El Copello
El Centro Cultural Barrio Copello, que
se encuentra ubicado en el complejo habitacional Cardenal Copello de Villa
Lugano, depende del Programa Cultural en Barrios del Ministerio de Cultura de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A lo largo de 19 años su misión ha sido promover
el desarrollo, la circulación, la producción y el consumo de bienes y servicios
culturales públicos para posibilitar su mayor democratización, el
fortalecimiento territorial y la formación de ciudadanos para la cultura.
Por María Laura Migliarino
En
el transcurso de la vida algunas personas tienen la suerte de atravesar una
extensa escolaridad que a lo largo de su existencia les permitirá desarrollarse
en un ámbito de su interés, trabajar y elegir nuevos empleos cada vez que lo
crean conveniente. Desde hace 19 años, contra viento y marea y con una vasta
formación a cuestas, Martín Bernardos asumió que más allá de las contingencias
políticas y económicas su trabajo como coordinador resultaría vital a la hora
de llevar adelante un proyecto integrador, generador de posibilidades y
oportunidades gratuitas, en un complejo habitacional donde viven alrededor de
5000 personas que, de otra manera, no tendrían acceso a los bienes culturales.
Durante
estos años se promovió un proyecto que intenta representar la forma de ser,
hacer y pensar de la comunidad, haciendo foco en tres áreas destinadas a ofrecer
servicios y ampliar derechos: un área académica ligada a la gestión formativa y
pedagógica con una amplia propuesta de talleres para adultos, jóvenes y niños,
que se ha ido modificando de acuerdo a los intereses de la comunidad; un área
de espectáculos y actividades complementarias, expresada a través de la gestión, producción y
financiamiento de las diversas actividades generadas en los talleres; y un área
de trabajo social-territorial, desarrollada a través de los diferentes
proyectos y gestiones asociativas.
Dentro
del abanico de propuestas, el 23 de
abril del año 2013, con el fin de estimular el hábito y el placer por la
lectura en niños y adolescentes, se inauguró la biblioteca comunitaria que en
la actualidad cuenta con 3000 volúmenes de diversas temáticas y géneros que
incluyen cuentos, novelas, historietas, poesía, teatro y material de referencia.
Implementar
el espacio no fue una tarea fácil, el camino recorrido sigue siendo arduo. Y en
ocasiones la realidad supera las
expectativas demostrando que no siempre lo que creemos que puede ser
enriquecedor para nosotros lo es para los demás. “Barajar y dar de nuevo”
parece ser la premisa que guía el quehacer cotidiano cuando la intención es
estimular el interés por la lectura en una población que no tiene un recorrido
lector, donde los libros no se sienten como propios, y si bien son
políticamente correctos se elige jugar con los hijos más que leer en la
biblioteca:
“Queríamos
tener una biblioteca para ampliar el acceso y permitirle a muchas familias
vincularse con un objeto que les resulta completamente ajeno. Pero luego de
armar el proyecto con las líneas de acción paso a paso nos encontramos con la
realidad. Pretendíamos que los libros circularan más allá de la biblioteca y en
este sentido abordamos distintas tácticas: ofrecimos libros en las escuelas de
la zona, planteamos la posibilidad de que algunos niños pudiesen recomendar y
elegir lecturas para sus vecinos, armamos campañas de difusión en distintas
instituciones educativas, deportivas y sociales, utilizamos una estrategia y la
cambiamos y la volvimos a cambiar…No tuvimos mucho éxito.”
Sin
embargo, en el devenir de la charla los decires nos cuentan que los libros
circulan, se leen. Unos más que otros, tal vez no tanto como ellos quisieran,
tal vez lo necesario para una población que recién comienza a familiarizarse
con la posibilidad de contar con libros en casa cuando se quiera o se los
necesite.
En
un principio los libros compartían el espacio con la juegoteca, el que no
jugaba podía leer y el que no leía podía jugar con los libros. Pero finalmente
ambos dominios terminaban compitiendo y decidieron separarlos. En la actualidad
la biblioteca no cuenta con un sector para sentarse a leer por eso lo que
funciona es el acercarse, elegir, llevarse y devolver.
Los
talleres, en cambio, se hacen en otro espacio físico. “Tratamos de tener
talleres en todas las áreas (plástica, música, letras, danza) sabiendo que no
es tan necesario que la gente participe de una manera académica. El acceso a
los bienes no tiene que estar dado solo por el acceso a lo académico, y en este
sentido nos parecía que la biblioteca nos iba a dar una oportunidad más: pic-nics
de lectura, encuentros, salidas por los edificios con una valijita repleta de
cuentos y novelas, llevar un libro para tu familia, para
tu compañero.”
Como
correlato y en conexión con la biblioteca este año contrataron una docente que
llevó adelante un taller de iniciación a la lectura para niños de 3 a 8 años. Taller
que se sumó a otro de lectura y escritura para adolescentes (que les gusta más
que les lean) y a un taller de memoria para adultos mayores que en sus inicios
se abordó desde un trabajo más cognitivo y que poco a poco fue transformándose
en un taller literario con connotaciones emotivas.
El
paso de distintos docentes de literatura les permitió ir encontrando un montón
de perfiles para ampliar el fondo bibliográfico de acuerdo a los intereses. Aun
así, tienen en claro que los libros disponibles no alcanzan a cubrir los gustos
de la población. Hay muchos títulos que faltan y que quisieran tener para que
los maestros trabajasen en su mayoría con material de la biblioteca.
Invertir
tiempo y dedicación, ejercitar la paciencia y ajustar las expectativas son
claves a la hora de establecer lazos entre las instituciones barriales y sus
vecinos. La apuesta a una biblioteca de puertas abiertas, en donde se puede
sacar, tocar y retirar un libro avisándole al auxiliar de turno, da cuenta de que, por sobre lo educativo, el desarrollo de lo vincular, lo social y lo cultural es lo
que le da sentido a estas organizaciones.
Centro
Cultural Copello
Av.
Dellepiane Norte 4900
Villa
Lugano
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