Libros que abren puertas

Autores inolvidables pero poco recordados se hacen presentes en el momento menos esperado. Ese encuentro que se presenta como mágico abre nuevas posibilidades. La sección "Si nos dejaran leer" hace justicia a esos textos y escritores que no pueden ser pasados por alto y a los que redescubrimos y concedemos un nuevo lugar. María Laura Migliarino escribió el relato de su encuentro con una escritora argentina del siglo XX, Sara Gallardo, para Libro de arena, en donde cuenta las puertas que abrió junto a sus textos.



Por María Laura Migliarino*


Las siete puertas (1975) es un cuento breve, tan breve que mi primera lectura ocupó el tiempo que le lleva a la línea D trasladarme de la estación Tribunales a Catedral.
Se acercaba el 24 de diciembre y estaba rastreando relatos que hicieran referencia a la Navidad para compartir con los niños con los cuales trabajo. Buscaba algo novedoso, algo que no hubiese contado otras veces y ahí fue cuando me encontré con él. Agazapado en el estante de “literatura infantil” estaba el libro. Un lomo finito, celeste, que indicaba el título de la obra y su autora, Sara Gallardo. Su nombre no era nuevo para mí, tiempo atrás había logrado dar con algunas de sus novelas. Los galgos, los galgos (1968), Enero (1958) y Pantalones azules (1963) formaban parte de mi biblioteca.
Nacida en Buenos Aires, en 1931, bajo el ala de una familia acomodada, sus primeros relatos representan las tensiones y puntos de vista del medio rural; el campesino y el estanciero. Si algo era claro para mí, es que Sara Gallardo había ocupado gran parte de su vida, entre otras, en pensar y elaborar escritos sobre los condicionamientos impuestos por los propios límites de una clase. Así las cosas, Sara y los cuentos para niños no eran una combinación posible. Pero, a pesar de mis convicciones, la realidad editorial marcaba lo contrario. Las siete puertas convivía con otros relatos infantiles: Los dos amigos (1974), Teo y la TV (1974) y ¡Adelante la isla! (1982).
Nací en el ’75, junto con Las siete puertas. Tardé treinta y tres años en descubrirlas: jugué con barriletes, soñé con ser princesa y esperé a mi príncipe, aprendí a cuidar de mis perros, corrí en el Rosedal de Palermo y disfruté con la llegada de Papá Noel. Hace unos meses descubrí la séptima y la abrí: “…Un puente de cañas de bambú cruzaba un abismo con nubes. Crucé hasta otra puerta. Una escalera de oro con faisanes azules y gatos color fuego. La subí. Allí estaba el jardín de Sí Sí. Nadie sabrá cómo es hasta que no lo pise.”
El libro no lo compartí y los niños disfrutaron de otros relatos navideños.
Sara Gallardo murió en 1988 pero su escritura, rezagada durante décadas, ha logrado ocupar un lugar destacado dentro de la literatura argentina del siglo XX.


“Pero la quinta puerta… El último jueves…
Entré y había un cuarto oscuro. Papá Noel dormía en un sillón. Me acerqué. Roncaba. Era un cuarto vacío.
-¿Podrías venir pronto? -le dije-. ¿Podría ser navidad esta noche?
Pero siguió durmiendo.
Puse la mano sobre su manga.
-¿Y los juguetes? ¿Y las estrellas?
Duerme: duerme contento. Nadie me contesta.
-¿Te portaste bien? -dice mi tía abuela cuando nos encontramos.
- No sé.
El próximo jueves entraré por la misma puerta. Lo despertaré y hablaremos.
- Es jueves, ¿no vamos? -dije a mamá.
- No -dice mamá-. Tía abuela Nora se fue a vivir a Mar del Plata.
- ¿Y la casa?
- Se vendió.”


Las siete puertas

Sara Gallardo

Buenos Aires, Editorial Estrada, 1975










*María Laura Migliarino forma parte del Programa Bibliotecas para armar y trabaja también en la Biblioteca de la Asociación La Nube. 

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