90 años del nacimiento de Sylvia Plath

Hoy se cumplen 90 años del nacimiento de la poeta estadounidense Sylvia Plath. Escribió sus primeros poemas a los 8 años.  Tuvo una vida atravesada por crisis depresivas recurrentes, de las que da testimonio el diario que escribió desde los años cuarenta hasta el fin de su vida. Estuvo casada con el poeta inglés, Ted Hughes. Los seminarios de Robert Lowell a los que asistió en Boston, influyeron fuertemente en su obra. En su novela La campana de cristal, también aparecen los episodios depresivos que sufrió toda su vida. Plath se suicidó en febrero de 1963. Ted Hughes, su viudo, fue el albacea literario de su obra. Fue la primera poeta en ser galardonada con el premio Pulitzer de manera póstuma, por la publicación de su Poesía Completa en 1982. Recordamos a Sylvia Plath con algunos de sus poemas.




Fiebre: 39,5°


¿Pura? ¿Qué significa eso?
Las lenguas del infierno
Son torpes, torpes como las triples

Lenguas del torpe y obeso Cancerbero
Que jadea en la entrada. Incapaz
De eliminar de un lengüetazo

La crisis febril, el pecado, el pecado.
La yesca clama.
¡El olor indeleble

De una vela que se apaga!
Amor, amor, el humo a baja altura ondula
A mi alrededor como las bufandas de Isadora y temo

Que una de ellas se enganche y ancle la rueda.
Esos taciturnos humos amarillos
Crean su propia atmósfera. No se elevan,

Se arrastran en torno del globo
Sofocando a los ancianos y a los mansos,
Al débil

Bebé de invernadero en su cuna,
A la lúgubre orquídea
Que cuelga en el aire su jardín colgante,

Demoníaco leopardo,
La calefacción la tornó blanca
y la mató en una hora.

Untando los cuerpos de los adúlteros
Con la ceniza de Hiroshima y consumiéndolos.
El pecado. El pecado.

Querido mío, toda la noche
Estuve fluctuando, encendiéndome, apagándome.
Las sábanas llegan a pesar como el beso de un libertino.

Tres días. Tres noches.
Agua con limón, agua
De pollo, el agua me da arcadas.

Soy demasiado pura para ti y para cualquiera.
Tu cuerpo
Me lastima como el mundo a Dios. Soy un fanal ---

Mi cabeza una luna
De papel japonés, mi piel de oro batido
Infinitamente delicada y valiosa.

¿No te asombra mi calor? ¿Y mi luz?
Soy una camelia enorme
Resplandeciente, encendiéndome y apagándome.

Creo que me estoy elevando,
Creo que puedo ascender ---
Los abalorios de metal caliente vuelan, y yo, mi amor, yo

Soy una virgen
De acetileno puro
Acompañada por rosas,

Besos, querubines,
O lo que signifiquen esas cosas rosadas.
No por ti, por él.

No por él, no por él
(mis egos se disuelven, viejas enaguas de puta)
En mi camino al Paraíso.


Mística

El aire es un molino de garfios -
Preguntas sin respuesta,
Centelleantes y ebrias como moscas
Cuyo beso insoportable punza
Los fétidos vientres de aire negro bajo los pinos de verano.

Recuerdo
El olor muerto del sol en las cabañas de madera,
La rigidez de las velas, los extensos sudarios de sal.
Y una vez que uno ha visto a Dios, ¿qué remedio hay?
Y una vez que uno ha sido atrapado

Sin que sea descuidada parte alguna,
Ni un dedo de las manos, ni uno de los pies y que uno ha sido usado,
Enteramente usado, en las conflagraciones del sol, esas manchas
Que se alargan desde antiguas catedrales,
¿Qué remedio hay?

¿La pildora de la comunión?
¿Caminar junto a aguas inmóviles? ¿La memoria?
¿O recoger los fragmentos brillantes de Cristo
En las caras de los roedores,
Esos come-flores mansos

Cuyos anhelos son tan poco elevados que están cómodos -
La jorobada en su pequeña y limpia casa
Bajo los rayos de las clemátides?
¿No hay gran amor? ¿Sólo hay ternura?
¿Recuerda el mar

A quien caminó sobre él?
Las moléculas rezuman sentido.
Las chimeneas de la ciudad respiran, transpiran las ventanas,
Los niños brincan en sus cunas,
El sol florece, es un geranio.

Aún no se ha detenido el corazón.

En Tulipanes y otros poemas, traducción de María Julia de Ruschi Crespo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988


Metáforas

Soy un acertijo de nueve sílabas,

un elefante, una casa grande y pesada,

un melón paseándose con dos zarcillos.

¡Oh, fruto rojo, marfil, hermosos maderos!

Esta hogaza que crece con su levadura.

Moneda recién acuñada en esta voluminosa cartera.

Soy un medio, una etapa, una vaca preñada.

He comido una bolsa de manzanas verdes,

a bordo del tren del que no se desciende.




Oveja en la niebla


Las colinas saltan hacia la blancura.

Gente o estrellas

me observan con tristeza, las decepciono.


El tren deja un trazo de aliento.

Oh lento

caballo del color de la herrumbre,


Pezuñas, dolorosas campanas —

toda la mañana la

mañana ha estado ennegreciéndose,


Una flor dejada de lado.

Mis huesos se serenan, los lejanos

campos ablandan mi corazón.


Amenazan

con dejarme pasar a un cielo

sin estrellas ni padre, un agua oscura.




Niño


Tus ojos claros son lo único absolutamente maravilloso.

Quiero llenarlos de color y patos,

el zoo de los nuevos


sobre cuyos nombres meditas:

campanilla blanca de abril, pipa india,

pequeño


tallo sin arrugas,

estanque en el que las imágenes

deberían ser imponentes y clásicas


no esta forma de retorcerse las manos

con inquietud, este oscuro

techo sin una sola estrella.


En Poetas norteamericanos en dos siglos- Volumen ll, Traducción de Jonio González, Ediciones en Danza. 2020


Tulipanes y otros poemas
Sylvia Plath. traducción de María Julia de Ruschi Crespo
Centro Editor de América Latina, 1988.
Poetas norteamericanos en dos siglos- Volumen ll Traducción de Jonio González
Ediciones en Danza, 2020.

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