120 años del nacimiento de Pablo Neruda

Hoy se cumplen 120 años del nacimiento de Pablo Neruda, en Parral, al sur de Chile. Como dice en el comienzo de su libro de memorias "sin saber que la miré con mis ojos murió mi madre, doña Rosa Basoalto". La mujer a la que siempre se refirió como su madre fue Trinidad Candia Marverde, la segunda esposa de su padre. En Libro de arena lo recordamos con dos poemas referidos a su nacimiento, su infancia, y estas dos mujeres.






El río invisible


Cuando nací mi madre se moría 

con una santidad de anima en pena.

Era su cuerpo transparente. Ella tenía 

bajo la carne un luminar de estrellas.

 

Ella murió. Y yo nací.

Por eso llevo 

un invisible rio entre las venas, 

un invencible canto de crepúsculo 

que me enciende la risa y me la hiela.


En El río invisible, Seix Barral, 1980


La mamadre


La mamadre viene por ahí,
con zuecos de madera. Anoche
sopló el viento del polo, se rompieron
los tejados, se cayeron
los muros y los puentes,
aulló la noche entera con sus pumas,
y ahora, en la mañana
de sol helado, llega
mi mamadre, doña
Trinidad Marverde,
dulce como la tímida frescura
del sol en las regiones tempestuosas,
lamparita
menuda y apagándose,
encendiéndose
para que todos vean el camino.


Oh dulce mamadre
—nunca pude
decir madrastra—,
ahora
mi boca tiembla para definirte,
porque apenas
abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
la santidad más útil:
la del agua y la harina,
y eso fuiste: la vida te hizo pan
y allí te consumimos,
invierno largo a invierno desolado
con las goteras dentro
de la casa
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero
cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes.


Ay mamá, cómo pude
vivir sin recordarte
cada minuto mío?
No es posible. Yo llevo
tu Marverde en mi sangre,
el apellido
del pan que se reparte,
de aquellas
dulces manos
que cortaron del saco de la harina
los calzoncillos de mi infancia,
de la que cocinó, planchó, lavó,
sembró, calmó la fiebre,
y cuando todo estuvo hecho,
y ya podía
yo sostenerme con los pies seguros,
se fue, cumplida, oscura,
al pequeño ataúd
donde por vez primera estuvo ociosa
bajo la dura lluvia de Temuco.

En Memorial de Isla Negra, “Donde nace la lluvia”, Losada, 1964


Memorial de Isla Negra
“Donde nace la lluvia”

Pablo Neruda
Losada, 1964.

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