"El mensajero" en la Biblioteca Sede Social Soldati

¿Existe una forma mejor de festejar el proyecto de un nuevo espacio de lectura que leyendo? ¿Y qué mejor que leer un texto de un autor de literatura infantil que habla precisamente de los libros, la lectura y su lugar en la imaginación? La inauguración de la Biblioteca de la Sede Social de Soldati se llevó a cabo el jueves 7 de agosto, en Av. Roca 5252 y se celebró con la actividad de narración oral desarrollada por Gabriela Halpern a partir del cuento "El mensajero", de Ricardo Mariño, que aparece más abajo. La biblioteca se ofrece como un ameno espacio de lectura que espera realizar múltiples tareas de promoción de la lectura. Paola Karina Briasco Tula, referente de la biblioteca  cuenta a Libro de arena cómo se desarrollan los encuentros y actividades:

"Llegan l@s chic@s, exploran los libros, los consultan, les preparo el espacio con colchonetas y suelo sentarme con ellos y si alguno lo desea, les leo algún cuento.  En general, se enganchan los que están alrededor y tienden a escuchar el que se está leyendo.  Luego me piden el que tenían en mano.  Para realizar préstamos, les explico que deben ir con un mayor que se haga responsable del mismo.  Desde el día de la inauguración, ya se mostraron varias madres, interesadas en llevarse libros para leerles a los chicos.  Los que se llevaron en préstamo han respondido con responsabilidad, devolviendo en las fechas pautadas. La bibliografía con la que contamos incluye textos de cuentos infantiles, adolescentes, adultos.  Tenemos desde cuentos, novelas románticas, de misterio, policiales, textos escolares (manuales), enciclopedias, libros escolares de inglés.  La idea es promover la lectura en niños, jóvenes y adultos."


"El mensajero", de Ricardo Mariño

Era un joven mensajero del rey llamado Teobaldo, que para hacer su trabajo cruzaba ríos y montañas y sorteaba toda clase de peligros. Pero no era persona sino personaje. Era el personaje del primero de los cuentos de un libro que en total tenía cinco relatos. El libro estaba en la biblioteca de una escuela y era uno de los preferidos de los alumnos. Sin embargo, los chicos lloraban en el último cuento porque trataba sobre una princesa que estaba encerrada en una cueva. Un ogro maligno la había encerrado allí. Al final la chica comenzaba a llorar y sus lágrimas inundaban a todo el reino: el Ogro, ella y todo el mundo morían ahogados.
Como los chicos de la escuela solían leer en voz alta, Teobaldo prestaba atención a ese cuento. Así llegó a enamorarse de la princesa y un día decidió hacer una expedición para salvar a la princesa.Teobaldo caminó páginas y páginas. Atravesó un cuento sobre un incendio, otro de laboriosos animalitos que hablaban y otro, muy tonto, sobre hadas. Al fin llegó al cuento de la princesa.En la entrada de la cueva donde un Ogro mantenía cautiva a la princesa había un espantoso dragón. El dragón lanzó sobre él sus potentes llamas para convertirlo en un chicharrón derretido pero Teobaldo usó un matafuegos que había tomado en el cuento del incendio. El dragón, sin fuego, era más inofensivo que una gallina. En el fondo de la caverna estaba el Ogro. Teobaldo sacó de su bolsillo las cien abejas de las que se había hecho amigo en el cuento de los animalitos y ellas se encargaron de correrlo al Ogro durante veinte páginas.
A continuación, Teobaldo desató a la princesa un segundo antes de que comenzara a llorar e inundara el reino. Con la varita mágica que le había prestado una de las hadas tontas hizo aparecer un carruaje y en él escaparon los dos, se casaron y fueron felices.
Desde entonces el último cuento tuvo final feliz y para Teobaldo el trabajo fue doble, si los chicos estaban por leer el primer cuento corría para participar de mensajero; si en cambio se les daba por leer el último, corría para hacer de héroe que salvaba a la princesa. Y los chicos que leían rápido hasta llegaban a verlo en los demás cuentos, mientras tomaba el matafuegos, hablaba con las abejas o le pedía la varita a las hadas tontas.


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