Nelvy Bustamante: “Los chicos son libros abiertos”

En esta primera parte de la entrevista con la escritora afincada en la Patagonia charlamos sobre su recorrido por las leyendas e historias de la región, por la mirada que ella tiene de la convivencia pacífica que se dio entre los antiguos dueños de la tierra, el pueblo mapuche y el tehuelche y los recién llegados galeses y por su paso por la docencia, que también dejó huellas en su trabajo literario.


Mario Méndez: Vamos a empezar este encuentro con una tradición, que es la parte más “seria” y que consiste en leer parte de la biografía de la invitada. Voy a leer lo que figura en uno de los últimos libros, porque supongo que estará más actualizado. Es Hormigas con patas de tinta. “Nelvy nació en Marcos Juárez, en Córdoba, y vive en Trelew hace unos años” ¿Hace muchos años? ¿Hace cuánto que estás en Trelew?

Nelvy Bustamante: Sí, desde el ’84. Muchísimos años.

MM: “En su casa tiene un patio grande en el que mira cómo las hormigas van y vienen cargando pasto” … Hay todo un tema con las hormigas, con las arañas… se ve que tu jardín es bastante benévolo.

NB: Es inspirador…

MM: Con lo difícil que debe ser hacer crecer un jardín en Trelew… Por el viento…

NB: Exacto.

MM: “Es profesora de Letras, y recibió varios premios por sus cuentos y poemas para chicos. En Random House - Sudamericana ha publicado La araña que vuela, y Hormigas con patas de tinta”. La araña que vuela tiene ilustraciones de Cecilia Afonso Esteves, con la que también compartió libro en Adentro de este dedal hay una ciudad. Y además de estos hay varios de leyendas. Cuentan en la Patagonia, La leyenda del ñandú, La leyenda del pingüino, y varios más. Y uno bastante inquietante, que está en Edelvives, que es Los mundos invisibles, a mitad de camino entre el terror y el suspenso. Ya vamos a hablar después de cada uno de ellos. No sé, Nelvy, si hay algún otro libro en especial que vos quieras que mencione, de los que no leí hasta ahora. 

NB: Bueno… Microcosmos, que son microrrelatos, El color del cristal

MM: ¿Ese en qué editorial salió?

NB: Tinta Fresca. 

MM: En Ruedamares, con Cris Ramos tenés algo…

NB: Orejas negras, orejas blancas, poemas para los más chiquitos. Faltaban estos y El libro de los fantasmas. Esta es la primera edición, que es de Ruedamares. Después salió otra edición en Savanna Books, en España. Se publicó en español y en catalán, mucho más grande, como libro álbum.  

MM: Hay varios, claro. Viste que las editoriales en general ponen el acento en los libros que tenés en sus propios catálogos… Igual, les tenemos que agradecer mucho la generosidad, porque algunos tenía, pero en plena pandemia era difícil conseguir nuevos libros y me mandaron de Random House, también de Edelvives. Natalia Méndez te mandó muchos saludos, me dijo que quería venir, pero hoy daba clase. 

NB: Ah, bueno, ¡gracias!

MM: Vamos a empezar por Lo que cuentan en la Patagonia. ¿Cómo hacés con el tema de la leyenda? ¿Con las voces que las cuentan? Porque te metés por ejemplo con el reforó, personaje que ha pasado de generación en generación. O con el cuero del agua. Es difícil meterse con el lenguaje ancestral. ¿Vos cómo lo encarás? 

NB: Este libro tiene mucho trabajo. Creo que es el que más tiempo me llevó. Aparte de toda la bibliografía que yo leí, recorrí la provincia para entrevistar a antiguos pobladores. Fui a una comunidad aborigen en Lago Rosario, cerca de Esquel, en la cordillera. Hablé con pobladores de Esquel, también de la parte de los galeses, con señoras viejitas de Gaiman, de Trelew… Así que con ellos fui tomando elementos. Me contaban algunas formas de decir, porque era un lenguaje rural de su zona, es como hablan ellos, los habitantes del interior de nuestra provincia. Y a partir de ahí, hice un trabajo, por ejemplo, a partir de la leyenda del cuero del agua, que me contó una pobladora aborigen de Lago Rosario, yo completé la historia. Ella me cuenta la leyenda y yo invento después un romance de una pareja y lo que va pasando, para que el cuero del agua tenga una función como la que le atribuyen los aborígenes. Ella, por ejemplo, me decía que por lo del cuero del agua no dejaba que sus hijos se acercaran a la orilla del lago. Porque estaba el cuero del agua que se enrosca sobre sí mismo, si pisan en la orilla los traga y los lleva al fondo del lago. Esa es, brevemente, la historia que ella me contó. Después, yo hice como una creación de una historia, donde hay un joven que se enamora de una aborigen que está a orillas del lago, y en ese afán de ir a buscarla pisa la orilla con su caballo, y el cuero del agua se los traga a los dos. Hay un poquito de la historia original, digamos, y mucho de lo que yo inventé o recreé de los relatos.

MM: Vos sabés que yo no había escuchado nunca que se enrosca sobre sí mismo. Al cuero lo conozco porque me lo contaba mi vieja, que es de Futaleufú, ahí cruzando Trevelin, el Río Grande. Y ella también es de las que dicen que no hay que pisar el lago porque está el cuero. Y que el cuero te traga. Ese era el cuento que me contaba a mí. Por eso yo también alguna vez escribí sobre el cuero. Y me imaginaba que era como una boca que te tragaba, no que te enroscaba. Pero es interesantísimo. Escuché también, no sé si te lo habrán contado, que “los refutadores de leyendas”, diría Dolina, dicen que es probable que la imagen provenga de una mantarraya que se haya metido desde el Pacífico en algún río, llegó a un lago, y los aborígenes, que nunca habían visto una mantarraya grande pensaron en un cuero tendido sobre el agua. Cosa que es bastante menos interesante que la leyenda. Las explicaciones siempre son mucho más aburridas que las leyendas. Nos decías que tuviste encuentros con gente de los pueblos originarios y con galeses, que ya son casi parte de los originarios, porque hace ciento y pico de años que vinieron.

NB: 1865. Llegaron primero ciento cincuenta y tres personas, que eran mujeres, hombres y niños. A mí me interesó mucho contar la gesta galesa, y rescatar para los chicos esta historia de convivencia entre diferentes culturas, como los galeses, los tehuelches y los mapuches. Eso me parecía algo muy rico para trasmitirles a los niños. Esto de que es posible convivir siendo diferentes. Porque los galeses, y los aborígenes que estaban acá cuando ellos llegaron, convivieron pacíficamente, intercambiaron saberes, alimentos, y hubo un enriquecimiento mutuo. Se dice que fue fundamental la ayuda de los aborígenes, para que los galeses pudieran sobrevivir y asentarse acá en el valle de Chubut. Así que por eso surgió la idea de hacer este libro, y contar algunos relatos de origen mapuche, otros tehuelches, y la gesta de los galeses. Y también el encuentro de las culturas. Es muy lindo cómo se encuentran. Ustedes imagínense que los galeses llegaron, se asentaron primero en lo que hoy es Puerto Madryn, pero ahí no había agua dulce, entonces los hombres siguen caminando, buscando el río, que ellos sabían que existía, hasta lo que es Rawson ahora, la desembocadura del río. Se cuenta que ellos estaban festejando un casamiento, cuando aparece una pareja de aborígenes, y se da un intercambio de pan y una relación amistosa que pudo forjarse y que me parece sumamente interesante para rescatar, para los chicos, y para los que no son chicos también, porque no hay muchos ejemplos en el mundo de que culturas tan diferentes puedan convivir así. Incluso se cuenta que un cacique tehuelche (recuerden que los tehuelches eran nómades, estaban en la costa, e iban hacia la cordillera según las estaciones), cuando se iba a la cordillera con los suyos dejaba a su hijo en la escuelita de los galeses, para que tuviera esa educación. Es muy conmovedora la historia. 

MM: Lo terrible, algo que también contás en tu libro, en uno de los cuentos, es que la mal llamada campaña al desierto comienza casi quince años después de la llegada de los galeses. Esa matanza…

NB: Terrible. Ese relato en el que sucede un encuentro en el que hay un galés y un aborigen que eran amigos desde chiquitos, se pierden de vista durante algunos años y el galés lo encuentra un día en un lugar que era como un campo de concentración donde tenían a los aborígenes. Ahí lo encuentra. Es muy fuerte el relato. El galés es John Daniel Evans, que existió, y en sus memorias cuenta esta historia. 

MM: Es terrible, porque me imagino que a los galeses también les habrá afectado muchísimo, porque ellos tenían muy buena relación, la masacre que hace el gobierno argentino. 

NB: Sí. Terrible… 

MM: Y la persecución, el famoso Malacara que si no me equivoco está en el museo de Trevelin…

NB: En Trevelin está la tumba del Malacara. Ese episodio, dicen, es el único hecho violento que se registró entre aborígenes y galeses. Y se cuenta que los galeses estaban vestidos como los militares y los confundieron con los de la campaña al desierto, con los que los estaban exterminando. Ahí matan a algunos, y el que se salva, justamente, es John Daniel Evans que tiene un caballo que no era de él, sino de otra persona, que le salva la vida. La leyenda cuenta que el Malacara dio un salto sobre un barranco muy alto, impresionante, y logró escapar. Es muy linda la historia, porque después se celebra una asamblea en el pueblo, porque el caballo no era de él, y tenía que devolverlo. Pero como le salva la vida, muchos consideraban que tenía que ser de él. La tumba del caballo está en la casa donde vivió John Daniel Evans y después quedó su hija. Ahí está, en Trevelin… 

MM: Es raro, pocas veces visto, por lo menos en mis lecturas, que haya un fantasma animal. Es el fantasma del Malacara el que vuelve…

NB: A salvar al nieto de John Daniel Evans. 

MM: Muy linda idea. 

NB: Claro, porque para contar esa historia me imaginé cómo podría ser, y se me ocurrió esto, que el fantasma podría volver a salvar a alguien de la misma familia. 

MM: ¿Y hoy la relación entre los descendientes de galeses y los descendientes de los aborígenes sigue siendo así de amable? ¿O es más bien distante, fría? ¿Qué percibís vos? 

NB: Acá en la zona del valle percibo que hay una convivencia normal, pacífica. Yo he tenido muchos alumnos descendientes de aborígenes, y tenía también alumnos de apellido galés compartiendo espacios, proyectos… 

MM: ¿Vos fuiste profesora de secundario?

NB: De secundario, de terciario… En terciario de Literatura Infantil, y trabajé en la carrera de Bibliotecología. Y esto que te cuento, que tenía tantos alumnos de apellidos aborígenes y galeses fue en la escuela nocturna para adultos; para mí es la experiencia más hermosa de mi carrera docente. Empecé en el año `86. Y para mí era maravilloso porque eran todos adultos que no habían podido terminar sus estudios en su momento, y con muchísimo interés iban a la noche, después de trabajar todo el día, a la escuela. No hay nada más lindo para un docente que tener un alumno interesado en aprender, en compartir, en escuchar. Ese era el contexto ideal. De todas mis experiencias para mí fue la más enriquecedora. Muy fuerte, muy interesante. 

MM: Ese interés de los adultos es impagable, claro. A los chicos hay que conquistarlos, pero están obligados a ir. 

NB: Los adolescentes son más difíciles. Los niños también son maravillosos para trabajar. He coordinado muchos talleres de lectura y escritura para niños y es una experiencia hermosa, porque los chicos son libros abiertos. La sensibilidad que tienen, la sabiduría… Se aprende mucho de ellos. 

MM: Recién hablabas de tu experiencia docente y de los apellidos originarios, conozco personalmente a una poeta y profesora de Letras, Viviana Ayilef. No sé si pasó por tus aulas…

NB: Es una colega de Trelew. Sí, la conozco. 

MM: Muy buena poeta y muy buena profesora. Por lo menos, fue profesora de mi sobrino y parece que era muy buena docente, ahí en Gaiman. Salgamos ahora de los galeses y los pueblos originarios. También escribiste leyendas sobre animales. La leyenda del pingüino, La leyenda del ñandú, ¿Ahí la investigación cómo es? 

NB: En la del pingüino no había casi nada, fue muy poco lo que encontré. En la del ñandú sí, hubo una investigación más ambiciosa. Porque conseguí algunos textos que hablaban mucho de la cosmovisión tehuelche, muy interesantes. De todo ese material que pude encontrar en libros surgió esto de poder recrear la leyenda del ñandú. Y fue guionada para Paka Paka. Hicieron un trabajo muy lindo.

MM: Ah, mirá. ¿Se puede ver? ¿Estará colgado en YouTube?

NB: Sí, sí. Está en la serie esa en la que el abuelo les cuenta a los dos chicos las leyendas. Ahí está La leyenda del ñandú. Es un trabajo muy lindo, y la música de Magdalena Fleitas es preciosa. 

MM: Una gran artista. No sabía eso. Lo buscaremos para verlo. 

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