Libro del desasosiego

La ciudad invitada a la  48 Feria Internacional  del Libro que se está desarrollando en Buenos Aires es Lisboa. En Libro de arena nos acercamos a la literatura de Portugal, con un fragmento del comienzo del Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa, en el que Bernardo Soares (su heterónimo en esta oportunidad), relata los sentimientos que le producen las tardes de verano en Lisboa, la ciudad en la que vive y trabaja como tenedor de libros. 


Libro del desasosiego (fragmento)

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“Me gusta, en las tardes lentas del verano, el sosiego de la parte baja de la ciudad, y sobre todo aquel sosiego que el contraste acentúa en el momento en el que el día se entrega más al bullicio. La Rúa do Arsenal, la Rúa de Alfándega, la prolongación de las calles tristes que se arrastran hacia el este desde el final de la Alfándega, toda la línea distante de los muelles en calma- todo me conforta de tristeza si me inserto en esas tardes, en la soledad de su conjunto. Vivo en una era anterior a la era en la que vivo; disfruto de sentirme contemporáneo de Cesário Verde, y tengo en mí, no otros versos como los de él, sino la sustancia igual a la de los versos que fueron suyos. Por allí arrastro, hasta entrada la noche, una sensación de vida parecida a la de esas calles. De día están llenas de un bullicio que no quiere decir nada; de noche están llenas de una ausencia de bullicio que nada quiere decir. Yo de día soy nulo y de noche soy yo. No hay diferencia entre yo y las calles de la parte de la Alfándega, salvo el ser ellas calles y yo ser alma, lo que puede que nada valga ante lo que es la esencia de las cosas. Hay un destino igual, porque es abstracto, para los hombre y para las cosas- una designación igualmente indiferente en el álgebra del misterio. 

Pero hay alguna cosa más… En esas horas lentas y vacías, me sube del alma a la mente una tristeza de todo el ser, la amargura de que todo sea al mismo tiempo una sensación mía y una cosa exterior, que no está en mi poder alterar. ¡Ah, cuántas veces mis propios sueños se me yerguen en cosas, no para sustituirme la realidad sino para confesárseme sus iguales al no quererlos yo, al surgirme desde fuera, como el tranvía que da la vuelta en la curva final de la calle, o la voz del pregonero nocturno de no sé qué, que sobresale, tonada árabe, como un chorro repentino, en la monotonía del atardecer. 


Pasan futuros cónyuges, pasan las parejas de costureras, pasan muchachos con prisas de placer, fuman en su paseo de siempre los jubilados de todo, en una que otra puerta observan poca cosa los vagos parados dueños de las tiendas. Lentos, fuertes y flacos, los reclutas sonambulizan en haces muy ruidosos, cuando no mucho más que ruidosos. Los automóviles allí a estas horas no son muy frecuentes; son, sí, musicales. En mi corazón hay una paz de angustia, y mi sosiego está hecho de resignación. 

Pasa todo esto, y nada de todo eso me dice nada, todo es ajeno a mi destino, ajeno incluso al destino mismo-inconsciencia, círculos de superficie cuando el azar lanza piedras, ecos de voces incógnitas- la ensalada colectiva de la vida. 


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…y desde lo alto de la majestad de todos los suelos, ayudante de tenedor de libros en la ciudad de Lisboa. 

Pero el contraste no me abate- me libera; y la ironía que hay en él es sangre mía. Lo que debiera humillarme es mi bandera, que despliego; y la risa, con que debería reírme de mí mismo, es un clarín con el que saludo y engendro una alborada en la que me hago. 

¡La gloria nocturna de ser grande no siendo nada! La majestad sombría del esplendor desconocido… Y siento de repente, lo sublime del monje en el yermo, y del ermitaño en el retiro, avisado de la sustancia de Cristo en las piedras y en las cavernas del alejamiento del mundo. 

Y en la mesa de mi cuarto abrumado, despreciable, empleado y anónimo, escribo palabras como de la salvación del alma y me doro del atardecer imposible de pináculos altos, vastos y lejanos, de la estola recibida por placeres, y del anillo de renuncia en mi dedo evangélico, joya parada en mi desdén estático. 


En Fernando Pessoa, Libro del desasosiego, Nueva edición corregida y ampliada de Richard Zenith, Traducción de Perfecto E. Cuadrado, Acantilado, Barcelona, Novena reimpresión de la segunda edición, mayo de 2022.


Libro del desasosiego
Fernando Pessoa
Acantilado, 2022.




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