La lengua del poeta

Los poetas hablan la lengua para hacerla estallar y reinventarla. La lengua de todos es única en su voz. Hacen excepción de lo común. En su relación epistolar con quien fuera su última pareja, el escritor chileno Pablo Neruda escribe a Matilde Urrutia sobre su pasión por ella, convierte con sus palabras su común pasión en excepción. Libro de arena comparte los comentarios de lectores sobre sus textos. En esta ocasión publica un comentario sobre una selección de esas cartas, inéditas hasta 2010.



Por  Viviana Lorenzo*


La poesía ha sabido acompañarme en muchas oportunidades de mi vida en que me sentí sola e incluso desolada. Y ahora que se cumple un aniversario de la muerte de un poeta como Neruda del que tanto hablan los medios y al que tanto dedican homenajes por todas partes me viene a la memoria el recuerdo de unas noches de verano insoportable de ese que hace en Buenos Aires. Seguramente acudí a los libros para esperar el sueño o para ayudar a que el sopor terminara de vencerme y finalmente poder dormir. Poesías de Neruda ya había tenido ocasión de leer mil veces antes ¿Quién no ha leído en horas de desvelo “Veinte poemas de amor y Una canción desesperada”? Pero esa vez me acuerdo de haber leído algo que no sé si en realidad ya había leído o era nuevo, supongo que mi estado de ánimo guiaba mi percepción, lo creí nuevo, nunca leído. Fue el poema que le dedicara a su última amante y esposa, Matilde, su compañera final, con quien mantuvo una prolongada relación en la clandestinidad previamente, el poema es “Final”.


Final


Matilde, años o días
dormidos, afiebrados,
aquí o allá,
clavando
rompiendo el espinazo,
sangrando sangre verdadera,
despertando tal vez
o perdido, dormido:
camas clínicas, ventanas extranjeras,
vestidos blancos de las sigilosas,
la torpeza en los pies.

Luego estos viajes
y el mío mar de nuevo:
tu cabeza en la cabecera,

tus manos voladoras
en la luz, en mi luz,
sobre mi tierra.

Fue tan bello vivir
cuando vivías!

El mundo es más azul y más terrestre
de noche, cuando duermo
enorme, adentro de tus breves manos.


Después de leerlo algo quedó grabado en mí, una sensación de esperanza que parecen dejar los amores, algo curioso si se piensa detenidamente porque los amores pasados ¿qué podrían abrir en el futuro? Sin embargo, es como si prometieran un destino mejor para el que ha amado, quizás la posibilidad de recordar los buenos tiempos vividos, de ser mejor por haber amado. Por estas horas en que se lo recuerda al poeta infiel a su esposa aunque fiel a su sentimiento por Matilde leo cartas de amor inéditas en que se dirige a Matilde como cualquiera que no fuera poeta podría dirigirse a su amada ¿Qué hay en esos escritos sino una pasión común y corriente? ¿Encontramos en la vida del poeta acaso un parecido con la de cualquier otra persona, nos encontramos ahí a nosotros mismos pero hablados por el poeta? Puede ser, pero, ¿no es un poco verdad también que sentirse amado es percibir la ausencia de “amanecer sin tus pies” tanto como dormir “enorme, adentro de tus breves manos”? Quién mejor que un poeta para grabar esas imágenes en palabras y dejarlas como legado para todos los demás.




"Amor mío. La hora se acerca"

26 octubre de 1951

Adorada, no sabes qué furia tuve cuando el mismo día que llegamos te llamo y no contestas. Era tarde y me desaté contra ti con tales cosas que D. se ofendió. Le dije, estoy cansado de traiciones, esta es la verdadera M. que se ha paseado con su amiguito por la Costa Azul y que nos olvida. He pasado desesperado estos dos días, nervioso y colérico, tanto que hablé a Ivette para que fuera a París y averiguara todo. Piensa tú que alegría, hoy sé que habías llegado. En todo caso te has descuidado. Ya tendrás a esta hora cuanto te he mandado, escribe que has comprado algo chino para que no causes sorpresa, en cuanto a las cartas contesta cada una por su vía. No dejes de hacerlo sobre tus amigos de viaje. Quiero saberlo todo, y lo averiguaré en todo caso.
Amor mío, la hora se acerca. Está todo arreglado como convinimos. El lunes salimos a Viena, estaré de vuelta el 6 o 7 y luego nuestro plan. He creído mejor llamarte, no vaya a pasar lo mismo, te llamaré el 10 o después en la mañana. No salgas. Tenemos mucho que hablar y he tomado algunas decisiones que te gustarán. Porqué duermes arriba? No tienes para carbón? Ya te dí para Ines una orden, debes hacer lo que te pido, no quiero que tengas ninguna molestia, que te falte nada. Arregla bien los detalles para tu viaje, piensa que vas a decir en tu carta a D. etc. Yo pienso en tí día y noche, noche y día, amor mío, dulce mía, y no sé si te quiero pero te quiero.
Eres mía y te beso


“Sabrás cuánto puedes herirme”


Viena 31 de octubre 

Mati mía?:
Solo anteayer te escribía con mis grandes decisiones, defenderemos nuestro amor toda la vida. Ayer en el tren debí conversar largamente con José sobre la tía que no me quiere y así examinamos de donde sabe ella ciertas cosas y nos pusimos a recorrer mis amistades y las tuyas. Así -sin que lo esperara- supe lo que me ocultabas, las largas horas que casi diariamente has pasado allí y con quiénes, y muchos mas detalles.
Matilde, fue todo esto un nuevo puñal, pero hay en tus cartas algo que me hace no tomar ninguna decisión apresurada, tu me dices que hasta hoy fuiste avara de tus cosas, pero que todo me lo contarás.
Esto me ha reanimado. Si con toda tu verdad, aún lo que no se puede ni pensaste decir vienes a nuestro encuentro, yo sacaré toda la fuerza necesaria, y es posible que pueda vencer, y conservarte. (A esto vino a juntarse rumores venidos de Suiza de tu viaje con tus amigos mexicanos) Querida, si supieras como he escrito con tu pensamiento fijo y como, ocultándolo, te he buscado tiernos, tiernos regalos que te llevo, sabrás cuanto puedes herirme, pero solo con la mentira o sin la verdad. Todo esto, con gran esfuerzo lo hablaremos. El proyecto de reunirnos no encuentra ningún obstáculo, por el contrario, va mejor cada dia. Y nosotros? Sería, creo, a mas tardar el 10. Un beso, pero en la frente de quien quiere, de veras, defender tu amor


“Todo mi cuerpo está saturado de tí. Eres parte de mí”

1952

Hoy es el sábado 28 y he amanecido sin tus pies. Fue así. Me desperté y toqué al fin de la cama una cosa durita que resultó ser la almohada, pero después de muchas ilusiones mías. El hijo de nuestra tía se portó indiferente, me esperaba un auto (del impresor) y marché raudo. Tu hijo será gordo y maravilloso, tendrá 180 páginas. Y tendrá dibujitos en la frente y trasero. Bueno, parece que mi tía no quiere que vuelva a Italia y debes preparar tu viaje, pero con calma, como cuando comemos. Hasta ahora es así. No sé si en el día se cambiarán las cosas. Esta mañana me llevaron a un sitio con una tina blanca, no comprendí al principio, pero me metí, con miedo de disolverme. Había una gran toalla, qué pérdida de trapo, en S. Angelo se hubiera cortado en 12 y hubiera servido hasta junio 1953. Cuando me levanté y abrí a la camarera vi que me faltaba una parte de pyjama que según me dicen se llama pantalón.
Patoja mía estoy contento, soy como un soldado con su retaguardia segura. No me importa el fuego. No sé si estoy aun con mar o agua de Patoja, todo mi cuerpo está saturado de tí. Eres parte de mí, como la pirinola de su cane, sólo que tengo pirinolas tuyas hasta en el alma. Recién me llaman, esta tarde te escribiré de nuevo, acumularé todo el día besos para todo tu cuerpo que es interminable para mí, aunque la vida me la pasaré besándolo no lo terminaré de besar.
Desperté a las 6 ½ a las 8 estaba vestido, son las 9 salgo a los tickets.
Hay algo más importante que tu y que yo, somos tu y yo. Juntos somos lo que la pobre gente no alcanza jamás, el cielo en la tierra. Te aprieto a mi corazón, amor mío, con cuerpo, alma y amor.

Tuyo
Tu capitán 



*Viviana Lorenzo tiene 41 años, vive en Buenos Aires, en el barrio de Caballito y recuerda que su pasión por la lectura la adquirió en sus años escolares, por el incentivo que ejercieron sus maestras del Normal N° 4, de quienes no se olvida.


Comentarios

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

“Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, por Ricardo Piglia

“Cordero asado”, un cuentazo de Roald Dahl