Acerca de Favio: Crónica de un director

Este 5 de noviembre se cumplieron diez años de la muerte de Leonardo Favio, artista que desde Bibliotecas para armar vamos a adorar para siempre. A manera de homenaje les refrescamos esta reseña de un documental de Alejandro Venturini, que cuenta su vida y sus milagros: Favio, Crónica de un director.

Por Laura Ávila


¿Cuál es tu película favorita de Leonardo Favio? En este documental de Alejandro Venturini desfilan todas, desde Crónicas de un niño solo hasta Aniceto, pasando por El dependiente, Juan Moreira y tantas otras que definieron una forma de hacer cine argentino.

Nada fue lo mismo luego del paso de Leonardo Favio. Lo suyo vive más allá de la muerte. Es arte y es identidad nacional, es belleza.  Es pintar la aldea con los colores encendidos de la pasión.

Favio: Crónica de un director (2016) está construida alrededor de entrevistas de gente que vivió junto a él, que trabajó a su lado o que lleva su misma sangre. Es su entorno íntimo el que nos acerca paisajes escondidos suyos, además de grabaciones inéditas en primera persona.




Está presente el venerable guionista Zuhair Jury, realizador también de El fantástico mundo de la María Montiel (1978) y El largo viaje de Nahuel Pan (1995), su hermano. Aporta el testimonio de sus primeros años, la niñez en Luján de Cuyo, el tiempo que vivieron en un reformatorio, la pelota de goma que les hizo llegar Eva Perón.

Esta charla que concedió Jury, la descripción con sus palabras del don que compartieron para salir adelante en un mundo que les fue hostil, es un testimonio invaluable de lo que es la construcción de un artista, algo muy difícil, pero como vemos no imposible, de registrar.

También se revela el aporte de la madre de Leonardo, Laura Favio, guionista y actriz, precursora de mujer empoderada, que les enseñó a sus hijos con el ejemplo. Ella tecleaba guiones en una máquina de escribir desvencijada, haciendo arte como quien preparaba la comida, en la mesa de la casa de adobe en donde sobrevivían, sin asustarse y sin abandonar nunca el fuego sagrado. Favio asegura que aprendió a actuar y a escribir leyendo esos libretos que su madre escribía para hacer radio y teatro. 

Su otro hermano, que compartió distintos momentos de su vida, aporta anécdotas de Nazareno Cruz y el lobo y la elección de la protagonista.



Aquí desfilan también su hijo, Eliseo Subiela, sus directores de fotografía, los actores que él festejaba cuando los intuía perfectos para sus propósitos; el guionista de Perón, sinfonía de un sentimiento, los asistentes, los realizadores de efectos especiales…

El resultado es un viaje por las emociones que el gran realizador dejó en los corazones; el recuerdo de los diálogos de sus películas, sus hallazgos, el impacto de un relato construido desde abajo, desde el mismo rancho en donde su abuelita hacía pan de la nada, en donde él y sus hermanitos se alimentaban de relatos para no sucumbir.

Con música original de Iván Wyszogrod y un profundo  cariño por su retratado, la película de Venturini refleja una gran admiración y predispone para recordar a Favio como lo que fue. Un hombre que hizo cine por amor.





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