Biblioteca Prof. Dr. Miguel A. Gómez del Hospital General de Agudos Parmenio T. Piñero

En el recorrido de Libro de arena por distintos espacios de lectura, nos llega la experiencia de Liliana Toloza en el Hospital Piñero.  


Por Lic. Liliana Toloza


Breve reseña histórica

La biblioteca fue inaugurada en mayo del año 2007, pero en el año 2012 comienza la organización del material bibliográfico para su posterior ubicación en las estanterías (primera catalogación y confección de los registros bibliográficos en el sistema de gestión Winisis).

El nombre de la biblioteca fue otorgado en memoria de un prestigioso y querido profesional del área de cirugía del hospital.

Comenzamos por aquellos años… a ofrecer los libros que se encontraban en la biblioteca en las diversas salas de  internación del  hospital. Principalmente novelas, libros de historia, autoayuda, revistas, historietas y otros materiales que permitían recrear y a la vez hacer más amena la estancia de los enfermos hospitalizados.

Cabe destacar que el material bibliográfico que constituye nuestro fondo bibliográfico fue totalmente donado por personal del hospital (médicos, enfermeros, personal administrativo, etc.). Con posterioridad recibimos el apoyo de las trabajadoras sociales del hospital, quienes brindaron su acompañamiento y juntas en el transcurrir del tiempo,  hemos logrado nutrirnos mutuamente, recibiendo capacitaciones continuas, logrando que esta tarea que en un principio era solitario, recibiera también el aporte de narradoras orales que desinteresadamente y con su calidez nos acompañan en esta grata labor que disfrutamos plenamente.


A modo de anécdota       

Me complace compartir esta vivencia que voy a detallar a continuación porque me produce, cada vez que  la recuerdo,  mucha emoción a la vez que se me ilumina el alma y no puedo evitar que una sonrisa se dibuje.

Estábamos en la sala de espera de Pediatría, habíamos extendido una mantita, a modo de alfombra mágica para que los niños/as se sentaran y nosotras(narradoras, trabajadoras sociales y yo) colocáramos todos los libritos de cuentos, historietas y revistas para que los pequeños hicieran su elección.  Nosotras junto a las mamis,  ofrecíamos la lectura; nos encontrábamos en esta labor, cuando decido acercarme a una pequeña que tendría escasos dos añitos y le propongo la lectura de un pequeño cuento junto a su mamá. Recibo un sí como respuesta, pero noto que la niña estaba molesta; su mamá me aclaró que estaba con temperatura y que tenía que darle pequeños sorbitos de jarabe que tenía en una jeringa hasta que el medico volviera a llamarla. Comnecé a leer y la mamá me pidió que le diera de beber el jarabe. Lo cierto es que un poquito de cuento y otro de jarabe llegamos al fin de la historia y del tiempo de permanencia en el sector. Me despedí de ambas. Entonces la nema me devolvió una sonrisa y me dijo: “¿Ahora qué hago?” Le respondí: ”Esperar que te llame la doctora”. Y  me responde: “Pero ahora ya no me duele la panza…”.

Realmente  esta anécdota tan bella, simplemente me hace reflexionar y afirmar que tan poco puede hacer tanto bien.

Otra anécdota y van…

En la sala de internación de clínica médica, por lo general los pacientes internados son adultos mayores: En mis visitas diarias mi propuesta  era la lectura de un breve cuento o una historia o una poesía. Esa  era mi presentación como bibliotecaria. 

Una abuela gustosa aceptó mi propuesta y me comentó que le encantaba leer pero que lamentablemente no tenía sus anteojos. Le respondí que no se preocupara,  que me dijera qué le interesaría escuchar; y me ofrecí a leer. Todos los días leía y comentábamos un capítulo de la novela elegida; pasábamos los días con la intriga del capítulo siguiente; todos los días aquella hora resultaba una compañía para la abuela,  y para mí, la necesidad de brindarle ese pequeño espacio de regocijo, de transportarnos ambas a la historia que compartíamos. Fueron  varias semanas,  no recuerdo cuántas o tal vez no quiero recordar. Después de un fin de semana, me dirigí a la sala para continuar con la lectura del  capítulo siguiente y mi sorpresa fue tal al ver la cama vacía, que mi corazón latió fuertemente,  imaginando lo que mi mente trataba de aceptar.

Fueron momentos compartidos. Su compañía y agradecimiento me nutrieron, aún recuerdo su carita sonriente y su manito agitando suavemente a la vez que me decía hasta mañana…  

Todo lo que aquí relato son vivencias tan humanas y reales que me inspiraron a dedicarle una pequeña poesía a los pequeños pacientitos de  la sala de espera de pediatría y que aquí comparto:


Niño que en silencio me esperas…


Niño que en silencio me esperas…

Allí voy a tu encuentro

Como lo hago diariamente.

Te miro, me sonríes y te invito.

Tomo tu mano y te conduzco

A esta alfombra mágica,

Es simplemente nuestro refugio lúdico,  

En el que tú,  yo y otros niños esparciremos

(con tu ayuda) historias, poesías,

personajes  que

atraparemos  de los cuentos

Niño que en silencio me esperas…

Aquí estoy tratando de robarte una sonrisa

Junto a los duendes imaginados,

Y los caballitos alados.

Niño que en silencio me esperas…

Deseo haya sido de tu agrado

este  pequeño espacio compartido

Al tiempo ansío que  esta espera

Haya sido entretenida,

con tu salud recuperada y

un recuerdo de la sala de espera

del hospital te irás…

Aquí me quedo, guardo tu mirada y tu entusiasmo.

Me detengo un instante y reflexiono: ¡maravilla!

Brindarte un libro, hacer un dibujo, un breve relato

que  nos invitan a jugar.


Niño que en silencio me esperas…

Volveré a tu encuentro

Porque entiendo, 

compartir,  jugar,  también  

va  a mantenerte saludable.


Simplemente mi profundo agradecimiento a todas las personas que desinteresadamente y con mucho amor comparten los Espacios de Lectura del hospital, aportando sus conocimientos y experiencias. Eso permite el desarrollo y sostenimiento de tantas actividades que se han propuesto a los pacientes  de las distintas áreas del hospital.    

Lic. Liliana Toloza.

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