Francisco Gorostiaga: “No hay nada peor que un libro infantil mal editado”

En esta segunda parte de la interesantísima charla con Francisco Gorostiaga, editor de Guadal, seguimos hablando de muchos de los temas que atañen a la edición de libros para niños, niñas y jóvenes. Hablamos de literatura, desde luego, pero también de libros de aprestamiento y otros, de la mirada de la industria cultural, de los problemas para producir, de los precios, de la importancia de la edición, porque como dice Ana Lucía Salgado, “cada vez que hay un libro mal editado se muere un conejito”.

Mario Méndez: Hay un tema que me interesa especialmente y sé que un poco de eso hablás en la capacitación universitaria en la que participás. Los libros para niños, niñas y jóvenes no son necesariamente literatura infantil y juvenil… o sí. No sé. Habría que discutirlo. Ese libro de la bañera, de goma, que tiene cuatro frases, ¿es literatura? ¿No es literatura? ¿Es un libro de aprestamiento? ¿Cómo lo ves vos? 

Francisco Gorostiaga: Claramente no son libros de literatura. Aunque en algún caso puedan serlo, hay que ver cuál es el desarrollo textual. Pero son libros en los que la impronta no está enfocada en algo artístico. Pueden tener algún texto, un poema, algún cuentito, en términos un poco funcionales para estructurar, para vertebrar eso. Pero la finalidad del libro es otra (por más que la literatura no necesariamente tenga que tener un fin catártico). Son libros funcionales… de entretenimiento, son lúdicos, pero no son libros literarios, aunque sí forman parte del campo de los libros infantiles y juveniles. Me parece que no es nada despreciable. Lo interesante es qué hacés vos con eso, como editor. Y cómo lo hacés. Pensar para quién lo estás haciendo y cómo tiene que ser. Yo no tengo problemas con las películas de Pixar; me parece que están extraordinariamente bien hechas. Después, ideológicamente puedo decir un montón de cosas. Pero Pixar dice: “esta es la consigna, este es el desarrollo del producto y esto es lo que busco”. En ese sentido me parece que está bien el desarrollo que hacen. Lo mismo para los libros que son más comerciales. A veces, tanto en la carrera de Letras como en el campo nuestro está toda esta cosa de “el bien”, que es lo literario y la torre de marfil, y “el mal” que es el libro para la bañera, por ejemplo. Y la verdad es que es una discusión un poco maniquea para mi gusto. Un poco mezquina, también. Me parece que es comparar peras con bananas. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Tienen públicos distintos, o por ahí tienen el mismo público pero en distintas instancias. Es muy difícil comparar eso. Como si todo lo que es comercial estuviera mal. Si yo soy un editor, y edito thrillers, y el fin es que sean comerciales, no va a tener veinte páginas demorándose en el color del agua, o en que hay una gotera. Y por ahí está perfecto que el editor “achure” esas veinte páginas y diga que el ritmo de estos libros es otro. Obviamente, conversándolo con el autor. Pero me parece que hay que pensar mucho en por qué estás editando eso, cómo, para quién… Me parece que son preguntas fundamentales para ver qué es adecuado y pertinente en lo que estás editando. Creo que eso es lo principal. Es algo que siempre discutimos en la capacitación de la UBA, con Ana Lucía, con Susana Aime, y con el resto de los profes. No hay nada peor que un libro infantil mal editado. Sea el libro que sea. Ana tiene una frase, “cada vez que hay un libro mal editado se muere un conejito”. 

MM: Decí que son muchos los conejos… Se puede pensar en editar en Australia, y hacés un bien… 

FG: Se reproducen rápido también. 

MM: Está muy bien la frase. Sí, es verdad que los libros mal editados, en general, son feos. Pero para los chicos son particularmente dolorosos. 

FG: Sí, además me parece que hay que separar una cosa de otra. Me parece que no todo tiene que ser “alta literatura”. Siento que digo algo obvio, pero es así. Tengo un montón de sobrinos, les regalo libros para la bañera, están chochos con eso, y bueno… Por eso digo lo de las peras y las bananas. Si comparo a Gabi Cabezón Cámara con Dan Brown, no tienen nada que ver. Igual, Dan Brown, dentro de lo comercial no es el ejemplo más feliz. Así y todo, creo que hay que correrse de ese lugar, que se trata de una falsa dicotomía.  

MM: Ahora que estamos hablando de editar y de la muerte de los conejitos, y de los arbolitos podríamos decir también… ¿qué expectativas hay con la Feria del Libro? ¿Cómo ven la situación del papel, que es un drama? De las candidaturas presidenciales no te voy a preguntar, porque me parece ponerte en un brete. Pero ¿cómo estamos con esta situación del papel, la edición, los precios y la Feria? 

FG: Es un tema complicado. Se está todo el tiempo evaluando qué hacer, cómo y dónde producir, en qué momento, también stockearse con papel. Son cosas medio difíciles y todos corremos para el mismo lado. En las Ferias, además, estamos todos corriendo como idiotas para tratar con la mayor cantidad de libros. De nuevo, creo que por llegar a la Feria no se salva todo, pero desde el punto de vista de la editorial, los libros de Cubillas y Blanco los imprimimos en Uruguay, porque hay una imprenta que está en Canelones, me parece, que empezó a trabajar no hace tanto, y tenía un precio que les resultaba competitivo. En algunos casos puede ser un poco más caros, pero ¿si acá tenés faltantes qué hacés? Pongo un mango más, lo edito, lo público, lo traigo. Además, la calidad gráfica del trabajo es muy buena… El papel, el año pasado aumentó una barbaridad, casi un 150%. Justo les traía el ejemplo de esta conocida que editó el libro de cocina. Ella lo editó, quiere reeditarlo y para hacerlo, porque es súper complejo, tiene tapas de cartón, anillado, stickers, la impresión local le aumentó un 500%. Está pensando en hacer un libro standard… y pierde toda la gracia. Porque es un libro que tenés en la cocina, como un calendario, y entonces los chicos lo agarran y juegan, quieren hacer alguna receta, pegan un sticker acá o allá, pintan… Un 500%. ¿Qué hacés? Me fundo. Es muy difícil. En el caso de la editorial, que tiene todo un proyecto, tiene su caja y todo, el tema es evaluar en qué momento mete los libros, pedir presupuestos acá, en Uruguay, en China, en India también… Hay libros que necesariamente los hacen afuera porque no los pueden desarrollar, entonces muchas veces meten libros que podrían desarrollar acá, lo que pasa es que el precio es tan alto que les resulta mejor imprimirlos allá. Con el dólar que tenemos, que resulte mejor imprimirlos allá, es una situación súpercompleja. Y lo que pasa en términos de proceso y de laburo es que de golpe imprimimos estos dos en Uruguay, y Mitos mexicanos no llegaba a la Feria y entonces dijimos de hacerlo acá. Y si lo hacemos acá no responde por sus costos. Un libro no lo podés poner a un precio para cubrir los costos y la ganancia. Que un libro de estos te salga cinco mil pesos no tiene sentido. Tenés que evaluar la competencia, entender qué márgenes de precio podés tener, que te cubra el costo y te dé una ganancia, porque para eso también estás haciendo libros. No es sólo la parte de difusión y de cultura. También es una industria. Hoy por hoy se generan estos desajustes. Entonces, se atrasan libros, se adelantan libros. Terminás desordenándote mucho, porque estás a merced de todos estos cambios. El dólar blue sube y baja, eso genera movimiento y también genera desorden. Es difícil para los editores; muchas veces se interrumpen trabajos, y quedan para después porque se adelantan otros. Obviamente que se trata de evitar eso, pero me ha pasado también en otras editoriales. Es todo parte de nuestro trabajo en el contexto argentino. Me parece que la situación actual ya trasciende un poco. Nunca había vivido algo así. En el ’89 (tampoco se compara porque esto no es hiperinflación), yo tenía siete años. Tengo el recuerdo cuando acompañaba a mi mamá a hacer compras que los juguetes, los libros, las golosinas, de un rato a otro cambiaban de precio; de la mañana a la tarde. Pero en todo mi recorrido de trabajo como editor nunca viví algo así. Está muy complicado porque es como que se entra en hibernación. Saco lo mínimo indispensable, lo menos arriesgado, lo de menor costo y que sé que es un autor que va a vender más. Se trabaja sobre seguro. Y es una complicación para los autores que quieren experimentar, para el que quiere algo nuevo… En nuestro caso, el autor que quiera experimentar no sé si va a venir a ofrecer su novela a Guadal… Ahora estoy trabajando un libro de Ana María Shua que es Mitos y leyendas de Egipto. En realidad es una reedición. Estuvimos editando el texto con Ana María, estuvimos trabajando en sacar un libro cartoné, formato 30 x 22, y que tenga varios efectos. Es un libro caro de hacer.

Lo más probable es que lo hagamos afuera, porque hay un montón de efectos en tapa que acá no se pueden hacer. A partir de ese libro se armó un proyecto de colección, se midieron costos, aunque después se va todo para arriba y estás todo el tiempo recalculando. Ahora hay que ver en qué momento lo publicamos y cómo. Porque no podés poner un libro cartoné a nueve mil pesos. ¿Quién lo puede pagar? El mercado está difícil incluso para los compradores que están dispuestos a gasta dinero en libros. Incluso el convencido compra menos o piensa dos veces antes de comprar un libro. Porque compraste dos o tres libros y ya gastaste diez mil pesos. El contexto es complejo y el problema del papel viene hace algunos años. Tiene su origen en la falta de fabricación, en un mercado argentino muy concentrado y también en la pandemia. Con la pandemia pasó algo muy singular. Nos dio un revival de la lectura, porque la gente empezó a leer más, y eso fue algo genial. Uno esperaba que se empezara a caer todo y se fue reinventando la situación. La gente leía más en pandemia. Y de repente sucede algo que no tenías en cuenta. Siempre se trató de poner como cuco al e-book, pero el verdadero cuco es otro: la falta de papel porque en el contexto pandémico se gastó la mayoría en paquetería de Mercado Libre. Creo que las responsabilidades se reparten en la paquetería y el modelo de producción, donde tenemos un problema que no solo es de papel, sino político: hace años que no se sale de dos o tres fabricantes de papel… 

MM: No, se lo merece, porque es un cuello de botella en el que estamos todos atascados y no sabemos muy bien para dónde disparar. Me imagino que las tiradas en Guadal son muy dispares, porque depende del canal. Los libros que van a supermercados tendrán tiradas enormes, y en los que van a librerías para niños será diferente. Por ejemplo, ¿los de Cubillas y Blanco qué tirada promedio tienen? 

FG: Esos tienen una tirada de dos mil ejemplares. Bastante más arriba de una tirada promedio local de hoy. Ahora si los comparás con los libros que se hacen en China estás hablando de tiradas de cuatro o cinco mil ejemplares. Eso es igual siempre. Ahora está más difícil, por la situación del país. Pero en 2012, yo mandaba a hacer libros a China, juntabas colecciones y hacías de a seis o siete. Colecciones cerradas, de cuatro títulos cada una, y cuando lo mandabas era todo un presupuesto conjunto que te bajaba mucho los costos. Por eso, no se trata únicamente del canal al que está dirigido, sino que es una lógica común más allá del tipo de libro y el canal. Producir afuera implica prestarle especial atención a la rentabilidad y al retorno de la inversión. Los tiempos tienen que ser muy claros, porque uno empieza a invertir desde que paga un adelanto o comienza a desarrollar una colección con el equipo, contratás a un diseñador, a un ilustrador… hasta que está listo para imprenta, es toda plata que poniendo la editorial. Después mandás a hacer los libros, te quedan un montón de instancias de aprobación, viene en barco, después están las aprobaciones comerciales, la Aduana, y de pronto, invertiste en un producto que recién vas a tener en el punto de venta seis meses después de la primera inversión. El tipo de libro de grandes superficies se vende mucho más rápido que un libro literario (como puede ser alguno de Mario o de Sebastián), o sea, que tienen buen retorno, pero tiene la otra problemática que es plata que ponés en algo que llega al punto de venta mucho más tarde, aunque después la venta sea mucho más rápido. Es muy distinto si me cae una novela, que está buena y empiezo a trabajarla con el autor. Son libros que podés editar relativamente rápido. Estas son algunas de las cuestiones que hay que poner sobre la balanza y tener en cuenta.  

MM: Son muchísimas las cosas de las que sabés. Está bueno. Una mirada amplísima. 

FG: Es que aprendí a los golpes. En Urano discutíamos bastante los proyectos y tenía que aprender los números de todo, porque si quería editar algo (y a veces me equivocaba, porque quería editar algo porque me gustaba a mí y a veces no era lo adecuado para el perfil y la identidad de la editorial), tenía que ir con argumentos, y tenía que aprender los argumentos del que me decía que no. Entonces aprendí un montón sobre costos y de todas estas cuestiones, porque una editorial grande como Urano, en contextos complejos tiene un montón de proyectos en danza y prefiere frenarlos, y poner la plata en otro lado. Esas cosas pasan también, son parte de los procesos editoriales. Y uno que pone la cara frente a un montón de contratos firmados con un montón de autores y de proveedores. Uno quiere que todo llegue a buen puerto, que estén buenos los libros, entonces ahí aparecían las diferencias, las peleas y discusiones. Había que ingeniárselas con los costos para que siguiera siendo un buen libro, buscar el lugar para hacerlo… Por eso te digo que con defectos y virtudes para mí Urano fue un buen lugar para aprender cosas. Porque era “o hago lo que me dicen o busco la manera de hacerlo mejor”. Muchas veces te toca editar cosas que no te gustan, y también tenés que aprender a lidiar con eso. También me ha pasado de desarrollar colecciones que para mí eran muy buenas, y por ahí Urano no era el lugar indicado. Para mí, ese también fue un aprendizaje. Yo soy el primero que tiene que saber si algo no es adecuado. Tal libro puedo editarlo para Edelvives, o para Norma, o en Limonero. Y así, por más que suene como una obviedad, es algo que también les decía mucho a escritores: que se fijaran, porque me ofrecían un material que estaba buenísimo, y no les convenía. Yo puedo editar el libro y lograr un muy buen producto final. Pero primero tiene que servirle a la editorial, para que yo pueda decir que sí. Y después, tienen que saber que están corriendo en desventaja porque hay otras editoriales a las que la gente les saca de las manos este tipo de libros. A mí me encantan los libros álbum, edité un par en Urano y les fue bien. Y esos casos fueron porque eran autores que no tenían mucho publicado. Por eso pude editarlos y estuvo bien. Ahora, eran libros que no sé por qué no los agarraron otros editores. Viste que el mercado es un poco raro. En el caso de Ximena García, Para cuidarte mejor, que fue premio de Cuatrogatos en 2016/7, conseguí ese libro porque me senté tres días en la Feria del Libro a recibir ilustradores. Y todos se quejaban de que los editores los trataban mal. Yo me senté a mirar porfolios, y había cosas malísimas, cosas muy buenas y dos que eran excelentes. Pensé que con esos dos no me iban a decir que no, y a partir de esos proyectos pude armar la colección de libro álbum.

Hablé con Ximena, después con Gustavo Triviño, que es un ilustrador colombiano que vivía acá, eran esos dos libros álbumes, y les pedí que no se los mostraran a nadie más porque iba a hacer todo lo posible para contratarlos. Esos tres días de quedarme afónico en la Feria del Libro, valieron la pena para poder publicar esos dos libros. En el caso de Ximena creo que tenía un solo libro publicado, y es una ilustradora excelente. Sacamos Para cuidarte mejor, después otro, con Liliana Cinetto, cuando empezamos a desarrollar una línea más escolar, y a Ximena ese libro le abrió un montón de puertas. Es una autora e ilustradora excelente, muy profesional. Pero pasa un poco eso: a veces, los editores, por ocupados, por estructuras chicas, somos un poco mezquinos. Yo trato de no serlo, y en ese intento por ahí fallo en otra cosa. Trato de ver todo lo que me pasa por adelante, si puedo.  

MM: Diego Rojas dice que el libro de Ximena García es un libro bello, y que además había ilustrado el de Sandra Siemmens en SM, Animales en verso. ¿Y este año te va a tocar en las Jornadas Profesionales que empiezan mañana? ¿También recibís ilustradores con Guadal, o ya eso no? 

FG: Cambió un poco la lógica de la Fundación en relación a eso. Ese año, que fue el 2015 si no me equivoco, seguían con ese método, y como estuvo esta queja de parte de los editores, empezaron a hacer el showroom y la lógica cambió. Antes te anotaban para presentar proyecto de obra o carpeta, y los ilustradores caían en un horario. Yo tenía una fila, e iba mirando proyectos, carpetas. Después dejó de ser así. Es mucho más liviano para los editores, porque vas al showroom, mirás, agarrás tarjetas del que te interesa, pero la verdad es que se pierde un montón. Porque a veces a vos te interesa algo que el ilustrador mismo no lo ve tan potente, o hace un recorte de lo que te muestra. Por ahí ves una carpeta y ves un montón de técnicas y estilos que tiene un mismo ilustrador, y en eso cambió la lógica. Yo sí voy a estar en las Jornadas, y con los que vayan cayendo (siempre vienen ilustradores a mostrar material, editores…), pero no está programado como era antes, que para mí era mejor. Los dos mejores libros que saqué de encuentros con ilustradores fueron estos dos álbumes que te mencionaba (de Ximena García y Gustavo Triviño). Hace falta mirar mucho para encontrar, para que se te ocurran cosas también. Voy a estar recibiendo autores, después de las jornadas organicé firmas en las que Mario va a estar… Ahora no tengo la agenda a mano… 

MM: Ahí Antonella te dejó la vara muy alta, porque ella iba con un megáfono. ¿Vos te vas a animar a ir con un megáfono por los pasillos? 

FG: (Se ríe). No, no voy a andar con un megáfono. Voy a trabajar con los autores, sí voy a ir a las firmas y charlar.  

MM: En realidad, todos los editores de la Feria deberían tener un megáfono cada uno y usarlo al mismo tiempo. Como no tiene mucho ruido la Feria, estaría buenísimo para escandalizar un poco. 

FG: Como en la infantil que se arman unos cachengues de narraciones y música, y te volvés loco. Si querés, cuando vengas vos hablo por megáfono.  

MM: SI no lo usás vos, yo llevo una guitarra o algo. Hagamos un poco de ruido. Otra pregunta interesada e ignorante. ¿Uranito sigue publicando? 

FG: No. Lo que hicieron fue sacar para un lado y para otro. Urano tenía políticas comerciales muy agresivas, entonces por ahí armaba y desarmaba sellos con bastante trayectoria. Es medio largo. Es una multinacional. Antes la cabeza quedaba el Barcelona y todas las demás eran subsidiarias, que eran distribuidoras y apenas editaban muy poquito. Sobre todo México al principio, después Argentina, que se desarrolló mucho desde 2009 en adelante, y armó planes bastante importantes. De infantil eran cuarenta novedades al año, más las reimpresiones. Y lo que era Adultos, que eran varios sellos distintos, acá eran como cincuenta novedades al año, más reimpresiones de cosas que eran de afuera. Urano tiene unos best-sellers clásicos que tienen mi edad, cuarenta años. Libros que se editaron en el ’82 y que hoy siguen vendiendo diez mil ejemplares. Es un fenómeno muy loco. Pero Urano cambió mucho. Es una empresa familiar, por más que sea una multinacional. El padre, el gerente general, tenía una postura muy pro libro, y cuando pasó al hijo, invirtió un montón en toda la parte digital, no le fue tan bien y empezó a hacer otros movimientos. La empresa estaba en un proceso de apertura, cada vez editaban más México y Argentina, estaba la idea de empezar a editar en otros países, y después empezó a retraerse de vuelta a casa matriz. En esa retracción se cortó mucho todo lo infantil, tanto acá como en México, y después invirtieron en el sello Puck, que existía hace un montón pero que no funcionaba. En ese momento trajeron a Leo Teti, editor de VR, que es amigo, y él empieza a trabajar en la línea a partir de su agenda de editores, de agentes, de autores, de traductores. Lo traen a Urano desde VR, y Urano empieza a invertir más en juvenil, en este juvenil que es hípercomercial, entonces, más allá de que Leo es argentino, mediar todo por casa matriz, que además impone cuánto le van a comprar las casas subsidiarias.

Una cosa de mucha concentración; ahí cambió absolutamente, y el resto de los sellos, fueron pasando a un segundo lugar. Y en el caso de infantil, que era de origen argentino, peor, porque en España no había nadie que editara infantil. Entonces nadie terminó velando por el infantil. De hecho, ¿Qué es esto?, de Daniel Lowy y Cecilia Blanco, uno de los libros de infantil más vendidos que teníamos, vendía lo mismo que El principito, que vendía un montón, lo compraban de Colombia y creo que llegó hasta las diez reimpresiones, y ahora pasó a Penguin. Pero por un descuido, porque cuando ellos dejaron de editar infantil sostuvieron esto, los libros informativos, y alguno más que les funcionaba, pero no contrataron más. Por esta concentración se fueron volcando más al Young Adults (YA). Tanto el infantil, que era de origen argentino, como otros sellos españoles, como Umbriel, u otros más de empresas o alternativos, entró más en competencia con V&R, con la que antes no competía tanto. Viró para otro lado, completamente distinto. 

MM: Me he enterado de los pasos de Urano y Uranito. Podemos hacer la saga de Succession. Bueno, voy a abrir las preguntas al público, porque yo te tengo hace una hora y media charlando, y seguramente acá, entre los concurrentes, haya alguna pregunta que no se me ocurrió. Pregunten o escriban en el chat… 

Ana Lucía Salgado: Acá hay ex alumnas de la capacitación que podrían preguntar. 

MM: Gerson, desde Perú, pregunta cómo es el mercado de los libros objeto, pop up o troquelados. 

FG: Bueno, yo ahora en Guadal no estoy con ese tema, pero tengo mis recuerdos de Urano. Igualmente, en Guadal, en el plan editorial de Guadal, uno va viendo distintas cosas con las que va trabajando. Acá, el pop up no se desarrolla tanto porque es muy caro. La editorial tiene dando vueltas algunos que ha editado en algún momento. Por ahí se contratan en coediciones para abaratar costos. Pero siempre es algo difícil de hacer, incluso con los avances tecnológicos que hay en todos estos países mega productores de gráficos como China, Corea, la India… China sobre todo tiene un nivel de desarrollo alucinante. Troquelados que antes eran re difíciles de hacer ahora te los hacen con troquelado láser. Pueden volcar al papel la roseta más compleja que encuentres en Notre Dame; y es más barato que muchas cosas que se hace con efectos acá. Ese tipo de libros (salvo el pop up) pasa casi todo por supermercado. Lo hace Marketself, que también distribuye en Farmacity y en otro tipo de mercados. Es bastante abierto, porque también ponen a disposición novelas. En general son novelas más comerciales pero podés conseguir algún clásico. Por ahí aparece algún infantil, que te preguntás qué hace ahí, pero como funciona lo ofrecen. Siempre dejan un espacio para prueba y error. Por lo general los libros de grandes superficies son los libros como los de baño que estabas mencionando, libros con títeres, mucho librito para pintar, de entretenimiento… Desde las tiradas y desde los lugares de producción gráfica ya está pensado para grandes superficies, y lo que va a librerías por ahí es un rebote de lo que no se vende en supermercados. Tienen como otros tiempos distintos. No sé si terminé de responder la pregunta. Principalmente, ese es el canal y esos son los países donde se produce, a menos que se desarrolle, o se contrate alguna licencia. Y los tiempos son los que les mencionaba antes. Seis meses… por ahí, si tenés un equipo muy aceitado, vas mandando, y mientras vas generando una cantidad vas acortando los tiempos, pero si no, son más o menos seis meses. Más en un país como Argentina, que además tenés la Aduana y todas esas cuestiones.  



MM: Muy completo. Zio, que para los que no la conocen fue editora en Guadal, confirma que en general los pop ups eran contratados de afuera y producidos en China. Hay una pregunta de Laura Gutman, que dice si puede definir la franja YA. No solo en edad, sino también en intereses. No en el extranjero, sino en Argentina y Latinoamérica. 

FG: ¿En qué sentido los intereses? ¿Los de los lectores de acá o en el sentido de la escritura de autores argentinos? 

MM: Interés del lector. 

FG: No tengo mucha experiencia en YA, pero conociendo mucho a Leo y a VR que lo publica hace muchísimo tiempo, vas viendo qué tipo de libro se edita y la textualidad. Son libros más comerciales, eso es algo obvio, pero también hay una cuestión que pega muy fuerte, que son los temas. Mi impresión es que son libros que muchas veces se buscan porque tienen algún tipo de funcionalidad. Hay una empatía pero por lo general no son grandes tramas, es un tipo de literatura más comercial, funcional. Tenés dos líneas que venden mucho: todo el fantasy, pero todavía más, en los últimos años, todo lo que es narrativa LGTBQ+. Ahí hay un funcionamiento bastante importante de gente que antes no se sentía acompañada por los libros y encuentra una compañía. Más allá de que no son grandes libros, no es “la novela que te va a deslumbrar”, hay mucho lector que en eso encuentra un lugar de identificación, un lugar de identidad. Esas dos temáticas, para mí, son las principales: fantasy, y lo que se puede llamar narrativa LGTBQ+, que es un nombre abierto y que quizá se podría calificar de otra manera. Me parece que son las dos líneas principales de Young Adults. 

MM: Buenísimo y muy claro. Acá hay una muy concreta de Diego, que quiere saber cuál es el otro libro álbum que editaste, que no se quiere quedar con la duda. 

FG: No puedo dormir, de Gustavo Triviño. 

MM: Es un autor colombiano, ¿no?

FG: Sí, de Bogotá. Vivió varios años acá, y la verdad es que el laburo que hace está muy bueno. En su caso fue mucho laburo en la parte de texto. Muchas veces pasa eso con los libros álbum de autor integral. Por lo general, son más ilustradores y diseñadores y, no por prejuzgar, pero son menos hábiles escribiendo. En el caso de Ximena que escribe muy bien, trabajé el texto pero toqué algunas cosas, sutilezas. En el caso de Gustavo fue un ir y volver, volvernos un poco locos, pelearnos un poco también, pero quedó contento con el libro. Al principio era una rima machacona atrás de la otra, y unas ilustraciones preciosas que no tenían nada que ver.  

MM: Paula Spritz que, calculo, es una ex alumna, dice que es muy lindo escucharte nuevamente. Te pregunta si en Uruguay se está desarrollando la producción completa de los libros que imprimen allí. Se refiere a tapas, ensamblado, armado, etcétera, o si solo hacen la impresión.  

FG: En otros momentos se hacía un poco más eso, pero con esta imprenta al menos, la lógica es la misma que acá. Se manda el archivo, se trabaja en pre-prensa de la imprenta. Ahora, en la editorial además contrataron alguien exclusivo para eso, que no es tan frecuente en editoriales que no sean texteras, y la verdad es que es un placer porque te ahorrás un montón de pasos y de problemas posibles con la imprenta. En el caso de los libros de mitos, terminamos los archivos, los sacamos para imprenta, los enviamos, tenés un delay, porque primero hacés la aprobación de los plotters digitales y después mandan los físicos. Con los físicos tenés un delay de una semana de aprobación, que no es tan grave, pero si estás corriendo es significativo. La verdad es que laburan recontra bien.  

ALS: Yo quería decir una cosa nomás, y es que la persona que está en producción en Guadal está hace muchos años, que es Aníbal, es un genio de la producción. Ha hecho lo que le han pedido, incluso libros con olor. Me acuerdo de que yo trabajé dentro de Guadal, reemplazando a una amiga por un tiempito, y me contó que en un momento le pidieron que hiciera unos libros para raspar y oler, y no encontraba productor, lo intentó y lo logró. Una locura.  

MM: Qué bueno que lo menciones Ana Lucía, porque en general los editores están en las sombras, ni hablar la gente que trabaja en producción, a la que solamente conoce la gente que está en la editorial, y los imprenteros en alguna ocasión. Libros con olor, increíble.  

ALS: Un catálogo como en el Guadal que tiene libros con tanto peso en el soporte, con tapa dura, tan complejos, sin una persona como Aníbal Álvarez no corre, no funciona. Debe ser una de las personas más importantes de la editorial. 

FG: Es un genio Aníbal. Todos lo que pasaron por Guadal hablan maravillas de él, yo lo conocí hace relativamente poco y la verdad es que trabaja re bien. No sé cuántos años tiene en la editorial.  

ALS: Está desde el principio de Guadal. 

MM: Bueno, otro aprendizaje de esta noche de charla tan completa. Yo te voy a ir dejando libre, porque ya estamos cerca de las nueve. Si no hay más preguntas, chicas y chicos, les agradezco muchísimo la presencia. Fran, ha sido un placer. Nos vemos, megáfono mediante, en las Jornadas. Para cerrar con una pregunta: ¿en Guadal también es importante la visita de la CONABIP? 

FG: Mirá, la verdad es que no lo sé, porque es la primera Feria en la que voy a estar con ellos. Sé que tiene peso, pero creo que debe ser menor que el de otras editoriales. A nivel organizativo tiene el peso es menor, si lo comparamos con las editoriales escolares. Sin embargo, en la CONABIP pasa de todo. Me acuerdo de que en Urano despedazaban todas las colecciones de romántica que estaba en unas mesas baratas. Era algo bizarro, pero cada uno con lo que le gusta. Me faltaría conocer más a fondo la política de la editorial en relación a Conabip para darte una respuesta más completa. Sí le prestan atención y la tienen en cuenta.

MM: Te agradezco otra vez. La semana que viene es 1 de mayo, así que nos volvemos a encontrar el lunes 8.  

FG: Gracias a vos Mario por la invitación, y gracias a todas y todos por venir. 

 

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