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Adiós a Anne Rice, la reina del vampiro contemporáneo

Entrevista con el vampiro, su primer título de las Crónicas vampíricas, compuestas por trece libros, generó una legión de lectores por todo el mundo.

Rice reinventó al bebedor de sangre humanizándolo y dotándolo de voz propia.. Imagen: EFE


Por Silvina Friera

La reina del vampiro contemporáneo, que reinventó al bebedor de sangre humanizándolo y dotándolo de voz propia, murió el sábado 11 a los 80 años por complicaciones derivadas de un derrame cerebral. Anne Rice, la autora de Entrevista con el vampiro (1976), el primer título de las Crónicas vampíricas, compuestas por trece libros, generó una legión de lectores por todo el mundo, que siguieron con fascinación las peripecias de Lestat, Louis, Magnus o Akasha, entre muchos otros. La película de Neil Jordan de 1994, protagonizada por Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas, fue un espaldarazo para difundir la obra de la escritora más allá de Estados Unidos.

El aire gótico, melancólico y existencial es la impronta que la escritora estadounidense le confirió a la ficción de vampiros, un género que Rice consideraba que en pocas décadas sería como el western o el policial. “Ya no es un tema-basura como en los ‘50. Puede ser entretenido y gracioso, o sublime y serio. A veces me peleo online con los fans de Crepúsculo pero es sobre todo por diversión. ¡Son tan jóvenes!”, contaba la escritora, que nació en Nueva Orleáns en 1941 como Howard Allen O’Brien, nombre de varón elegido por su padre porque creyó la ayudaría en la vida. Pero en lo que sería su primer gesto de rebeldía se cambió el nombre cuando entró a una escuela de monjas y le dijo a la directora que se llamaba Anne.

Tenía 14 años cuando su madre alcohólica murió; el alcoholismo materno la marcó como una amenaza que se cernía sobre su futuro. Anne se fue a estudiar a Texas y ahí conoció a quien sería su esposo, el escritor y pintor Stan Rice. A fines de los ‘60, la pareja se mudó a San Francisco. En 1966 nació su primera hija, Michele, que murió de leucemia a los 5 años; y en 1978 el escritor Christopher Rice, quien anunció la muerte de su madre por las redes sociales. La escritora será enterrada en el mausoleo familiar del cementerio de Metairie en Nueva Orleáns.

Vampiros queer

La muerte de su hija pequeña, esa niña con la sangre llena de cáncer, fue lo que tenía en mente cuando empezó a escribir Entrevista con el vampiro, novela que se espera que sea llevada a la televisión en una serie de AMC y AMC+ en 2022. El duelo era “insoportable”, y Anne se pasaba frente a la máquina de escribir intentando que algo pudiera emerger más allá del dolor y el alcoholismo en el que estaba sumergida. En la novela, un vampiro de Nueva Orleáns, Louis de Pointe du Lac, se sienta frente a un periodista, Daniel Molloy, y le cuenta su vida. Los vampiros no le tienen miedo a las estacas, ni a los crucifijos ni a los ajos. Las estacas clavadas en el corazón no los matan porque sus cuerpos se regeneran. Mueren por el fuego o si son degollados. Aunque a algunos les gusta dormir en ataúdes, pueden no hacerlo. Matan, pero pueden dar sorbos pequeños y perdonar a víctima. Los vampiros de Anne no tienen una orientación sexual definida porque el sexo, para ellos, es el intercambio de sangre.

Louis de Pointe du Lac, dueño de una plantación, conoce al encantador y despiadado vampiro Lestat, que le promete vida eterna. Lestat se enamora tan locamente de Louis que convierte en vampira a Claudia, una niña agonizante de 5 años. Los tres formarán una “nueva familia” que deambulará por las calles de Nueva Orleáns. El rasgo probablemente más novedoso era su explícito ateísmo, la total ausencia de Dios, el vampiro como muestra de la ferocidad y el mal sin sentido de la vida humana. La novela fue un éxito por el que recibió cinco millones de dólares de adelanto. La saga continuó con El vampiro de Lestat (1985), la historia contada desde el punto de vista de este personaje devenido estrella de rock. Las Crónicas vampíricas se fueron completando con La reina de los condenados (1988) -llevada al cine por Michael Rymer en 2002-, El ladrón de cuerpos (1992), Memnoch el diablo (1995), Armand el vampiro (1998), Merrick (2000), Sangre y oro (2001), El santuario (2002), Cántico de sangre (2003), Príncipe Lestat (2014), Príncipe Lestat y los reinos de la Atlántida (2016) y La comunidad de la sangre (2018).

Pornografía: verdadera liberación

Por fuera de la saga, pero con el mismo tema vampírico de fondo, publicó libros como Pandora (1998) y Vittorio, El Vampiro (1999). La prolífica escritora estadounidense incursionó también en una trilogía dedicada a las brujas de Mayfair con las novelas La hora de las brujas (1990), La voz del diablo (1993) y Taltos (1994). Bajo el seudónimo Anne Rampling escribió novelas románticas como Hacia el Edén (1985) y Belinda (1986). Entre las múltiples metamorfosis que orquestó como autora se sirvió del seudónimo A.N. Roquelaure para publicar cuatro novelas eróticas: El rapto de la Bella Durmiente (1983), El castigo de la Bella (1984), La liberación de la Bella (1985) y El reino de la Bella Durmiente (2015). La protagonista de esta saga, ambientada en un escenario medieval, es vendida, esclavizada, humillada y aprende “las delicias de la sumisión”, como recuerda Mariana Enriquez en una nota publicada en Radar. “En los ‘80 las feministas decían que la pornografía era opresión”, recordaba Anne. “Pero yo creía que la verdadera liberación era disfrutar de la pornografía, escribirla, apropiársela. Estas novelas eran mi manifiesto político. Y, además, empecé a escribir erotismo porque no podía encontrar algo en el género que me gustara leer”.

A fines de los años ‘90, la escritora, conocida por su declarado ateísmo, entró en crisis por una descompensación diabética que la llevó al borde de la muerte y dejó de escribir sobre vampiros y sobre erotismo para regresar a las fuentes del catolicismo de su infancia. En 2002 murió Stan Rice por el tumor cerebral maligno que le habían diagnosticado. Anne estudió la historia de la iglesia católica y la figura de Jesucristo y escribió la saga El Mesías. El niño judío (2005) y El Mesías. Camino a Caná (2008). Los fans vampíricos no podían creer la inquietante reconversión de la escritora. Parecía inadmisible o inimaginable la devoción religiosa de la reina del gótico sureño, que anticipó la posibilidad de una familia queer a fines de los '70. Su “década beata” se esfumó a partir del 2010 cuando publicó en su página de Facebook por qué abandonaba el catolicismo: “Es simplemente imposible para mí pertenecer a este grupo hostil e infame. Apoyo el matrimonio gay y el aborto. Lo intenté durante diez años. Fracasé. Soy una outsider”.

También exploró otros géneros, como novelas de ambientación histórica, de misterio o fantástico, entre las que se destacan La fiesta de todos los santos (1979), Un grito al cielo (1982), La Momia o Ramsés el maldito (1989) y El sirviente de los huesos (1996), entre otros títulos. En Violín (1997), narra la vida de Triana, una mujer inestable y atormentada por la muerte de su segundo marido, que no deja de escuchar a un violinista cerca de su casa. “¡Es tan fácil desear la muerte cuando se está sano! Es muy sencillo enamorarse de la muerte, como lo he estado yo toda mi vida, igual que he visto a sus adoradores más fieles venirse abajo en los últimos instantes, gritar porque deseaban seguir viviendo, como si los velos oscuros, los lirios, el olor de las velas y las grandiosas promesas de la tumba no significaran nada. Ya lo sabía, pero siempre deseé estar muerta. Era una forma de seguir viviendo”.


Fuente: Página 12

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