Cecilia Pisos: “Se dice que Rodari es pura fantasía… fantasía, sí, pero mezclada con una cantidad de temas sociales que nunca habían entrado a la literatura infantil”

En el mes en que homenajeamos a Gianni Rodari recibimos en el espacio de entrevistas abiertas del Laboratorio de Análisis y Producción de LIJ a una amiga de la casa. Cecilia Pisos, especialista –aunque ella no se cree tanto- y sobre todo gran lectora y admiradora de Rodari, Cecilia era la indicada para una charla acerca de uno de los escritores más importantes de la literatura para niños del siglo XX. 


Mario Méndez: Bueno, es un placer, un orgullo y una alegría estar con Cecilia Pisos acá, invitada virtual de La Nube, que ya ha sido entrevistada de manera “real” un par de veces. Vamos a hablar de ella y de su obra, desde luego, pero también (y éste fue el motivo de la entrevista), de Gianni Rodari, en el mes del centenario del gran escritor italiano, del que Cecilia sabe muchísimo. Estuvo dando charlas, seminarios, creo que ha preparado algunos textos sobre él, ahora nos va a contar. Es un lujo que nos damos. Bienvenida, Cecilia. 

Cecilia Pisos, como saben, es una escritora muy prolífica. Yo debo tener como cuarenta libros tuyos en mi biblioteca así que supongo que tenés unos cuantos más. Está publicada por todas las editoriales importantes de la Argentina y en muchas de Latinoamérica. Premiada poeta, novelista, cuentista, docente y editora. Según entiendo empezaste tus primeros pasos como editora. 


Cecilia Pisos: Sí, en Aique. Con Cecilia Repetti. Las dos empezábamos, las dos muy jovencitas.


MM: La primera pregunta que me gustaría hacerte, ya que hablamos de tu obra como escritora y divulgadora, y vamos a celebrar a Gianni Rodari, es ¿cómo influyó Rodari en tu obra, si es que vos ves que hay influencia?


CP: Bueno, yo conocí a Rodari en la década del noventa. Mi edición de la Gramática de la fantasía es esta, desvencijada, viejita. Un día me enteré de que había una "gramática de la fantasía", y como Aique estaba cerca de Parque Centenario, corrí una tarde muy entusiasmada hasta Colihue, que la había editado, y allí la compré.  Por supuesto que a Rodari no lo conocí en la facultad, porque en la época en la que estudié no se encontraba la LIJ de cuerpo presente en el ámbito académico. La primera literatura infantil  con la que tuve contacto fue la que empecé a conocer en Aique y al mismo tiempo, la que leía con mis dos hijos chiquitos, por la misma época. Entre los libros de esos años tan lindos, uno de los de cabecera era Cuentos por teléfono. Así que la Gramática de la fantasía y los Cuentos por teléfono, los dos, fueron mis libros de iniciación en la lectura de Rodari. Y luego, hace unos pocos años me puse a leer otras cosas de Rodari, que no son literarias, sino escritos de pedagogía. Ahí fue que me "hizo clic" su figura de escritor para niños. Y empecé a mirar con mucho más interés el conjunto completo de su obra porque me identifiqué mucho con esta figura de escritor para niños. Les recomiendo muy mucho este libro, Escuela de fantasía, que creo que se consigue en Argentina. Este libro compila muchos escritos destinados a adultos, padres, maestros y mediadores, no digamos que teóricos, porque él no trabajó nunca la teoría; no era académico. Él trabajó la divulgación porque era periodista, y su campo de interés era la infancia. Porque él quería llegar con su creación a los chicos, y con su metodología o con su forma de encarar la literatura, a los maestros. Nunca se puso en un lugar erudito, siempre estuvo en un lugar de mediador, de facilitador. A mí, esa es una de las cosas que más me impactan de Rodari. Y que no reniega de ser un escritor para niños. Con Mario, compartimos eso de que con la literatura para niños nuestro estatus nunca es del todo claro. Siempre parece que nos estamos preparando para "la literatura con mayúscula",  siempre nos preguntan cuándo vamos a empezar a escribir para grandes. Hay muchos autores que tienen como un prurito con esto de la literatura infantil. Rodari llegó a la literatura infantil a partir de un mandato partidario, si se quiere, porque él fue un periodista que participó en muchos órganos del Partido Comunista, al que estaba afiliado. Y en uno de esos periódicos le encomiendan una columna para niños. Es decir que llegó como llegamos casi todos a la literatura infantil. Se entra por la puertita del costado, se espía, y después, nos enamoramos y nos quedamos. Yo llegué después de ser investigadora y editora, no era mi decisión inicial. Hay cosas que se van dando por el camino, como este año, en que, con la pandemia, hubo mucha participación en los talleres de la escuela de escritura Entrepalabras, y decidimos repetir el curso-cumpleaños de Rodari, que estaba planificado solo una vez.  Así que les agradezco también esta oportunidad de festejarlo, porque se aguaron muchos festejos que se iban a hacer en Italia. Del mismo modo en que "se aguó" (se los cuento como una nota de color), la muerte de Rodari. Cuando Rodari muere, el 14 de abril de 1980, al día siguiente muere Sartre. Entonces, todos los periódicos italianos que estaban listos para salir con la noticia sobre Rodari, salieron, en cambio, con Sartre en primera plana. A pesar de que Rodari era italiano, tuvo un peso mayor la otra personalidad, por esto que estamos hablando de escribir para adultos. A mí, además de su fantasía infinita y su método para trabajar con los chicos, lo que me impacta es que él tiene ideas que nosotros todavía estamos discutiendo y debatiendo. Y las tiene hace cuarenta años y más. Y una de las cosas es esa ética, ese “estar al servicio de los chicos”. Él dice que los adultos somos como escaleras, para que los chicos suban por nosotros. A mí, esa imagen me parece bellísima. Les voy a leer un cachito que me marqué. Él dice que nosotros tenemos que reformular siempre nuestras ideas sobre los chicos y sobre la educación, porque los chicos de ahora no son como éramos nosotros, y tenemos que estar constantemente acompañando. Dice lo siguiente: “Padres y maestros solo son útiles si están dispuestos a renovarse de manera constante, a adaptarse al crecimiento del niño, a poner en tela de juicio su propio bagaje cultural y técnico, su propia idea del mundo. Puede parecer entonces que no existen referentes fijos, que estamos ante una escalera que solo sube, sin posibilidad de bajar ni descansillos donde tomar aliento. Pero sinceramente, eso es la vida, un trabajo del que no podemos jubilarnos más que con la muerte". Estas lecturas de Rodari me enamoraron todavía más de su obra. Un poco larga la respuesta, pero bueno…



MM: No, una maravilla. Porque es una respuesta que abre un montón de puertas posibles. “Respuestas para jugar”, por Cecilia Pisos. La primera es esta idea de que padres y maestros tenemos que adaptarnos a los niños. Eso, como concepto me parece brillante y jugado. Poner a los niños por delante…


CP: Sí. Yo leí hoy el comentario de Sergio Frugoni, y me pareció muy acertada la mención que hace de los educadores argentinos que se relacionan un poco con este espíritu rodariano, a su vez, vinculado con la pedagogía de Freinet. Nombraba a Cosettini, a Luis Iglesias, a Mirta Colángelo. Y sí, es esa idea. El niño en el centro. Escuchar al niño. Hay un artículo muy lindo en la Gramática de la Fantasía que muchos de ustedes seguramente leyeron, en el que dice que cuando uno juega con un niño tiene que ponerse a su disposición. Hacer lo que él dice y seguir sus propias reglas. Esta cuestión del niño en el centro él la estaba diciendo en los años sesenta, que fue el momento en el que empezó a tener una voz y una llegada importante. Los cincuenta fueron como preparatorios de su carrera. Y a partir de los sesenta y más, de los setenta, empezó a tener una voz que fue muy combatida por ciertos sectores conservadores de la educación. Les voy a dar una primera clave de lectura. Este es un libro que ustedes pueden conseguir, y que es Cuentos escritos a máquina. En éste libro hay un montón de críticas que él va dejando caer, a la institución educativa, sobre todo a la burocracia de la educación. Hay, por ejemplo, un cuento muy gracioso, sobre un profesor que manda a hacer un resumen sobre un libro clásico de la literatura italiana, Los novios, de Manzoni. Y todo el mundo se las ve en figurillas para cumplir. Entonces, le entregan los trabajos y el profesor recibe una notita anónima en la que dice que la mejor alumna, se lo copió de alguna parte. Entonces, contrata un investigador privado, para que lo rastree. Ese investigador descubre que la chica tiene un cuadernito secreto de donde lo copió, y va recorriendo toda Italia, investigando de dónde salió ese cuaderno, porque una pista lo lleva a otra: parece ser que uno se copió el resumen de otro, y otro de otro, y de otro… Finalmente llega hasta los familiares del autor y a través de una médium, al espíritu del secretario de Manzoni. Y este le confirma que el autor, preocupado por esta cuestión tan ardua de los resúmenes, lo había hecho él mismo para su sobrino, y le había pedido que hiciera doce copias. Y el sobrino los había esparcido entre sus amigos, como en esas cadenas en que te dicen que le pases el mensaje a x personas más, sin cortar la comunicación para recibir después una  x cantidad de mensajes...  Finalmente, al mismo tiempo que el investigador descubre esto, el profesor desiste de su pesquisa policial porque Garibaldi se le aparece en un sueño y lo hace recapacitar sobre el tiempo y el esfuerzo que le llevó a Manzoni escribir la novela, como para que él les pida a los chicos la tarea imposible de que la resuman en tan pocos renglones… Llega a la conclusión de que es algo infructuoso. Como este cuento, crítico, de alguna manera, de ciertas prácticas docentes,  hay montones, especialmente en Cuentos escritos a máquina. Vayan recorriendo esos cuentos y van a encontrar perlitas que él va dejando por ahí.


MM: ¡Muy bueno! Decías de este ninguneo de la literatura para niños, que a veces se da entre colegas, con editores, con periodistas… El otro día abrió FILBA… me pareció muy interesante que Amalia Sanz comentara que había una unión entre la literatura para adultos y la literatura para niños. Por lo que venimos bregando hace rato. Me pregunto cómo ves la cuestión en los terciarios,  ya que acá tenemos varias profesoras y varias futuras maestras. Si creés que todavía hay un déficit, el de no hablar de literatura para niños a futuras maestras que van a tener que ser mediadoras con los alumnos.


CP: Por lo que yo he visitado, por la experiencia que tengo, creo que es algo muy variable. Que es algo muy dependiente del profesor que está a cargo, que es un mediador entre la literatura infantil y los futuros maestros. Si ese mediador tiene un interés y una formación por supuesto que va a transmitirlo, pero es variable. En muchos lugares me ha pasado, poniendo el ejemplo de Rodari, que al nombrar la Gramática... los alumnos de profesorados sabían a quién me refería; en cambio, en otros lugares, no. No sé cómo son los programas, pero existe, al menos parcialmente, ese déficit que vos decís, Mario. Y también, siguiendo con el caso de Rodari, que puede ser emblemático de otros, está la falta de estudios (literarios) críticos sobre su producción. Por ejemplo, cuando Rodari se murió, en ese momento hicieron algunas ediciones de los libros que quedaban sin editar. Su último libro, El juego de las cuatro esquinas, se lo había entregado hacía muy poquito al editor. Porque no estaba previsto que muriera de la operación que le hicieron, pero hubo una complicación, y fue una muerte inesperada la de Rodari. Y en los noventa, para conmemorar el décimo aniversario, hubo una serie de artículos críticos bastante interesantes. Pero, hasta ahora, bastante silencio en el medio. A mí me quedó un concepto de un crítico italiano, que dijo que Rodari tuvo un succeso assasinno. Es decir, que tuvo un "éxito asesino", porque su popularidad con los niños, "asesinó", anuló su posibilidad de ser visto como escritor, de ser analizado en la actualidad de su literatura, a la par que otros autores italianos contemporáneos. Esto yo lo venía pensando también con respecto a su Gramática..., porque me da la sensación de que su "uso pedagógico", como recetario, a la hora de escribir con los chicos, tapa el resto de la obra de Rodari. Justamente, en los cursos que di este año, quise deconstruir esa lectura más simplificada. Quise poner frente a frente la Gramática… con la obra concreta. Con sus libros de cuentos básicamente, ya que con los de poemas hay una dificultad adicional con la traducción porque es poesía de formas fijas.  Y entonces, en los cursos, intentamos ver si realmente, lo que dice en la Gramática… Rodari lo hace o lo hizo en su obra. Y después, estudiar otros rasgos de estilo que son pertinentes a él como escritor, más allá de que sea escritor para niños o para adultos. Eso está un poco pendiente, es un escritor muy complejo. Si uno tiene la idea de que Rodari es el de Cuentos por teléfono, tiene que empezar a leer un poco más. En el artículo de la enciclopedia italiana Treccani dedicado a Rodari, dice que se trata de un autor “engañosamente simple”. Rodari está lleno de alusiones. Otro desafío lector. Tomen la Gramática… y con un resaltador subrayen todos los libros de literatura, de filosofía, de pedagogía, generales…  Todo lo que él menciona en la Gramática… y van a ver cuál es la biblioteca que él tiene en la cabeza. Que es mucho más que “Brif, bruf, braf”. Es un desafío muy interesante, ahí uno empieza a tirar líneas de lectura desde Rodari. Yo, por ejemplo, lo que estoy haciendo ahora, es releer Calvino. Porque Ítalo Calvino tiene montones de puntos de cruce con Rodari. Y tuvo mayor suerte crítica, porque su público era mayoritariamente adulto, aunque los jóvenes se apropiaron de las novelas de su trilogía de los antepasados. De esa misma época, hay una novela similar de Rodari, con un personaje protagonista muy parecido a los de las de Calvino, Érase dos veces el barón Lamberto, que es, entre nosotros, muy poco conocida. 


MM: Eran muy amigos, ¿verdad?


CP: No sé si eran tan amigos, no llego a descubrirlo todavía. Pero coincidieron en muchos lugares. Los dos pertenecieron al Partido Comunista, los dos estuvieron en el círculo de intelectuales de la editorial Einaudi, los dos participaron del movimiento de renovación de la canción italiana, junto con Umberto Eco, que andaba dando vueltas por ahí. A Eco lo menciona Rodari en la Gramática… a Calvino también, y le regala un argumento. Ustedes van a ver en el capítulo “El prefijo arbitrario”, en el que, a partir de la composición de nuevas palabras mediante el uso "y abuso" de prefijos, crea distintos instrumentos y realidades. Y ahí le regala la idea de un "semi-fantasma" a Calvino. Ustedes recuerdan que Calvino tenía El vizconde demediado, El barón rampante, y El caballero inexistente. Y él le regala la idea del semi-fantasma. 


MM: Quiero comentar que en este momento tenemos más de noventa asistentes. Hemos roto todas las barreras de nuestro rating


CP: Me alegro muchísimo por Rodari. La verdad, se lo merece. 


MM: Y ahora le doy paso a la pregunta que hizo Emanuel, que me parece muy pertinente, ya que hablamos de otros autores. Él pregunta por la relación entre María Elena Walsh, nuestra referente de la literatura infantil y juvenil en los sesenta, básicamente, y Rodari. Vos has hablado mucho de los limericks, y del nonsense, así que contanos un poco.


CP: Es una pregunta súper pertinente. De hecho, yo tenía anotado referirme a María Elena Walsh, para que ustedes tuvieran una idea de cómo era la figura de autor de Rodari en Italia. Y era muy parecida a la de María Elena Walsh. Es la misma época, y además, los dos transitan por distintos medios de comunicación masiva. No se vinculan con su lectorado a través de los libros solamente. María Elena Walsh era “mi” autora. Y mi papá me la llevó a ver al teatro, a La Botica del Ángel. Yo tenía sus discos, leía sus libros… Rodari también participa de esa incipiente industria cultural dirigida a los niños. Por ejemplo, los Cuentos para jugar, son parte de un programa radiofónico de la RAI, donde él interactuaba en vivo con los niños a los que les proponía los finales. Y les proponía debatir sobre esos finales. Ese es otro libro que ustedes pueden leer; es realmente muy lindo. Y en el artículo “Cuentos para jugar”, de la Gramática… él dice sobre esta experiencia una cosa muy interesante. Dice que planteaba a los chicos esos finales abiertos como "problemas fantásticos" para resolver. Problemas que tenían componentes, dilemas éticos y de estructura narrativa, al mismo tiempo. Por esa época también sus poemas cómicos, los filastrocche, son musicalizados; creo que les mandé  un link con grabaciones. La tarta voladora es su novela más popular, aunque acá, entre nosotros no es así. Fíjense qué distinto el destino de las cosas… Y esta novela fue llevada al cine; en YouTube hay un fragmento de la película, que fue totalmente filmada con niños, por supuesto. También escribía mucho en periódicos para la infancia. Nosotros ahora no tenemos; en una época hubo acá, en Argentina periódicos para niños. Me acuerdo de Humi… Él participaba mucho del Corriere dei Piccolli. Ahí apareció por entregas, antes de ser libro, La tarta voladora. Había un capítulo por número de esta publicación periódica, ilustrado y todo, que terminaba con “Continuará...”, tipo folletín. O sea que era un tipo popular, era un tipo que estaba presente, estaba en el aire. Además, por sus artículos periodísticos de opinión. Como María Elena Walsh. Y esta cuestión de los limericks y del nonsense, que María Elena Walsh la había recibido un poco de su herencia familiar, también los emparenta. Aunque este aspecto, él lo obtuvo a partir de sus lecturas; fue autodidacta en toda su formación. Empezó y abandonó la carrera de Letras, se formó como maestro y ejerció, y después yo pienso que el periodismo lo fue formando mucho más.  Hay un personaje de él que se llama Alicia Paf, o Alicia Caerina, según las traducciones, que es una Alicia, la Alicia de Carroll, en miniatura. Yo estuve traduciendo algunos poemas de él, previos a los limericks, que tienen mucho de ese nonsense, así que sí, son figuras muy parecidas. Si hubiera que hacer un parangón con una figura local, sería con María Elena Walsh. 


MM: ¿Y de los autores que hoy tenemos en nuestra literatura para niños y jóvenes? ¿Ves alguno que tenga una relación fuerte con la herencia de María Elena Walsh o con Rodari? 


CP: Yo pienso que Rodari fue productivo insospechadamente. Ustedes piensen que el primer y único texto que yo vi de Laura Devetach en 1974, en el Normal 4, en el tercer grado al que iba, lo trajo un practicante. Varón, además, que en una escuela de mujeres era una cosa totalmente revolucionaria. Y él nos trajo La planta de Bartolo. Ese fue mi único encuentro, de niña, aparte de MEW,  con la literatura infantil, porque después ustedes saben lo que pasó. Y hasta los noventa, no volví a encontrarme con la literatura infantil argentina. Como lectora niña, ese cuento me chifló. Imagínense, que de una planta crecieran cuadernos para los chicos que los necesitaban… Yo era feliz con ese cuento. Bueno, hay un cuento de Rodari en el que a un árbol le crecen pantuflas. Y en otra versión le crecen gatitos. Yo encuentro muchas pequeñas cosas. Quizás están en el aire, uno no sabe nunca de donde salen las ideas. Quizá estaba en el aire, quizá lo leyeron, la verdad es que no tengo idea. Pero toda esa camada de escritores, presenta rasgos que concuerdan, sobre todo, desde lo humorístico, y desde el humor inteligente, como por ejemplo, Ema Wolf, en la que yo encuentro muchas cosas rodarianas. Ella tiene un cuento en Fámili, en el que el abuelo de una familia se transforma en gato. Y Rodari menciona en la Gramática… un cuento similar porque se le había presentado un problema en la escritura: para él era problemático el momento en el que el abuelo se transformaba y se des-transformaba, y los chicos, sus lectores, lo ayudaron a resolverlo. El cuento se llama “Me voy con los gatos” y pertenece a  Cuentos escritos a máquina. En él, el abuelo protagonista, al que en su casa no le daban bolilla, decide irse y transformarse en gato. Vive como gato un tiempo, después vuelve, y no sabe si volver como abuelo o como gato. Prueba como gato, y como lo tratan genial, se queda así. Y esta es una cosa bien rodariana. Del mismo modo hay líneas entre Jaime de cristal de Rodari y El señor Lanari de Wolf, esa experimentación con los materiales... Muchas veces se dice que Rodari es pura fantasía… Pero el costado fantástico es solo uno de esos rasgos. Pura fantasía, sí, pero mezclada con una cantidad de temas sociales que nunca habían entrado a la literatura infantil, como este de la vejez, de los viejitos dejados de lado. Él hizo entrar a los papás de los chicos, a los papás obreros de los chicos a la literatura. Se reía mucho de los contadores, de los “sabios”, no de los sabios-sabios sino de los "sabios" pedantes… A mí me cae muy simpático. Espero que con todas estas cosas que les digo les caiga simpático también a ustedes y vayan a revisar su obra, porque la verdad es que vale la pena. 



MM: Seguro, seguro. Lástima que no hay demasiados libros traducidos. 


CP: Hay bastante problema con la bibliografía de Rodari. En el curso usamos los tres libros de cuentos que vine mencionando (Cuentos por teléfono, Cuentos para jugar, Cuentos escritos a máquina) que son los que hay más disponibles. Fui mechando otros textos, algunos que traduje. Y éste año se tradujo, coincidiendo con el centenario, El libro de los errores. Lo hizo la editorial Juventud, que es la misma que tiene la edición histórica de los Cuentos por teléfono. Con muchísimo trabajo seguramente, porque es poesía que tematiza todo tipo de errores, entre ellos, anomalías de escritura y de dicción, errores en las "formas de decir o de escribir", que el hábito consagra pero no la gramática y que muchas veces, derivan de o hacia prejuicios. Entonces, probablemente el traductor haya tenido que buscar problemas ortográficos o errores de pronunciación equivalentes en español para equiparar/traducir los italianos, y además, conservar los rasgos estilísticos propios de la poesía. Algunos de estos poemas de El libro de los errores ya habían sido incluidos en la antología rodariana De la A a la Z, en 2017. Hay problemas también con la bibliografía porque todos los libros rodarianos se formaron por acumulación. Él iba publicando parcialmente cuentos y poemas en distintos medios, y llegado a un punto de masa crítica textual, compilaba. Por eso, a veces los libros son desparejos. Leyendo Cuentos por teléfono, ¿no sintieron que algunos de sus cuentos son como para chicos más chicos y otros para chicos más grandes?  Tenemos “Brif, bruf, braf”, o “A comer”, o “A dormir”, que marcan el acompañamiento de esos rituales cotidianos  de chicos chiquitos. Y de repente hay uno que habla del nieto del maestro Garrone del libro Corazón de Edmundo De Amicis, que también es maestro y se encuentra con el narrador, don Gianni, y le dice que le parece fantástico que todo se haya modernizado, que existan naves espaciales, los electrodomésticos, los robots... En fin, que hay de todo en el mundo, y mejor que en el pasado, pero que la escuela no ha cambiado, está siempre vieja, con sus pupitres rayados y sus lecciones orales, como en la época en que su abuelo daba clases. Y eso no es para el mismo nivel lector. Esa cuestión de disparidad de niveles se ve mucho también en el último libro. Así que, desde la conformación de los libros tenemos ese problema, y desde la edición hay otro problema. Y es que Einaudi no es muy prolija datando las primeras ediciones. Por ejemplo, yo tengo la última edición italiana, una serie que reúne la obra completa. Son libros muy lindos. Uno de ellos, incluso ilustrado por Bruno Munari. Y no figuran en él las fechas de las ediciones originales de los libros que se compilan en cada volumen;  dice el de la última edición, 2016. Falta orden en eso.  Un ejemplo al revés, sería esta especie de antología rodariana,  De la A a la Z, de Loqueleo, que es muy buena. La poesía está muy bien traducida. Esta edición toma textos de distintos libros de Rodari pero lo aclara muy bien en la página de créditos. Los poemas y los cuentos que conforman el libro son de Cuentos por teléfono, de El libro de los errores, de Cuentos largos como una sonrisa… Así que podría ser una buena entrada para empezar a leer a Rodari. Es sobre todo con el surgimiento del libro álbum, que en las bibliografías comienzan a aparecer listados como independientes, cuentos de Rodari sacados de sus libros previamente publicados. Yo tengo éste, por ejemplo, Tonino el invisible. Que en esta edición (de El gato de hojalata, pero ahora creo que está en Zorro Rojo) es un libro álbum. Pero que es originalmente un cuento incluido en Cuentos por teléfono. Si ustedes van a mirar en Internet las cronologías de los libros de Rodari, aparecen largas listas, que son el producto de este "desguace" de su obra. Y esto se complica todavía  más, con el modus operandi de Rodari, y acá les doy otro itinerario de lectura: Rodari toma una idea y la usa varias veces. Por ejemplo, la novela La tarta voladora, empezó con un poema en El libro de los errores. Él escribió ese poema, lo dejó madurar ahí, o quizá lo charló con los chicos y, de ese primer embrión poético, salió luego la versión narrativa. Porque la novela La tarta voladora es el experimento colaborativo más extenso de Rodari. Toda la novela la hizo con los chicos, de un quinto grado de una escuela romana. 


MM: Te comento algunas cosas de las que aparecen en el chat. Creo que a Rodari le hubieran gustado estas conversaciones que se dan en paralelo en estos encuentros virtuales. Por ejemplo, Silvina Rodríguez, librera, de Tierra de libros, habló de Pescetti como un heredero posible. 


CP: Sí, en algún aspecto, sí, por el humor y lo multimediático. Luego en Rodari está la  cuestión de involucrarse más con la educación de los chicos. Pero en la modalidad de ir hacia los chicos para jugar con ellos, en ese aspecto, sí. 


MM: Emanuel volvió a hablar de María Elena Walsh, del cuento de la Sombrerera de los Cuentopos de Gulubú, Vanina nos comenta que los cuentos De la A a la Z están en Loqueleo, y se mencionó también a Elsa Bornemann como posible heredera de Rodari. 


CP: Sí, sí.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

El crimen casi perfecto, de Roberto Arlt, Ilustrado por Decur

“Esa mujer”, de Rodolfo Walsh, por Ricardo Piglia

"El libro", un cuento breve de Sylvia Iparraguirre