Niní

Marta Fingueret, una de nuestras participantes del taller de Biografías históricas, nos acerca esta reflexión acerca de Niní Marshall. Niní fue el personaje estrella de los encuentros de noviembre. En este breve texto, Marta la acerca a las otras mujeres que lucharon para abrirse paso en un mundo comandado por varones.




Por Marta Fingueret

Pensar en Niní  es como volver a dar vida a las innumerables mujeres (muchas de ellas desconocidas) que de un modo o de otro se comprometieron con su tiempo.

Una cruzada nada fácil, en un mundo donde los hombres eran los que ostentaban el poder.

Y Niní ya no es Niní. Otras imágenes se apoderan de mí.

“Una habitación propia,” nombró a uno de sus libros Virginia Woolf, como símbolo de su lucha por lograr su propia individualidad como mujer y escritora.

Marie Curie fue la primera investigadora en ganar el premio Nobel, después de habérselo previamente escatimado y entregado a su esposo.

Agnès Varda, actriz, directora de renombre, escritora de sus propios guiones, integró, solo ella, el revolucionario movimiento de los 60: la Nouvelle Vague, donde reinaban hasta entonces hombres de la talla de un Godard, Resnais, Truffaut y muchos otros.

Nuestro país no estuvo ajeno a estos aconteceres.

 


María Elena Walsh, a través de sus canciones, como “Manuelita”, tras su letra aparentemente inocente, criticaba el régimen que gobernaba en esos días.

Niní, con sus queribles personajes, como Catita o Cándida, retrataba los haceres y decires de las mujeres de la época. Ella llegó a ser, ni más ni menos, a través de un itinerario no exento de dificultades, la primer capocómica en un mundo exclusivo de hombres.

Inquieta, nunca desandó su camino en la búsqueda de aquella “habitación propia” de Virginia Woolf.


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