Pasiones Subterráneas
Imposible
prever si un texto atrapará al lector. Menos aún saber con qué lo retendrá
dentro. Algunos libros obligan a la paciencia de ir metiéndose en la historia
hasta encontrar su sabor particular. Libro
de arena publica una impresión de lectura
acerca de Los subterráneos, del
escritor Jack Kerouac, reconocida
novela de la literatura estadounidense.
Por
Juan Pedro Rey*
El libro no tiene enormes
pretensiones. Es lo que es, es como se presenta, una historia personal que
abunda en detalles casi íntimos de la relación del escritor consigo mismo y su
entorno. Con un cúmulo de experiencias y visiones muy personales
acerca de su vida, Kerouac se sitúa en medio de la San Francisco subterránea de segunda mitad de
siglo, con el ritmo alucinado del alcohol, las drogas y el jazz. Es más, en un
inicio la lectura no me conmovió, me pareció una historia banal pero seguí por
la pura curiosidad de saber qué iba a pasar finalmente, hasta que puedo decir
que me atrapó. Dos cosas me quedo para mí de toda la lectura. La primera, una
serie de frases que como resultado de agudas observaciones y reflexiones el
autor va soltando a lo largo del texto. La frase que más me gustó y quedó en mi
memoria es “la opulencia del placer pasado”. La reminiscencia de una época perdida
que se hace referente y medida del presente y de lo que vendrá. Al principio me
pareció algo simple, incluso pensé que se trataba de una frase burda. Después fui
empatizando con el personaje, con el personaje protagonista, (el texto está
narrado en primera persona y es en un sentido liso y llano autobiográfico) hasta
enamorarme yo mismo, como lector, de la mujer de la historia. La morena, a la
que persigue durante todo el relato sin mayor éxito y que hacia el final logra
conquistar, alrededor de quien se teje toda la conexión con el resto del grupo
de escritores hipster, al que Kerouac pertenece, con el que se identifica,
congenia, a la vez que denosta y desprecia. Y esta es la segunda cuestión que
me gustó y que se une a la primera. En el cierre hay una suerte de conquista que permite el amor. esa conquista es la escritura. La difícil
búsqueda del romance con la morena Mardou parece un subterfugio que permite
contar, es el artilugio mediante el que la historia y su relato se hacen consistentes y
posibles. El amor es el sentido que recorre y da unidad a la búsqueda que el
relato emprende, y en el final, el narrador señala que su historia es resultado de este intercambio. Y su intensidad recuerda, no puede no hacerlo, la sensualidad de ambos, la del amor y la de la literatura.
Los subterráneos
Jack
Kerouac
Madrid,
Anagrama
*Juan Pedro Rey vive en Almagro, ama la fotografía, arte al que dedica todo su tiempo fuera del
trabajo. Dedicado observador de los detalles y los lugares que están por fuera
del centro de la atención común, busca con su cámara imágenes únicas.
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