La poesía de Carmen Bruna
Otra de las voces del surrealismo argentino es la poeta Carmen Bruna, nacida en Quilmes, provincia de Buenos Aires. Era médica pediatra, y ese fue durante años su trabajo, en pueblos de la Patagonia. Publicó su primer libro Bodas, en 1980, con un texto de Juan José Ceselli en la contratapa. Lectora de los poetas malditos franceses y de André Breton, siempre se identificó con el surrealismo. Compartimos cuatro poemas de la autora, publicados en la antología Poetas surrealistas argentinos/as, de Ediciones en Danza.
Hay un lento acabarse
Hay un lento acabarse de gaviotas hambrientas
trizadas por las olas nocturnas
y la carne germinal de las sepias,
se conmueven los veranos partidos
en un retozo ardiente de emborrachadas paltas,
los veranos con sus playas como brasas de agua de coco,
la pisoteada sábana de arena jubilosa,
las burbujas calientes de la almeja,
las bodas de los médanos con la espuma y la sangre.
Quedan mis huellas como plantas porosas,
quedan mis huesos mojados.
¿Hasta cuándo?
Atravesados sobre la urdimbre de los erizos.
El júbilo del estío
El júbilo del estío en la hoguera de los vinos amarillos
y de los pétalos purpúreos en la leche salada que salmodia
los nacimientos múltiples del ángel.
Al final de la calle pasa el río de los muertos
con ojos de porcelana violada
con nuestra propia voz dolorosa del mayor dolor
extrañando la sangre que calentaba sus vocales
los colores del arco iris
y el abrazo saludable de la fiebre
Ella escuchaba la lluvia
Ella escuchaba la lluvia pesada del verano,
su dolor era visceral,
la lumbre amenazaba extinguírsele en los huesos,
su médula había perdido todas las amapolas del júbilo,
a veces, se quedaba callada,
como hipnotizada por las gotas del silencio,
a veces se perdía en las telarañas de la histeria
como una luciérnaga aterida
que buscara refugio en un foso,
sus manos hurgaban con desesperación entre la ceniza,
una figura antigua, toda vestida de luto,
le arrojaba un salvavidas desde la playa brumosa.
Estás muerta y te sobrevives
Estás muerta y te sobrevives en la hoja,
te han ametrallado y has caído herida en los bosques;
tu hemorragia cubrió de estrellas fugaces las hierbas del sendero,
has llegado a la vieja casa de los balcones
donde pasó tu infancia sus infinitos desamparos
y sus manojos de diamelas sutiles;
hay unas mujeres desconocidas
que te acarician la garganta en las aguas del remanso,
tus huesos están quebrados en el polvo
cuando la otra muchacha llega y los restituye
a sus viejos paraísos dolientes;
la traicionada, la traicionera,
la que llegó con las cenizas,
la que se te parece y fue fusilada por la espalda
Poetas surrealistas argentinos/as
Recopilación de textos y notas: Javier Cófreces
Ediciones En Danza, 2022.
Comentarios
Publicar un comentario