Esteban Valentino, Paula Adamo, Inés Garland y Andrés Sobico: “Vivimos en un lugar del mundo donde la invasión audiovisual da una lógica sobre quiénes son los malos y quiénes son los buenos”

En esta segunda parte de la charla con los cuatro invitados la conversación fue amplísima. Charlamos acerca de las formas de leer las imágenes, los libros – álbum, volvimos a hablar del contexto de la guerra, se habló de proyectos personales y hasta de la situación en Colombia, porque nos acompañó un periodista de dicho país. Una charla frondosa que, a la vez, fue muy divertida.


Mario Méndez: Para Paula, una pregunta del lector no acostumbrado a leer bien los libros álbum. (Risas). Soy sincero. El sobrino viene a la casa y toca el timbre. Y después se va. ¿El que lo viene a buscar es el tío? 

Paula Adamo: Lo viene a buscar el tío, claro.

MM: Recién ahora me doy cuenta. 

PA: El que lo viene a buscar es el tío, y ese niño lo lleva. 

Andrés Sobico: Termina sin texto, además. Eso fue totalmente a propósito. 

MM: ¿Todos vieron que era el tío? No me digan…

IG: Yo no. Ahora que lo decís me siento muy mal. (Risas).

MM: Lo está llevando. Es lo que dice Andrés. Yo no me había dado cuenta tampoco. 

AS: Porque en realidad todo esto fue sobre lo que los chicos nos pueden dar, yo, que empecé a trabajar de profe casi siete años después de hacer este libro. Simplemente tengo una infancia de combustión lenta por ser el mayor de cinco hermanos. ¿Alguien es mayor acá? 

Asistentes: Yo. 

AS: Llevamos el bolsito a los siete. Eso tiene de bueno que tenemos una infancia de combustión lenta, entonces puedo comunicarme con chicos de cualquier edad. Y veo tanto adulto centrismo, que significa perderse lo que nos chicos nos pueden dar…

Inés Garland: Sí, tal cual. 

AS: Entonces ese chico, en esa última imagen, le está dando algo al tío. 

MM: Está muy bien. Como en cualquier caso, la lectura de las imágenes admite muchísimas lecturas. Uno sigue y sigue leyendo. 

IG: Y cada quien tiene su propia lectura. 

PA: A mí me maravilla, cada vez que alguien ve el libro, cómo va reconociendo e interpretando cosas que a mí no se me hubieran ocurrido. 

AS: tenemos una teoría que tienen muchos autores, que es la teoría de la pelota roja. Escucho un audio de ayer, de un profe de lengua de un secundario mío (yo estoy en el secundario técnico de la UBA, que es sin examen de ingreso, con chicos de Lugano solamente). En ese contexto, los profes de Literatura estaban viendo este libro con los estudiantes, y una de las chicas, de segundo año, catorce años, vio que la pelota se iba despeluchando y que eso era la niñez del colimba. 

PA: A la mierda… Genial.

MM: ¿Vos no viste eso, Paula?

PA: No, para nada. 

AS: La última teoría que tuve sobre la pelota roja fue esa. 

Esteban Valentino: Es maravilloso eso. 

AS: No es replicable. No se puede decir más nada después de eso. 

IG: Va poniéndose más clarita…

MM: Es así. Va perdiendo color.

IG Siempre te salen con cosas increíbles. 

Asistente: Una pregunta, porque vos estás en actividad, en contacto con los alumnos, y este libro es de 2012. Hay diferentes relecturas. Cuando los chicos te interpelan y la frase es que “esta vez los buenos eran los malos”. Uno piensa en esa dicotomía con la que nos criamos, con Batman y Robin, los villanos, ¿Qué pasa con esa dicotomía después de diez años? ¿Está naturalizada? ¿O los chicos preguntan quiénes eran los buenos y quiénes los malos? 

AS: Con esa frase nunca tuve una interpelación fuerte de los chicos. De hecho, lo que sucedió en el último mes con este libro no sucedió en los primeros diez años, porque como lo tomaba el Ministerio de Educación y varias provincias, y se subió a Educ.ar, hubo una promoción y llego a cientos de escuelas. Cosa que no había pasado nunca, porque este libro debe haber vendido mil ejemplares. Las anécdotas que siempre me contaban los bibliotecarios (tampoco eran tantas) eran que los excombatientes, cuando sus sobrinos, o hijos o hijas les contaban que habían visto el libro, hablaban sobre Malvinas cuando nunca habían hablado. Y respecto de tu pregunta, no me quiero ir por las ramas, vivimos en un lugar del mundo donde la invasión audiovisual da una lógica sobre quiénes son los malos y quiénes son los buenos. Desde chicos. 

EV: Ahora los malos son los rusos. 

AS: En este momento. Los chicos que ahora tienen ocho años van a crecer con que los malos son los rusos. Nosotros también creíamos que los malos eran los rusos. Entonces acá era raro. ¿Cómo los ingleses? Si nosotros “éramos enemigos de los rusos”… Por decir uno. O de los chilenos éramos enemigos. Yo tuve un amigo colimba que ahora es ingeniero, uno de los más piolas del grupo… hizo la colimba y cuando volvió, si veía un chileno por la calle lo cagaba a piñas. Literal. Y era un pibe como nosotros. Después de un año de hacer la colimba.

EV: ¿Sigue pensando lo mismo? 

AS: No. Con esa intensidad, por lo menos, no. Por supuesto que uno tiene que tener cierta tendencia escondida para que esas cosas te la exacerben. Todo trabaja sobre tu odio. 

EV: Bueno, a alguien en algún lugar de Italia se le ocurrió prohibir a Dostoievski. Alguien lo pensó y dijo que no podemos leer Crimen y castigo. Se le ocurrió. ¡Hay que pensar una cosa así! 

AS: Es el hobby de cancelar. También se puede relacionar con las cancelaciones de obras literarias que se están produciendo. 

MM: Acá es por ruso…

IG: Sí, pero la cancelación está de moda. 

EV: De hecho, Rusia quedó afuera del Mundial. 

MM: Igual no iba a ganar… (Risas). 

EV: Que lo pierda como corresponde. A Arabia Saudita nadie le dice nada. Se limpian diez saudíes por día y nadie les dice nada. 

Asistente: Bueno, a Israel, tampoco.  

MM: Tampoco. 

Alvar Torales: No solo del fútbol. De todos lados la echaron. 

AS: Esto de quiénes son los buenos y los malos. 

MM: Ya que estamos hablando de eso, acá hubo un Mundial en el medio de una dictadura feroz y los países europeos mandaron a sus equipos. 

AS: Se jugó durante la guerra en España. 

MM: En plena guerra estábamos jugando un Mundial. Increíble. Bueno, hablando de muchas lecturas diferentes, No dejes que una bomba dañe el clavel de la bandeja, me lo aprendí después de repetirlo muchas veces, es un clásico de los cuentos de Malvinas. Quizá el más emblemático, por lo menos en los colegios. Se sigue leyendo. Además, el Plan Nacional lo tiene publicado y con acceso gratuito. ¿Qué lecturas has recibido? ¿Han cambiado las lecturas? ¿Has recibido ahora nuevas lecturas? 

EV: No, en estos meses, con motivo del aniversario de la guerra no recibí ninguna devolución diferente de la habitual. Siempre me preguntan sobre mi experiencia en México, sobre el origen del cuento, sobre por qué se me ocurrió la relación entre la historia que transcurre en la fiesta y la historia que transcurre en Malvinas. Yo no fui a Malvinas, estaba exiliado en ese momento, y el cuento lo escribí bastante después. Con una historia que siempre me había parecido muy literaria y muy humana, que es la historia que transcurre en la fiesta, y yo quería incluir en alguna relectura y darle una entidad distinta. Cuando empecé a escribir, inmediatamente me surgió la presencia de Malvinas. Como le pasa a Inés. A diferencia de ella, yo el cuento sí lo tengo todo en la cabeza. Entonces, cuando empecé a escribir, inmediatamente armé las dos escenas. Fueron decantando las dos situaciones, y finalmente, uno, con años de oficio va tomando la posibilidad en enganchar las dos historias. Creo que quedó, más o menos. 

AS: Me gusta que le decís “zanja” a la trinchera. Todo el tiempo. 

EV: Ah, ¿ves? No me acordaba. La escena de la fiesta es rigurosamente autobiográfica. Emilio Careaga es mi alter ego. Cuando yo era chico, y adolescente, tenía, entre mis muchas contras para enfrentar al sexo opuesto, era que era feo, tenía anteojos y era negro. 

MM: Ahora estás más blanco. (Risas).

EV: Sí, pero en aquella época era negro. De hecho, mi apodo era “Negro”. Y ser negro, en aquella época era un punto en contra. Estaban de moda los blancos. (Risas). La escena es así, como está narrada. Enfrente había alguien, a la que yo le pongo por nombre Mercedes Padierna, y después digo por qué le pongo ese nombre, que debía ser muy linda porque yo no paraba de mirarla, y mis compañeros, como ocurre en la escena, insistieron con tratar de levantársela. 

MM: Eso estaría cancelado…

EV: Yo quería levantármela, pero estaba más allá de mis posibilidades. Negro, feo y con anteojos. 

MM: Pero eras poeta. 

EV: Sí, pero todavía no tenía el uso de la palabra. (Risas). Mirarla de lejos, olvidarla y que pase. Una historia más. Y cuando pasa ella, como ocurre en la historia, manoteo un clavel y se lo doy. Y ella me lo recibe y me dice: “Gracias. Qué lindo. ¿Querés bailar?”. Bueno, bailé con ella. Hablé con ella toda la noche. Era bastante claro, que de alguna manera mágica, yo le gustaba. No sé cómo se llama, nunca supe su número de teléfono…

MM: Cómo se nos cae un ídolo (Risas)…

AT: Eras lenteja… (Risas).

EV: Sí, y eso siendo igual. (Risas). En el cuento yo le pido el teléfono y se convierte en mi novia. Esa parte no existe. Lo que en realidad se informa en la parte de Malvinas, es ficcional. Dolorosamente ficcional.  (Risas).

Foto: Lili Morales


AS: Cuando no podés creer la suerte que tenés. “Me está dando bola”. No estaba previsto que te diera bola. No era parte del plan. 

EV: A mí me ha pasado de invitar a una chica linda, a esa edad, doce, trece años, y que me diga que sí, que bailemos, y yo salgo corriendo. (Risas).

IG: “En mi guion vos me decías que no”. 

AS: “Yo caminaba hasta invitarte sabiendo que me ibas  a decir que no. ¿Cómo me decís que sí?” (Risas). 

EV: Creo que escribí ese cuento para exorcizar esas cosas. 

MM: Está muy bien. Tuvo su compensación. Pero está claro que nos sentimos más cómodos en la derrota. 

EV: Absolutamente. Siempre dije que todos mis personajes son derrotados. Lo digo en algún texto de por ahí. Yo hablo de soledad y tristeza. Son mis únicos dos temas de escritura. 

AT: Tanguero. 

EV: Yo estoy de acuerdo con lo que dice Dolina. Que la alegría sea de los brasileros. (Risas). Si no, no hubiéramos hecho el tango. Ellos hacen el samba. Ya está. 

AT: Todos los amores de la literatura, de la ópera, son amores controvertidos.

MM: Si no, sería una compadrada, diría Dolina… Contarnos lo bien que te fue… 

EV: Claro. Que Walt Whitman se guarde su historia. 

MM: Muy pagado de sí mismo. 

EV: Sí… ¿Yo qué sé? “Me celebro y me canto a mí mismo”. Bueno… andá a celebrar… (Risas). 

MM: Cancelamos a Walt Whitman. 

EV: Bastante tengo con mi llanto. Encima tengo que aguantar que me vengas a decir que te celebrás… (Risas). Dejame de joder. 

MM: ¿Y a vos te han convocado, Inés, en este mes y medio de malvinización a full? ¿Nuevas lecturas?

IG: No me pareció. Salvo el otro día que fui al Museo, que vos estabas, no apareció nada nuevo. Ni fui a colegios… durante años iba mucho a las escuelas. Este año todavía no. No me tocó. 

EV: ¿Pero por el tema Malvinas ibas a las escuelas?

IG: Iba por todo. Por Malvinas, por Piedra papel o tijera. Por Malvinas fui varias veces a las escuelas, sí. 

EV: Yo no recuerdo. Ahora, así, no recuerdo. 

AS: El Museo es un ámbito hermoso. 

IG: Hermoso, sí. 

MM: Aclaro que están hablando del Museo porque se presentó la reedición de Las otras islas y La tía, la guerra, de Paula Bombara. ¿El amable público quiere hacer alguna pregunta? A ver… Caballero…

Asistente (periodista colombiano): Obviamente la mirada mía es muy diferente a la de ustedes. Estaba en otro lado, tenía otro gobierno…

EV: Pero por lo pronto era un gobierno democrático…

Asistente: Era un gobierno de mierda (Risas). Pero mira lo que hace. Es el único que no respalda a la Argentina. Entonces se le llama “el traidor de América Latina”. Y lo era. El tiempo demuestra que hizo bien. Hay una pregunta que me surge al oírles hablar. Hay algo implícito y no lo entiendo. Siempre se dice que era una tontería que no se debió hacer, que a quién se le ocurre, la islita que le declara la guerra a una potencia. Para mí, desde allá, es claro que el único motivo era sostener a los milicos. De manera que, ¿Por qué preguntarse la razón o decir que era una locura? No tenía lógica. No había ninguna razón. Esa gente que se reúne en la Plaza de Mayo…No se dice abiertamente que no había razón, no la había. Era estúpido, era solo para sostener a la Junta. Ustedes no lo plantean así, sino como si el país hubiera participado. Yo no puedo comulgar con eso, me es imposible. Todos sabemos que hay un aglutinante que siempre surge frente a una tiranía, y es qué se hace frente a una guerra. Por ahí mi impresión es falsa…

MM: A ver, Pau…

Paula Bombara: Más o menos. Porque había desde muchísimo antes reclamos diplomáticos por la soberanía de las islas. De hecho, en la crisis económica de la dictadura militar, se le propone a Galtieri que asuma, porque él dice que solo lo haría si pudiera hacer un conflicto bélico. No estaba claro si con Chile, o por la soberanía de las islas. Y otra cosa que vos no decís, es que la dictadura era cívico militar. Y había una parte de la sociedad que estaba muy interesada en sostener a la Junta. Por eso era posible que se llenara la Plaza, dos o tres días después de que esa Plaza la llenara gente que pensaba exactamente lo contrario. 

Foto: Lili Morales


AS: Hay gente que fue dos veces a la Plaza. 

EV: Supongo que habrá habido gente que fue dos veces, claro. 

AS: Él dijo la palabra “aglutinante”. Y en sentimiento por Malvinas, porque nos habían robado las Malvinas, era un sentimiento del noventa y ocho por ciento. Todos pensamos que nos robaron Malvinas.

EV: Yo creo que si hacés una votación, estamos como en los Sudetes. Noventa y siete por ciento de que las Malvinas son argentinas. 

PB: Eso es previo. 

EV: Eso es previo, pero después, cuando ocurre la guerra…

AS: Por eso se llena la Plaza. 

PB: Coincido. Lo que no se logra retomar rápidamente es la cuestión diplomática. Eso tarda muchísimos años en retomarse, y esa fue otra de las grandes consecuencias de la dictadura. Se rompen las relaciones diplomáticas que iban encaminadas, de hecho había vuelos a Malvinas, docentes en las islas…

AS: Totalmente. Es una cuestión de tiempo. 

PB: Se rompe esa situación. Solo seiscientos kilómetros hay entre el continente y las islas. Se rompe eso, y recuperar la posibilidad diplomática de recuperar la soberanía de las islas, tarda muchísimo más tiempo. 

Asistente. Y tal vez también hay otro aspecto, y era que Thatcher también necesitaba esa guerra. 

EV: A Thatcher le vino como anillo al dedo. Yo creo que acá lo que se dio es “como si”. El noventa y ocho por ciento de los argentinos votaríamos que las Malvinas son argentinas. La recuperación de las islas vino por parte de una dictadura sangrienta, asesina, como bien dijo Paula cívico- militar, eclesiástica. Pero una vez que se produjo: Listo, estamos ahí… ¿Ahora hacemos la guerra? ¿Planteamos la posibilidad de una guerra general contra el imperio? Era una opción. Y yo creo que la sociedad argentina no estaba dispuesta a eso. Yo no sé qué habrá pensado Charly, pero escribió “No bombardeen Buenos Aires”. Buenos Aires es parte de la Argentina, y si estamos en guerra es posible que la bombardeen. Había que aceptar que bombardearan Buenos Aires. Esa posibilidad. Yo creo que la sociedad argentina no se planteó esa posibilidad. Si vamos a hacer una guerra contra el imperio y hacemos un “como sí”…

AS: Hacemos “como una guerra”.

EV: Hacemos como una guerra. Es como que estamos en guerra. La otra cosa que yo me preguntaría, y seguramente recibiría el escarnio de la inmensa mayoría de la población argentina, es si las Malvinas son argentinas. 

PB: Esa es una pregunta que nunca hay que dejar de hacerse. 

EV: Porque, que yo sepa, Texas podría ser mexicana. De hecho se convirtió en estado asociado de los Estados Unidos bastante después de que las Malvinas fueron ocupadas por las tropas inglesas. Hay una realidad que es el dominio de hecho, que la sociedad humana ha aceptado desde siempre. Texas y California forman parte de Estados Unidos. Y a ningún mexicano se le ocurre decir que deben ser devueltas a su poseedor original. Entonces podríamos preguntarnos si las Malvinas son argentinas. Cualquiera que haga esa pregunta en la Argentina va a recibir el escarnio de la inmensa mayoría del pueblo argentino. Porque las Malvinas, indubitablemente, son argentinas. Yo no sé de la parte geográfica. Los que saben hablan del tema de la plataforma. Que se continúa en el continente. 

MM: Me parece que ahí, la diferencia que hay con lo que señalás de Texas y California, tiene que ver con los enclaves coloniales, como el de Gibraltar, en España…

EV: Está bien, pero no sé si Texas en algún momento no fue un enclave colonial. ¿Yo que sé? En El Zorro es territorio español. No lo sé, pero sí sé que si en algún lugar público pregunto si realmente  las Malvinas son argentinas me crucifican. Recuerden que la Franco Inglesa, originalmente se llamaba La Franco Inglesa. Después se llamó la Franco, y en una época había un chiste que decía que si Francia sigue apoyando a Inglaterra la Farmacia se iba a llamar “La”. (Risas).

IG: Ahora se llama Farmacity…

PB: Siempre hay que preguntarse sobre qué es la soberanía. Más allá de si son argentinas o no. La semana que viene, cuando venga Lorenz va a poder aprovechar esto. Me parece que la pregunta siempre es qué es la soberanía. Y por dónde nos llega. Porque también… si pensamos en la soberanía cultural, ¿Toda la Argentina es la Argentina? 

EV: Salvo la Patagonia que “la quieren los mapuches”…

PB: Cuando te preguntás por la soberanía y empezás por la geografía, la soberanía cultural, el mundo global… 

EV: Bueno, hay un lago argentino al que no se puede entrar, ¿no? 

PB: Claro. 

AS: Lago Escondido… O Lago Encanutado. (Risas).

EV: Los argentinos no tenemos acceso a ver el lago. 

AT: Lo que decía el compañero, de la guerra “como sí”, fue así. Y esto lo pensaba a raíz de lo que comentó el compañero colombiano. Está hablando desde un lugar,  en el que había guerra de verdad. Colombia hacía veinte años o más que estaba en guerra interna. Con miles y miles de muertos, que acá no los tuvimos. Acá la guerra se circunscribió a las islas. La parte bélica. En Buenos Aires seguían saliendo a comer. Y en Córdoba y en Mendoza también. 

Asistente: Lo que dices es muy interesante, porque ya no tenemos veinte años de guerra. Tenemos cincuenta. Pero ¿por qué no se acaba? 

EV: Esta es una curiosidad… Después de los posibles acuerdos de paz, ¿sigue? ¿Disminuyó de alguna manera el conflicto bélico? ¿Bajó un poco?

Asistente: A lo que voy es a algo que no sé si lo hablamos con Inés. Hace unos años, un sueco fue a Colombia y dedicó años de estudios al respecto. Hizo un libro, un estudio precioso. Y mi hija me dijo, que era un amigo de ella que lanzaba un libro sobre todas las vivencias nuestras. Lanza un libro explicando y aclarando. Entonces yo fui a la presentación del libro y le dije que lo felicitaba inmensamente, porque él era sueco y comprendía el país. (Risas). Hace años también lo hablé con una señora alemana tratando de explicarle que hay múltiples factores, demasiados. Ella dio un punto de vista que me pareció muy válido, Ella me dice: “a ustedes la guerra no se les va a acabar”. Desconsuelo… ¿Por qué? Y me dijo: “Cuando se desató la guerra en Europa, usted se levantaba, si se levantaba… el viento entraba, usted no tenía cómo lavarse las manos, no tenía que comer, y se preguntaba si iba a morir durante el día. Esa guerra se tenía que acabar. Porque nadie resiste. Pero en Colombia, la guerra está en el campo. Y la gente, como aquí, va a los restaurantes. Y no pasa nada”. Yo he vivido casi toda mi vida en Colombia, el país que dicen que es más violento, y sí, lo es. Las ciudades también. Pero no me ha tocado una balacera. En mi vida. Explicar a Colombia… un mago, porque yo no. (Risas). Haciendo un poco de historia, en Colombia ya ha habido varios tratados de paz. En distintas épocas. Siempre traicionados. Por alguna razón, yo tuve la oportunidad de estar en algunos de esos momentos,  recién firmada la paz. Y en uno de esos me pude tomar unos tragos con uno de los pesados de las FARC. Y con unos buenos tragos en la cabeza ya, le pregunto  de verdad por el Plan B. Y me dice que no. Que no hay Plan B. Y le pregunto si de verdad no hay Plan B, y me dice que no. Y yo le digo que él conoce la historia nuestra, siempre los matan. Y me dice “No es nuestra”. Y los están matando. Y otros se convirtieron en ejércitos de narcos, entonces es muy complejo. Nuestra historia, desgraciadamente es una repetición constante. Y no hay plan B y los van a acabar. 

EV: ¿Tiene alguna posibilidad la izquierda en las próximas elecciones? 

Asistente: Sí. Por primera vez. Ahora existe también un dato. Y es un tiro en la cabeza, ¿me entiendes? 

EV: ¿Cómo se llamaba el candidato que mataron?

Asistente. Mataron a varios. 

AS: O que lo dejan subir y a los meses le dan por todos lados hasta que lo voltean…

EV: Como está pasando con Castillo. 

Asistente: Sería una cosa absolutamente trascendental porque nunca ha existido. Es un país de derecha. No estamos hablando de cuatro gatos. Es un país de derecha incluso en la base. Es muy difícil…

EV: Creo que en la Argentina vamos camino a eso. 

Asistente: Y pasa los mismo que pasa acá con los dueños de los medios. Le preguntas a la gente de dónde saca lo que dice y te dice que “lo dijo Caracol”. Entonces es verdad. Y así se maneja el país. Es muy difícil, pero son tantas las aberraciones y los crímenes que se han cometido, y parece que recién se empieza a ver. Yo todavía no me lo creo que el tipo esté tan arriba, porque nunca ha pasado. 

EV: ¿Hay segunda vuelta?

Asistente: Hay segunda vuelta si Petro no gana en la primera. Se supone que se aliaría toda la derecha y que lo derrotaría. Me da miedo decir que el país está cambiando. Es terrible, ya no da. Es demasiada presión. 

AT: Castillo es débil en Perú, ¿Qué puede hacer Petro con decenas y decenas de bases norteamericanas?

EV: Tal cual, sí. Seguro. 

MM: Bueno, animamos tu fiestita… (Risas). 

AS: Triste, solitario y final. 


MM: Antes de irnos, una más para arriba. Cuenten en qué proyectos andan. Cuenten algo de lo que están haciendo.


EV: ¿Por qué venís con preguntas de mierda?  (Risas). A ver, Inés…


IG: Yo no… tengo un montón de archivos abiertos. Un montón de cosas entre manos, entre ellos dos obras de teatro. 


MM: ¿Primera vez obra de teatro?


IG: Más o menos. Tuve una incursión rarísima, porque cuando llegué al teatro por el que fui convocada, el Cervantes, cuando llegué ya estaba hecha la escenografía. Y además me dijeron que era para escribir sobre Santa Teresa de Ávila, y yo me leí todos los libros y preparé unas ideas, y cuando llegué me dijeron que no querían que fuera de monjas (Risas), así que … Qué difícil lo que me estás diciendo… Esa fue mi pasada por el teatro. Igualmente estuve ahí, fui a todos los ensayos, hice todo lo que me pidieron, con una historia gótica en el medio. Y después, dos actrices adaptaron un monólogo mío, se lo dividieron e hicieron una obra. Pero esta es la primera vez que quiero hacer algo desde cero y con material mío. Creo que voy a fracasar olímpicamente, pero no importa. Mientras, me entusiasma. También escribí unos poemas, con los que también creo que voy a fracasar olímpicamente (Risas), y tengo algunos cuentos…


EV: Que van a fracasar estrepitosamente. (Risas).


IG: Esos por ahí no tanto, pero no sé si van a llegar a formar un libro. Casi todo está ahí dando vueltas. Y cuando me siento digo: ¿Y ahora? No hay nada que me tenga enchufadísima. Acaba de salir un libro para jóvenes en España, que se llama De la boca de un león.  Y mi madre ayer me escribió, diciéndome: “Terminé tu libro. Qué triste que es. Es muy triste. Espero que el próximo, ya que ahora estás más contenta, refleje tu alegría”. Entonces la llamé y le dije: “Mamá, no entendiste nunca nada. Ni de lo que hago ni de lo que me pasa.” (Risas).



AS: ¿Y los documentales?


IG: ES que los documentales… viste que cuando te hacen los CV hay gente que inventa cosas…  Bueno, alguien inventó que yo era periodista, que no lo fui. Y los documentales fueron unos documentales de arte pero hace muchísimos años, cuando era otra. 


AS: Quiero ver esa imagen, cámara en mano. 


IG: ¡No! Yo era guionista. Por eso ponen “documentalista”, o “periodista”. Porque te inflan el currículum. Yo estoy todo el tiempo diciendo que no soy periodista. En algún momento hice entrevistas con escritores…


EV: Escuchame, Michetti hablaba francés… (Risas).


IG: Hay mucho de autobombo, pero yo soy anti autobombo. Tengo que desarmar todo el tiempo, cosas que alguien decidió poner porque quería hablar más tiempo en las presentaciones. Viste que el que presenta a los escritores ocupa un espacio. Dice “Esta pone dos cosas, le voy a enchufar documentalista, periodista, así hablo más rato yo y menos ella…”


MM: Ya no los leo más. Iba a decir que fuiste medallista olímpica. 


IG: ¿¡Olímpica!?  (Risas). Pero es verdad, soy una exatleta en decadencia. Yo fui sub campeona nacional de cien metros con vallas. Él no quiere que diga en qué año. (Risas). Eso sí lo acepto en mis currículums. Pero no quieren poner eso, quieren poner documentalista, y que haya gente como él que se imagina que estaba con una cámara. 


MM: Mientras saltaba las vallas. (Risas).


EV: Una vallista que escriba no vende…


IG: Sí que vende. A los chicos les impresiona cuando les cuento. 


Asistente: Es que son interesantes otros aspectos. 


AS: ¿Qué es publicar un libro? ¿Cuántas vallas tenés que pasar? 


IG: Ni me acuerdo. Igual, la que salió campeona nacional era una cordobesa que me llegaba al ombligo. Era bajita, bajita, y sabía que se podían tirar las vallas. Yo en cambio las pasaba por arriba. Y ella perdía menos tiempo en tirarlas que yo en pasarlas por arriba. Porque yo tenía que volver a armar todo el movimiento y ella seguía. 


AS: Encontró una zona gris en la legalidad. 


IG: Sí, y tendría unas patas muy fuertes porque tiró todas las vallas de toda la carrera. Salió campeona nacional y en el podio yo era más alta que ella. 


MM: ¿Vos, Paula?


PA: Yo estoy ilustrando un texto que me pasó Didi Grau. Lo que pasa es que soy muy lenta trabajando, siempre collage pero ahora se me ocurrió hacer xilografía. Para después usarlas en los collages. No pude volver a mi trabajo de treinta años después de la cuarentena, entonces estoy trabajando de docente en mil lugares. Mil horas. 


Asistente: ¿Estás trabajando en madera?


PA: En madera, sí. Mi da es usar las estampas para hacer collage. 


MM: ¿Y es difícil ilustrar a una ilustradora? 


PA: No, al contrario. Es amorosa. Siempre digo que cuando hago un libro con ella aprendo un montón. Así como escribe de hermoso, es hermosa como persona. Disfruto mucho trabajar con ella. Hace como seis meses que me pasó el texto y todavía no le pasé una sola ilustración y me dice que no me preocupe, que ella sabe que voy a hacer algo hermoso. 


MM: ¿Esteban?


EV: NO sé. Durante la pandemia escribí lo que sería mi primera novela parea adultos, solamente para convencerme de que estoy muy a gusto en el registro juvenil. (Risas). Pero a la vez me divirtió mucho, me hizo buena compañía durante la pandemia. Como Inés, creo que va a ser un bellísimo fracaso. (Risas). Y tratando de darme manija para volver a ese registro que extraño. Y que no visito desde que terminé esa novela que te comenté hoy, que es una novela muy terrible, ¿Se acuerdan de cuando en Asterix se presenta a Asuransetúrix, y dice que las opiniones están unánimemente divididas? ¿El opina que es un genio y todos los demás piensan que es un pelmazo? Bueno, creo que es una novela muy hermosa pero el mundo no piensa lo mismo. Es muy terrible porque es la historia de una nena que se está muriendo y que finalmente se muere. Ha sido unánimemente rechazada. Fue lo último que escribí sobre estos personajes míos que me acompañan desde que empecé a escribir. 


AS: ¿Es de esta época?


EV: Sí. Es actual. Mis personajes son oscuros. ¿Qué voy a hacer?


IG: Te la voy a presentar a mi mamá, si querés. (Risas). 


EV: Me llevaría magníficamente. Es lo que me sale, ¿qué le voy a hacer? Mi esposa dice lo mismo. “¿Por qué escribís tan oscuro?” Y yo qué sé. Es lo que me sale. Además me salió toda la vida. Todos mis personajes pierden. Es así, ya está. Tengo sesenta y cinco pirulos. No voy a cambiar de forma de escribir ahora. 


IG: Nunca digas nunca. 


EV: Yo pensaba que tengo dos libros de humor, y son libros históricos: El mono que piensa y El mono que piensa 2. Y son tristes. El cuento sobre Roma es decididamente trágico. No sé qué carajo le vimos de humorístico a eso. Ni yo, ni María Fernanda. Pero bueno, listo. 


IG: Bueno, Isidoro Blaisten decía que el humor es un escalón antes del suicidio. 


EV: Bueno estaré en camino… (Risas). 


IG: No. No seas literal. (Risas).


MM: ¿Andrés?


AS: Hace diez años que soy profe en primaria, y unos tres en secundaria. Y escribo unas crónicas de lo que me sucede en la escuela, cuando enseño, en las con versaciones que tengo con los chicos. Se llaman Crónicas técnicas de La Paternal profunda. Los comparto en Facebook y los considero un puente, porque creo que si eso fuera un libro, a la gente que les gustan los cuentos… en realidad, yo les cuento a los adultos cómo son los chicos.  Y a las profes colegas cómo se podría enseñar la materia. Y a la gente interesada en la literatura, le cuento cuentos. Hay un personaje que se llama el profe. Tengo unos cuantos, como cien. Nunca me puse a contarlos porque es como una cábala, pero después de diez años de ejercer este año tienen que llegar a publicarse. 


EV: ¿Cuentos?


AS: Son crónicas de momentos. 


EV: ¿Qué tan breves?


AS: Media página. Una página, máximo. Situaciones. 


MM: ¿Los llevaste a alguna editorial? 


AS: No, porque como soy serio tendría que ponerme a ordenarlos y darles algún tipo de secuencia. Y de forma. Son situaciones que se producen de verdad en el aula. Conversando sobre mi materia, que es enseñar pensamiento técnico, mediante aprender a usar herramientas, o aprender cómo funciona una fábrica, o cómo hacían fuego los cavernícolas. Todo eso en la misma materia. Y como siempre digo lo mismo, que tenemos una parte en el cerebro que se llama curiosidad, y que sirvió para pensar técnicamente y sobrevivir cuando éramos cavernícolas, todo eso es justo lo que te mata la escuela. Son las dos partes que la escuela te anula. Los chicos llegan a séptimo con eso bien anulado y siendo excelentes alumnos. Estos cuentos demostrarían lo contrario. 


Asistente: ¿Tu materia seria Tecnología?


AS: Educación tecnológica. 


Asistente: Todo lo que ocurre en un aula con un niño es material para un escritor. Las cosas que uno ha vivido en al aula son terribles o maravillosas. 


MM: El proyecto de Firpo…


AT: El uruguayo. 


AS: Qué porquería es el glóbulo, o el de las moscas, o Como una novela, son referencias mías. 


MM: Bueno, yo creo que se merecen un aplauso


APLAUSO FINAL. 




Comentarios

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

La lectura del tiempo

"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre