Paula Fernández: “No podría ser editora si no me hiciera feliz”

En esta segunda parte de la entrevista a Paula seguimos hablando del riquísimo catálogo de Ojoreja, del premiado libro Letras sueltas especialmente, ya que nos acompañó Juan Lima, pero también de los autores “para grandes”, como Neruda, Arlt o Cortázar en libros ilustrados para primeros lectores. Y de los proyectos que siguen y siguen. Una bella charla.





Mario Méndez: Ana pregunta en el chat cómo surgió editar Letras sueltas 

Paula Fernández: La idea surgió como un homenaje a las letras. Nosotros entendemos el “alfabeto” es un género literario” que existe, está muy desarrollado y de manera muy creativa, pero queríamos ir de una manera disruptiva. Por eso pensamos en Juan Lima, en invitarlo a ir a contramano de este “orden” que la lengua nos impone con el abecedario. Cuando le dijimos que pensábamos en Max como ilustrador, nos dijo que era como su hijo. Fue muy lindo todo el proceso; muy divertido, fueron una dupla que se potenció muchísimo. Era un placer participar de las ocurrencias, los chistes… A veces leía los mails en el teléfono y me reía sola en la calle de las cosas que iban escribiendo.  

MM: ¿Querés contarnos algo, Juan, ya que te tenemos acá, de tu trabajo con Max y de este proyecto? 

Juan Lima: Paula está contando toda la historia perfecta del libro. Fue maravilloso el encuentro que nos propuso, y una alegría. Paula tiene las referencias puntuales para todo esto, y prefiero escucharla. 

MM: El trabajo de Max es impresionante. Desde Fierro. Y es disruptivo, como dice Paula.  

JL: Sí, además partíamos de una limitación para él, que debía evitar representar cualquier letra. Podía dibujar letras, pero no representarlas. Eso estuvo fantástico, su respuesta creativa.

PF: Juan propuso un universo en cada letra, le abrió la puerta y le dio el pie a Max para perderse en cada universo. En la contratapa del libro, Pablo De Santis justamente habla de eso: de esa flora y fauna que trabajan entre los dos, ese ecosistema de letras, que rompe con el orden del abecedario.  

MM: Qué bueno. Este es uno de los libros premiados que tiene Ojoreja 

PF: Sí, tuvo muchos premios. El Destacado de Poesía e Ilustración de Alija, y el de la Fundación Cuatrogatos 

MM: ¿Suman esos reconocimientos al camino de la editorial? ¿Qué se siente? 

PF: Siempre suma. La opinión del medio, de los especialistas… Es una alegría cada vez que el libro tiene un reconocimiento, entender por qué fue premiado. Lo pone en un lugar de visibilidad, de reconocimiento. 

MM: Acá Debby pregunta cuántos libros tienen publicados, cuántos hay en el catálogo.  

PF: Creo que debemos tener aproximadamente unos cincuenta. Ahora estamos con un par de novedades que vamos a presentar pronto y analizando algunas más. 

MM: ¿Cuáles son esas novedades? ¿Podés decir títulos, ideas, autores? 

PF: Sí. Los puedo mostrar. Uno es un libro de Javier Buitrago y Mariana Ruiz Johnson, que se llama Formas de hacer amigos, y el otro es un libro de Joaquín Camp, un argentino que vive en España, que se llama Aníbal, perro fantasma. Ambas van a salir pronto. El de Aníbal… trabaja con el humor, es un perro que corriendo se choca con una sábana y se piensa que es un fantasma. Formas de hacer amigos es un libro muy poético. 
MM: Acá en el chat se anticipan a las preguntas. Ana pregunta cómo resultó publicar a Neruda y Cortázar. Hablanos un poco de la colección para los Lectores Avanzados. Donde además tienen a Arlt y a Clarice Lispector. Contanos un poco, porque ese es un salto arriesgado. 
PF: Publicarlos cada uno fue un trabajo distinto. Son textos de autores que ya no están, en nuestro imaginario tenemos la fantasía que a Cortázar le hubiese gustado cómo quedó No, no y no ilustrado. Un texto de Último Round, del que yo soy muy fan, ese relato siempre me pareció maravilloso y le propusimos a la agencia que representa a Cortázar, ilustrarlo. Lo llamamos a Gabriel Pacheco. El texto le gustó mucho, y nos pidió que le dijésemos en “tres” palabras que queríamos como editores (es una coedición con Pehuén, una editorial chilena).

Este No, no y no, que puede parecer una negación absoluta, para nosotros era “el No revolucionario”, el que se necesita para avanzar. Pacheco dijo que con eso le alcanzaba para poder ilustrarlo y a partir de ahí, él hizo su lectura. La historia de No, no y no, es sobre un personaje que no quiere darle las hormigas a su vecino. Pacheco se imaginó a las hormigas como letras que escapan de un libro. Imaginó las hormigas-letras como la cultura y al vecino que quiere apropiarse de las hormigas, lo ubicó como el devorador cultural. Este personaje tiene un reloj de arena roto, algo así como el “no tiempo”. Es un homenaje a la resistencia. Fue un libro bienvenido, por un lado, para muchos libreros y para muchos bibliotecarios la oportunidad de tener a Cortázar ilustrado, es una manera de que los chicos y las chicas puedan leer un autor que luego van a revisitar de grandes. Y por otro lado, en cuanto a esa otra lectura que da la imagen, la interpretación que hace Pacheco no solamente para las infancias, sino también para el público joven o adulto que puede disfrutar de un texto ilustrado.  

En el casao de Clarice Lispector, llamamos a Rebeca Luciani. Ella se metió mucho en la piel del personaje, Regina, y en su mundo. Con Roberto Arlt lo buscamos especialmente a Decur, por su ya clásico trabajo con las cajas y cajones. Le propusimos que el universo del protagonista, un detective, lo ilustrase con sus escenarios de cajitas.  Que las pistas, y todo lo que fuese descubriendo, tuviesen un universo lógico ilustrado, una amalgama entre el texto y el enfoque del imaginario de Decur. Un clásico que se ha leído tanto y tantas veces, en esta versión ilustrada era fundamental darle otra lectura desde lo visual.  
MM: ¿Y Neruda?
PF: El de Neruda era un libro que ya existía en Chile y lo editamos acá. Lo trabajamos con los libreros y con las bibliotecas, como una biblioteca de Mar del Plata, que hace un trabajo en una plaza, y va escribiendo las preguntas del libro en el piso. Entonces invita a los lectores a que se vayan caminando por cada pregunta, la propuesta no es responderlas, sino seguir haciendo otras preguntas.  

MM: ¿En cuál plaza marplatense, Pau? 

PF: Me mataste con el nombre de la plaza. Pero te puedo buscar el nombre de la biblioteca. Son dos bibliotecarias que siempre tienen unas actividades espectaculares, cada vez que vienen a la Feria nos cuentan … volvemos a lo importante que son las ferias. 

MM: Dale. Todo lo que sea marplatense me interesa especialmente. Gaby de la Iglesia pregunta cómo van publicando y construyendo la colección Charitos. Qué tienen en cuenta para esas publicaciones.

PF: Con Charitos trabajamos la incorporación del lenguaje abstracto. Uno trabaja con los colores, otro con las vocales, y el tercero con los números. Las autoras son Didi Grau y Nati Colombo, una pareja autoral que se estrenó con esta colección. Los tres libros, ocurren en tres escenarios distintos: el bosque, en Rueda ovillo de lana; la cocina, para Casamiento en la cocina, y el último es el jardín, en A mover los pies. Con Nati apostamos a trabajar paletas sin estridencias. La colección tiene una estructura narrativa que va in crescendo, se van presentando los personajes y terminan siempre todos juntos, es un juego a medida que se va leyendo. En las colecciones para la primera infancia, trabajamos cada una con un concepto distinto. En este caso es el lenguaje, en el caso de Pudú es poder visibilizar nuestras especies y paisajes naturales, en el caso de Primera poesía trabajamos con poesía de autor. Son diferentes experiencias lectoras.  

MM: Laura Gutman pregunta cómo tramitaron los derechos para publicar a los grandes autores. Algo de Cortázar comentaste y lo de Neruda ya venía de Chile. Arlt es dominio público, supongo que no hay problema. 

PF: Claro. Por Arlt, es dominio público pagante con el Fondo Nacional de las Artes. En muchos lugares del mundo cuando se vence un derecho de autor, se deja de pagar, se puede publicar libremente. Acá hay una caja destinada a la estimulación de los nuevos artistas a través del Fondo Nacional de las Artes, es importante, porque de ahí salen muchas becas y premios para artistas de diferentes ramas: artes plásticas, música, literatura…  

MM: Dejó un saludo y un abrazo Juan, que tuvo que retirarse. Laura insiste con el tema de los derechos. Si con Cortázar hay un tema con los títulos en francés y con los títulos en castellano.  

PF: Nosotros no compramos otras lenguas. Podemos hacer acuerdos previa consulta y haciendo un nuevo contrato. Si tenemos una propuesta para lengua francesa, se consulta con la agencia que siempre se mostró muy abierta.  



MM: Bueno, cómo ven el trabajo de editores es muy variopinto, hay que saber de todo un poco. Desde las pistas de aterrizaje en una planta para las moscas o los abejorros, hasta la fauna, pasando por la prehistoria, los derechos de autor, los derechos de traducción, la logística y la matemática para ir llevando los libros por todo el país; es realmente un trabajo extraño y bello. ¿Estás contenta de ser editora, Paula?  

PF: Sí, estoy feliz de ser editora, no podría hacerlo si no me sintiera feliz. Es verdad lo que decís; creo que todas las profesiones tienen, en un punto, una conjunción de saberes. En el campo editorial hay que aplicarlas. Encuentro placer en el proceso, en el recorrido, en el libro terminado… Algunas etapas tienen su cuota de presión, cuando hay que cerrar o definir algo. Disfruto muchísimo todo el trabajo de edición con los autores y me encanta la dirección de arte del libro.  

Me preguntaban por Charitos, ya vamos por la cuarta edición y me acuerdo de la primera vez que nos sentamos con Didi y con Nati en un bar a pensarlos, y hoy tienen una pila de años. O libros que ya van por siete u ocho reimpresiones, lo bello que es el paso del tiempo en cada libro.  

MM: Me alegra mucho. Y se nota tu alegría. En las ganas, en que se te ve en todas las Ferias, estás siempre presente. No sé si las chicas que quedaron en el chat tienen alguna pregunta más para Paula y su trabajo en Ojoreja 

Laura Gutman: Me quedé pensando en este tema de crear un libro desde cero, un libro nuevo, y recrear un libro de un autor que ya a esta altura es un clásico, a nivel de la literatura juvenil, más que nada. Como por ejemplo, Cortázar, Quiroga, Neruda… No sé si sumaron a Quiroga, o eso me lo imaginé yo. ¿Son dos apuestas distintas las colecciones? Más que nada en relación al público. ¿Cuáles son los desafíos de uno y de otro? 

PF: Quiroga no lo trabajamos. Lo hemos pensado porque sería fantástico. Habíamos empezado por Cortázar, un argentino, Neruda, chileno, Lispector, una brasileña. Después vino lo de Roberto Arlt, pero también pensamos en autores uruguayos, queremos extender un poquito el recorrido. No es un público masivo el que va a buscar un Cortázar o un Lispector ilustrado, tenés que hacer un enfoque creativo, por el autor, por lo que representa y porque va a haber otra lectura de un texto de tamaña pluma. Ahí sí hay una clave importante, a la hora de pensar qué ilustrador se va a convocar, y cómo se va a conceptualizar ese libro. En cuanto a la colección, para nosotros los títulos son como “obras de arte portátiles”. Rebeca tiene los originales del libro de Lispector, pintados en caballetes. Muchas veces en lugar de hablar de ilustradores, hablamos de artistas visuales. Y en este caso sí apuntamos a una cuestión artística, es el desafío de releer estos autores, que la propuesta estética de esta nueva lectura esté a la altura del texto.  

MM: Acá Ana te va a hacer otra pregunta.  

Ana Vergara: Me preguntaba, con respecto a los autores, que tienen el libro de María José Ferrada, que, si no me equivoco, es chilena. ¿No? 

PF: Sí. Éste. Geografía de Máquinas 

AV: El de Máquina de hacer otoño. Es bellísimo. 

PF: Claro, el de Máquina de hacer otoño, es éste (muestra el libro abierto). Estamos haciendo un libro nuevo con ella. Priorizamos autores argentinos y latinoamericanos. El intercambio regional es fundamental, tengo mucha relación sobre todo con editoras latinoamericanas, nos apoyamos, nos contamos las cosas que nos van pasando en los distintos países. Ese intercambio es fundamental, hay una cuestión que nos pasa a todos los países latinoamericanos, que es la cuestión localista de la lengua, de trabajarla y defenderla.  

AV: Gracias. Me llamó la atención porque conocía muchos libros de ella, pero editados en Chile u otros países y que acá pueden conseguirse en algunos lugares. Y a veces no.  

PF: Es una poeta fantástica, está publicada en muchos países, es muy lindo trabajar con ella. Y sí, creo que su caso es muy particular. Es maravilloso como escribe.  

MM: Cuando Ana, que es fanática de los dragones, levantó la mano, pensé que iba a preguntarte si no hay proyecto de animales mitológicos.  

AV: Me quedó pendiente, porque vi que no hay en todo el catálogo.  

PF: En un momento hubo algo, que no prosperó, no porque haya quedado trunco el proyecto, sino porque a veces vienen otros. 

AV: ¡Ay, sí, por favor! Me encantaría. Yo miraba Dinosauria y pensaba que podría ser una dragona. 

PF: De hecho, con Dinosauria, justamente quisimos trabajar un personaje en el que el genérico fuese masculino, y confrontarlo con el femenino. Cuando vos escribís “dinosauria”, el corrector te lo marca en rojo porque no existe: es “dinosaurio hembra”. Y con “dragón”, hay que ver qué pasa con el género. Ese guiño de nombrar en femenino un genérico masculino y acompañarlo de acciones como manejar tractores o submarinos, fue lo que buscamos trabajar.

AV: Gracias. 

MM: Bueno, ahora sí te dejamos libre, Paula. Ha sido unan hermosa charla. Muchas gracias, un placer conversar con vos 

PF: Gracias a ustedes. A Bibliotecas para armar y a ALIJA por la invitación, y a todas las presentes. Gracias por acompañar, por las preguntas, por la compañía y por la reunión.   

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