Diez años de la muerte de Ismael Viñas

En diciembre de 2011, la revista digital El interpretador le realizó una entrevista al escritor Ismael Viñas, uno de los integrantes de la "Generación de Contorno", en referencia a la revista en la que participaban él, su hermano David, Noé Jitrik, Juan José Sebrelli, Oscar Massotta y Ramón Alcalde, entre otros. Hoy se cumplen diez años de la muerte del mayor de los hermanos Viñas. En Libro de arena lo recordamos con fragmentos de la entrevista, y el enlace para leerla completa.

Foto tomada de Ismael Viñas: Últimas imágenes: https://vimeo.com/178349066

 

EL INTERPRETADOR: ¿Desea usted dedicar algunas palabras en conmemoración de su hermano David? ¿Consideraba usted a su hermano un interlocutor político válido (activo, esperado) de sus análisis y propuestas? 

 

ISMAEL VIÑAS: Me gustaría empezar hablando de mi hermano David, pues fuimos algo más que hermanos, fuimos socios en actividades comunes y en ideas compartidas. Aun cuando hubo algunas discrepancias en éstas, no fueron tan radicales como para alterar nuestra perspectiva. Por ejemplo, él llegó a estar cerca del Partido Comunista, yo en nombre de las agrupaciones a las que pertenecí, llegué a tener cierta colaboración con ellos, pero sin compartir todos sus principios. Él llegó a estar cerca de Carta Abierta, pero sin pertenecer totalmente a ella. 

Aunque estuvimos físicamente separados desde que los dos nos exiliamos (yo nunca volví a la Argentina), nos vimos en el exilio (Ruby, mi mujer, y yo, lo visitamos en El Escorial), y nos carteamos con cierta frecuencia. Espero que mis cartas no se hayan perdido, a raíz de su muerte, tan dolorosa, tan complicada. Justamente le escribí algo antes de saber que estaba enfermo, que comenzaba (lo recuerdo vívidamente) “Te extraño tanto…”. 

 

¿Qué contarles? 

 

De adolescentes tuvimos nuestras peleas, aun alguna a puñetazos ¿por qué ocultarlo?, pero después nos reconciliábamos. Y siempre nos prometíamos no volver a hacerlo nunca. 

Supongo que es conocido cómo nació Contorno. David se había peleado con Murena, y, justamente en esos días vino a pasar un tiempo en el departamento que Susana Fiorito y yo teníamos en Lanús. Su propuesta fue acogida con entusiasmo, armamos el primer número, y después nos arremangamos y salimos los dos a pegar carteles anunciándolo. “Contorno – una revista denuncialista”, decían. 

Lo recuerdo al recibir su novela “Un dios cotidiano”, la primera… Es curioso, nadie en la familia había sospechado que tuviera inclinaciones de escritor. Nuestro padre lo inscribió en el Liceo Militar, y le decía en broma “Uscudún”, por un boxeador de la época conocido como algo bruto. 

Murió, y a veces me sorprendo pensando en él como si estuviera vivo, mandándome alguna opinión sobre Argentina. 

Murió… 

Claro que lo consideraba un interlocutor válido de mis análisis y propuestas. No esperado, pues nuestras preocupaciones eran bien diferentes. 

Ahora está muerto, y tengo un vacío en el pecho. 

(…) 

 

¿Por qué le dejé la literatura a David? 

 

En alguna ocasión usted sostuvo que le había “dejado la literatura” a su hermano David… ¿experimentó, tal vez, la escritura poética como antagónica del pensamiento político? ¿Fue una decisión alejarse de la literatura o más bien fue producto de la necesidad de su propuesta militante? 

Lo escribí medio en broma. A mí me gustaba la literatura y, de hecho, escribí algunos libros de poemas. Nunca ha dejado de gustarme, todavía devoro novelas y cuentos. Me “alejé” de escribirla, por necesidades de mi propuesta militante, que no me dejaba espacio ni tiempo para dedicarme a otras cosas. Y también, lo confieso, porque nunca logré hilvanar un diálogo. Eso al comienzo, cuando no estaba todavía absorbido por la política. 

 

(…) 

 

La cuestión de la hermandad 

 

¿Significó, para usted, un punto de partida intelectual contundente el trabajo compartido con su hermano en los años 50 y 60? ¿O, más bien, fue la experiencia e influencia familiar lo que posibilitó aquellos proyectos intelectuales en común? 

¿Los distintos procesos formativos fueron significativos en esa “división” de enfoques culturales y analíticos entre usted y su hermano? 

 

El trabajar junto a David fue, sobre todo, un punto de afirmación más amplio sobre la necesidad –posibilidad de escribir–; yo ya lo había hecho en revistas ajenas, publicando algunos textos. Recuerdo la revista Centro del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Pero la colaboración en Contorno me enseñó la necesidad de trabajo duro y constante. 

La experiencia e influencia familiar fue nula en cuanto al escribir. Leí mucho en la biblioteca de mi padre (que era abundante y variada, variadísima). Pero en cuanto a escribir, nadie en la familia lo había hecho. Al respecto, he contado que nuestro padre nos insistió antes de morir para que buscáramos y publicáramos un texto suyo, titulado “¿Por qué fui un mal juez?”. Pues lo buscamos, preguntamos, rebuscamos… y nunca encontramos nada. 

Claro está que la diferencia de formación fue clave para las distancias en el quehacer de David y yo. Él estudió en la Facultad de Filosofía y Letras, yo en la de Derecho; me formé en la lectura de Marx, Rosa Luxemburgo, Lenin (y leerlos quiere decir mucho más que leerlos: absorber ávidamente sería más realista). 

Mi formación académica y lo que he escrito 

Considerando que su formación académica proviene de la abogacía… ¿cuál o cuáles fueron las influencias fundamentales que usted reconoce para haber elegido una mirada más bien de análisis económico en sus textos periodísticos y en sus libros? 

Mi formación académica es de abogado, cierto. Y podría contarles bastante de por qué elegí esa carrera y de cuáles fueron mis desilusiones. La elegí, en parte, porque mi padre fue abogado, en parte llevado por la ilusión de defender causas de pobres, humildes y oprimidos. Ilusiones que nada tuvieron que ver con la realidad. Tuve asuntos vulgares, y ejercí en verdad bastante poco tiempo. Algo divertido: me recibí con una materia de menos, pues el peronismo, al intervenir las Universidades, cambió los planes de estudio, quitando y agregando materias. Lo que no obtuvo fue profesores para todas; en mi caso, agregaron derecho aeronáutico, sin encontrar profesores que lo dictaran. Así que, un tiempo después la dieron por aprobada, y extendieron los diplomas sin más. Pues… ¡las noches de insomnio que tuve, por soñar que me acusaban por ejercicio ilegal de la profesión! 

Las influencias que signaron mi pensamiento fueron, fundamentalmente, Marx y Rosa Luxemburgo (por supuesto Lenin, al que leí íntegro), en cuyos textos fui iniciado por Pedro Milessi, un obrero que se había educado, y que jugó un papel importante en las huelgas de la época. Y, por supuesto, en mi vida, pues no solo conocí por él las primeras ideas de izquierda, sino que me casé con una joven que era alumna suya: Sara Billino. 

Llegué a intentar una traducción de El capital, traduciéndole del francés, el inglés y el italiano por pedido de la editorial Granica. El trabajo se cortó por el exilio, tanto mío como de él, Juan, el dueño de la firma. 

 

 ¿Por qué Contorno ha subsistido? 

 

Tal como se ha sugerido en repetidas ocasiones, y usted mismo ha señalado en el prólogo a la edición facsimilar de Contorno, la experiencia de la revista que usted dirigiera parece haber marcado a todos los miembros de un modo fundacional por el resto de su trayectoria intelectual. ¿Cuáles considera que han sido los elementos fundamentales por los que el proyecto contornista ha subsistido como una presencia activa en el campo intelectual argentino? 

 

¿Sabían ustedes que en la época de la aparición de Contorno casi ningún escritor se atrevía a usar el “vos” en la Argentina? Excepción: Arlt, ¿recuerdan el “rajá, turrito, rajá"? Que todo el ámbito rioplatense hablaba de “vos”, pero que en los diarios y revistas se escribía de “tú”. Hasta en las cartas familiares la gente escribía “tú” y no “vos”. 

Tal afán de abrazar la realidad signó toda la tarea de Contorno. Analizar la literatura y la política con ojos despojados de velos, saliera lo que saliera. Cavando con la mayor profundidad posible –a riesgo de ofender en algunos casos, como de hecho ocurrió. Supongo que eso es lo que ha prolongado su vida “como una presencia activa”, tal como dicen ustedes. 

El que “Contorno nos haya marcado a todos los que colaboramos en el proyecto” es algo de lo que no estoy tan seguro. ¿En Sebreli, en Noé? No sé. Salvo quizás en el afán de trabajo. 

Respecto de los reportajes que me ha hecho Montes-Bradley. No tomen al pie de la letra lo que me hace decir. De hecho, nos hemos peleado a raíz del último que hizo para Perfil. Mandé una carta aclaratoria a la redacción (que creo que no se ha publicado), en la que trataba de aclarar mis diferencias con lo que se decía allí y mi pensamiento (expresado por escrito en algunos casos). Sobre lo que ustedes se interesan en particular (que “Carta Abierta” se iba a terminar distanciando de los Kirchner, por ejemplo) yo no opiné nada. En cuanto a los Kirchner en sí, prefiero contestar aparte. [ver apartado anterior “Entrevistas de Perfil”] 

 


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