Ana María Shua: "La literatura nace de la literatura."

La segunda parte de la entrevista con Ana María Shua en el ciclo de "Encuentros con autores de literatura infantil y juvenil" que conduce Mario Méndez en La Nube, retoma la conversación acerca de la obra de la escritora, que abunda en detalles sobre los tiempos de la producción, la investigación que requiere cada texto, la laboriosa preparación que implica y las dificultades de los trabajos a pedido, y en colaboración. Shua comentó su experiencia de trabajar en relatos relacionados con eventos históricos y también confesó cuáles son sus autores favoritos a la hora de leer y cuáles los libros preferidos de los que ha escrito hasta el momento. El cierre permitió a todos los asistentes disfrutar de la lectura de micro relatos.




MM: Otro libro en el que hiciste una investigación impresionante y que yo tuve la suerte de trabajar con alumnos en la escuela, es Vidas perpendiculares.

AMS: Con Vidas perpendiculares me pasa lo mismo que con el otro libro. No tengo otro libro de Las cosas que odio, por el mucho trabajo que me dio. Es un trabajo de tres años. No es que estuve tres años escribiendo poemas para chicos sin parar. Pero a lo largo de ese tiempo, se me ocurría alguno, lo escribía, lo dejaba en el archivo, después volvía a mirarlo, lo corregía, lo cambiaba. De pronto, otro día conseguía escribir otro. Fue un trabajo muy lento y muy largo que no sé si ahora volvería a salirme. Y con Vidas perpendiculares me pasa algo parecido. De Norma me piden todo el tiempo que les haga otro libro de biografías… pero fue muchísimo trabajo de investigación. Y no sólo de investigación, porque uno investiga y tiene el material, pero ese material hay que leerlo, y hay que incorporarlo para, después, poder escribir. Son vidas de personajes que han tenido historias muy largas, muy complejas, muy fascinantes. Pero uno tiene que saber qué es lo que tiene ganas de contar. Porque finalmente, cada biografía son cinco páginas. Para empezar, yo sabía que no tenía que leer libros de quinientas páginas porque no iban a hacer más que confundirme. Lo que yo tenía ganas de contar de cada uno de estos personajes era cómo llegaron, cómo lograron, de la nada, de ser completamente desconocidos, a esa situación que les permitió destacarse u obtener ciertos logros. Ese período era el que más me interesaba. En realidad empecé otro libro, pero nunca llegué a terminarlo. Por ejemplo, estuve trabajando con Juana de Arco. Siempre tuve muchísima curiosidad porque era extraordinaria la forma en que una chica como ella condujo a los ejércitos. Pero lo que a mí, verdaderamente, me intrigaba, era cómo había hecho para que el rey le diera bolilla. Cómo había llegado a esa situación de imponerse en la Corte, que el rey la respetara, le prestara atención y la dejara ponerse al frente del ejército.

MM: ¿Y lo descubriste?

AMS: Sí. Lo que pasa es que Juana de Arco era como un pequeño fenómeno local. El rey no era el rey. El rey estaba perseguido por los ingleses, era muy joven, estaba en una situación en la que peligraba su corona, estaba prácticamente huyendo y en ese momento acampaba en la zona donde vivía Juana de Arco, donde ella ya era un personaje. Todos la conocían, y era una especie de freak de la región. Y al rey le llevaban todos los fenómenos. No había televisión en esa época (Risas), y todas las cosas raras que andaban por ahí se las llevaban para mostrárselas. Así fue como Juana llegó al rey.

MM: Tengo por lo menos dos preguntas más de este libro. Se los leo para los que no lo conocen. La selección de personajes es bastante variopinta. Están desde Cervantes hasta Salvador Mazza, (el del Mal de Chagas-Mazza) pasando por Pasteur o Carlitos Gardel. ¿Cómo elegiste?

AMS: Muy fácil. Primero: no los elegí yo sola. Los elegimos junto con María Fernanda Maquieira, que es la directora del Departamento Infantil de Alfaguara, (porque ese libro salió primero en Alfaguara). La indicación inicial era: científicos y artistas. Que fueran universales, muy importantes, muy conocidos, muy famosos. Que todo el mundo supiera quiénes son. Había que poner también, por lo menos, dos o tres argentinos. Estuvimos intercambiándonos listas hasta que por fin llegamos a esa.

MM: ¿Estaba Grierson también?

AMS: Sí, estaban Cecilia Grierson, Lola Mora, el doctor Mazza y Gardel.

MM: Este libro salió en la colección Leer es Genial…

AMS: Claro. Ese libro salió en esa colección de Santillana que fracasó. Porque era una colección que adentro tenía muchos colores y salía muy cara la impresión. Entonces, la colección se desmanteló, y Alfaguara no tenía otra colección en la que pudiera entrar este libro, porque sus colecciones eran sólo de ficción. Quedó fuera de catálogo, lo llevé a Norma y lo publicaron.

MM: Creo que es porque no le hicieron lugar. Torre de papel también es de ficción, y le hicieron lugar.

AMS: En Alfaguara no le encontraron lugar. Se vendía y se sigue vendiendo muy bien.

MM: Para trabajar biografías es espectacular. El otro día también charlamos de otra experiencia de encargo editorial y de investigación histórica: de Diario de un viaje imposible, y Diario de un amor a destiempo, que escribiste con Lucía Laragione. ¿Cómo surge este proyecto?

AMS: Ese también fue un encargo. A mí me encantan los encargos. Trabajo muy bien por encargo, sobre todo si coincide con un interés propio. Si no, digo que no y ya está. En este caso, Alfaguara me propuso escribir una novela para el Bicentenario. La idea me gustó, pero yo no escribo muchas novelas. De hecho no tenía ninguna novela para chicos. Todos mis libros para chicos son libros de cuentos. Me cuesta  mucho escribir novela y nunca había escrito novela histórica. Ni siquiera en cuentos había trabajado con temas históricos. Entonces pensé en quién podía ayudarme con eso. Para mí, una persona que escribe y trabaja maravillosamente con temas históricos y ficción, es María Rosa Lojo, que es una buena amiga. La fui a ver y le pregunté qué le parecía si escribíamos una novela que tuviera que ver con  el 25 de Mayo. Yo ya tenía una idea de lo que quería. Es un viaje en el tiempo,  un chico de hoy que viaja al pasado, a 1810, se encuentra con una chica de esa época y viven aventuras. A ella le pareció muy bien, empezó a trabajar y escribió el primer capítulo. Pero después nunca tenía tiempo. Y cando faltaban dos meses para entregar la novelam  me dijo que no iba a poder. ¡Y sólo teníamos el primer capítulo y el segundo!  Porque mi idea era trabajar entre dos y que cada una hiciera uno de los personajes. Yo iba a hacer el chico de esta época que viaja al pasado, y necesitaba a otra persona que hiciera a la chica de 1810.Chicos de doce años.  Cuando Lojo renunció, se me ocurrió que podía trabajar con Lucía Laragione. Todo era mucho más fácil, porque Lucía vive a cuatro cuadras de casa y María Rosa Lojo vivía en Castelar. Eso facilitó todo muchísimo. María Rosa nos prestó un montón de libros para ayudarnos porque se sentía muy culpable (Risas), y además me regaló ese primer capítulo que es muy importante, porque entre otras cosas le pone nombre a un montón de personajes. Lucía había trabajado muchos años en publicidad como yo, estaba acostumbrada a producir rápido, a presión, con fecha de entrega y en equipo. Así que nos largamos a escribir. El trabajo resultó muy agradable, muy lindo. Lo que hacíamos era encontrarnos, charlar acerca de lo que tenía que pasar a continuación, si le correspondía escribir a la chica lo hacía ella, si le correspondía al varón lo hacía yo. Después, leíamos lo que se había escrito y nos volvíamos a encontrar para ver cómo seguíamos.



MM: Quedaba el plan de la charla previa.

AMS: Claro. A veces yo escribía mi parte, y como ya sabíamos cómo tenía que seguir ella escribía la suya, y después nos encontrábamos de nuevo, para ver cómo seguíamos para adelante. Íbamos estudiando simultáneamente. No es que leímos y después nos pusimos a escribir. Íbamos estudiando, leyendo y contando. En el primer libro fue más fácil, porque el tema era el 25 de Mayo
y queríamos contar todo lo que había pasado, día por día. Era lo que el chico iba viviendo, y nosotras lo íbamos viviendo con él. Por suerte  hay muchos libros que cuentan lo que pasaba día por día en mayo de 1810. Teníamos muy buena bibliografía, varios libros de un autor de cuyo nombre no voy a acordarme, creo que es Ricardo Lesser, que escribió mucho acerca de la vida cotidiana en esa época. Nosotras no sabíamos de antemano lo que iba a pasar: lo fuimos estudiando a medida que pasaban los días. Casi fuimos viviéndolo mientras lo escribíamos. Fue muy lindo.  En la continuación, Diario de un amor a destiempo, los chicos vuelven a encontrarse tres años después. Al principio nos fue difícil orientarnos, porque el año 1813 es un año de mucha confusión en el país. Está el tema de la Asamblea del año Xlll y fue el año del combate de San Lorenzo... Pero si el 25 de Mayo de 1810 fue ese momento glorioso en el que estaban todos juntos tirando para el mismo lado, un momento muy lindo, de mucha alegría para la gente, en 1813 ya hay mucha división, luchas por el poder, una situación mucho más compleja, mucho más difícil de contar. De algún modo nos fuimos metiendo en ese asunto, en esa historia, y lo fuimos contando. Metimos un viaje a Córdoba, entraron los indios, hubo un secuestro, se llevaron a los chicos a la toldería para pedir rescate… nos divertimos. Hubo de todo.




























MM: ¿María Rosa Lojo hizo alguna supervisión cuando ya estaba listo?

AMS: No. Creo que ni siquiera lo leyó. (Risas). Se lo mandamos al final, pero me parece que no lo leyó.

MM: ¿Y esto vuelve probablemente para el ’16?

AMS: Seguramente los chicos van a volver a encontrase en el ’16. Tenían doce en el primer libro, quince en el segundo, y ya al final del segundo libro la chica decide casarse con otro y él se vuelve. Es una chica de quince años en 1813,  que además vive con su abuelo, que está muy mal, se está por morir, y le pide que se case con el que era su novio, un hombre mucho mayor. Y el chico de quince años la quiere llevar al presente, al siglo XXI,  pero él mismo tiene conciencia de que no va a poder hacerle frente a esa situación,  porque tiene quince años. Ahora, ya a los dieciocho años, Emanuel  va a volver al pasado, va a llegar en 1816, cuando ella también tenga dieciocho, y se la va a encontrar viuda y con un hijo. (Risas). Y ahí vamos a ver qué pasa.

MM: Es muy lindo el choque de dos chicos de la misma edad, con la mirada de 1810 y la de 2010. Una de las cosas que más gracia me hace es el escándalo que le produce al varón, que es de nuestra época, que las chicas de trece se casen con tipos de treinta. Él dice que eso es abuso infantil, y ella dice que a los quince años va a ser una solterona. Es muy bueno. Esperaremos entonces el de 1816. Decías que en 1988 cuando empezaste habías leído mucha literatura infantil y juvenil por las nenas y porque empezaste a trabajar con este género. ¿Ahora leés literatura infantil y juvenil?

AMS: Relativamente poco. Leía poco hasta el año pasado, en el que fui jurado del Premio Nacional de Literatura. Hacía más de diez años que no se daba el Premio Nacional. Sólo se podían presentar libros escritos en los últimos cuatro años, pero cuatro años de literatura infantil en Argentina, hoy es muchísimo. Creo que fueron doscientos libros, una cosa así. Ahí me puse al día.

MM: ¿Hay autores que te interesen especialmente, de esa lectura de doscientos y pico?

AMS: Sí, hay muchísimos autores. Pablo De Santis, que ganó el Premio Nacional, creo que es un genio, buenísimo. Me gusta muchísimo un cordobés que se llama Sergio Aguirre. Verónica Sukaczer,…No le dimos nada a Isol. ¿Vieron que después se ganó los setecientos mil dólares? Nosotros no le dimos nada. (Risas). En realidad, ese premio tan grande que le dieron en Suecia, no era un premio de literatura. Era un premio de “libro infantil”. Esa es la diferencia. Creo que quizá como literatura infantil no es tan genial lo que hace Isol. Lo que es genial es la conjunción que hace entre lo que escribe, y lo que dibuja, el resultado de esa combinación.

MM: ¿Y María Teresa Andruetto que ese mismo año ganó el Andersen?

AMS: De ella leí un solo libro infantil, que me pareció maravilloso. La niña, el corazón y la casa. Ese libro me gustó muchísimo. Está publicado por Sudamericana. Para el Premio Nacional no competía, porque estaba en el jurado también. Ese libro me encantó.   Falconi  también es muy buena, y  tiene un libro que se llama El secreto del tanque de agua, en el que también hay un viaje en el tiempo a 1810. Cuando le propuse a Alfaguara este libro, le pregunté a María Fernanda Maquieira si no había ya algo por el estilo. Porque sabía que la idea del viaje en el tiempo no era nada especialmente original. Es una cosa bastante trillada. Ella me dijo que no tenían otro libro con viaje en el tiempo. Y en realidad sí tenían. Tenían el de la Falconi, que es muy lindo, muy bueno, un libro precioso y bastante distinto del que hicimos nosotras.

MM: Falconi es una de las que más se permite poner malas palabras y esas cosas. En Caídos del mapa, anda cerca del lenguaje de los chicos. Una de las polémicas que surgieron en estos encuentros que ya llevan como tres años, es que hay una gran irrupción de nuevos autores, nuevas editoriales, o nuevos departamentos dentro de editoriales grandes, lo que hace a veces que el nivel sea desparejo.

AMS: Sí, hay mucho. Se publica mucho. Algunas cosas son buenas y otras no.

MM: Pero como dijiste antes, no viene mal que se publique…

AMS: No pasa nada. No viene mal, y en todo caso queda a criterio del bibliotecario, del docente, elegir. La hojarasca sirve de humus. (Risas).

MM: Está muy bien.

AMS: Si no hay cordillera no puede haber picos.

MM: Hablando de cumbres y de picos, la otra vez Ricardo Mariño decía que a él le gustaba juzgar a los autores como si fuera un alpinista. Por los banderines que clavaron más altos. Y que no se le podía pedir a un autor que pusiera todos los banderines al mismo nivel.

AMS: Absolutamente. Coincido cien por cien.

MM: Yo también. Si tuvieras que decidir cuáles son los tres o cuatro banderines más altos de tu obra, ¿cuáles serían?

AMS: No sé, es muy difícil.

MM: Si querés, de la literatura infantil.

AMS: Las cosas que odio, a mí me gusta mucho. La fábrica del terror, Mascotas inventadas, y las dos novelitas estas también. A los Cuentos dela Patagonia les tengo cariño.  Y Expedición al Amazonas es otro de los mejores.

Asistente: ¿Cómo se te ocurre una idea tan creativa como la de ese libro?

AMS: Creo que se me ocurrió a partir de recordar mi infancia. No sé. En mi casa había heladera, pero en casa de mis abuelitos paternos, no. Había conservadora de hielo. Entonces, ver a esos hombres que se ponían la arpillera en el hombro y sobre la arpillera la barra de hielo… Un poco también de La pequeña Lulú, que era la que contaba esas historias disparatadas para hacerlo dormir a Memo. La literatura sale de la literatura. Es cuestión de buscar las influencias. Acá me parece que Expedición al Amazonas salió directamente de La pequeña Lulú.

MM: Ya nos diste varios títulos. Por ejemplo, “La literatura nace de la literatura”…

AMS: Yo creo que en Argentina, en literatura infantil, no hay nada tan grande como los Cuentos de la selva. Esa es la cumbre máxima. La poesía de María Elena Walsh y los Cuentos de la selva de Quiroga.

MM: ¿Y el teatro?

AMS: No he leído tanto, no conozco tanto. Y no escribí nunca.

MM: Guiones, sí.

AMS: Guiones sí, pero un poco por obligación. No es algo que yo haya elegido. Lo hice para los directores que filmaron mis películas, que son dos, pero Soy paciente nunca se estrenó. La iba a dirigir Rodolfo Corral que, pobre hombre, puso todo lo que tenía en esa filmación, toda la plata que le había dado el Instituto de Cine, vendió un departamento, vendió un auto, todo lo que tenía lo metió ahí y llegó a filmar todo, pero se quedó sin plata para sonorizar, hacer el montaje, las copias, en fin, toda la post producción. Él tenía la fantasía de que iba a venir alguien, iba a ver ese material e iba poner la plata. Una distribuidora, un inversor, algo así… Eso no sucedió y la película murió ahí, en lata. 

MM: ¿En qué año?

AMS: 1986.

MM: Antes de Los amores de Laurita

AMS: Al mismo tiempo. Se filmaron casi al mismo tiempo. Pero Laurita se terminó y esta, no. Muchos años después hice el guión de ¿Dónde estás amor de mi vida que no te puedo encontrar? con Jusid, y eso fue todo. También intervine en muchos otros proyectos de cine que nunca llegaron a la pantalla.  Pero a mí, por las mías, nunca se me ocurrió escribir un guión. Siempre fue a pedido de un director.






















MM: El otro género que no tocamos, aunque sea de narrativa es el microcuento. Microcuento para niños no has escrito. ¿O sí?

AMS: No, no escribí microcuento para niños. Pero hay muchos de mis libritos para chicos, que son microcuentos. Porque son cuentitos de doscientas, trescientas, cuatrocientas palabras. Son muy cortitos, una página, una página y media. En realidad, cualquier librito para chicos muy chiquitos es un microcuento.

MM: ¿Y una colección de cuentos muy cortitos como Casa de geishas, o Botánica del caos, que estuvimos leyendo, no te han propuesto o no se te ha ocurrido proponer?

AMS: No se me ocurrió proponer para chicos, me parece que no es lo que a mí me hubiera gustado leer de chiquita.

MM: Muy bien, a ver el estimado público si tiene alguna pregunta. Ya estamos llegando al final del encuentro con Ana María.

Asistente: Yo este año estoy trabajando así: el mes del cumpleaños del escritor, leemos a ese escritor. Entonces en abril  te tocó. En los recreos empecé a ver partes de La batalla entre los cocodrilos y los elefantes, y cuando terminé querían más. Entonces seguí con La Sueñera, y aunque no es para chicos, leíamos sueños. Y ellos buscaban, y de pronto decía “Esto es una pesadilla…”

AMS: De hecho, muchos cuentos de La Sueñera están en manuales escolares.

Asistente: Entonces no era tan osado. Porque yo los empecé a leer y la verdad es que les gustaban.

AMS: La Sueñera fue libro infantil durante muchos años. Lo sacó Alfaguara en la Colección Roja. Juvenil.

Asistente: Como  en Viajando se conoce gente. Hay muchos cuentos ahí que se pueden leer con chicos y hay otros que no. El de los bebés que van perdiendo la memoria… ese lo tuve que censurar. (Risas).

Asistente: Yo quería saber cómo es lo de leer las cosas con los hijos…

AMS: Bueno, ahora son gente grande. Ya no leen lo que escribo para chicos. Mi hija mayor tiene treinta y cinco años. Pero cuando eran chiquitas, testeaba los libros con ellas. De hecho, lo primero que escribí para chicos mis hijas me lo bocharon. Ellas estaban “maceradas en literatura”. Y buena literatura. Eran muy exigentes. Entonces, con lo primero que les leí me dijeron que no. Que el cuento estaba estirado, que yo no tenía nada que contar y que lo había alargado demasiado. Que no pasaba nada, que era aburrido… (Risas). Así que no lo publiqué.

MM: ¡Eran críticas duras!

AMS: Muy duras, sí.

MM: Paloma Fabrykant, que es una de las hijas de Ani, participa de Las cosas que odio. Paloma escribe, tiene libros publicados, y algunas de las poesías que están en Las cosas que odio, están firmadas por ella pero no la dejaron aparecer en la tapa.

AMS: Sí, no pudo aparecer en la tapa. En cambio está en la portadilla. Pero bueno, Paloma ya tiene treinta y dos. Y de mis tres hijas, mi “chiquitita” tiene veintisiete. (Risas).

MM: Bueno, no sé si querés leernos algo.

AMS: Bueno, les puedo leer unos micro relatos. Es un género que está bueno para leer porque es cortito. Eso sí, cuando uno lee en voz alta, quizá no elige los mejores, sino los que hacen reír, porque entonces tiene feedback del público y sabe lo que le está pasando. Voy a fijarme en el índice. Hay uno que siempre funciona. (Risas). “Filtro de amor”, se llama.


Filtro de amor
            Para hacerse querer, machacar en un mortero de plomo diez ojos de murciélago y una cabeza de mamba fresca hasta redu­cirlas a una pasta. Incorporar lentamente quince dientes de ajo crudo y disolver en bencina. Cuando la persona amada beba este filtro le crecerá de inmediato el labio superior hasta colgar por debajo de la barbilla, sus ojos perderán color, adquiriendo un aspecto protuberante, la nariz se le achatará a la manera de los cerdos, la columna vertebral, combada, formará una joroba, las articulaciones de las manos le quedarán rígidas y deformes, se le ennegrecerán los dientes y se enamorará perdidamente de usted.
(Aplausos).

La ardilla verosímil
            Un hombre es amigo de una ardilla que vive en el jardín de un conocido financista. Trepando de un salto al alféizar de la ventana, la ardilla escucha conversaciones claves acerca de las oscilaciones de la Bolsa de Valores. Usted no se sor­prenderá en absoluto si le cuento que el amigo de la ardilla se enriquece rapida­mente con sus inversiones.
            Pero yo sí estoy sorprendida. No dejo de preguntarme por qué usted está tan dispuesto a creer, sin un instante de duda, que una ardilla pueda enten­der conversa­ciones claves acerca de las oscila­ciones de la Bolsa.
(Aplausos).

MM: Bueno Ani, te despedimos con un gran aplauso. Muchas gracias

AMS: Gracias a vos.

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