Los que aman, odian
Los extremos se tocan, dicen. Los que odian, aman y los que aman, odian, o están más cerca de hacerlo. El policial, los policiales, las formas de la intriga, las reúne Libro de arena en los escritos sobre el género más apasionante.
*Por Lucio Martins
Antes que cualquier otra novela policial, en Argentina,
está la breve y divertida novelita, de rapidísima lectura, que la pareja
literaria formada por Silvina y Bioy compusieron a cuatro manos durante un
veraneo en Mar del Plata. Un viaje solitario a un Hotel aislado en “Bosque del
Mar”, bien lejos de todo, bien en las afueras, dan pie a la situación. Cuando el
protagonista, el doctor Huberman, que no en vano es médico, y escritor, se
encuentra en medio de la trama en la que lo primero es un muerto por
envenenamiento y lo segundo la desaparición de otro de los personajes, lo que
viene a continuación, como en todo enigma, es la lectura retrospectiva de que,
por distintas razones, todos son sujetos de sospecha. Incluso, el propio Huberman,
que, devenido ahora en detective, es el narrador testigo, atento e inquieto que
se lanza al descubrimiento de los secretos que guardan los personajes. Es indudable
que no hay mejor locación para el crímen que una escena a puerta cerrada. Una tormenta de arena de proporciones exacerbadas
obtura todos los accesos del hotel de playa dejando encerrados a los huéspedes
y dueños de las instalaciones, que a la vez, se sabe, son parientes lejanos del
narrador. Si nadie entra y nadie sale, la respuesta está necesariamente
adentro. Que el infierno son los otros y que los únicos capaces de llegar a
odiar tanto como para matar son los que aman, es una de las cosas más claras
que sabemos del mundo del policial. Quién podría ser más efectivo agente de un
crímen que alguien que siente una pasión irrefrenable de venganza, la necesidad
de saldar viejas cuentas, de ajusticiar a quien fue de algún modo su verdugo o
le quitó algo valioso que le pertenecía o creía que le pertenecía. Los que aman
odian y es seguro que son los primeros en encabezar la lista de sospechosos. Pero
si el policial nos tiene acostumbrados a pensar en cuál de todos es el posible “mayordomo”
con una motivación potente y oculta como para convertirse en asesino, la
imaginación de que un niño puede ocupar ese lugar, no es al menos tan usual, no
es tan clásica. Y al final cuando descubrimos que el más joven de todos los
personajes, el menos pensado, era, finalmente, el autor del crímen, vemos
desplomarse una tras otra las elucubraciones que con tanta gracia había
elaborado nuestro Poirot. Su osada aventura hacia el fango y el pantano que habitan más
allá de la playa, la persecución de su sospechoso, resulta, después de todo, un
juego pintoresco en el que se disuelve todo un esfuerzo por manifestarse en la
acción.
Los que aman, odian.
Silvina ocampo, Adolfo Bioy Casares
Buenos Aires, Tusquets ,1946
* Lucio Martins: es licenciado en administración de empresas, ha realizado talleres de narrativa, y cursos sobre cine, guión y adaptación cinematográfica, que es su gran pasión fuera del trabajo.
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