Ruth Kaufman: "Si está dentro de la literatura para niños, tenés que tratar de que les guste a los niños"
Los grises son difíciles de definir, no como ocurre con el blanco y el negro que son fáciles, asegura Ruth Kaufman en la primera parte de la entrevista realizada por Mario Méndez en La Nube, al referirse al límite que separa los textos escritos para niños, para jóvenes y para no tan jóvenes. Y toda la charla ronda alrededor de los límites, los que dividen narrativa de poesía, la identidad o pertenecía territorial que separan nacionalidades al igual que el modo de pensar la diferencia entre cosas más vastas como el mar y el océano. ¿Cuál es el límite que separa los géneros, por ejemplo?¿Qué define un libro ilustrado en contraposición a un libro “álbum”? Sobre todas estas y otras cuestiones discurre la agradable conversación que se suma a todas las que Libro de arena continúa publicando. La segunda parte de la charla que forma parte del ciclo "Encuentros con autores de literatura infantil y juvenil" que organiza el Programa Bibliotecas para armar, saldrá el próximo viernes.
Mario Méndez: Bueno,
otro lunes de encuentro. Vino Ruth Kaufman a visitarnos. Es un placer y una
alegría. Como conté el lunes pasado, aprovechamos la Feria, porque Ruth vive en
Colonia. Ya le preguntaremos algunas cosas del Uruguay también. El lunes pasado
recibimos a Laura. Pero el anterior a ese, hablamos de la obra de Laura y de la
tuya, y les leí tu biografía. De paso, como les conté el lunes pasado, hacemos
una presentación, además de la entrevista, porque este libro, Donde la ciudad termina, acaba de salir,
está en Libros para atesorar, el stand
que comparte Pequeño Editor con Iamiqué, con Del Eclipse y Calandraca.
El 708, del Pabellón Azul. Nuevo libro de Ruth, con ilustraciones de Daniel
Roldán: aquí está, entonces, Donde la
ciudad termina. Voy a aprovechar la parte seria, para leerles parte de la
biografía.
Ruth
Kaufman:
Ay no…
MM:
Saben
que es poeta y narradora. Escribió y publicó, entre otros, Mucho más que miedo a los fantasmas, que está en Sudamericana, La reina Mab, en Pequeño Editor, El ropero, en Colihue, Los rimaqué,
en Sudamericana, Nada de luz, que es
este inquietante libro de Quipu, Muy
lejos de la tierra, de Alfaguara, que, confieso, ese no lo leí, ¿Quién corre conmigo?, de Sudamericana, Bigotes, aventura de un gato sin cola,
en Cántaro, Extraña misión, en
Estrada y la colección Cuentos del globo. Su novela, Nadie les discute el trono,
ganó dos premios importantísimos. El Primer Premio Nacional de Narrativa, del
Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, y el Tercer Premio, el anteaño
pasado, de literatura Infantil y Juvenil de la Argentina, que se entrega con la
obra de los últimos cinco años. Ha trabajado mucho en editoriales…
RK: Te
agrego algo: trabajé en la primera y segunda temporadas de Paka Paka. Fue un
placer. Una de esas cosas que te ocurren…Ahí hacía guiones. Cuando nosotros
arrancamos Paka Paka era un programa, no un canal, la primera temporada hacía
yo sola los guiones. En la segunda temporada los dividimos en programas de
media hora. Había un programa que era en una biblioteca que se llamaba
Calibroscopio, como la editorial. El guión era mío... No me acuerdo quién
propuso Calibroscopio, y yo le pregunté a Walter y Judith, los editores de
Calibroscopio, si no les molestaba, y me dijeron que no, y quedó ese nombre
para el segmento. Creo que algunos de los personajes de entonces, siguen.
MM: Estaba en
Encuentro, ¿no?
RK: Claro.
Calibroscopio, A Ciencia Cierta…Teníamos dos actores que hacían todas los
segmentos pero cambiaban de personalidad. Dos grandes actores: Sol Canesa Y
Emliano Larea, que siguen siendo los actores principales de Paka Paka, aunque
ahora incorporaron más gente. En esa época ellos hacían todo.
MM:
¿Vos
tenés alguna formación cinematográfica o de guión?
RK:
No…
y después hicimos un ciclo que no sé si vieron, “Cuentos para no dormirse”, que
son unos dibujos animados, que estaban dentro de Calibroscopio. ¿los conocés?
MM:
No.
RK:
Son
maravillosos. Los dirigió Javiera Irusta y la narradora es Ana Padovani. Es un
niño que va a buscar a su abuela. Empieza a llover, él va en bicicleta, y
cuando están volviendo, se pincha una rueda de la bicicleta, se viene una
inundación y se suben a un árbol. Sucede en el Litoral. Pasan toda la noche en
el árbol, porque está inundado. Entonces, para que él no se duerma, la abuela
le cuenta cuentos. Los ilustraron trece ilustradores diferentes y Eugenia
Nobati, es quien hizo las apertura y los cierres. Son trece cuentos: leyendas
argentinas o latinoamericanas, basadas en versiones de Roldán, de Repún, de
Beatriz Ferro, María Cristina Ramos; con una animación minimalista. Cada cuento
es otro mundo. Son bellísimos. Están en YouTube. Además, en cada guión ponemos
la fuente literaria, para ir y venir de la lectura a mirar el video. Son
cortitos. Va amaneciendo a lo largo de los trece y al final los vienen a
rescatar. La apertura y el cierre son arriba del árbol. Y van pasando cosas. La
idea era hacer una edición completa sin los intermedios. Que estén con los
trece cuentos en el árbol y los vengan a rescatar.
MM:
¿Y
la narración de Ana donde está?
RK:
Es
la abuela. Y hay un niño. No me acuerdo ahora del nombre del que hace la voz
del niño. Ella cuenta el cuento. Por ejemplo, están en el árbol y el chico comenta que hace frío. Entonces la
abuela empieza a contar una historia acerca del frío que hacía antes de que se
inventara el fuego. Por momentos, vuelve al árbol. La parte del árbol es de
Eugenia Nobati y el cuento es de otro ilustrador, están muy bien animados. Es
un lujo argentino. Si los buscás en Google aparecen. Están todos subidos. Por
ejemplo, ahora que estoy por dar un curso, si los quiero mostrar, me los bajo
de Youtube. Al de Coquena y los dos hermanos le dieron un premio en Bolivia.
MM:
¿Y
ese quien lo hizo? ¿Accame? Porque viste que Accame tiene cuentos del noroeste…
RK:
Ese
guión lo armé yo, basándome en Berta Vidal de Battini.
MM:
En
la fuente. Bien. Para tener en cuenta. Bueno, como sabrás, la mayoría de
nuestros participantes de los lunes son bibliotecarios, docentes… hoy nos
acompañan dos escritoras que vinieron en el ciclo anterior, Cristina Macjus y
Flor Esses, y mucha gente a la que le gusta la literatura y que por suerte
también viene. Decíamos que hoy presentamos Donde
la ciudad termina. Y lo primero que me anoté como ayuda memoria, es, ¿se
trata de un libro álbum o de un libro ilustrado? Porque el otro día me
discutieron acerca de eso.
RK:
Un
libro ilustrado.
MM:
¿Cuál
es la diferencia, en tu caso, que trabajás mucho los dos?
RK:
Para
mí, la diferencia es que se puede leer sin mirar los dibujos. Obviamente, el
dibujo aporta, pero se sostiene sin el dibujo. El libro álbum, no. Eso para mí,
a lo mejor los especialistas dicen otra cosa.
MM:
Sí,
es una discusión no tan vieja…
RK:
Al
principio renegaba un poco de esta clasificación. Me hacía un poco de ruido.
Pero después me di cuenta de qué pocos géneros se inventan. Se inventan muchos
textos, pero pocos géneros. Que aparezca un género nuevo, es un acontecimiento
quizá más importante a que aparezca una obra. El género es un condicionamiento
y una herramienta de trabajo. Vos te sentás a escribir “poesía”. La poesía
tiene muchos años más que la escritura. ¿Cuántos géneros hay? La narración es
antiquísima. Nosotros no podemos saberlo, pero si somos contemporáneos de un
género nuevo, es un acontecimiento. Como el video clip. Una vez que se genera
un medio, se genera un lenguaje a partir de ese medio. Al ser un género nuevo,
las obras valiosas tienen que ser pocas.
La poesía tiene millones de años, y los años del libro álbum se cuentan con los
dedos. El género te hace ser de otra forma.
MM: Es
un género curioso que combina dos artes, y obliga a que en el mismo libro, aun
cuando haya escritores que dibujan o ilustradores que escriben obliga a
combinar las dos artes de tal manera que narran los dos a la vez.
RK:
En
Pequeño Editor, la editorial en la que yo participo, nacimos haciendo poesía
ilustrada, con pinta de libro álbum, yo la llamo “liebre por gato”, porque le
doy a la gente poesía, pero creen que compran prosa (risas). Ven una línea
sola, y dibujos, y no se dan cuenta de que están comprando poesía. En esa
época, hace once años, había mucho prejuicio para publicar poesía, y de esta
forma empezamos a publicar poesía ilustrada. Siendo que siempre partimos de textos
previos, de otros autores, como Roberta Ianamicco, en algunos casos me parece
que ahí se generó el libro álbum. Aunque el texto ya estaba y también se podía
leer sin la ilustración. Pero hay un encuentro que hace otra cosa. Y sobre
todo, me parece que nos pasó ahora con este, Una casa bien abierta. Yo encontré el texto en una página web
brasilera y me encantó. Es un texto hermoso. Pero realmente es otra cosa,
diferente de este libro. Ustedes dirán cuando lo vean, pero me parece que hay
algo que se agrega con la presencia de la imagen. El autor quedó muy
sorprendido cuando vio el libro ilustrado. Porque quedó como otro libro… En Donde la ciudad termina, también es otra
cosa. Pero me parece un libro ilustrado.
MM:
Tendremos
que verlo, repetime el título y los nombres del autor y el ilustrador.
RK:
Está
en la mesa que preparó Pablo acá. Se llama Una
casa bien abierta, y el autor es un poeta brasilero, Carlos Pessoa Rosa, y
la ilustradora es Claudia Legnazzi. Este libro se publicó primero en
castellano, y todavía nadie lo publicó en Brasil. Cuando lo estábamos haciendo,
la embajada de Brasil daba subsidios para la publicación de libros brasileros.
Fuimos a pedir el subsidio, y los tipos no entendían, porque nunca les había
pasado que se publicara antes una traducción que el original. Al final lo
dieron. No sé cómo se lo perdieron los brasileros. Porque es una maravilla el
texto. Acaba de salir.
MM:
¿Se
publica poesía en Brasil, más o menos?
RK:
Creo
que sí. A mí me había agarrado un metejón con Guimaraes Rosa. Había un escritor
uruguayo que había hecho una recopilación
Los Zoo, de Guimaraes Rosa,
que quedaron publicados en un libro de misceláneas. Son alucinantes. Yo los
empecé a buscar en la web y nadie los había publicado. Y se cumplieron los cien
años de Guimaraes Rosa. Por lo general esos genios no son un éxito comercial.
Guimaraes Rosa es como Borges. No soy una persona rápida. Se me fueron los
años. Al final encontré a los representantes de Guimaraes Rosa. Una agencia
alemana. Empezamos las tratativas y ahí lo sacaron los brasileros. Con
ilustraciones de Roger de Mello, que es que el que ganó este año el Andersen de
ilustración. Un ilustrador brasileño espectacular. Hicieron una mirada
surrealista… ¿no importa que no tenga que ver conmigo lo que se habla? (Risas).
MM:
No,
no, de todo un poco…
RK:
Es
una historia muy bella, porque Guimaraes Rosa era médico rural, y en una época
fue embajador de Brasil en Alemania. Y extrañaba mucho Brasil. Entonces iba al
zoológico a curarse su saudade. Era
un tipo muy rural. Y ahí fue que escribió Los
Zoo, en distintos zoológicos de Europa. Después me enteré, de que, desde
donde él pudo, salvo bastante gente de la Alemania nazi. De eso me fui
enterando después. Los textos son descripciones muy surrealistas de los animales.
Hicieron un libro desplegable con un mapa… un muy lindo libro. Pero no fue un
éxito comercial ni en Brasil. Y eso que Guimaraes Rosa es un prócer.
MM:
Recién
decías que vos vendías liebre por gato… Donde
la ciudad termina es evidentemente una narración. Pero la elección de las
líneas es de poesía. ¿Vos creés que es una poesía narrativa o es una narración
que dispusiste de esa manera?
RK:
Para
mí, es poesía.
MM:
Para
que lo vean, es una larga poesía narrativa…
RK:
Son
varios poemas que tienen un hilo narrativo. ¿A vos te parece un solo poema?
MM:
Sí,
a mí me parece una sola historia. Por eso te pregunté.
RK:
Es
una sola historia pero son varios poemas. Podés leer cada poema por separado.
MM:
Lo
voy a probar.
RK:
Lo
probamos ahora.
MM:
Dale.
RK:
Por
ejemplo este. Podemos elegir el primero…
MM:
El
que quieras. Vos sos autora y editora.
RK:
En
este texto, el personaje podría ser un varón o una nena. Porque no hay ningún
adjetivo que determine el género. Daniel Roldán, el dibujante, se imaginó una
nena. Yo me había imaginado un varón. Y dibujó un varón. Si no fuera ilustrado, cada uno podría
imaginarse el género. Una vez que está dibujado, ya está.
MM:
Yo
no sé hasta qué punto influyó que haya visto el dibujo. Sinceramente, soy de
poco mirar los dibujos. Soy más del texto. Pero en ningún momento, ni por
asomo, pensé que fuera una nena.
RK:
Él
lo leyó, lo relacionó conmigo y pensó en una nena. Hay un adjetivo que está en
masculino, pero que podría ser para el agua o para el personaje. Es el único
que define. Los demás, no. Una vez que está dibujado es imposible que alguien
se imagine una nena.:
“¿De qué color
es su río?/ El camionero me mira/ toma un trago, no dice nada./ ¿De qué color
es su río?/ Nada/ ¿No lo sabe?/ ¿Qué es
el color?, dice/ el camionero./ ¡El color es el color!/ Rojo, verde azul/
amarillo/ mis dedos detrás de las manzanas/ las remeras, el limón/ como si
fuera necesario/ ¿Crees que el color está
en las cosas? /¿O en la luz?/ ¿O está en los ojos que miran/ las cosas
tocadas/ por la luz? /¿Qué color tienen los ojos/ de tu madre? Me muerdo
una uña/ No digo nada/ Odio perder/ Pero no puedo decir gris/, ni verde, ni
marrón//. El color del río/ me dice
el camionero/ es un problema para los
ojos/ No encuentras palabras/ ni ideas con qué llamarlo/ Como gurí criado
frente al río/ siempre creí/ que todas las cosas valiosas son así/ como es el
agua/ difíciles de ver/ casi imposibles de nombrar.”
¿Se puede leer
separado…?
MM:
Sí.
RK:
¿Viste?
Asistente:
Es
como un poema suelto. O varios poemas…
RK:
Yo
vivo en Colonia. Y el río en Colonia, no tiene siempre el mismo color. Es el
Río de la Plata. Vos no podés decir de qué color es. Al final… Les voy a leer
el final, total no tiene suspenso.
Cada domingo
libre nos vamos al río/. Un día/ llevo a la playa/ una caja de témperas y un
pincel/ mezclo rosa con celeste/ verde/ con blanco, rojo y azul/ y violeta/ con
naranja y negro//. En cada papel/ queda una mancha de diferente color marrón//
Acá está/, digo/ el nombre para pescar este río//. Puede ser/ dice el
camionero/ si decir marrón es decir este
entrevero/ que no se descifra de una sola mirada/.
La verdad es que
uno está ahí y dice que el río está azul, rojo, verde, gris… Es marrón. Pero no
como la mesa. De verdad que no. Quizá un río de montaña sea más definido. Como
esto es tan grande, y además es marrón… porque si fuera transparente como un
lago de Bariloche, tendría siempre el mismo color, pero como trae ese color del
Paraná, ese marrón hace las cosas raras con todos los otros colores de las
nubes, los atardeceres, las luces…Hay días que está celeste, hay días que está
gris, hay días que está medio violeta… Entonces yo tenía muchas cosas sueltas
escritas sobre eso. Hay uno que al final no entró… Pero no lo había pensado
como libro. Un día, cuando apareció el camionero como personaje, ahí se armó.
Empecé a juntar cosas que tenía, sobre el color del río, y se armó el libro.
Hay uno que tenía con la tormenta, y con el gris, que está muy lindo, pero que
era demasiado para el camionero. Es un camionero contemplativo, pero no tanto.
MM:
Cruzaba
lo inverosímil…
RK:
Sí,
sí.
MM:
Te
iba a preguntar dos cosas acerca de este personaje: ¿Cómo surge? ¿Por qué un
camionero? Y la otra… Es evidentemente uruguayo. Habla de “tú”. ¿Se te está
mezclando el lenguaje?
RK:
Para
mí, el tipo vive en Buenos Aires, es el novio de la mamá del niño, y de joven y
en su infancia, vivió en la calle en la que vivo yo en Colonia. Y es camionero,
entonces va de un lugar a otro. Tiene una infancia más rural, que es la mitad
del texto, y está viviendo en Buenos Aires, como un millón más de uruguayos.
MM:
¿Por
qué elegiste que viva en Buenos Aires? ¿En la ciudad de Buenos Aires?
RK:
En
la ciudad de Buenos Aires. Para mí, Donde
la ciudad termina, es en Buenos Aires, viven por ejemplo, en Monte Grande.
MM:
Y
se vienen hasta Olivos…
RK:
Hasta
Costanera Sur.
MM:
Ya
tenés la geografía.
RK:
Sí,
para mí van a la Reserva de Costanera Sur.
MM:
Qué
maravilla esto que dicen, que es verdad, que el lector es el que termina de
armar el libro. El sentido se lo damos nosotros, los lectores. Porque yo me
imaginaba Montevideo, y no Buenos Aires, y en ningún momento pensé que el
camionero vivía en Buenos Aires. Vos ubicás a esta familia en Buenos Aires…
RK:
Te
digo por qué no puede estar en Montevideo. Porque Montevideo, es mar. Se los
podés discutir, pero ellos consideran que es mar.
MM:
Aunque
el agua sea dulce…
RK:
No
es tan dulce y es mar. (Risas) La diferencia está entre “mar” y “océano”. De la
Brava de Punta del Este a Brasil, es océano. Y de La Mansa de Punta del Este a
Montevideo, es mar. Nunca un montevideano va a decir “el río”.
MM:
Gardel
es uruguayo. (Risas)
RK:
Es
otra cosa. Si querés nos dedicamos a eso. Es innegable que Gardel es uruguayo.
La historia de “Gardel uruguayo” es tan contundente y tan extraordinaria que no
podés negarla. ¿Alguien la conoce acá?
MM:
Para
todos nosotros es argentino.
Asistente:
O
francés.
MM:
Es
francés como Cortázar era belga.
RK:
La
discusión es si nació en Uruguay o en Francia. Nadie dice que nació en
Argentina. Ni siquiera el argentino más gardeliano va a decir eso. La discusión
es si nació en Toulouse o nació en Tacuarembó. Es como Quiroga. Quiroga nació
en Salto.
MM:
Uh…
esa discusión…Ahí viene Pablo.
Pablo
Medina: Esta
el primer documento del año ’35. (Risas)
RK:
Quiroga
nació en Salto, pero gravitó en el campo intelectual argentino. Eso es
innegable. A sus contemporáneos uruguayos no les llegó.
MM:
Vení,
Pablo. ¿Qué dice el prólogo, aprobado por él?
PM:
Colección
Biblioteca Rodó. Yo tengo documentos porque estuve casado veinte años con una
uruguaya, y peleé veinte años con los uruguayos. (Risas). Te puedo contar, una
noche en la Feria del Libro con Villafañe, que era muy sotreta, muy pícaro, y
se estaba hablando de este mismo tema. Entonces una maestra le pregunta: “Usted
maestro, que vivió tanto, y que anduvo tanto, y que vive todavía”, y el viejo
les dijo que yo se los iba a contar. Yo tenía encima este libro, que compré en
Montevideo. Dice así: Ficha biográfica: Edición, Claudio García y Compañía Editores, Calle Sarandí 441,
Montevideo, Uruguay. Horacio Quiroga nació en la ciudad de Salto el 31 de
diciembre de 1879, siendo sus padres, Don Prudencio Quiroga, y Doña Pastora
Corteza. Su partida de nacimiento fue inscripta en el Consulado de la República
Argentina que funcionaba en dicha ciudad, por la circunstancia de ejercer su
padre el cargo de cónsul de ese país.” Podemos seguir. (Risas). Después tengo
la carta de cuando le dan el documento porque él es profesor de Literatura.
Para enseñar tenía que tener documentación argentina. Y hay una entrevista que
le hace César Tiempo poco antes del suicidio, que también la tengo. Yo lo hablé
con el hijo de César Tiempo. En esa entrevista le pregunta lo de la
nacionalidad, y Quiroga dice: “¿Cuántos argentinos notables nacieron en
Uruguay? Mi familia, mi padre, es primo de Facundo Quiroga, ¿qué más podemos
decir?”.
MM:
Bueno,
con este libro también, ya que estamos. Una de las polémicas que venimos
discutiendo acá, hace dos o tres ciclos de encuentros, es el difuso límite
entre lo infantil y lo juvenil, y ni hablar, de entre lo juvenil y lo adulto. Y
voy a leer esto, que me parece muy claro y que da pie para discutir. La
colección se llama “Incluso los Grandes” y está presentada así: “Al escribir,
dibujar, y editar, pensamos en niños. Pero si adultos y jóvenes no les temen a
esos libros y los adoptan como suyos, decimos con ellos: incluso los grandes.
Buscamos en textos para grandes, buscando los momentos que invitan a los niños.
Decimos entonces: incluso los chicos. En ese vaivén, esta colección.” ¿Cómo se
convive con este vaivén?
RK:
Es
una muy buena pregunta. Justo hoy, más temprano, me encontré con Iris Rivera,
que me presentó un libro para la editorial. Es difícil. Los grises son
difíciles. Los blancos y negros son fáciles. El estereotipo del niño, ese no.
El libro lleno de citas literarias, referencias históricas, oraciones de quince
renglones, tampoco. Aunque hay gente que dice que ni siquiera se pone
restricciones sintácticas, léxicas… Yo creo que no. Creo que en el péndulo, el
peligro que corremos ahora es el de dejar a los chicos afuera. Estamos
corriendo más ese riesgo, desde la ilustración, y desde algunos textos, que el
de tratarlos de idiotas. Hablaba de eso también con Gusti, no sé si lo conocen,
un ilustrador argentino, pero que se radicó en España muy joven, se nacionalizó
español, es el primer extranjero que ganó el Premio Nacional de Ilustración
española. Un gran ilustrador. Y él dibuja claramente para chicos. Y se enoja
con algunos ilustradores. Él dice que a
veces el texto es “de artista para artista”, y no les importan los chicos. Te
pueden decir que hay chicos a los que eso les gusta, no es fácil el límite,
claro que no. Pero me parece que, de alguna manera, tenés que intentar. Porque
cuando escribís, mucho más que intentar no podés. Si está dentro de la
literatura para niños, tenés que tratar de que les guste a los niños. Que les
llegue. No a todos, pero a algunos. Yo tengo un libro inédito que se llama Pequeño Diccionario de Onomatopeyas, del
que tenía dudas acerca de si les iba a gustar a los chicos o no. Entonces me
fui a la biblioteca con Luján a ver qué les pasaba a los chicos, y no me quedé
muy convencida. Luján está más convencida que yo. ¿Vos qué decís, Luján?
Luján:
Yo
creo que sí.
MM:
¿El
de las onomatopeyas iba por el lado del humor?
RK:
No.
MM:
¿Y
por qué te creés que no entraron? ¿Era medio difícil?
Luján:
Yo
creo que entraron.
RK:
Ella
dice que entraron.
MM:
¿No
trajiste ninguno?
RK:
Alguno
me sé de memoria. Ella quería agregar algo…
Asistente: Me
quedé con eso de por qué no entraron. Me parece que no están acostumbrados a
escuchar o a prestar atención a las onomatopeyas.
RK:
No,
esa fue la parte en la que más entraron, porque aparte, como yo soy tallerista
llenamos una cartulina de onomatopeyas propuestas por ellos, después la leímos
en voz alta… el tema de la onomatopeya era lo más directo. Lo que me ha
criticado una editora es que la onomatopeya llega más al niño pequeño, y este
libro no es para tan pequeños. Y que eso es lo raro. La onomatopeya me parece
algo bien cercano a los chicos o que les puede interesar. Está en las
historietas… es el punto donde Saussure se pone nervioso. Y eso es lo que a mí
me gusta, porque el significante no es del todo arbitrario. Tengo uno, que no
me lo voy a acordar todo de memoria, que es “Guau”. Y tengo “Guau” en alemán,
en inglés. Los perros ladran en distintos idiomas.
MM:
El
canto del gallo…
RK:
Sí,
en inglés es genial.
MM:
Sí,
yo no sé decirlo en inglés, pero es algo como Doodle Doodle Doo.
RK:
Verlo
escrito es espectacular.
MM:
Se
acordarán del Gallo Claudio, que iba cantando el Kikirikí nuestro, y cantaba du
da du da du da du. Y en realidad, en su onomatopeya en inglés, escuchan otra
cosa. Hasta ahí lo del significado y el significante es arbitrario.
RK:
Al
mismo tiempo, no es tan arbitrario. Hay un poema que está fuera del libro
porque no me salió, pero me llamó la atención, porque era una lista como de
quince onomatopeyas de animales. La idea
del poema, es que los humanos alguna vez convivimos con los animales. Y
esa convivencia, ya no está. Y es como que quedó la marca, como que tienen una
palabra cada uno en el idioma humano. Tenés onomatopeyas de caballo, vaca,
chancho, oveja, gallo, gallina, ganso… Todos los animales de la granja tienen
su onomatopeya. Pero los chicos no escuchan al pato decir “cua cua cua”. Lo ven
en el libro ilustrado. El “oink oink”… nosotros nunca escuchamos a los
animales. Pero es impresionante, que todos tienen su onomatopeya, porque alguna
vez fueron parte de la familia, se podría decir.
MM:
¿Y
te acordás de alguno?
RK:
Esperá
que lo repaso… Se llama “Chin Chin”. “Así es la alegría/ tan bonita como frágil/
tan dulce como inesperada/ tan chin chin/ como crash crash.”
MM:
Está
muy bueno. ¿Y los chicos se rieron?
RK:
¡Ese
es triste!
Asistente:
Tenés
que ver la edad, tiene que ser chicos un poquito grandes…
RK:
Sí,
cuarto o quinto.
Asistente:
Tienen
que ser un tantito grandes como para entender qué es “chin chin”, y qué es
“crash crash”…
RK:
Sí,
es algo filosófico. Es como la alegría, que es algo tan frágil, tan inesperado.
A mí me pasó con los Rimaqué, que ahí
sí veo que hay un buen vínculo con los chicos, porque aunque no son
adivinanzas, que ellos tengan ese reto de adivinar… porque viste que en los Rimaqué, la respuesta a la pregunta no
está en el poema, pero vos tenés que adivinar quién habla. Entonces, se los
podés leer diez veces, porque como ellos quieren adivinar, lo pueden escuchar
muchas veces, que es lo que uno hace cuando lee poesía. En cambio, un poema
común, no sé si lo podés leer a un chico cinco o seis veces. Se aburren. Con
los Rimaqué, te piden que se los leas
de nuevo mientras no lo adivinan. Y en esa relectura, ellos también escuchan el
poema. El de la adivinanza, para mí, es un camino buenísimo. Es un desafío y es
acción. Decís el primer verso y tiran cualquier bolazo, pero después empiezan a
escuchar y a agarrarse de las palabras que les sirven para adivinar. A veces se
arman discusiones sobre la pregunta, porque es otra cosa que la adivinanza. Ese
sí es un género que uno diría que es para niños, y también para adultos. A mí
me encantan. Y las adivinanzas no nacieron para niños, y son más viejas que la
escritura. Son un juego. Hay adivinanzas eróticas.
MM:
¿Te
sabés algunas?
RK:
No.
(Risas). Pero para la próxima me las aprendo.
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