Guerra en la redacción

Seguimos compartiendo trabajos del Laboratorio dedicado a la lectura y la producción de literatura relacionada con los 40 años de la recuperación democrática, la memoria y la identidad. En este caso, un bello relato de nuestro compañero Néstor Straimel.





Por Néstor Straimel*

Cuando empezó la Guerra de Malvinas explotó la redacción de una gran editorial argentina. Los cronistas fueron obligados a ponerse el uniforme. Los jefes se creyeron comandantes. Y los dueños, miembros de aquella dictadura. La locura que tal, que un equipo viajó a Comodoro Rivadavia para estar un poco más cerca de las "operaciones".

Pero un día ocurrió algo más doloroso. El segundo en el órden jerárquico de la redacción se arrimó a la mesa de los secretarios y dijo: "Nos pidieron que le hagamos un reportaje a Camps. Así que decidimos que lo haga uno de ustedes”. Los secretarios de redacción intentaron rechazar aquella provocación pero fue imposible. El "segundo" ordenó: “Lo va a hacer Emanuel. La idea es que como Camps es profesor de la Escuela Militar pueda hablar de las estrategias de la guerra”. Le dio a Emanuel un papelito con la dirección de Camps (cerca de Recoleta), el día y hora de la "entrevista", y le sugirió que grabara todo.

-¿Para cuánto espacio hablamos?, preguntó Emanuel.

-Para lo que él quiera, respondió el "segundo".

Al día siguiente Emanuel probó el grabador con pilas nuevas y salió para Recoleta. Los otros secretarios le desearon suerte. La necesitaría.

Ansiosos, esperaron su regreso. A las tres horas Emanuel volvió a la redacción, fue directamente a la oficina del "segundo", le dio el grabador, y sin responder las preguntas clásicas ("cómo te fue, te trataron bien") vino a la mesa de secretarios a desahogarse.

“Fue tétrico”, tituló Emanuel, se tiró en una silla y respiró profundamente antes de continuar. “Camps estaba rodeado por cuatro pibes rapados, que podía ser sus hijos o sus custodios. Todos con pinta de milicos, pero vestidos de civil. Le expliqué el tema de la entrevista y encendí el grabador. Entonces él inició un discurso cuyo tema era que después de ganar la guerra, seguramente se presentaría para ser elegido presidente constitucional. Dio cientos de argumentos, uno más loco que el otro. Así durante casi una hora. Entonces me preguntó si tenía alguna pregunta para hacerle. Le respondí que no hacía falta. Le di la mano y me fui. Ahora, que hagan lo que quieran”.

Tal vez alguien escuchó esa grabación. No lo supimos. Pero la nota nunca salió. Y la redacción se rindió junto a los militares unos días después.


*Néstor Straimel. Periodista y dramaturgo. Vive en Capital. Amante del teatro, el cine, los deportes y las buenas comidas con amigos. Sufre y disfruta con Atlanta.


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