Paula Fernández: “Solemos convocar a los autores con una idea previa de libro. En base a ese concepto buscamos la pareja autoral”
Mario Méndez: Buenas tardes. Paula, decías que está por ingresar tu socia en la reunión. Va la primera pregunta. Yo pensé que Ojoreja era unipersonal. No lo es. Entonces, ¿cómo nace y cómo es la composición de Ojoreja?
Paula Fernández: Ojoreja nació como un proyecto unipersonal, pero siempre fui amiga de trabajar en equipo. En mi vida laboral anterior, como diseñadora, trabajé en equipo muchos años, además soy docente. La conocí a mi actual socia Daniela cuando distribuía los libros, ella era librera. En el momento que pude darle escala a la editorial para poder sumar a alguien, se lo propuse y se incorporó. Eso nos permitió ya hace cuatro o cinco años desdoblar el tema edición y ventas. Daniela se encarga de las ventas y yo puedo hacer foco en la edición.
MM: Eso me va a dar para hacer varias preguntas, porque uno de los nudos gordianos del trabajo de las pequeñas editoriales independientes suele ser, justamente, la venta y la distribución. Así que vamos a hablar sobre eso, entre la lógica editorial y la lógica financiera, o comercial. Me decías que hace cuatro o cinco años se incorporó Daniela, pero ¿Ojoreja cuántos lleva existiendo? ¿Cuándo se fundó?
PF: Ojoreja lleva más de diez años. Empezamos con un libro, dos, tres, hasta que realmente pudimos tener un fondo sólido. Al principio fue lento, porque las librerías cuando tenés pocos títulos no te toman, en ese punto nos ayudó trabajar con un distribuidor.
MM: Me sorprende. O no estaba en “Quiénes somos” o yo no lo investigué suficientemente bien, porque pensé que tenían por lo menos el doble de ese tiempo. Pensé que tenían como veinte años. Te he visto en la Feria del Libro en stands importantes, tienen una colección de premios, de Cuatrogatos, varios Destacados, del Banco del Libro, del Fondo Nacional de las Artes, y me decís que hace menos de diez años que están…
PF: Poco más de diez años. Al empezar con uno o dos libros, no te considerás inmediatamente una editorial, estás explorando tu catálogo. En nuestro caso, con cinco o seis títulos empezamos a tener una proyección de nuestra identidad.
MM: Se entiende perfecto, ese es el momento en el que se constituyeron. Me decías que sos docente. ¿De Diseño de Imagen, de Diseño Gráfico?
PF: Yo soy diseñadora gráfica, estudié en la FADU. Allí, fui docente de la cátedra de Historia del Diseño, con Méndez Mosquera. Di unos años y tuve que interrumpir la docencia por un tiempo porque en ese momento tenía un estudio de diseño que me demandaba mucho tiempo. Retomé las clases unos años después. Es una materia que me encanta, es la que elegí para profundizar y preparar la tesis, y en la que me pude seguir desarrollando como docente. En lo que respecta a la edición, me permite ahondar en las estéticas de movimientos artísticos, vanguardias, completa la visión en cuanto a lo estético de la propuesta editorial. Me resulta muy complementario con el trabajo de edición.
MM: Hay una lógica en eso, porque si hay algo que caracteriza a Ojoreja, es la edición muy cuidada, en relación, fundamentalmente, al libro ilustrado. Según vi en la colección para bebés y primeros lectores, y también tienen para lectores más grandes, pero siempre con libro ilustrado. Es toda una búsqueda, y muy lograda, por los premios que han obtenido. En la decisión, en la búsqueda de los ilustradores, ¿cómo trabajás? ¿Lo consultás? ¿Lo trabajás con el autor de los textos? ¿Buscás autores integrales? ¿Cuál es tu criterio de búsqueda?
PF: Yo siempre digo que primero tengo que “ver” el libro, para mí es muy importante visualizarlo, entonces, la búsqueda de los autores es fundamental. El ilustrador tiene peso, obviamente, pero siempre articulado como pareja autoral. En cuanto a la búsqueda, depende mucho de cada proyecto. En general como editorial somos de trabajar ideas previo a convocar a los autores, es usual llamarlos con una propuesta de concepto. En base a ese concepto buscamos la pareja autoral o a un autor integral. Cada caso es un universo de búsqueda distinto, por ejemplo, ya que está presente Juan Lima, autor de Letras sueltas, te cuento que surgió una idea, y automáticamente se nos vino Juan a la cabeza, como poeta. Como compañero de dupla pensamos en Max Cachimba, no solamente por las condiciones de Max respecto de poder ilustrar el poema de Juan, sino porque sabíamos que se conocían y que trabajarían muy bien juntos.
Cada proyecto es distinto, de acuerdo al concepto que se plantea, y en general, pensamos que pueden ser uno, dos o tres ilustradores que podrían resolverlo. A veces nos encontramos con libros que nos presentan una solución más acotada. Nos pasó, por ejemplo, con el último libro de David Wapner, que por el tipo de poema nos imaginábamos a Isol ilustrándolo. Cruzamos los dedos para que realmente le gustase el proyecto y se sumase. Queríamos que fuese una ilustración de mucho carácter, que no fuese lineal con el texto, que contara una historia por arriba de la historia, ¡y resultó!
Por otro lado, trabajamos muchos libros de divulgación. Y para esos libros buscamos otro tipo de ilustración, la idea ahí es darle una perspectiva estética a un tema científico.
En cada proyecto son totalmente distintas las razones por las que convocas a uno u otro autor, tanto en el texto como en la ilustración.
MM: Varias cosas, muy interesantes. Respecto de la ilustración como una historia sobre la historia. Eso, un poco define al libro álbum. Son capas de significación. Y lo de darle una perspectiva estética a la divulgación es muy interesante, ¿A qué público llega esa divulgación ilustrada?
MM: Pudú es el ciervito chiquito, ¿no?
PF: Sí, es muy pequeño, se deja ver muy de vez en cuando porque es muy tímido. De hecho, lo tenemos ilustrado como logo de la colección, es el ciervo más chico del mundo. Qué bueno que lo conozcas, muchos de estos animales no son conocidos.
MM: Esto no tiene que ver con tu entrevista, pero como es una charla, yo nací como escritor leyendo un libro que se llamaba Vida animal, que eran cuatro tomos que mi viejo me compraba por fascículos en el quiosco. Y eran historias, la verdad es que no era muy científico, pero contaban historias, así que de animales sé un montón. Lo que me acuerdo de chiquito, de animales raros, de animales prehistóricos, me encantaba. Es más, quería ser veterinario. Después cambié, pero me encantaba, así que conozco al pudú y a unos cuantos más.
MM: ¿Y cómo fue el trabajo de edición, con este paleontólogo serio y de papers importantes? ¿Fue fluido?
PF: Fue alucinante. Primero, porque es una persona absolutamente encantadora. Dio una charla en la Feria del Libro, y la tiene clarísima con la oratoria, todos fascinados: las chicas, los chicos, los grandes… Creo que él se nutrió de esa cuestión que tiene para poder contar. Además, lo fascinante es que no es un teórico, él se sube a la camioneta y se va a descubrir dinosaurios por el país, es increíble. Estás hablando con alguien que hasta la semana anterior estaba haciendo una excavación y encontrando una nueva especie. En Argentina, tenemos una enorme riqueza paleontológica. Al ser (sobre todo la Patagonia) una fuente tan grande de hallazgos, nuestros paleontólogos tienen peso a nivel mundial.
PF: Cuando conocés a esos personajes te pasa lo mismo. Te enamorás de la profesión. En la esquina del Museo de Ciencias Naturales hay otro edificio, que es donde reconstruyen los esqueletos. Cuando se hace un hallazgo paleontológico no están todos los huesos, entonces tienen que ir completando a escala los faltantes. Este edificio es un taller paleontológico donde se reconstruyen los hallazgos, un lugar muy curioso.
MM: Los mamíferos prehistóricos, los dinosaurios, los animales, todo esto es súper atractivo para los chicos. ¿Pero las plantas y las flores? Tengo el prejuicio de que no tanto. ¿Cómo es el enganche con los lectores?
PF: Con las plantas y las flores nos propusimos contar algún secreto de cada una, tratar de buscar “perlas”, para lograr ese enganche. También trabajamos mucho el tema de los polinizadores; que es un tema muy atractivo, lo hicimos con una propuesta gráfica diseñada por Laura Varsky. Hay diferentes entradas al libro, textos, ilustraciones, gráficos, fue muy complejo plantearlo. En cuanto a la información, a las “perlas” por ejemplo, con la yavia contamos que crece en Yavi, en ningún otro lugar del mundo, Yavi es un pueblo muy al norte y le da su nombre. Se la considera en peligro de extinción, porque fue su presencia fue muy reducida por los traficantes de cactus. En esas líneas podés hablar de un montón de cosas: que las plantas se trafican, que hay plantas que crecen en un único lugar del mundo y por los íconos vas a encontrar su polinizador… así trabajamos con cada planta, cada flor. Contando un secreto.
En libros como éste, no pensamos qué cosas les interesan a los chicos y a las chicas, es al revés. Nos interesan las flores y las plantas, y nos interesa que les interese. Entonces hacemos la propuesta. Como hablábamos al principio, también consideramos que es un libro transversal, no necesariamente pensado para las infancias, lo pensamos ampliamente. Hay una movida fuerte, que tiene que ver con la cuestión ecológica y con el cuidado de las especies, una conciencia de las muchísimas ventajas que hay en cultivar plantas nativas. Vos colaborás con los ecosistemas locales, hacés que muchos bichos o pájaros sigan viviendo, y esto los chicos también lo están viendo.
MM: Cuando empecé el ciclo teníamos unos cuantos chicos y chicas que estudian Edición. Creo que porque en ese momento estaba en la cursada y quedaban bien conmigo. Pero yo les hablo bastante de Bourdieu, que dice que las editoriales pueden ser cercanas al polo económico o al polo cultural. Y que las del polo económico van por la demanda previa. En cambio, las del polo cultural apuestan a construir demanda. Es lo que ustedes hacen. No buscan el interés previo, sino “que los chicos se interesen por”, la yavia, por ejemplo. De esto sí que no sé nada. Del pudú te podría hablar, pero de la yavia, no. ¿Y de qué otras plantas exóticas nos podés contar un poco?
PF: Acá en el libro hay un montón. Hay una flor en la Antártida, una planta endémica: el clavel antártico. Increíble que tengamos una planta ahí. Vive largo tiempo debajo del hielo, les leo: “El clavel antártico es amigo del frío. Vive en la península antártica, donde soporta condiciones extremas. Solo dos plantas con flor pueden crecer en ese territorio en el que el frío es intenso, la insolación, alta, y el agua en estado líquido escasea, ya que está casi toda congelada. Puede pasar meses bajo la nieve”.
Otra cosa muy curiosa es el amancay: “…la luz ultravioleta es absorbida por sus pétalos, formando patrones visuales llamados “guías de néctar”. Estas guías, invisibles para los humanos, son reconocidas por el abejorro anaranjado, y gracias a ellas encuentra su alimento”. O sea que funciona como una especie de pista de aterrizaje, la misma flor es una pista de aterrizaje para el abejorro.
Otras son alimento de animales. Y es muy importante, porque si desaparece esa planta desaparece el animal. Es como tomar conciencia de lo que podemos llegar a conocer, a cuidar, a plantar. Hay mucha gente que está empezando a plantar en la vereda, en el cuadrado de tierra que hay alrededor del árbol. Esta movida que hay con las nativas, la percibimos por lo bienvenido que fue el libro en las librerías, como algo necesario. Cuando los libreros lo agradecen, te das cuenta de que ese libro hacía falta.
MM: Qué bueno. A mí ya me creaste interés. No hubiera pensado en esto, pero realmente está buenísimo. Hablabas de los libreros agradeciendo este tipo de libros. ¿Cómo trabajan la distribución? ¿Están en las cadenas? ¿Van librería por librería? ¿Tienen una distribución propia? ¿Cómo hacen?
PF: Nosotros tenemos distribución propia, vamos librería por librería, tenemos relación con los libreros (Daniela fue veinte años librera, así que imagínate). En la pandemia eso se pausó mucho y se abrieron otros canales de comunicación. Tenemos también distribuidores para las librerías del interior. Se consolidan pedidos porque el envío es caro; es muy costosa la logística. Ahí tenés que ser un malabarista: “nos conviene este envío para acá, porque está a mitad de camino de este otro; y este otro librero lo viene a buscar…” Es toda una movida que se organiza súper bien. Es fundamental tener el contacto con el librero. Buenos Aires tiene récord de teatros y librerías, y así como está el librero que se arma su librería de barrio, tenés la sala de teatro que se arma con quince sillas. Es un mapa hidrográfico de la cultura, tenés esos ríos que se van afinando y ahí siempre está presente el libro. También estamos en las cadenas. Lo que no estimulamos mucho es la venta online, la tenemos como alternativa, pero no es algo que promocionamos. Apostamos a las librerías.
MM: Bien, y los libreros, agradecidos con eso, con que no los puenteen. Se quejan bastante de eso.
PF: Es que las librerías son fundamentales. Si hay menos librerías hay menos oferta de libros. La relación entre el lector y el librero es fundamental. El librero es alguien formado, es quien te va a recomendar el libro… Es un personaje vital en el ecosistema de la literatura.
MM: Pregunta Ana si van a estar en la FED.
MM: Qué bueno. Acá empieza a discurrir el diálogo por los márgenes, en el chat. Paula, que es de Pigüé, comenta que le encantan las librerías, que coincide con vos, pero que la venta online, en lugares donde no hay librerías, apenas si hay librerías comerciales, ayuda mucho. Esa es una realidad.
PF: Totalmente, sí. De hecho, muchas veces nos escriben preguntándonos si estamos en tal o cual ciudad. Lo primero que hacemos es averiguar si estamos, si tenemos una librería. Y si no la tenemos, ahí está la opción de la venta online. Pero es verdad, hay lugares en los que, por ahí la librería que está no tiene mucho infantil, o no nos tiene a nosotros. En ese caso la venta online es una solución.
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