Una canción de cuna

Tal vez la infancia pueda parecer un país lejano, pero una infancia japonesa puede serlo mucho más aún. Una canción de cuna japonesa es, más que una rareza, un interesante paseo por la perspectiva con que es visto un niño cuyo cuidado es motivo del lamento de la desesperada niñera. Libro de  arena comparte un artículo lleno de humor, del escritor Sebastián Vargas, sobre el texto “Canción de cuna de Takeda”, anónimo japonés del siglo XIX, por Akai Tori (1971).





Por Sebastián Vargas


A Carola Martínez, Belén Torras, Laura Olivero y Andrea Moglia.


Comienzo aquí una nueva serie, dedicada a canciones de cuna. Más particularmente, a canciones de cuna inquietantes, poco apropiadas para inducir o conciliar el sueño.
Y empiezo por una hermosísima canción de cuna japonesa, “Takeda no komoriuta”, lo que evidentemente significa “Canción de cuna de Takeda”. Takeda no es nombre de persona, sino de lugar: un pueblo rural en la región de Kioto, donde se cree que surgió esta música. Puse que es del siglo XIX, pero la verdad, no encontré en ningún lado una confirmación sobre esa fecha: la canción podría ser más antigua aún, o más moderna y haber nacido en los albores del siglo XX.
Takeda es el pueblo, dijimos. Eso significa que no sabemos el nombre de la pobre chica que co-protagoniza esta canción. La yo poética (in your face, Germán Machado) es una adolescente pobre que trabaja, lejos de su pueblo natal, como niñera para una familia rica.
Esta canción de cuna, curiosamente, no muestra ninguna simpatía hacia el bebé (que es tradicionalmente un personaje muy bien considerado en el género).
Se acerca la celebración budista del festival Obon, durante el cual las familias visitan las tumbas de sus ancestros, recordando y honrando sus espíritus. Esa celebración es una especie de vacación, y todos viajan y se reúnen en los solares de origen de sus familias.
El festival incluye una danza tradicional, una suelta de farolitos encendidos y largos paseos, en los cuales todos usan sus mejores vestidos, conversan cortés y cautelosamente, comen pescado crudo y alimentos gelatinosos, arman grullas de origami, alzan la voz porque sí en oraciones sueltas, preparan complicados arreglos florales, amenazan con cometer sepuku ante cualquier inconveniente, trabajan horas extra sin que les paguen, y otras costumbres japonesas.
Pero para la niñera cantora, la llegada de tan esperado festival no es una buena noticia, pues está condenada a seguir cuidando a ese bebé con el que no tiene un especial afecto y que se la pasa llorando. Tal vez el bebé llora porque ella no es una buena niñera; o quizá ella no es buena niñera porque el bebé, al llorar todo el tiempo, no le da oportunidad: decidan ustedes.
El caso es que se acerca el festival, y ella no tiene buenas ropas, y está cada vez más delgada por cuidar todo el tiempo a ese bebé. Y el bebé, demoníaco como el de Rosmary, llora que te llora, todo el día y todos los días, enloqueciéndola.
La canción termina con ella anunciando cuán alegremente renunciaría a ese trabajo infame y volvería a su pueblo, a la casa de sus padres. Pero por cómo lo dice, es evidente que no puede realizar su proyecto: no puede irse de allí, no puede regresar más que con el deseo, y la única música que oirá durante el festival Obon será el incesante llanto del mocoso.
A quien, en última instancia, habría que agradecerle sus cuerdas vocales y su perseverancia en el berreo, porque da pie a una melodía muy triste y muy bella, que bien serviría como canción de cuna, si nos olvidamos de la letra o, simplemente, nos rebelamos a aceptar el japonés como idioma y lo interpretamos como un rebuscado tarareo.
La grabación elegida es la famosísima versión del grupo folclórico japonés Akai Tori, que a comienzos de los setentas vendió, en pocos años, más de un millón de discos de esta canción, lo que la debe convertir probablemente en una de las más “comerciales” canciones de cuna del mundo.
El videoclip elegido fue armado con algunos fotogramas de una película japonesa guionada a partir de la canción, y otras imágenes más o menos apropiadas.


竹田の子守唄
守も嫌がる 盆から先にゃ
雪もちらつくし 子も泣くし

盆が来たとて 何嬉しかろ
帷子は無し 帯は無し

この子よう泣く 守をばいじる
守も一日 痩せるやら

早よも行きたや この在所越えて
向こうに見えるは 親の家
向こうに見えるは 親の家

Takeda no komoriuta

Mori mo iyagaru, Bon kara saki-nya
Yuki mo chiratsuku-shi, Ko mo naku-shi

Bon ga kita-tote, Nani ureshi-karo
Katabira wa nashi, Obi wa nashi

Kono ko you naku, Mori wo ba ijiru
Mori mo ichi-nichi, Yaseru-yara

Hayo-mo yuki-taya, Kono zaisho koete
Mukou ni mieru wa, Oya no uchi

Mukou ni mieru wa, Oya no uchi
Canción de cuna de Takeda

Odiaría hacer de niñera más allá del festival Obon.
La nieve comienza a caer y el bebé llora.

¿Cómo puedo estar feliz aunque ya llega el festejo?
No tengo bellas ropas ni un cinturón para ponerme.

Este nene sigue llorando, es malo conmigo.
Cada vez estoy más delgada, pues él llora todo el día.

Sin dudarlo renunciaría y volvería
a la casa de mis padres, allá lejos.

A la casa de mis padres, allá lejos.

Afuera está cayendo también algo así como nieve, así que yo también, al compás de este tema, voy a lamentarme un buen rato por mis desgracias y por la limitación de mi guardarropas. O tal vez prefiera llorar como bebé malcriado, voy a ver cómo viene la mano de mis pulsiones.

Los saluda sin consuelo ni sueño,
DJ Vago

Publicado originalmente: aquí

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