Cincuenta años sin J.R.R. Tolkien: cómo lo cuidó un sacerdote español y qué tiene que ver la Patagonia con “El señor de los anillos”

El pasado sábado 2 de septiembre se cumplieron cincuenta años de la muerte de J.R.R. Tolkien, el autor de El señor de los anillos. Lo recordamos con esta nota de Martín Hadis para Infobae. 

El escritor J.R.R. Tolkien y, detrás, una escena de la película "El señor de los anillos".


El autor quedó huérfano y el cura que se convirtió en su tutor había nacido en Cádiz. Al escritor este idioma le daba mucho placer. Pero para sus obras usó como base otras lenguas. 

Hoy se cumplen 50 años del fallecimiento de uno de los escritores más importantes de la literatura de ficción: J.R.R. Tolkien. A diferencia de otros autores, Tolkien creó para sus narraciones un mundo entero, al que llamó “Tierra Media”. Podríamos decir que se tomó ese trabajo muy en serio: imaginó minuciosamente cada faceta posible de ese mundo ficticio. 

En sus libros describe la geografía, la flora y la fauna, las mitologías y -sobre todo- los idiomas de los pueblos que lo habitan. También en este último aspecto fue excepcional: para el pueblo más prominente de sus obras, los elfos, no le bastó imaginar un solo idioma. Por el contrario, imaginó un idioma primigenio, y luego derivó de él a sus idiomas descendientes, señalando los cambios que irían ocurriendo a lo largo de miles de años. Para hacer una analogía, es como si en vez de inventar un idioma equivalente al castellano, hubiese inventado una suerte de latín, y luego derivado de él a todos sus descendientes (equivalentes del castellano, el francés, el italiano, etc.) 



En otras palabras, Tolkien creó un árbol genealógico entero de idiomas: inventó una lengua “protoélfica”, y luego -basándose en sus conocimientos-, derivó a toda una serie de lenguajes sucesores. Como él mismo afirmaría años más tarde fue una obra “principal y evidentemente lingüística.” 


El castellano: un alimento necesario 


Hay dos idiomas que fascinaron especialmente a Tolkien que nos tocan de cerca. El primero y más obvio es el castellano. 

Recordemos que, pese a sus raíces profundamente inglesas, Tolkien nació (en 1892) en Sudáfrica. Sus padres eran Arthur Tolkien, descendiente de inmigrantes alemanes, y Mabel Suffield, de profundas raíces inglesas y familia protestante. La familia se había trasladado allí por un motivo estrictamente profesional: Arthur había conseguido un puesto en la sucursal del banco en el pueblo de Bloemfontein. Lamentablemente, la aventura no salió bien: Arthur Tolkien se enfermó y murió allí pocos años después de su arribo, en 1896. Su esposa Mabel se encontraba por ese entonces en Inglaterra de visita junto a los hijos de la pareja; ante esta triste noticia, decidió quedarse allí. 


Mabel Tolkien, la madre del escritor.


Las vicisitudes de la familia continuaron. En el año 1900 Mabel, que provenía de una familia protestante, decidió convertirse al catolicismo. Quien la guió en ese proceso fue el padre Francis Xavier Morgan. El nombre de este sacerdote nombre parece puramente inglés, pero su origen era español. Como indica José Manuel Ferrández Bru en su minuciosa investigación La Conexión Española de J.R.R. Tolkien, el tutor de Tolkien había nacido en El Puerto de Santa María (Cádiz), en 1857; su verdadero nombre era Francisco Javier Morgan y hablaba perfectamente el español. De niño fue enviado a estudiar al Oratorio de Birmingham bajo la dirección de su fundador, el Cardenal John Henry Newman – cuyo nombre lleva el colegio ubicado en la localidad bonaerense de Boulogne, fundado por los Christian Brothers en 1947. 

Pero regresemos a Birmingham: el Cardenal Newman pasó sus últimos años en el Oratorio; el tutor de Tolkien trabajó con él y lo acompañó en sus viajes. Aun cuando Francis Xavier tenía allí su residencia fija, cabe señalar que solía volver año por medio a Cádiz a visitar a su familia.