20 años de la muerte de Gregory Corso

El pasado domingo 17 de enero se cumplieron 20 años de la muerte de Gregory Corso, una de las voces centrales de la poesía beatnik norteamericana, Corso fue abandonado por sus padres y se crió en  distintos orfanatos. Tuvo una adolescencia difícil, que incluyó varias estadías en la cárcel. En 1950 conoció a Allen Ginsberg, y a través de él se vinculó con la Generación Beat. Compartimos dos poemas de Corso, incluidos en la reciente antología Poetas norteamericanos en dos siglos volumen ll*, publicada por Ediciones en Danza. La traducción es de Jonio González.



Retorno al lugar de nacimiento


Estoy de pie bajo la oscura luz en la calle oscura

y levanto la mirada hacia mi ventana, yo nací allí.
Las luces están encendidas; otra gente va de un lado a otro.
Llevo una gabardina; un cigarrillo en la boca,
el sombrero sobre los ojos, la mano en la pistola.
Cruzo la calle y entro en el edificio.
Los cubos de basura no han dejado de apestar.
Subo al primer piso; Orejas Sucias
me apunta con un cuchillo...
lo acribillo con una andanada de relojes perdidos.


El café Sacré-Coeur

Las feroces muchachas en el café Sacré-Coeur
golpean sus vinos contra la mesa
gritando Danton triunfó negando la libertad
mientras que el garçon exige que Marat triunfe en cuanto triunfa.
Cada uno de los bombardeados argelinos contempla los candentes dientes de los otros.
Un café aterrador el café Sacré-Coeur.
Los propietarios son como los propietarios de Les Misérables.
Siempre que voy allí hacen que me sienta como Jean Valjean.
Gracias a Dios no tengo bolsa de plata ni documento de identidad que mostrar.
Pero ésa es la razón por la que voy allí un ex convicto sin hospedaje
sentado en una esquina de madera comiendo pan negro
esperando a la pequeña Cosette -del tamaño de la eternidad.
Espero allí para seguirla entrada la noche
para cargar con sus baldes de agua
comprarle una enorme y gloriosa muñeca
y llevarla lejos
para que me ame
para cargar a su amado en la espalda a través de cloacas
para que yo viejo y gris muera en su mesa nupcial.
Ah pero hay mesas de plástico en el café Sacré-Coeur.
Todas las muchachas feroces trabajan en la oficina de Correos.
Los propietarios no tienen una Cosette sino un hijo grande y gordo
que sentado moja cruasanes.
Y los argelinos
ellos no van al café Sacré-Coeur.


*Para descargar el libro de manera gratuita seguir este link.


Poetas norteamericanos en dos siglos volumen ll
Selección y versiones de Jonio González
Ediciones en Danza, 2021.

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