Noventa años del nacimiento de la poeta argentina Elizabeth Azcona Cranwell
Hoy se cumplen noventa años del nacimiento de la poeta argentina Elizabeth Azcona Cranwell. Se asoció su poesía con el surrealismo argentino, pero ella decía que eso se debía a su manera de asociar las imágenes y a una mirada de época. Estuvo cerca del grupo Poesía Buenos Aires, y puntualmente de Alejandra Pizarnik, Olga Orozco y Alberto Girri. Murió en Buenos Aires, la misma ciudad en la que había nacido, el 4 de diciembre de 2004. En este mes en el que Libro de arena se ocupa de la relación entre la literatura y la mujer, la recordamos con tres de sus poemas.
NOSTALGIA
Hay un día en que las cosas son un hondo precipicio
conozco el rostro húmedo y las manos que nunca me abandonan
la noche que se abre
como un pueblo de alondras disperso en la tormenta.
Yo he escuchado a mi amor desde lejos en una lengua extraña
mientras la nostalgia murmuraba sus frases de curiosa hechicera
ella alargaba sus caricias en las ventanas del insomnio
como una huésped cuya mano asolaba el relámpago.
Porque ella no era el día
y tampoco era el ángel sediento de palabras
mi propia voz la nombra como a una desterrada
desabrigada madre, de pechos dulcemente vacíos.
Más allá de la noche donde se enciende la ternura
más allá de la calle donde el viento deshace la forma de los pasos
sé que hay un país nuevo, cansado de las sombras.
Una música fija
un tiempo de colores intensos como dioses desnudos.
Pero mi corazón sigue clavado para siempre en los sitios imposibles.
ESTO QUE SUBE Y TOCA TU PALABRA
Es un hablar de nieve
que sube y toca tu palabra.
Se dobla el otro extremo del espacio
de donde el verano compromete
la ciudad en que habitas.
Alejada por la tierra implacable
tu cara es el azar de mi memoria.
Centellan los pájaros servidores del frío
y obedezco a los cóncavos designios
que le anuncian con colores helados en las ramas.
Voz de sol en destierro
manos que denominan cosas
entre huellas y pines solitarios.
Yo sé mejor de lejos tu nombre de flor cruda
jugada en la inocencia.
Rotan su luz opuesta los solsticios
y hay un cambio secreto que le nace al lenguaje
agazapado en un rincón del mundo.
Qué punto del espacio
enlaza como un encuentro grave
¿tú dir y mi ausencia?
Algo curre en un sitio del alma
que desconoce sus predilecciones.
Levanto una mirada de fiesta prohibida
limada de una pérdida.
Ya no descubro rosas, las invento
de las sopladas voces de oscuridad y exilio.
Nunca se empieza a amar sin una chispa
de error en la mirada.
La distancia es a veces
mi mudo espacio de reconocimientos.
DONDE CAMBIA LA LUZ
vagabundo:
Tuviste vino y sombras bajo un puente de frío
reparacion de monedas de pan en tus memorias
(para lograr el fuego, hay que saber los ritos del amor).
Ahora piensas tú infancia
y la noche hace frutas de hielo con tus lágrimas sucias.
Loco:
Era loco y callaba.
En el querido agrario, ni ver, ni oír.
Yo descubrí el idioma de los pájaros que se encrespaba jubiloso
cuando el sol lo una mano le besaban la piel, enamorados.
campana:
Yo caeré
(encierrame con tu palabra)
en el escuchar las voces de la luz
(hablame con tu silencio)
de cantar en la caída
(sitiame con tu gesto)
sea tu mano como el sol a la tierra.
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