Hinde Pomeraniec y Laura Leibiker:"El campo de la LIJ ya es muy maduro en la Argentina. Tiene muchos años, mucha producción, de enorme calidad y variedad. "

La segunda parte de la charla con Hinde Pomeraniec y Laura Leibikerque comentaron los libros La Historia se hace ficción I, y la Historia se hace Ficción II, retoma con el tema de la vinculación y los inicios en el ámbito de la literatura infantil y juvenil. La problematización acerca de la categoría misma de LIJ, que siempre está en cuestión, y pide ser pensada; los temas que abarca, la apertura y accesibilidad a los lectores niños y jóvenes, especialmente en Argentina; el crecimiento, no solo en volumen, sino más importante, en cuanto a la calidad de los textos y complejidad de los asuntos tratados; y el papel del aula en la discusión de las lecturas, fueron, entre otros, los puntos sobresalientes de la conversación. El encuentro se llevó a cabo en La Nube, el lunes 1 de agosto de 2016, como parte del ciclo de "Literatura infantil y juvenil en el año del Bicentenario de la Independencia".




MM: ¿Cómo fue tu llegada al mundo de la edición de literatura infantil y juvenil?

HP: En realidad, yo llegué a Norma como editora de Norma Argentina. Tenía Infantil, para adultos… todas las líneas. Al año y pico de estar ahí, cerró Norma para adultos. Yo tenía responsabilidad por encima de quien estaba haciendo infantiles, pero había especialistas. En ese momento estaba Natalia Méndez. Y yo sé de literatura, estoy muy tranquila en ese sentido, porque para mí la literatura infantil y juvenil no es literatura menor. Está bueno o no está bueno; está bien escrito o está mal escrito; la historia cierra o la historia no cierra; los personajes sobran o no sobran. En ese sentido no me parece que haya mucha diferencia. Con Natalia teníamos muchas conversaciones de literatura en ese sentido. Y ella tenía el conocimiento del trabajo y del “micro-editing”, sobre los textos de literatura infantil. Cuando cierra Norma para adultos, yo creí que llegaba mi final, (todavía Leibiker no me había serruchado el piso) (Risas), me ofrecieron quedarme para lo que quedaba de la editorial, que era literatura infantil y juvenil para toda Latinoamérica. Después se fue Natalia, la fui a buscar a Laura para que viniera a trabajar con nosotros, y ahí quedé a cargo del catálogo internacional, los títulos que hay que ir a buscar a las ferias internacionales. Yo supervisaba lo que se hacía en los distintos países de Latinoamérica, pero los títulos que iban al catálogo global eran los que yo seleccionaba. Leí muchos textos y me moví en relación a mi sensibilidad como lectora, a mi sensibilidad como editora, y a la sensibilidad que tengo en general con la literatura. La tranquilidad es que sé que muchos de los títulos que salieron en esos años andan bien. No me equivoqué en esa selección.

LL: Hinde fue la editora de La lluvia sabe por qué, que es el que acaba de leer tu hija, de María Fernanda Heredia, una escritora ecuatoriana que vive en Perú, muy exitosa y muy reconocida en toda Latinoamérica. Las maletas de Auschwitz, es otro libro que trajo Hinde, de una autora italiana que se llama Daniela Palumbo que va a venir en unos días. Va a estar en el Foro de Mempo. Otros textos como los de Boris, de la Colección Buenas Noches, o ¿Qué hace la gata por las noches? Hay muchos textos seleccionados y editados por Hinde en el catálogo de Norma.

HP: Yo disfruto mucho cuando alguien me cuenta que le está yendo bien a este o a aquel. Así como Laura se jugó a invitarme a mí a escribir un texto, también en la editorial se jugaron a poner una persona que venía de mucha experiencia editorial, periodística, licenciada en Letras (yo había enseñado Literatura pero no específicamente infantil y juvenil) y vieron qué pasaba en ese sentido. En relación a los resultados de los libros me parece que estuvo bien.

LL: Además, yo creo que el campo de la LIJ ya es muy maduro en la Argentina. Tiene muchos años, mucha producción, de enorme calidad además, y variedad… Libro álbum, libros bellísimos, mucha literatura, textos complejos, mucha teoría… entonces me parece que esos campos que están tan sostenidos, se pueden permitir (y creo que deben hacerlo) incorporar voces de otros ámbitos. Porque eso es lo que finalmente termina enriqueciendo el discurso. Si no, uno empieza a ver (nos pasa en la LIJ) muchos textos similares, muchas historias parecidas. Los editores a veces no leemos todo lo que se publica, y muchas veces nos encontramos con que un mismo autor le dio un texto a una editorial, y el mismo año un texto a otra y el mismo año un texto a nosotros, todos publicamos esos textos, porque es un autor reconocido y es bueno… y tenemos tres textos iguales.

HP: Que el autor cree que es estilo. Pero no necesariamente lo es. Es otra cosa…

LL: Me parece que también el ingreso de otras voces, otras miradas, otras lecturas, enriquece lo que les estamos ofreciendo a los chicos que me parece que tiene que ser cada vez más variado. Y más audaz. Me acuerdo de que cuando entré en el ámbito de la LIJ, que un libro tuviera una mala palabra era una discusión constante sobre si se podía o no se podía. Yo no podía creer esa discusión. Pero era la que en ese momento se sostenía, y hoy no la escucho. O los autores se sometieron y no ponen más malas palabras, o la escuela ya no centra la discusión en esa cuestión.

HP: Interesante lo que dice Laura, porque esto mismo, cuando te toca hacer el recorrido por Latinoamérica, cuando se habla de la madurez en la Argentina, no es algo que vayas a ver en otros países. Cosas que acá pasan naturalmente, a las que nuestros hijos pueden acceder naturalmente y pueden leer (salvo en alguna escuela particularmente intolerante, religiosa de pronto), en otros países de la región te encontrás con que un libro así no pasa. El promotor te dice que no puede llevarlo, porque no se lo van a comprar. Tiene que ver con el crecimiento.



MM: Con el crecimiento y a madurez, sí. Porque creo que esto nos pasó a nosotros mirando a España. Cuando acá llegó SM de España, tenía textos que acá ni se pensaban en publicar. Los españoles ya se permitían cosas mucho más osadas. Y supongo que ahora somos nosotros los que tomamos eso.
LL: Sí. Todavía creo que hay cosas mucho más osadas en Europa. No sé si leyeron ese libro que se llama Nada, de una autora danesa, que es un libro tremendo.

MM: ¿Es LIJ?

HP: Es literatura…

LL: No se sabe. Sería un juvenil con un texto muy breve (no está en Argentina)…

HP: Creo que la editorial lo trajo cuando podían traerse importados pero nunca se imprimió acá.

LL: No está disponible. Es un texto muy breve de una brutalidad increíble, que se prohibió en algunos países y se da como obligatorio en las escuelas en otros en Europa. Cuando nosotros leímos el texto nos dimos cuenta de a qué distancia estamos todavía de eso. Yo no sé si hubiera publicado ese texto si me hubiera llegado…

HP: De hecho, no se publicó como literatura juvenil en España. Se publicó en Seix Barral. Es un texto muy brutal, los personajes son jóvenes, pero es de esos textos que tratan temas durísimos, como el suicidio frente a los que uno se plantea seriamente qué riesgo hay… si hay imitación de eso… ¿qué responsabilidad tiene uno con algo así?

LL: Sin embargo yo creo que el centro de ese libro tiene que ver con la búsqueda de sentido. Es el gran tema del libro. Por qué hacemos lo que hacemos. Quizá no sea el gran tema que nos interesa a nosotros, que todavía estamos tratando de sacar la cabeza del agua.

HP: Muy existencialista para nosotros…

LL: Es de una sociedad que tiene muy resuelto todo. Nosotros acá tenemos algunos temas… Pensaba en La chica pájaro, que es un libro que sacamos el año pasado, un libro fuerte, sobre violencia de género. Y hay violencia en las páginas del libro, bastante desatada…

HP: Pero esa violencia sí está en la calle acá.

LL: Por eso creo que, aunque sea muy discutido, es un libro que puede interesar, y que puede generar discusiones valiosas en las aulas.

MM: Acá sí se puede hablar de texto y contexto. Es lo que nos ocurre. Pensaba en En el arca, a las ocho. Quizá, estamos con otros problemas como para discutir lo que discuten esos pingüinitos.

LL: A mí me parece una novela extraordinaria.

HP: Ese libro lo revivió Laura en el catálogo.

MM: Sí, pero lamentablemente no circula.

LL: No circula ni va a circular... Yo a veces como editora soy un poco brutal. A veces discutimos internamente en la editorial, miramos las ventas de un libro… este año vendió ocho ejemplares, el año pasado vendió catorce, ¿qué posibilidad tenemos de que venda quinientos? No le pedimos mucho… ¿trescientos?

HP: Está esa frase de que uno no edita la mesita de luz de uno. La editorial no es una ONG tampoco…

MM: No.

LL: Es rarísimo, porque vende muy bien en México y en otros lugares, por la misma editorial. Es la historia de unos pingüinos que entran en un arca de Noé para salvarse del diluvio. El tema es que son tres. Entonces dos entran como pareja y a uno lo meten en una valija para que no se muera y lo suben al arca. Y la paloma, que es como la jefa que está averiguando si hay animales de más, golpea la valija y les pide que la abran. Ellos no la quieren abrir, y el pingüino que está adentro de la valija le empieza a hablar diciéndole que es Dios. Que si ella no cree en Dios va a abrir la valija, pero que como ella es muy creyente, no va a necesitar abrir la valija. Es un texto donde todo el tiempo se discute la existencia de Dios, en un nivel de humor y de inteligencia… Las preguntas que se hace un pibe. Si existe, ¿dónde está? Si está, ¿por qué permite las cosas que permite? Y si no existe, ¿quién lo inventó? Esas son las preguntas que se hace el libro.




MM: ¿Cómo vamos a dejar a uno? ¿Dios permitiría que uno de nosotros se quede afuera?

LL: Lo increíble del texto es que más allá de esa discusión sobre Dios, cuando bajan del arca, dos del brazo y la paloma con el tercer pingüino, casados, los pingüinos se dan cuenta de que ellos no necesitaban entrar al arca, porque saben nadar. (Risas). Ese chiste final, además, hace que todo adquiera otro sentido.

Asistente: ¿Quién es el autor?

LL: Es un alemán. Ulrich Hub. Lamento decirles que no lo van a conseguir.

HP: Recién los escuchaba contarlo, y en lo que pensaba era en qué vigencia en relación con el tema de los refugiados, por ejemplo. ¿Dios permitiría que entre uno y no entre el otro? Por un lado es muy existencialista, y por otro, siempre podés anclarlo.

LL: También es cierto que más allá de las cuestiones que interesan a los chicos, yo me pregunto qué es lo que a un docente le resulta cómodo trabajar en un aula. Hay ciertas temáticas como la existencia o no de Dios en una escuela laica, por las que la mitad de los padres va a estar en la puerta esperando para discutir con ese docente por qué. Es un tema muy sensible en la Argentina todavía ese. No es como en otros países donde esa discusión no se da de la misma manera. Hay muchos libros mexicanos de LIJ, que podríamos traer. Todos, todos hablan de la muerte. Todos. La muerte en México es un tema cotidiano, que está en los festejos, en los encuentros… Para nosotros es muy provocador. Hay muchos textos que yo no puedo traer. Tienen esas cosas de las calaveritas. Yo no conocía México. Cuando fui, entendí todos esos libros que me mandaban. No es por la gente que se muere. Es esa idea de conmemorar la muerte, y recordar la muerte, y festejar la muerte. Acá, un libro que festeje la muerte, sería muy difícil de trabajar en una escuela.

HP: Muy disruptivo.

Asistente: Pero es parte de la vida…

LL: Uno lo reflexiona y está muy bien, pero cuesta pensar que un docente, entre todas las cosas que tiene que hacer, tenga la capacidad para trabajar en un aula con temáticas como estas…

HP: Por ahí vas y lo comprás y se lo leés a tus hijos. Pero no es lo mismo si uno piensa en una editorial que vende y edita este tipo de literatura complementaria. Pensás en el docente, no solamente en el gusto propio.

MM: Es verdad. Por eso los editores de literatura infantil y juvenil tienen que pensar en una multiplicidad de destinatarios. Es el chico, sí. Pero también  es el padre, también es la maestra, la promotora o el promotor… Hay un montón de gente a la que convencer. Hablando de las variedades de la edición, lástima que no está Federico, pero se harán cargo, acá hay una edición diferente que es la edición del dato histórico.

LL: Eso quería decir en algún momento. Que el  hecho de tenerlo a Federico revisando cada uno de los textos, y además de la edición literaria tener una edición histórica, para mí es un diferencial de estos libros. Lo que tenemos es la gran tranquilidad de que todas las referencias históricas están cuidadas. No quiere decir que no nos hayamos equivocado en nada, porque sabemos que todos los libros tienen errores. Pero al tener un historiador marcando cada uno de los textos, él los marcaba y señalaba si podía haber ocurrido ese encuentro, o qué clima había. Había cosas que le consultábamos, y Federico nos decía que él tampoco las sabía, porque no vivía en esa época. (Risas). Federico también fue el revisor de una novela de Franco Vaccarini que salió en esta colección, que se llama Fiebre amarilla. Y le marcó muchas cosas. Al principio hay escenas en el puerto. Y Federico le decía que no se imaginara que el puerto era grande, que era un lugar muy pequeño. Uno tiene, a través de sus lecturas, o hasta de las películas que vio, una idea de cómo eran las cosas, y a veces no eran parecidas a eso. El empedrado, las distancias…

HP: Lo interesante es que Lorenz, además, es novelista, es narrador. Entonces conjuga perfectamente las dos cosas. El rigor histórico y la posibilidad de que no te vaya a pinchar el globo con el relato, porque tiene la sensibilidad para entender también eso.

LL: Yo recuerdo que en esa novela de Franco, que es una novela sobre la vida de dos chicos en el contexto de la epidemia de fiebre amarilla, uno de los chicos vive con su papá en un hotel que el padre regentea, y el otro vive con una tía y el marido de la tía, que son malos bichos. Franco manda la primera versión, y el amigo protagonista está muy enojado y quiere ir a la casa del otro porque el tío le pega. Entonces le puse un comentario que decía: “La idea de violencia doméstica no existía todavía, Franco. Todo el mundo les pegaba a los pibes”. “¡Uy, tenés razón!”, me dijo. Hoy sabemos que hay un montón de “correcciones políticas”, que son muy de esta época. Es más, Mario y yo que somos coetáneos, sabemos que hay un montón de cosas que se les decían a los pibes en nuestra época, que hoy serían malas palabras.

HP: No solo de esa época. Hace un rato, cuando venía para acá, escuchaba un tema de Zas, de los ochenta, y si hoy escuchás a un tipo que dice “Quiero violar tu mente”… ¡Aaah!… El otro día vino  mi hija para decirme si me había dado cuenta de la letra de un tema de Miranda, el de Profesor, que no tiene tantos años, y me la empezó a leer… Cómo uno cambia la concepción. Pero uno no puede extrapolar el hoy a ayer. No existía esa conciencia.

LL: Si le pegaban, le pegaban.

MM: Ni hablar del tango. Tenés que tirar todas las milongas. A mí, en el caso de la edición histórica, me pasó que Federico, con mucha delicadeza, me señaló cuestiones que no podían pasar. Por ejemplo, que el jujeño se hubiera enterado de la revolución en el Café de Marco. Me dijo, muy claro, que un gaucho no entraba al café. Era un lugar para la clase dominante. Así que tuve que inventar otra manera de que se enterara de las cuestiones de la revolución. Incluso tuvo la amplitud de aceptar algo (porque como vos dirías, el texto es mío) que en principio me había sugerido que no. Belgrano se choca con el protagonista y tienen un intercambio. Y era difícil imaginarse a Belgrano teniendo un intercambio con este  gaucho. Yo pensaba que era el momento más humano de Belgrano. Y pasó.

HP: “Mirá Federico, es MI Belgrano”. (Risas).

MM: Cada uno tiene su Belgrano.

LL: Esto es algo que me parece muy importante. Y cuando hablamos de edición de literatura para chicos, lamentablemente creo que a veces, como nuestro lector es pequeño, la edición también es pequeña. No digo que en todos los casos, pero hay editoriales que publican como llega, que no hacen ninguna revisión. Poner a un editor y a un historiador a trabajar los textos, es un costo que la editorial está asumiendo, que creo que hace que el texto que les llega a los chicos esté muy verificado. Puede llegar con errores, eso puede ocurrir igual, pero nos hemos tomado el trabajo. En el segundo libro, por ejemplo, Sergio Olguín, que trabaja sobre San Martín, inventa todo. Y dijo que iba a inventar todo. Bueno… mientras fuera verosímil, mientras San Martín hubiera estado en esas fechas en esos lugares, si se enamoró de una jovencita… ¿cómo podemos saberlo?

HP: Ya se había enamorado de otra…

LL: Liliana Cinetto trabajó con las maestras que trajo Sarmiento…

MM: Ah, las maestras norteamericanas.


LL: Y es un texto precioso, en el que pone la voz de esta maestra que llega a un lugar en donde no habla el idioma… tiene mil dudas sobre el lugar. Acepta y después no entiende por qué aceptó. Y a la vez se encuentra con niñas pequeñas que van creciendo, y que lo único que quieren es ser maestras. Que ella les enseñe a ser maestras. O Graciela Bialet, que escribe sobre un centro de estudiantes actual que discute qué es lo que hicieron esos chicos de La Noche de los Lápices, qué estaban reclamando cuando los desaparecieron. Cuenta cómo las organizaciones estudiantiles constantemente remiten a esos hechos: no hay manera de quitarse esa historia de la cabeza cuando uno está militando y hace una movida y quiere enfrentarse al poder. Lo que hizo Oche, después si querés leelo en voz alta porque es muy gracioso. Tomó los Diarios de Colón (que en realidad se perdieron y los reescribió Bartolomé de las Casas) y escribió un poema, en el que en usa algunas de las palabras del texto original de Colón. Desopilante. Después, Paula trabajó a dos jóvenes de distintas extracciones sociales… Partió de un documento que se mandó a todas las provincias y a todas las ciudades, que pedía que buscaran chicos de diez a dieciséis años, que no fueran hijos de padres “que estuvieran sirviendo en las filas del ejército o en las divisiones correspondientes del mismo”, porque no era justo quitarles a las madres un hijo cuando el marido estaba sirviendo. Entonces buscan pibes para “trompas, tambores y pitos”. Los que van a hacer la música que acompañe al ejército. La banda. Entonces van dos chicos de diferentes lugares y se conocen ahí. Uno quiere ser soldado y el otro no quiere. Y están en la batalla de la Vuelta de Obligado, pasan muchas semanas y se transforman enormemente viendo cómo se prepara la tropa y haciéndoles música. Y después, a Franco le tocó el 10 de diciembre y era muy amplio. Porque para la conmemoración del Día de los Derechos Humanos, cuando Federico empezó a mandarle documentos había cosas variadas. Y Franco eligió a Nelson Mandela, y es precioso lo que hizo. Mandela es un personaje secundario, como tu Belgrano, también dice una palabra que desata la trama pero no es principal. El protagonista es un chico negro, hijo de una mamá que trabaja limpiando una casa de blancos, durante el apartheid, y un día lo invitan a esa casa. La dueña de casa es muy amable, lo dejan andar en bicicleta y jugar en los juegos hasta que llega el hijo. Esta señora le regala la bicicleta que al hijo le queda chica. Cuando el hijo llega, lo provoca, se empujan y el chico le dice a la mamá que fue el negro. Entonces le retira el regalo, no le da la bicicleta, lo cual para él es tremendo. Pasan los años y él se convierte en guardaespaldas de Mandela. Y se encuentra con este chico cuando ya es un adulto. Y tiene una conversación con Mandela en la que le cuenta que tiene esa venganza pendiente. Y Mandela le dice que él se encontró con el abogado que lo mandó preso, y que además pidió que lo ejecutaran. Y que hace poco se había sentado a almorzar con él, y lo había perdonado, porque cree que el abogado estaba haciendo su trabajo. Le dice que ese chico en ese momento había hecho lo que era habitual hacer, que no había sido contra él, que era una cuestión cultural. Y bueno, se encuentran y Franco te hace llorar al final, porque el tipo es bicicletero y regala bicicletas en los barrios pobres porque se acuerda de que una vez le negó una bicicleta a un chico negro.

MM: Está muy bien. A ver lo de Oche...  Vamos a ver, porque ahora me quedé con ganas… Vos que lo conocés, ¿qué querés leer?

LL: Se puede leer cualquier parte. Les contaba que el texto remite al texto original del Diario de Colón….a ver….ay, no puedo leer, por cómo tengo la voz. Leé vos, Mario…

MM: Según dice la leyenda
y también un diario viejo
Cristóbal salió parejo
buscando con fe la senda.

El día 1 de octubre
un “aguacero” se larga
Y la gente, cara amarga,
protesta, sufre y se cubre.

Claro, está encomillado…

LL: La palabra que está tomada original del Diario de Colón.

MM:

“La mar llana” del día 2
y unos pastitos flotando,
Cierto optimismo van dando
y el jefe templa la voz.

¡Qué grande Oche! Hinde, ¿vas a volver a la literatura?

HP: Estoy hablando con mi editora. (Risas). No tengo mucho para decirles. Vamos a ver cómo funciona. La verdad, como les dije al principio, yo siempre estoy escribiendo algo. Mientras estaba con esto, estaba escribiendo un libro que terminé hace tres semanas, con una colega, que va a salir  en octubre y que no tenía absolutamente nada que ver. No era ni ficción ni crónica, era un ensayo de divulgación periodística. Siempre estoy escribiendo, pero estoy esperando poder volver a concentrarme, porque disfruté mucho de hacerlo. En general, a mí me gusta lo que hago, pero fue algo diferente. Fabricar esto fue algo diferente para mí, y la verdad es que me entusiasmó, me encantó. Así que ya sabrán de mí. (Risas).

MM: No puedo preguntar si va a haber un La historia se hace ficción lll, porque ya están todas las efemérides, ¿no? ¿O falta alguna?

LL: Todavía tenemos una idea. Porque vimos lo que fue pasando con estos libros en la escuela. Creemos que hay oportunidad para alguna otra cuestión. Además, si bien este es el año del  Bicentenario, y cuando fue el anterior también se largaron muchos materiales específicos, nosotros no hicimos eso. Nosotros proponemos algo que siga funcionando, que tenga una vida más extensa, que no hable solo de lo que nos ocurre hoy sino de lo que nos fue ocurriendo. Como la historia, que es una suma, y no es una fecha solamente. Sí estamos pensando en una cosa para el año que viene, pero no puedo contar nada.

MM: ¿Con Federico también?

LL: Sí, sí. Tenemos una novela que está escribiendo Paula Bombara… nos faltaba algo sobre el  siglo XX. Yo tengo un interés particular por lo que fue La Noche de los Bastones Largos. La caída de la Universidad. Paula está escribiendo un texto sobre Clementina, para publicar en esta colección. Clementina fue la primera computadora que funcionaba en Exactas, y que ocupaba un edificio. Y a partir de esa noche se fue desmembrando. Entonces vamos a contar su historia en esta colección.

MM: Bueno, por ahí me llaman entonces. Nunca se sabe…

LL: Ustedes produzcan también. Ustedes tienen que ofrecer… (Risas).

MM: Bien. ¿El público tiene alguna pregunta que a mí no se me haya ocurrido? ¿Y ustedes chicas, quieren decir algo que no se me haya ocurrido preguntarles?

Asistente: Entre los chicos funcionaron bien. ¿Y con las maestras? Les comento el porqué de la pregunta. Yo soy narradora. Me gusta mucho narrarles a los chicos. Ando mucho por las escuelas, y veo flojo el interés por la literatura de las maestras. Como que dan una listita y no investigan nada más. ¿Es solo mi impresión?

LL: Creo que hay una enorme variedad. Tenemos gente muy formada en las escuelas, que sabe muy bien qué elige, por qué lo elige, cómo lo va a trabajar en el aula… y logra resultados extraordinarios. Sabemos que hay muchos lectores consolidados que nacieron en la escuela. No nacieron de casas lectoras, sino de docentes, bibliotecarios que les acercaron buena literatura, que los dejaron leer, que no les forzaron la interpretación de esos textos. Los dejaron creer lo que quisieran, entender lo que pudieran, sin tanta presión. Pero es cierto que también veo, todavía, muchos docentes con poco tiempo y con poca disposición. Veo muchos docentes y muchas personas (me incluyo ahí), navegando las redes sociales, viendo películas y series que están tan accesibles, y que te dicen  que no tienen tiempo para leer un libro de veinte páginas. Docentes que se sientan frente al aula y leen al mismo tiempo que los chicos. Sin haber leído previamente, y haber seleccionado un texto, y haber pensado si ese texto era apropiado para esos chicos. Y después (nos ha pasado más de una vez), nos llaman desesperados a la editorial para ver cómo les explican a los padres por qué eligieron El hombre de los pies-murciélago. Les preguntás si no lo leyeron antes y te dicen que no. El libro es brutal, es muy fuerte… pero absolutamente adecuado para un lector adolescente.

HP: El libro sobre bullying

LL: Sobre un bullying extremo. Pero bueno… el docente tendría que haberlo leído antes para ver cómo lo trabajaba con el curso. Yo veo eso. También veo que hay muchas instancias de capacitación. No hay excusas. Hay espacios como este, y tantísimos más, en las Ferias, en las escuelas, en las propias editoriales hay espacios de capacitación, de encuentro con los textos. Creo que hay que impulsar cada vez más que los docentes participen de esos espacios. Y que también tengan puntaje. Para que eso los impulse de algún modo a participar más. Porque si yo sé que yendo a determinado lugar y teniendo determinados encuentros, eso me da puntaje y me da mejores posibilidades a futuro, aunque sea por eso lo voy a hacer.

MM: Sí, además es justo…

LL: Por supuesto, porque la capacitación del docente que está trabajando todo el día en el aula también requiere un enorme esfuerzo. Y después están los que espontáneamente están muy interesados. Creo que hay que trabajar mucho con los profesorados.

Asistente: Eso te iba a decir. Yo estoy en una biblioteca popular, y muchas veces vienen las chicas con su lista de preguntas. Las invito a que vengan algún día a ver la biblioteca infantil… Ni una.

HP: No van…

Asistente: Algunas están interesadas y entusiasmadas, no todas las docentes son iguales…

Asistente: Yo te hablo de lo que me pasa personalmente en la biblioteca en la que yo estoy.

MM: Y hablando de que estos dos libros parten de las efemérides, ¿hay guías didácticas?

LL: Sí, tenemos en los dos casos guías muy elaboradas, con Federico y con nuestras asesoras pedagógicas para trabajar cada uno de estos textos en el aula. La verdad es que ideológicamente estoy un poco distanciada de esa cuestión. Creo que los textos literarios hablan por sí mismos. Pero también entiendo que en la escuela la literatura tiene que tener resultados. Puede ser una discusión en el aula, un trabajo…

HP: Lo que pasa es que si estamos hablando de estas falencias, lo que también tenemos que pensar es qué hace el docente con eso después. No todo el mundo tiene la preparación como para sacarles todo el jugo a los textos, en relación con el trabajo en el aula. Y esas guías ayudan.

LL: A veces nos olvidamos de que los autores y los editores estamos inmersos constantemente en la literatura. Para nosotros, decodificar un texto es algo natural. Estamos todo el tiempo con eso. Pero hay otros lectores que están más alejados, que son lectores circunstanciales, que no han leído todo lo que hay publicado. Entonces es como acercarles algunos caminos, algunas propuestas de trabajo que no necesariamente tienen  que usar, pero que muchas veces sirven como disparador para encontrar estas cosas. Porque lo que ocurre entre Saavedra y Moreno, si vos no sabés un poco de Historia, no lo percibís. Por lo menos, tener la información en las guías de ese conflicto, y de cómo estamos viendo a estos personajes, para que investiguen un poco antes de sentarse a charlas con los chicos. Simplemente eso.

HP: Pero además los docentes no son todos iguales, las provincias no son todas iguales, las alcaldías no son todas iguales. En cada lugar hay una manera propia de trabajar. Eso, de algún modo, democratiza la posibilidad de trabajar en el aula. El que sabe mucho dirá que no necesita eso, y hará su propia estrategia de lectura, por decirlo así. Y el que no, tiene de dónde agarrarse.

MM: En este caso, otra vez texto y contexto. Manejar el contexto histórico es fundamental, y es cierto que el docente lector puede pasar tranquilamente de la guía.

HP: Puede prescindir…

MM: Pero para el que la necesita, ahí está. Bueno, entonces el martes 9 en el Museo de los Niños del Abasto se presentan los dos tomos de La historia se hace ficción. Uno, nuevito. Y el otro, ya probado. Y vamos a estar varios de los autores.

LL: Si mal no recuerdo van a estar: Federico, Hinde, María Inés, Mario, Ani Shua, Liliana Cinetto, Oche, Paula y Franco.

HP: No van Liliana y Graciela…

LL: Porque viven más lejos. A las seis de la tarde en el auditorio del Museo de los Niños, que es hermoso. Los esperamos.

MM: Y el lunes, a la misma hora y por el mismo baticanal, viene Liliana Cinetto a hablar de El misterio en Tucumán y de los libros del perro Ambrosio. Muchas gracias a las dos por la presencia.

LL y HP: Gracias a ustedes.

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