Judith Wilhelm: “Aspiramos a que nuestros libros abran puertas, muchas, diferentes”
Mario Méndez: Bueno, empezamos la entrevista con Judith, con quien somos amigos hace muchos años. Mejor no decimos cuántos. Y de muchos lugares.
Judith Wilhelm: De las Ferias del Libro, cuando estabas primero en las escuelas.
MM: A la primera Feria a la que me invitaron como autor de El Quirquincho, con un solo libro, el que me llevó fue Walter Binder, tu socio y marido, que en ese entonces creo que no era ninguna de las dos cosas aún. Así que de esto hace más de veinticinco años. Después estudiamos juntos, compartimos aulas en la Facultad de Filosofía y Letras, me has editado, me has llevado en varios viajes. Estuvimos con el queridísimo Quién soy y ahora me toca entrevistarte, y no es la primera vez. Así que es una alegría renovada. Calibroscopio, como todos los niños, empezó siendo muy chiquitita. Primero fueron feriantes, después fueron librería, después editorial, y ahora son las tres cosas, muy reconocidas. Como editorial, como librería especializada, y también como distribuidora. Las editoriales pequeñas que entrevistamos antes los han mencionado mucho. Todas son del interior, y casi todas se referencian con Calibroscopio. Bambalí, o Ruedamares, por ejemplo, hablando del trabajo de distribución.
JW: Me gusta eso, me parece muy importante. Una cosa es hacer los libros y otra ayudar a que lleguen, a que circulen. Me parece que esa tarea está un poco desvalorizada a veces, o no tiene el glamour del editor. A los editores nos invitan a dar charlas, y los distribuidores y libreros son los que ponen el cuerpo, hacen que el libro circule, llegue, que esté en la calle. Yo ahora estoy en la librería, pero no soy librera de tiempo completo. Pero sí tengo un muy buen equipo, que pone el cuerpo con el libro y hace que llegue al barrio, a la calle. Me parece muy importante lo de la librería, como espacio físico. Más allá de que uno pueda tener también su puertita digital para comprar o vender. Me parece que es muy importante la circulación pública del libro, y hay ciertos agentes que la facilitan, como los libreros, los distribuidores y en la mediación los docentes y los bibliotecarios. Ni hablar. Es un trabajo muy loable y que a veces se olvida un poco.
MM: Tal cual. Acá en el chat Ana menciona a Los Ríos, que es una editorial cordobesa, que trabaja con ustedes. El lunes pasado Paula Fernández, de Ojoreja, decía lo que decís vos sobre la importantísima figura del librero. Y como es fundamental ir a hablar con ellos. Ustedes están en todos los espacios posibles: como editores, como libreros, como distribuidores y como feriantes en las escuelas, que para el mundo de la LIJ es importantísimo. Muchos hemos lamentado que La Regadera no exista más, por ejemplo. Que tenía años y no soportó la pandemia. Para los autores era importantísimo. La visita, el contacto… y para las pequeñas editoriales el lugar de llegada que a veces no tenemos.
JW: Sí, además es algo muy fuerte y muy intenso lo que se da en las Ferias del Libro escolares, porque si bien estamos dentro de un marco escolar, institucional, la Feria funciona un poco por fuera de la currícula y de la cuestión académica. Entonces, se ve una reacción muy espontánea y directa de los pibes y las pibas con los libros. Muchos chicos se dan cuenta en esos espacios, de que sí les gustan los libros, pero a lo mejor no les gustan las novelas o los libros de cuentos, pero que les gustan los cómics, los libros informativos o los de deportes, o los de colmos… Hay una posibilidad de contacto muy intensa, muy directa y muy diversa en las Ferias del Libro escolares, con los chicos. Si bien estamos en la escuela, no estamos en el aula. Hay menos mediación, es un contacto distinto. Quizás a la librería los chicos vienen con los papás, o a la Feria del Libro. Pero ahí hay una cosa como más directa. Como nosotros íbamos a las escuelas y año a año volvíamos más o menos para la misma fecha, los chicos nos esperaban y se acordaban del libro del año anterior, o querían completar una colección o pedían un autor. En algunos casos eran pibes que no iban tanto a librerías, o no iban nada, y tenían esa posibilidad de encontrar los libros en las Ferias. Porque, además, cuando nosotros empezamos, hace tantos años, no teníamos el escenario actual de la LIJ, la literatura y los libros infantiles ganando espacio. Hoy por hoy, las librerías o porque se dan cuenta del valor que tienen o de que es un nicho comercial muy fuerte, destinan un espacio muy importante a los libros para chicos. En algunas quizá saben más, en otras menos, pero en general tienen un espacio importante. Estarás de acuerdo, Mario, en que nos dan más bola que hace unos años. Nos toman como más en serio. Cuando nosotros empezamos con las Ferias era un espacio bastante marginal el de la literatura infantil y los libros para chicos. Es un espacio conquistado importante, realmente.
MM: Yo creo que el espacio se está ganando en todos los lugares; en el comercial, como vos decís, porque se dieron cuenta de que la LIJ vende, y los libreros quieren vender libros. Aún aquellos de las grandes librerías, en las que el trabajo es más impersonal, arman sus espacios infantiles porque conviene. Y además, nos estamos ganando (y esa podría ser una buena línea para charlar), como campo, un espacio de más respeto, en los medios y en la academia. De a poquito. Estamos en algunas universidades. Hay cátedras no oficiales, carreras, como en la Universidad de Rosario, espacios de investigación como en la Universidad de Mar del Plata… Empezamos a dejar de ser la Cenicienta. Era lógico que lo fuéramos, por nuestro origen, pero ya era momento de que nos tuvieran un poquito más en cuenta, y es bastante. En la prensa aparecemos dos por tres en las entrevistas. No solo por el libro álbum, también el libro de ciencia, la historieta. Me acuerdo de cuando Marcelo Danza trabajaba en El libro de arena la pelea por el tema de la historieta. Era una doble Cenicienta: por historieta y por estar en un espacio de libros para niños. ¿Cómo influyó Calibroscopio en este crecimiento, Judith?
JW: Nosotros estamos en casi todos los espacios. La verdad es que eso se fue dando de a poco y de manera muy espontánea. Para nosotros era ir por buenos libros Y si eso implicaba traer libros del exterior del país o del interior, empezábamos a hacerlo. Y eso de a poco devino en distribución. No es que de entrada dijimos que íbamos a ser distribuidores, porque realmente escapaba a lo que sentíamos que podíamos hacer en ese momento. Uno a veces se va haciendo ante la necesidad y las ganas de hacer cosas, de buscar nuevos horizontes. No sé cómo influyó Calibro…
MM: Con el libro álbum, ustedes y tres o cuatro editoriales más fueron pioneras. Tuvieron una influencia importantísima.
JW: Sí, bueno, empezamos en forma espontánea y como jugando, y mirando y deseando algunas cosas, algunos libros, algunos autores. Nosotros empezamos como feriantes en 1997, junto a mi compañero Walter Binder, y continuamos hasta hoy así. Cuando hacíamos las Ferias del Libro, trabajábamos con algunos libros que venían de afuera, que eran medio como tesoros ocultos, difíciles de conseguir. Algunos de España, especialmente de Editorial Juventud, y sobre todo, libros de México, de los del FCE. Estoy hablando del año ’97, un millón de años atrás. Estábamos alucinados con esos libros. ¿Viste cuando abrís las cajas de los libros (les debe pasar a los bibliotecarios cuando llegan las del Plan de Lectura), y decís ¡guau! La verdad es que sentíamos que se nos partía la cabeza. Me acuerdo la primera vez que abrí el libro Zoom. Fue una revelación. Cuántas cosas pueden decirse con ese libro, y sin ninguna palabra. Cuántas lecturas pueden hacerse… Y es un libro que todavía sigo mostrando, y recomendando. Cuando me piden libros sobre ESI, muchas veces digo que están estos, temáticos, que hablan específicamente del género; pero que si querés hablar de ESI con los pibes, lo mejor es mirar libros que te partan la cabeza y que te permitan múltiples miradas, y que le permitan al lector las múltiples posibilidades de lectura y abordar desde ahí. Estas cosas nos partían la cabeza y empezamos a soñar con hacerlo. Había muy poco acá en la Argentina. Como siempre suele pasar en cuestiones editoriales, somos muchos pensando lo mismo al mismo tiempo, y somos varios saliendo con lo mismo al mismo tiempo. Mientras nosotros estábamos pensando en esto, salían también Del Eclipse y Pequeño Editor. Proyectos con los que compartimos, convivimos, y con los que siempre tuvimos la mejor relación. Es una pena que Ediciones Del Eclipse haya terminado; éramos muy compañeros de ruta. Esos dos fueron también los que empezaron, al mismo tiempo que nosotros. Empezamos a pensar libros que acá no se hacían. Muchas veces nos decían que estábamos locos, o nos preguntaban para quién era ese libro. Siempre digo que tuvimos la suerte de empezar a pensarlo y hacerlo sin tener la necesidad de vivir de eso. Nosotros trabajamos muy fuerte con las Ferias del Libro, poníamos muchísimo el cuerpo ahí, podíamos vivir de eso. Sí se nos complicaba, por supuesto, el tema del verano, porque no teníamos escuelas, pero nos iba más o menos bien. Íbamos a cuanta Feria apareciera por el camino. Entonces el tema de la editorial lo fuimos armando sin poner la cabeza en esa cuestión de la necesidad económica, el retorno, el hacer demasiados números… un poco inconscientemente. Muy guiados por el deseo y por las ganas de hacer algo diferente.
Después de un tiempo empezamos a tomarlo de otra manera, y a hacer algunos números más para los libros. Por suerte, más o menos nos viene resultando. Siempre cuento una anécdota que a lo mejor alguno la escuchó. Justo acá tengo el libro, La decisión de Teodoro, de Irene Singer, que fue uno de los primeros nuestros como álbumes, salió junto con Uno y otro, también un libro muy emblemático. La decisión de Teodoro, que acá lo tengo en rústica, originalmente era un libro de tapa dura. Y esto que se ve acá, era la guarda. Y siempre me acuerdo de Mariana Vera, (que era una editora muy querida, de Sudamericana, de hace muchos años, que lamentablemente falleció muy joven, inesperadamente este año), en una Feria, cuando nosotros empezamos a editar, se acercó, “A ver estos libros nuevos que me contaron que están sacando”, y abrió éste y vio la guarda acá, y la tocó y dijo: “¡Es una guarda verdadera, con otro papel y todo!”. Porque las guardas muchas veces son del mismo papel. Es lo que recubre los libros de tapa dura, y es un papel especial… Yo me quedé pensando que eso debía ser una inconsciencia total, para que Mariana Vera pusiera esa cara. Con ese espíritu hacíamos las cosas. Uno y otro fue un libro emblemático, para nosotros y para María Wernicke, que a partir de este libro empezó una carrera totalmente diferente a la que venía haciendo. Nos pasó con ella y después volvió a pasarnos con otro ilustrador, que cuando la convocamos fue por cosas que habíamos visto en la web, pero que ponía como al costadito de otras cosas. Muchos ilustradores mostraban, a lo mejor, lo que les venían pidiendo, lo que solían hacer para textos escolares, para manuales, o para libros de ediciones más escolares, donde a lo mejor no ponían tanto de lo personal.
De repente tenían su espacio como de otras cosas, y ahí nosotros descubríamos un mundo. Con María pasó eso. La llamamos por teléfono, en ese momento estaba la página del Foro de Ilustradores, que se estaba iniciando y funcionaba muy fuerte. Y vimos que tenía proyectos de escritura también, de libro integral. La llamamos y nos pateó la entrevista como para quince días después. Pensé que estaría muy ocupada. Después nos contó que estaba muerta de miedo. En ese interín tan largo, vi cosas que estaban en la web y cosas de María en ediciones comerciales, y pensé que nos habíamos equivocado. Y no, no nos habíamos equivocado. Cuando vino a la entrevista trajo una carpeta de este tamaño, llena de cosas increíbles que nunca le había mostrado a nadie. Nunca lo había mostrado a ningún editor, porque suponía que no era lo que se buscaba. Ahí empezamos un largo camino junto a María, que ya tiene varios libros, varios premios y un lenguaje. Como varios de nuestros autores, pero en el caso de María fue como muy reconocida. Fue muy claro el eco del antes y el después, de poder empezar a soltar todo eso que ella sí tenía, con lo que venía trabajando, y creía que no era lo que los editores o los lectores querían.
MM: Eso puede ser tranquilamente parte de la respuesta a la primera, amplia pregunta. El aporte al crecimiento del campo. Que autores como María que tenían oculto su lado más artístico, si querés, puedan sacar esos trabajos, ganar montones de premios (hace poquito un segundo premio nacional, varios Destacados de ALIJA), tremenda artista y vino con miedo, les pateó una entrevista porque el mercado pedía otra cosa de su pluma. Ese es un enorme aporte. Acá en el chat alguien comenta que un libro como El alumno nuevo, es bárbaro para hablar de ESI; aunque seguro no fue el objetivo primordial de los autores. ¿Qué es El alumno nuevo? No lo conozco…
JW: El alumno nuevo salió el año pasado, fue un libro que nos trajo muchas satisfacciones. Como a mí me gusta hacer los libros bien a fuego lento, fueron dos años para hacer el libro, pero probablemente doce desde empezar a pensarlo. Es un cuento de Pablo De Santis, que leí hace muchísimos años, creo que en una revista del Banco Credicoop, y pensé “¡guau, qué buen cuento!”. De esos cuentos que a veces salen en las revistas. Y nada más, quedó ahí. En ese momento creo que estábamos empezando con la editorial, hacíamos solo álbum. Este es un cuento hecho y derecho, no es un libro álbum, más allá de que el ilustrador aporta algunas cuestiones de álbum, pero no lo es estrictamente. Como diez años después volví a pensar en ese cuento, me pregunté dónde estaría, lo buscamos con Walter, y cuando lo googleo sale primero en un episodio de Paka Paka, contado por Ana Padovani. Lo vuelvo a escuchar y era como nos acordábamos. Un cuentazo. Y descubro que estaba publicado recientemente por Loqueleo, en el libro Trasnoche, de Pablo De Santis, que reúne varios cuentos. Ahí empezó una ardua tarea de perseguir a Pablo De Santis y preguntarle. Nos decía que ya estaba editado, que buscáramos otra cosa. Yo le decía que tenía que ser ese cuento porque lo venía pensando desde hacía diez años. Finalmente conseguimos los permisos, Pablo nos hizo, con muy buena voluntad, el nexo con los editores de Loqueleo, con el agente y todo, para tener el permiso de publicarlo en formato ilustrado. Porque no tenía nada que ver, no se pisaba. Al revés. Para mí creo que eso potencia muchísimo la edición del otro libro. Empezamos a trabajarlo y ese trabajo duró como dos años, con Cristian Turdera que es un ilustrador maravilloso y que fue el indicado sin saberlo al principio. El libro tiene mucho de “un Pinocho moderno”. Tiene algo de Pinocho, de inteligencia artificial, de todas esas cuestiones, pero lo que sí sucede ahí, y muy fuerte, es que hay es una búsqueda de un aprendizaje diferente, que no lleva necesariamente a la perfección. Un aprendizaje donde se va perfeccionando algo que no es el conocimiento perfecto.
Sebastián Vargas: Es muy bueno el trabajo que hizo Cristian, porque por un lado es una historia de ciencia ficción, futurista, pero en la ilustración hay mucho de vintage, de rescatar cosas de los ’50, los ’70, ese tipo de cosas.
JW: Absolutamente. Cristian es un apasionado; al principio no nos dimos cuenta del todo, pero él es un apasionado de la ciencia ficción, de los juguetes antiguos, de todo ese mundo que está ahí plasmado. El padre de ese alumno nuevo y perfecto, tiene una casa de aeromodelismo y se ocupa de hacer esas maquetas. Es muy impresionante, todo el libro está lleno de detalles, es un laburo increíble el de Cristian, y el cuento es un cuentazo. Nos dio mucha alegría. El año pasado ganó el White Ravens, un premio muy importante que da la biblioteca de Münich, en Alemania. Ganó también el premio de Cuatrogatos, en Estados Unidos y el ALIJA por cuento ilustrado. Y nos encanta. Ese es el mayor premio.
MM: Qué lindo encontrar la pareja de escritor e ilustrador que se lleven así de bien.
JW: Sí. Retomando lo que decía Sebastián al principio, me encanta esa lectura. Hablábamos de los libros de ESI como un ejemplo de tantas cosas, o los libros “de emociones”. Cómo se pueden pensar y dar esos cruces en libros que, no necesariamente, hablan de ciertos temas. Cómo podemos encontrar un montón de cuestiones para dar, ver y analizar, en libros que no necesariamente hablen de eso. Eso es lo que tienen los buenos libros y a lo que aspiramos, a la posibilidad de múltiples lecturas, de distintos abordajes y de la polisemia, para decirlo con un término más académico, pero es eso lo que uno quiere. Que los libros abran puertas, y muchas, y diferentes. Y de esas puertas sobre a las que a nosotros por ahí ni se nos ocurre pensar como editores y a los autores como autores. No hay mayor satisfacción para uno que cuando te dicen que tu libro fue leído de una manera o fue aprovechado para pensar cierta cuestión, o para sentir cierta cuestión, cuando nosotros no estábamos pensando en eso. Es el mejor premio.
MM: Hablando de premios, más allá de las devoluciones de docentes como mediadores de lectura, ustedes obtuvieron muchos premios. El “Oscar” es ese que me mostrarte de Konex, varios Destacados, por lo menos un Gran Destacado, al libro ilustrado, y el White Ravens… ¿qué es lo que importa de estos premios? ¿Qué es lo que sienten ustedes que les suma?
JW: Primero, es un mimo, es un reconocimiento, es una satisfacción, muy grande. Les da cierta visibilidad a los libros que está buena, porque hace que perduren un poco más de tiempo en la jungla esa de “los demasiados libros”. En esa superpoblación general de libros que tenemos, no solo infantiles. Hay tanto libro que a veces dejamos pasar cosas que no deberíamos dejar pasar. O pasan medio desapercibidos, o pasan muy rápido, o no terminan de durar en los estantes de las librerías. O de las bibliotecas escolares; libros que es una pena que no duren un poco más. A veces los premios les dan eso. Una segunda oportunidad, una segunda vida, porque a lo mejor se premia un libro que salió publicado uno o dos años atrás. Y eso le da la posibilidad de verlo circular de nuevo. Cierta visibilidad con la prensa… Nosotros nunca fuimos muy buenos con eso. Hay gente que provecha mucho más lo de mandar las gacetillas, pero la visibilidad es buena, y muchas veces permite que entren en algunos programas de lectura, que se traduzcan… hay algunos editores afuera buscando “los libros premiados”. Está bueno, también es la tarea fácil la de buscar el libro premiado, pero pasa. El alumno nuevo todavía no se tradujo, pero sí tuvimos algunas consultas. Porque apenas sale el White Ravens hay algunos editores que preguntan, que consultan… O algún agente. Y es una satisfacción muy grande, porque es mucho trabajo y mucho tiempo. La verdad es que el reconocimiento es un mimo. No siempre sucede. Hay libros excelentes… Y no hablo solo de libros propios, sino de otros libros que pasaron por mis manos o por mis ojos, y que yo suponía que iban a tener grandes reconocimientos y a veces no pasa. Por eso digo que no es lo único, que no hay que basarse solo en eso para elegir o para buscar un libro; hay que ejercitar bien el criterio propio. Incluso siempre digo que la prensa y todo eso está buenísimo, pero muchas veces hay notas que salen como muy apuradas. Hay periodistas que son muy serios y que hacen muy bien su laburo, pero me acuerdo que hace muchos años, el primer gran desencanto que tuve con eso, fue en una Feria del Libro, en la que pasó una periodista y me dijo (parece que le caí simpática): “Mandame todo lo que tengas que lo recomiendo mañana”. Y ni siquiera había leído los libros. Por eso digo que hay que ejercitar el criterio propio. Pero los premios ayudan mucho, y sobre todo si son de instituciones tan prestigiosas. El Banco del Libro de Venezuela, también. Es un orgullo estar ahí, con algunos colegas editores o autores tan admirados.
MM: Ustedes trabajaban con Ekaré también, en los primeros libros…
MM: No quiero dejar de lado las preguntas que aparecen en el chat. Debby, cuando hablabas de los proyectos acotados, preguntó cuántos libros publican por año. ¿Hay más o menos una cantidad preestablecida?
JW: Sí, más o menos seis, pero no siempre. Algunos años fue un poco más (libros propios, digo, de Calibroscopio), En general el trabajo es fuerte para publicar los libros para la época de la Feria, que es lo que hacemos casi todas las editoriales, quemar las naves ahí. Y después, más a mirad de año, o hacia fines, tenemos alguna otra tanda. Los que me conocen saben que soy un poco desordenada, así que muchas veces el plan de publicaciones va variando, según los libros estén o no estén, según las ganas, o la aparición de determinadas situaciones. No tenemos una cosa muy rígida, de calendario, ni mucho menos.
MM: Esa “flexibilidad” ha funcionado, así que nada que decir al respecto. Laura Gutman pregunta si Ekaré de España y Chile edita o editaba kamishibai, y pregunta si a ustedes se les ha ocurrido editarlo.
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