Philip Marlowe, detective
El ciclo Detectives de papel y celuloide sigue de cerca las huellas de los más famosos detectives del cine y la literatura. Esta vez le toca el turno a la figura del investigador de la serie negra. Mario Mendez, coordinador del ciclo, comenta acerca del perfil de este personaje y sus múltiples representaciones en la pantalla grande.
Por Mario Mendez
Así como Sherlock Holmes, por sobre Poirot,
por sobre Maigret, o el padre Brown, es el detective del policial clásico,
el de enigma, Philip Marlowe, la genial creación de Raymond Chandler, es el
detective del policial negro, por encima de Spade, por sobre el
detective de la Continental y, desde luego, por sobre sus sucesores Pepe
Carvalho, Salvo Montalbano o Kurt Wallander, por nombrar sólo a algunos.
Marlowe es el prototipo del detective duro, tremendamente honesto, sensible sin
que se le note, quijotesco. En El largo
adiós, cuando un editor que lo quiere contratar para cuidar a un escritor
exitoso le pide que le cuente algo sobre quién es él, se define a sí mismo con
la brillantez y el humor ácido que lo caracteriza:
“"Soy un investigador privado con licencia y llevo
algún tiempo en este trabajo. Tengo algo de lobo solitario, no estoy casado, ya
no soy un jovencito y carezco de dinero. He estado en la cárcel más de una vez
y no me ocupo de casos de divorcio. Me gustan el whisky y las mujeres, el
ajedrez y algunas cosas más. Los policías no me aprecian demasiado, pero hay un
par con los que me llevo bien. Soy de California, nacido en Santa Rosa, padres
muertos, ni hermanos ni hermanas y cuando acaben conmigo en un callejón oscuro,
si es que sucede, como le puede ocurrir a cualquiera en mi oficio, y a otras
muchas personas en cualquier oficio, o en ninguno, en los días que corren,
nadie tendrá la sensación de que a su vida le falta de pronto el suelo".
Tal vez basado en estas inolvidables
palabras, y por supuesto en la lectura admirada y completa de las siete novelas
que lo tienen como protagonista, es que Osvaldo Soriano lo trajo de vuelta a la
acción, tras el matrimonio al que lo había entregado Chandler, en el final de Playback.
En ese homenaje magnífico que es Triste,
solitario y final, Soriano nos lo
presenta más viejo y más cansado, pero
siempre íntegro, peleando codo a codo con el propio Soriano, que se pone a sí
mismo como protagonista de su novela.
Chandler decía que, cuando
imaginaba a su personaje en el cine, lo veía interpretado por Cary Grant. Sin
embargo, entre los muchos que llevaron al detective a la pantalla no estuvo
Grant. La lista es larga: Humphrey
Bogart, George Montgomery, Robert Mitchum, Elliot Gould, Danny Glover, James Caan y James Garner. De todos ellos, creo que la mayoría absoluta de los
fans coinciden conmigo en que fue Mitchum, en Adiós, muñeca (1975, dirigida por de Dick Richards) el mejor
de los Marlowe del cine. Leer la novela, y ver luego a Mitchum y a Charlotte
Rampling como Helen Grayle/ Velma fue, sin duda, un placer doble, que nos dimos
en el ciclo Detectives de papel.
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