El arte de contar historias: Veintitrés historias de un viajero, de Marina Colasanti

Para adentrarse en el género maravilloso nuestra compañera Laura Gutman eligió leer y reseñar un libro de Marina Colasanti*, cuyo recorrido abarca historias que nos recuerdan las características más fuertes del género y homenajean clásicos como Las mil y una noches.


Por Laura Inés Gutman**


“Escribir, y hablo de escribir de verdad, es completamente mágico. Las palabras vienen de lugares tan lejanos dentro de mí que parecen haber sido pensadas por desconocidos y no por mí misma.”

                                                                 Donde se enseñará a ser feliz. Clarice Lispector.


El cuento maravilloso se despliega con energía y se construye sobre imágenes poderosas. Imposible escapar a su magia. 

Así como en Las mil y una noches Scheherezade mantiene al rey despierto, como en un juego de cajitas chinas, Marina Colasanti nos ofrece veintitrés cuentos maravillosos que un viajero relata a un príncipe encerrado detrás de los muros de un castillo.

“¿Quién mora detrás de aquellas murallas? Un joven príncipe y su pequeña corte. ¿Por qué son tan altas si es tan poca la gente? Porque el príncipe tiene miedo.

Las historias que trae el viajero logran abrir las puertas del castillo hacia el mundo. El príncipe va viajando con los relatos, conociendo lugares lejanos, gente que vive otras vidas y otros sueños, a veces diferentes a los suyos, otras no tanto.

Cada día comienza o termina con la magia del cuento alrededor de la mesa o de una fogata. Los días se suceden, y la magia del cuento va creciendo hasta ser más fuerte que el miedo. 

Es una magia poderosa, capaz de abrir puertas que parecían cerradas. Y así, las historias del viajero logran desenmascarar tanto el temor a la muerte como a la vida misma con sus penas y alegrías. 

Desde el comienzo la autora deposita plena confianza en el lector ofreciéndole un lugar activo dentro de la convención de la trama y transformándolo en un oyente más. 

Los relatos hilvanan con pluma sutil la luz y la oscuridad que envuelven al mundo.

Guerras inútiles convierten a los guerreros en piedra que el tiempo vuelve arena. Un padre ciego conducido por su hija muda atraviesa el desierto y el mar. Un monje que no logra elevarse como las aves consigue en cambio arraigarse a la tierra con sus raíces. Una rosa se desangra por amor, y una calavera ríe para lograr que se haga justicia. Un turbante se transforma en un nido y una mujer, en una loba blanca. Un rey negocia su vida con la muerte a cambio de otras vidas. Un hombre encuentra su lugar en el mundo sin saber que vive sobre un tesoro enterrado. Los cabellos de las mujeres de una aldea salvan las vidas de sus habitantes y un cazador herido logra recuperarse convirtiéndose en su presa. 

Estas maravillas, y muchas más, abren un portal hacia un lugar donde pasado, presente y futuro no logran distinguirse. Así es como somos impulsados por el viajero a transitar cada historia sin detener nuestro rumbo hasta que comience la siguiente.   


*Marina Colasanti nació en Asmara, Eritrea, recorrió Italia en el transcurso de continuas mudanzas y se trasladó con su familia a Brasil. Pintora y grabadora de formación, es ilustradora de sus libros.


** Laura Inés Gutman, intérprete titiritera y de música popular. Licenciada por la UNA en Artes del Movimiento. Egresada del Teatro Colón en Regiè y de la Escuela de titiriteros del Teatro San Martín. Docente universitaria en la Licenciatura en Musicoterapia UBA. 



Veintitrés historias de un viajero
Marina Colasanti
Norma, 2019.

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