Rescate de náufragos: salen a la luz tesoros literarios de Roberto Arlt
“Es difícil tropezar con textos desconocidos de Arlt. Aquí puedo sumar, al conjunto de obras teatrales, tres piezas breves cerriles que han esquivado la tarea de los investigadores”, explica Barcia. De este modo, salen a la luz nuevas páginas de Arlt. La encendida batalla, publicada el 24 de septiembre de 1933 con una ilustración de Alejandro Sirio; Un ladrón, publicada el domingo 29 de octubre de 1933 con ilustración de Juan Carlos Huergo; y Final de cena, publicada el 17 de diciembre de 1933. La primera, señala Barcia, tiene ribetes a lo Jean Cocteau en La voz humana; la segunda posee, fiel al espíritu artliano, un final inesperado; la tercera está estructurada como la declaración de un testigo en Tribunales.
Barcia acompaña estas piezas teatrales con un prólogo donde desmitifica varios clichés en torno a la obra de Arlt: que era un autor lego e ignaro, que escribía currente calamo y no corregía sus escritos, que era despreciado por los editores, etc. “Arlt ha sido, después de Borges, el autor que ha merecido entre los argentinos, mayor obra de rescate de sus textos dispersos y olvidados. De allí, la singularidad del aporte de este trío de piezas de teatro breve del autor, que se viene a sumar a la copiosa obra de quien Mallea, director del Suplemento Literario, al día siguiente de su muerte, escribió en LA NACION (27-VI1942): «Muere con Roberto Arlt uno de los auténticos escritores que nuestra tierra ha suscitado –pese a su juventud– de los verdaderos eminentes»”.
Más que un título, una bandera y una brújula, Barcia toma el nombre Rescate de náufragos de María Esther Vázquez, quien definía ya en 1973 la labor de este investigador de curiosidad incandescente. La labor barciana implicaba, para la periodista e investigadora, “un rescate de náufragos y no una exhumación de cadáveres”. Los hallazgos que realizaba desde joven el investigador, pedagogo y catedrático son piezas que “[pasaban] inadvertidas por las redadas de los especialistas, mantenían plena vitalidad y su condición de dispersas y preteridas no eran efecto del desapego o desconsideración de los propios autores por ellas, sino olvidos en la selva selvaggia de las páginas periodísticas”, argumentaba Vázquez.
LA NACION, destaca Barcia, ha sido campo de su larga exploración investigativa y le ha brindado, subraya, sus “mayores cosechas”: Escritos dispersos de Rubén Darío (Universidad Nacional de La Plata, 1965-1967), donde sumó 700 páginas del autor a sus obras completas; Lugones desconocido (Docencia, 2018), en siete tomos, donde rescata 1200 páginas que Leopoldo Lugones había publicado en el diario. También se suman a este acervo páginas de Enrique Banchs (Prosas), un Fray Mocho desconocido y más de doscientos poemas ignorados de la época independentista que, por ars piscatoria, como explica fue recogiendo en “la Estigia de tinta de los páginas periodísticas”. Aún sin publicar aguardan una balsa que los lleve en un futuro segundo tomo de Rescate de náufragos Arturo Cancela, Rafael Obligado, Enrique Larreta y Baldomero Fernández Moreno. El actual estudio puede comprarse en línea (www.editorialdocencia.com.ar).
“Cuando era ayudante de cátedra de dos profesores de La Plata, ambos colaboradores de LA NACION, comencé la compulsa de publicaciones periódicas del siglo XIX. Y pasé luego al XX. A LA NACION la recorrí desde su fundación hasta 1940, hoja a hoja –no había microfilmes, entonces, de la colección– y de esta compulsa fui rescatando enorme cantidad de material desconocido del que solo he dado a imprenta una parte”. Es decir, la búsqueda de Barcia es analógica, artesanal, lejana a los buscadores y motores de búsqueda de publicaciones digitalizadas. “Trabajaba en un altillo de la Biblioteca Central de la Universidad de La Plata, con overall, por el polvo de los libracos, en una mesa donde desplegaba la sábana del diario. Lo marcado luego era filmado y proyectado en tiras por columnas en papel fotográfico, que luego yo pasaba a máquina. A veces, debía completar unos renglones borrados en el diario, en otra colección (la de la Legislatura), entonces usaba un grabador para rescatar lo faltante. Todo muy artesanal y penoso, pero gozaba con cada pieza que rescataba iba a ampliar el corpus de nuestra literatura. Mi buena memoria detectaba lo no recogido”, comparte su técnica.
Infatigable, Barcia dedica sus días a investigar y a escribir sobre sus últimos hallazgos resultados. En el último año ha escrito cinco libros: El inédito n° 46-47 de Martín Fierro dedicado a Güiraldes, Mis trabajos y mis días, San Martín en el teatro histórico argentino, El método del caso en Primaria y Secundaria, y primer tomo de Rescate de náufragos. Actualmente en nuevo libro: La narrativa policial argentina. Nuevos aportes. Hace 32 años dio a conocer las dos primeras novelas policiales argentinas (1877), y en lengua española, y acaba de culminar Los géneros comunicativos universitarios escritos y orales. Teoría y práctica.
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