... Los mismos clásicos que Dahl admite haber leído en su infancia.

En el siguiente diálogo entre Matilda y la señora Phelps (la bibliotecaria), podemos aproximarnos a lo que el autor piensa acerca de los efectos de la buena literatura en los lectores, y particularmente en los pequeños:

"—El señor Hemingway dice algunas cosas que no comprendo —dijo Matilda—. Especialmente sobre hombres y mujeres. Pero, a pesar de eso me ha encantado. La forma como cuenta las cosas hace que me sienta como si estuviera observando todo lo que pasa.

—Un buen escritor siempre te hace sentir de esa forma —dijo la señora Phelps—. Y no te preocupes de las cosas que no entiendas. Deja que te envuelvan las palabras, como la música." (13)

En 1955 Dahl comenzó su relación con el cine con la versión realizada por Alfred Hitchcock de Cordero asado (Lamb to the slaughter), historia que narra cómo un hombre es asesinado por su mujer a golpes con una pata de cordero que luego ésta obsequia asada a los policías. En 1968 participó en el guión del film musical Chitty Chitty Bang Bang, de Ken Hughes, y también, en 1967, escribió el guión de Sólo se vive dos veces (You Only Live Twice), de la serie "James Bond".

Han sido llevados al cine y la televisión muchos de sus libros, entre ellos: Relatos de lo inesperado (1979), Charlie y la fábrica de chocolate (primera versión, 1971),  Danny, campeón del mundo (1989), El Gran Gigante Bonachón (1989); La maravillosa historia de Henry Sugar (1989); Las brujas (1990); James y el melocotón gigante (1996);  Matilda (1996); Charlie y la fábrica de chocolate (2005);  Agu Trot (2014); El buen amigo gigante (2016) y la recientemente estrenada Las Brujas (2020).

Roald Dahl vivió los últimos años de su vida en su granja de Bucking Hamshire, junto a su segunda esposa, Felicity Ann Crosland. Murió en Oxford, Inglaterra, el 23 de noviembre de 1990, a los 74 años de edad.



Notas

(1) Ferrer, Cristina. "Roald Dahl: el gigante amigo de los niños". Entrevista publicada en la revista CLIJ N° 2. Barcelona, Editorial Fontalba, enero de 1989; p. 39.

(2) Dahl, Roald. "Racha de suerte. Cómo me hice escritor". En: Historias extraordinarias. Traducción de Jordi Beltrán. Barcelona, Editorial Anagrama, 1983; p. 162-164.

(3) "A los trece años dejé la escuela preparatoria y me enviaron, también como interno, a una de las famosas escuela que en Inglaterra llaman "públicas". Desde luego, de públicas no tienen nada. Son extremadamente privadas y caras." Roald Dahl en "Racha de suerte. Cómo me hice escritor". Op. cit., p. 171.

(4) Dahl, Roald. Op. cit., p. 172.

(5) Dahl, Roald. Op. cit., p. 176.

(6) Dahl, Roald. "Pan comido". En: Historias extraordinarias. Traducción de Jordi Beltrán. Barcelona, Editorial Anagrama, 1983; p. 197-198.

(7) Dahl, Roald. "Regreso a casa". En: Volando solo. Traducción de Pedro Barbadillo. Madrid, Editorial Alfaguara, 1988; p. 184.

(8) Dahl, Roald. "Racha de suerte. Cómo me hice escritor". En: Historias extraordinarias. Op. cit., p. 185.

(9) Dahl, Roald. Boy (Relatos de infancia). Traducción de Salustiano Masó. Madrid, Editorial Alfaguara, 1987; p. 185.

(10) Ferrer, Cristina. "Roald Dahl: el gigante amigo de los niños". Entrevista publicada en la revista CLIJ N° 2. Barcelona, Editorial Fontalba, enero de 1989; p. 41.

(11) Dahl, Roald. Boy (Relatos de infancia). Op. cit., Introducción.

(12) Dahl, Roald. Matilda. Traducción de Pedro Barbadillo. Madrid, Editorial Alfaguara, 1989, p. 16.

(13) Dahl, Roald. Matilda. Op. cit., p. 23.

 

Texto publicado en Revista Imaginaria N° 150. 16 de Marzo 2005.


*Marcela Carranza es maestra, licenciada en Letras y máster en libros y literatura para niños.  Ha publicado artículos en revistas especializadas en LIJ. Imparte clases de literatura y talleres de escritura en profesorados de formación docente, en la Universidad de San Martín y es co-coordinadora de la biblioteca especializada en literatura infantil “Juanito Laguna” de la ciudad de Buenos Aires.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

La lectura del tiempo

"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre