20 años de la publicación de Harry Potter y el prisionero de Azkaban

Harry Potter constituyó un fenómeno editorial y literario que fue ganando adeptos desde su primera edición. Después de la tercera novela, cuando los libros eran un éxito en ventas, Warner compró los derechos para la adaptación cinematográfica y la historia de Harry llegó así a un público que no era necesariamente lector. Hace unos años, además,  la saga era el centro de un debate acerca de su calidad literaria y de la importancia que esto tenía, ya que millones de lectores jóvenes de todo el mundo se acercaban a la lectura por primera vez, de la mano del niño mago. A veinte años de la publicación de Harry Potter y el prisionero de Azkaban, la tercera de las novelas, compartimos esta lectura de Camila Castro Chiesino.


Por Camila Castro Chiesino

El pasado 8 de julio se cumplieron veinte años de la publicación de ‘’Harry Potter y el prisionero de Azkaban’’, el tercer tomo de la exitosa saga  de J. K. Rowling que atrapó a lectores jóvenes  y adultos y que es además, un libro clave en la serie.

Cuando llegó a mis manos, no tardó en ganarse un lugar entre mis favoritos. Es una novela con  una gran carga emocional, que a quienes hayan simpatizado con el pequeño mago les resultará difícil ignorar. En ella Harry conoce a un gran amigo de su padre: Remus Lupín, (que llega a Hogwarths como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras). Lupín construye un buen vínculo con Harry y le habla sobre su padre. Así, le permite conocer más sobre ese pasado, oculto por los infernales tíos que lo criaron y lo ayuda a entender aspectos de su propia  personalidad.
  
En este tomo aparecen por primera vez los Dementores: unas aterradoras criaturas mágicas que en medio de una helada penetrante se alimentan de los buenos recuerdos, y obligan a sus víctimas a revivir los momentos más horribles de su pasado. Rowling afirmó en una entrevista que estas criaturas son la representación de la depresión que la acechó durante mucho tiempo mientras escribía las aventuras del niño mago en los bares de Londres, desempleada, huyendo de un marido golpeador y con una hija a la cual mantener.

Si bien la venganza está presente desde la primera novela de la saga, en la tercera es el núcleo de la acción.  El tercer año de Harry en Hogwarts se ve amenazado por la fuga de un peligroso asesino del mundo mágico: Sirius Black. Se lo acusa de haber asesinado a una decena de muggles (gente no mágica), incluido su amigo Peter Pettrigrew. Y también de haber sido el entregador de los padres de Harry y así, de forma indirecta, responsable de su asesinato a manos de Lord Voldemort. Se supone  que con su fuga Sirius Black planea matar a Harry, como venganza por todos los años que pasó encerrado en Azkabán luego de la caída del Innombrable.

A medida que avanza  la historia descubrimos que Sirius Black  no solo era el mejor amigo del padre de Harry sino también el padrino del muchacho. Con este panorama el joven mago intentará pasar el año escolar con la mayor tranquilidad posible: entre  los augurios de muerte y el entramado de mentiras que llegan del Ministerio de Magia y que se cruzan con las acciones de los directivos de Hogwarts que intentan protegerlo y evitar que vaya al encuentro de Sirius para vengar a sus padres.

Quien descubre desde el día primer que hay una gran mentira alrededor de lo que sucede es el gato de Hermione que advierte que la rata de Ron es un animago; curiosamente el nombre del gato es Crookshanks que significa “estafador” en inglés.

Nada en esta saga tiene el final feliz de los cuentos de hadas: luego de ser descubierto Peter Pettigrew logra escapar, dejando al “trío de oro” sin la menor  evidencia para salvar a Sirius de una muerte casi inevitable a manos de los Dementores. El Ministerio de Magia no cree en la palabra de chicos de trece años. Finalmente Harry y Hermione se embarcan en un viaje en el tiempo con la idea de ayudar a Black a escapar de las temibles criaturas. Además, esto aviva en Harry la ilusión de que acaso le sea posible abandonar la casa de sus tios muggles, para vivir con su padrino y  formar así el tipo de familia que deseó siempre.

¿Por qué me  parece  que  Harry Potter y el prisionero de Azkaban es un libro clave de los siete de la saga? Sencillo: al escapar, Pettigrew logra reencontrarse con un debilitado Lord Voldemort y al final de la cuarta novela (más por miedo que por devoción) lo ayuda a recuperar su cuerpo y parte de su poder. Su huida en la tercera, era un hecho totalmente necesario para que el temido regreso se concretara.

Hay quienes sin haberla leído, quizá influidos por la adaptación hollywoodense, reniegan de la saga de Rowling porque forma parte de los llamados “géneros populares”. Pero Harry Potter es más que una historia mágica para niños. A lo largo de su desarrollo nos encontramos con una crítica fuerte al poder, al manejo de la información en manos de los medios hegemónicos, la burocracia y la discriminación (a las que no se escapa ni el mundo mágico). Y se pone a la amistad, el compañerismo, el amor y la empatía como pilares fundamentales con los cuales hacerle frente a ese entramado.

La figura de la mujer ocupa un lugar de poder importantísimo en la saga. Se las representa fuertes, inteligentes e independientes. Prueba de ello es el personaje de Hermione, sin la cual, Harry y Ron hubiesen muerto en el primer libro. 
 
A medida que la historia avanza  se abandona la calidez que empapa esa novela inicial y el clima se va tornando cada vez más oscuro y opresivo, hasta culminar en una batalla final al mejor estilo de las de la épica griega. Por estas razones creo que la saga de Harry Potter resulta atractiva tanto para jóvenes como para adultos. Y por eso también logró situarse como uno de los fenómenos literarios y editoriales más interesantes de fines del siglo XX y comienzos del XXl.


Harry Potter y el prisionero de Azkaban
J.K. Rowling
Emecé, 1997.

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