Acerca del Génesis de Crumb

Robert Crumb es el último héroe vivo del cómic under. En 2009 decidió hacer su versión de uno de los libros de la Biblia. Para sorpresa de todo el mundo, que esperaba una mirada jocosa, se tomó su trabajo muy en serio. Como parte del tema del mes, que son las adaptaciones de la literatura en la historieta, les acercamos esta nota de Laura Ávila.



Por Laura Ávila

Biblia, en griego, quiere decir libro. El Génesis es el libro que inicia la Torá. Algunos investigadores aseguran que las primeras versiones tienen cerca de 2000 años antes de Cristo de haber sido recopiladas.

Ponerse a versionar un best seller de este tamaño -es más, ponerse a revisar el libro-, no es una tarea para tomarse en broma. Por eso el mundo se sorprendió cuando Robert Crumb, maestro de la historieta satírica y sin vergüenza, se puso al hombro la tarea de adaptar el Génesis al cómic.

El resultado es una estupenda novela gráfica que recorre todos los capítulos con insospechada fidelidad, sin lugar para el chiste visual. El autor se encarga de resaltar los vericuetos de la palabra y la deja expuesta con toda su crudeza original.  El Génesis tiene una prosa misteriosa, que a veces vuelve sobre sus pasos. Crumb mantuvo su cualidad de inescrutable dejándola así, sin aclarar, o más bien dándole luz con sus potentes dibujos.

Encontramos, entonces, pasajes de poesía pura, iluminadas por su trazo vigoroso. La textura trabajada de sus viñetas explota en el detalle de los gestos de los personajes, en esas caras llenas de alegría y estupor, en esas figuras agrupadas, en esos paisajes recreados con tanto estudio… La mano de Crumb anima a esos hombres y mujeres, como si él mismo fuera el dios de esas criaturas azoradas de estar vivas.

Hay algunos cuadros muy originales, con lenguaje puro de cómic, como cuando presenta a la serpiente con patas, o recurre a los jeroglíficos para recrear los diálogos de José en Egipto. Las curvas de las mujeres, la turgencia de sus cuerpos, la barba fuerte de los hombres, el encuentro binario de los sexos, convierte por momentos la obra en un libro erótico.

Encontramos que el lugar de la mujer en el Génesis es el de sierva, esposa y madre. Y el del varón es el de conducir pueblos, repartir su simiente y temer a Dios, aquí un viejo caprichoso, de pelazo al viento, que solo porque se le canta manda a matar pueblos enteros con lluvias de agua o de fuego.

¡Son tan humanos los personajes, tan cascarrabias y vengativos! Crumb atiende los pliegues del original con paciencia de orfebre. Y descubrimos cosas muy locas al calor de sus dibujos. Por ejemplo, que hay una deliberada reescritura bíblica del papel de las mujeres en la construcción del pueblo de Dios: la Eva del primer capítulo, por ejemplo, era una par de Adán, creada al mismo tiempo que él. Después alguien cambió de idea y la sometió al hombre con el asunto de la costilla.

El Génesis tiene fuerza porque reúne muchas voces, la de todos los hombres que lo fueron escribiendo, y esa fuerza, mitad testimonio, mitad auto de fe, lo ha mantenido vivo hasta nuestros días.

Crumb se dedica a acompañarlo con sus ilustraciones, borrachas de tanto místico delirio, porque el libro es enceguecedor, maravilloso, rebosante de crueldad, humor y apuntes de una gran familia de hermanos, hijos, nietos, con sus faenas, sus pozos de agua, sus visiones y su fe en una tierra prometida.



El libro del Génesis ilustrado
Robert Crumb
Ediciones de la Flor, 2011.





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