Encuentros, juegos y bibliotecas infinitas

Libro de arena sigue recorriendo bibliotecas y compartiendo las experiencias de lectura de sus referentes. En este caso, Gloria Claro, integrante de Tinkuy, nos relata la historia de Myriorama, un juego que desarrollaron en el contexto de la pandemia de Covid 19.





Por Gloria Claro


Tinkuy es un proyecto colectivo que focaliza la mirada en la promoción de la lectura. Como parte de la búsqueda de nuevas formas de encuentro entre libros y lectores, desde 2015 desarrollamos ”juegos literarios”. Diferentes propuestas que invitan a jugar con las palabras, inventar historias, leer y escribir textos poéticos, entre muchas otras posibilidades que ofrece cada mazo de cartas.


El último juego, que nació y se desarrolló en plena pandemia, se llama Myriorama y fue creado junto a Mariana Ruiz Johnson, autora argentina a la que invitamos para que de color y forma a esta “biblioteca infinita”. 


La propuesta nos llegó inesperada pero alegremente. Estando en la Feria del Libro de Buenos Aires, los encuentros se suceden casi obligatoriamente. Y entre pasillos y conversaciones, una editora amiga, Natalia Méndez, nos contó acerca de un juego popular de principios del siglo XIX. Nos habló del Myriorama (cuyo nombre deriva del griego) y cómo a través de varias tarjetas ilustradas, que tenían una misma línea de horizonte, podían contarse historias. 


Investigando sobre el juego descubrimos que, en sus orígenes, se usaban 16 tarjetas. Nosotros fuimos por más. ¿Qué pasaría si fueran 50 las posibles combinaciones? Y si de desafíos se trata, tiramos los dados y hacia allá nos lanzamos. Y, entre nuevas conversaciones, más intercambios, muchas pruebas y errores (porque de esos siempre vamos aprendiendo), fue tomando cuerpo el juego con el aporte y creatividad de Mariana. 


Quienes reciben el mazo, pueden, sencillamente, desplegar las 50 cartas y ubicarlas en el orden que decidan, ya que todas se conectan entre sí y permiten, en ese encuentro azaroso, crear y contar una o mil historias, porque las posibilidades son, literalmente, infinitas. El escenario es una biblioteca, y cada una de las cartas representa diferentes situaciones que pueden ocurrir en ella. 


En el proceso de desarrollo del juego, muchas fueron las preguntas que nos surgieron. ¿Cuántas cosas al mismo tiempo pueden suceder en una biblioteca? ¿Todos entran por la misma puerta, o hay diferentes entradas? ¿Buscan lo mismo? ¿Qué puede pasar entre los estantes de los libros? A la biblioteca, ¿sólo se va a leer? 


Los myrioramas pueden crearse en forma individual, grupal o colaborativa. Así como posibilitan armar historias infinitas, los modos de uso y de juego también son infinitos!



Comentarios

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

“Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, por Ricardo Piglia

"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre