Un dios cotidiano
Historias de historias que siguen
haciendo historia son las lecturas de los lectores que comparten con Libro de arena sus textos, sus recorridos,
sus gustos e intereses. Así ocurre con Un
Dios cotidiano, de David
Viñas, libro que fuera editado por primera vez en 1957 y sobre el que
Silvina Ocampo ya hubiera advertido a su autor respecto de los posibles reparos
u obstáculos con que se encontraría cuando quisiera publicar la novela, que
ella calificó de pornográfica. Más de cuatro décadas después sigue generando
lectores que le dan su favor.
Por Rodrigo González Tizón
Un dios cotidiano, de David
Viñas, narra la estadía de un seminarista en un colegio de un pueblo durante la
Década Infame. Las
reflexiones sobre cuestiones como el compromiso político o el estatuto de lo
verdadero y de lo falso, a las que se superponen una serie de cruces entre la
historia local y el contexto nacional e internacional –la
Guerra Civil Española–,
fueron algunas de las peculiaridades que me atrajeron a la hora de elegir el
libro. Lo interesante de la obra radica en su capacidad para abordar una enorme
porción de nuestra historia, de la buena pero también de la mala, lo que
provoca un casi automático anclaje en el lector argentino. Hay todo un trabajo
marcado de análisis de nuestra identidad, de su constitución, que hacen que
Viñas sea indudablemente uno de esos autores imperdibles, que hay que conocer.
Por otra parte, no puedo dejar de relacionarlo con
el resto de su producción y con los trabajos de otros autores en cuya narrativa
ocupan un lugar central el pensamiento en torno a lo político y las reflexiones
acerca de la condición humana como, por ejemplo, el Arlt de Los
siete locos y El Juguete Rabioso o
el Asís de Flores robadas en los jardines de Quilmes y Los
reventados.
Volviendo a Viñas, vale la pena mencionar otra de
sus novelas, Cuerpo a cuerpo, la cual encarna
en su escritura caótica la violencia multiforme que surcó la
Argentina durante
la última dictadura militar de una manera que pocos otros textos logran
hacerlo. Por su contenido y su forma, este libro, que permite hilar con tantos
otros, se convierte en una referencia ineludible, que no debería faltar.
Un Dios cotidiano
David Viñas
Buenos Aires, Eudeba, 2011
* Rodrigo González Tizón: vive en
Buenos Aires, es profesor de Historia, lo que explica sus gustos como lector, y
además es bandonenista y fanático hincha de river.
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