Arte en las calles porteñas

Las paredes hablan. Las paredes son la imprenta de los pueblos. Graffitis, murales, tags y obras de arte pueblan fachadas de edificios públicos y privados en ciudades de todo el mundo. Buenos Aires se ofrece como un sitio privilegiado en el desarrollo de estas prácticas  incluidas en el denominado “arte callejero”, ya que cada día cuenta con más cantidad y variedad de obras que se muestran a la vista de todos. Libro de arena publica una crónica sobre el recorrido que permite apreciar estas producciones en algunos barrios porteños


Por Corina Auster                    

Desde hace algunos años podemos sorprendernos y disfrutar de pintadas muy originales y murales multicolores que adornan nuestras veredas.
Dado el interés que provoca el fenómeno, una empresa que nació en 2008 -Graffitimundo- realiza tours a distintas zonas de Buenos Aires que poseen graffitis.
El recorrido para residentes (en español) abarca Colegiales y Palermo.  Comienza en Cramer y Matienzo y culmina en la primera galería de arte urbano del país, Hollywood in Cambodgia, ubicada en Thames 1885 (y Nicaragua, dentro del bar Post Street).  Asimismo hay otros circuitos.
Esta organización además de excursiones de difusión está finalizando un libro y un documental y planifica talleres dictados por los artistas.
En cuanto a la historia del arte callejero, tuvo sus inicios en la década el '70 en Nueva York, aunque en la prehistoria se encontraban expresiones de este tipo en las Cuevas de Altamira y las paredes de Pompeya en Roma, la ciudad sepultada luego de la erupción del volcán Vesubio.  En el ámbito local, fue influido por el muralismo mexicano.  Aquí llegó en los '80 y explotó en los '90 pero detonó realmente en el 2001 en el contexto del "que se vayan todos", cuando la gente necesitaba expresarse en el espacio público, aunque siempre se encontraban mensajes personales y propagandas políticas en las calles.
A diferencia de otras partes del mundo, en Argentina hay libertad para pintar paredes -previo consentimiento del dueño- y los artistas pueden ser contactados porque dejan algún dato suyo en cada una de sus obras, lo cual causa gran asombro en los turistas extranjeros.

Esta actividad también es enriquecida por la variedad de disciplinas que participan en ella, sorteando la falta de recursos que aguza el ingenio para inventar nuevas técnicas.
El artista más popular mundialmente es el británico Bansky, un personaje misterioso a quien nadie le conoce el rostro.  En cuanto a los nacionales, son conocidos Jaz, Gualicho y  como exponentes femeninos: Pum Pum y Cuore, por citar algunos referentes.
Hay que hacer notar la diferencia entre graffiti (todo lo que está escrito en las paredes) y arte urbano (los murales y el stencil -en donde la pintura se adhiere en lugares fuera de la plantilla). Los graffiteros tienen códigos de respeto entre ellos: ninguno pinta sobre la obra de otro. Si bien el auge de este arte ocurre en todo el planeta, en Buenos Aires se consolida gracias a las muestras, concursos y la "permisividad" de las autoridades. En pocas palabras: es arte para todos. Es posible conocer una cara distinta de la ciudad y empaparse de belleza. Una frase de la graffitera Cuore condensa perfectamente la esencia de tanto arte en nuestras calles: "ingobernables son el corazón que siente, la mente que piensa, las manos que hacen".


Más info: graffitimundo.com

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