Una agonía del otro lado del charco
Para conmemorar el aniversario de la muerte de Onetti Libro de arena publica un fragmento de "El árbol", junto a un comentario a cargo de María Pía Chiesino sobre la agonía que el texto hace recorrer en la lectura. “El árbol” Cuando aquella mañana de cielo feliz, la muchacha, violín en mano, llamó a la puerta de la casita jardín de los Fide, un hombre de paisano, un poco mulato, abrió de un tirón y la obligó a pasar. -Póngase contra la pared y apóyese en las manos. Mientras obedecía la muchacha tuvo tiempo de pasar un vistazo por la cara de la sirvienta de los Fide, que estaba blanda, moviendo las manos sobre el vientre, emparedada por otros dos monos que se turnaban para apresurar preguntas o mezclaban las interrogaciones con la misma técnica tan aprendida, tan puesta a prueba. Los tres hombres en mangas de camisa y sudabdo, fingiendo premura e importancia. El portero cacheó a la muchacha y detuvo la congénita insolencia de las manos en los senos y las nal