25 años de la muerte de Rafael Alberti

Hoy se cumplen veinticinco años de la muerte del poeta español Rafael Alberti. En esta nota, Isabel de Sebastián recuerda el lugar que ocupó en su vida desde la infancia. Y la relación particular que tuvo su poética, con la "Canción del ángel sin suerte", de Luis Alberto Spinetta.


Por Isabel de Sebastián

Rafael Alberti fue el marido de mi abuela María Teresa durante más de medio siglo, y una presencia tan fuerte en mi vida como su ausencia.

Soy argentina por aquel consejo que les dio Pablo Neruda cuando la sombra del nazismo avanzaba sobre París: "Gonzalo Losada los esperará con los brazos abiertos, vayan a Buenos Aires". Luego de 23 años de una vida riquísima en amistades, libros y experiencias argentinas, la escena de una visita policial a su casa de la calle Las Heras (con mi tía Aitana que estaba sola en la casa, y abrió la puerta temblando), decidió su nuevo rumbo: Roma.

Mi padre había perdido a su madre con el exilio, y la recuperó muchos años más tarde en Buenos Aires. Yo perdí a mi abuela, junto con Rafael, de la misma manera, y los recuperé en los retazos de nuestros encuentros y las constantes cartas y regalos que me enviaban desde su nueva morada. Ellos fueron, desde entonces, un país lejano y amable, una fuente de luz y también de la enorme melancolía de su ausencia.

Años más tarde yo era una adolescente solitaria, viviendo en una ciudad donde todos los días desaparecían personas sistemáticamente, sensible hasta el desgarro. No comprendía al mundo que me rodeaba, ni él a mí, pero un día llegó a mis manos un disco de Almendra, y me sentí menos sola. También me sentía menos sola cuando me llegaban las cartas de mi abuela y las de Rafael, llenas de dibujos y de cariño, aún empapadas de esa maravillosa estadía en su casa de Roma, solos, ellos y yo a mis diez años, un verdadero romance de las generaciones.

Con el paso del tiempo me sucedió algo mágico: ser parte de la banda de Luis Alberto Spinetta, el mismo que me había tendido una mano desde su música en mis años más difíciles. Un día le di a Luis un libro de Rafael. Elegí "Sobre los Ángeles", pensando que el lado surrealista de Rafael le sería muy afín.

Yo estaba por grabar un nuevo disco, y le propuse que si alguna de las poesías del libro le "cantaba" alguna música, la escuchara y me la diera. Un par de semanas más tarde él vino a la sala donde ensayábamos con mi banda a mostrarnos el tema que había compuesto. La poesía que eligió fue "Canción del ángel sin suerte". Con los músicos lo escuchamos cantarla en estado de hechizo. Esos acordes, complejos, inesperados, bellos, fluían con la letra como si hubieran nacido juntos.

En ese instante que siempre atesoro, se juntaron dos artistas que me habían ayudado a vivir. Ellos son, como en la poesía, "agua que me lleva, que me dejará". A ambos los busco en la ola, en el aire, en la nieve. Mi vida late en esta canción de ellos, que van y no vuelven, en su viento que me envuelve, y que en la sombra se apaga pero siempre, siempre se enciende, como lo hace hoy, mientras escribo estas palabras.

 
Canción del ángel sin suerte

Tú eres lo que va:
agua que me lleva,
que me dejará.

Buscadme en la ola.

Lo que va y no vuelve:
viento que en la sombra
se apaga y se enciende

Buscadme en la nieve.

Lo que nadie sabe:
tierra movediza
que no habla con nadie.

Buscadme en el aire.


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