Patricia Highsmith, poeta de la aprensión

Para celebrar el centenario de esta inclasificable, grandísima escritora que fue Patricia Highsmith, la profesora Ana Emilia Silva, colaboradora habitual de nuestro Programa, nos ofrece una semblanza, un panorama que permite adentrarse en la obra de la autora. Imperdible, como suelen ser los artículos de Ana Emilia.




“el arte en esencia no tiene nada que ver con la moral, los convencionalismos y los sermones”

 Patricia Highsmith

Por Ana Emilia Silva*


Patricia Highsmith escribió veintidós novelas y diez libros de cuentos. Vivió en Estados Unidos hasta 1963, luego se radicó en Europa, donde su obra fue muy bien recibida, tanto de parte de lectores  como de los especialistas, obteniendo numerosos premios.

Sus ideas políticas y el rechazo al modo de vida norteamericano hicieron que su producción no fuera valorada en su país, puesto que en ella enfatizó, sin contemplaciones, la crítica al sistema.

Recorrer su narrativa implica un denso viaje hacia las zonas más oscuras del ser humano. Al igual que sus amores literarios, Poe, Dostoiesvski, Kafka, o Kierkegaard, Nietzsche y Sartre en el campo de la filosofía, se adentra en los recovecos de la conciencia en busca de los resortes que generan el crimen, la traición, la culpa y la mentira. Sus novelas y cuentos presentan personajes y situaciones que cruzan la delgada línea entre el bien y el mal. Estudiosa de la naturaleza humana, dibuja seres complejos, amorales, solitarios, propensos al desequilibrio. De repente, por circunstancias imprevisibles, guiados por un hilo venenoso, cualquiera de nosotros puede romper los parámetros sociales y éticos, saltar la valla, verse inmerso en un torbellino imparable: “- ¡Oiga! ¡Menuda idea se me ha ocurrido! Un asesinato por delegación, ¿comprende? ¡Yo mato a su esposa y usted se encarga de mi padre! Nos encontramos en el tren, ¿comprende?, y nadie sabe que nos conocemos. ¡Nadie! ¡Una coartada perfecta!” (Extraños en un tren).

Parte de la crítica ha encasillado, erróneamente, su producción dentro del género del policial negro o el suspense. Consideramos que los planteos de Highsmith van más allá de la mera investigación y la resolución de un caso, dado que ahonda en problemáticas existenciales como la soledad, la culpa, la angustia y el rechazo. Más que en la búsqueda de la verdad a manos de un investigador, policía o detective privado, la autora se adentra en los engranajes mentales que se ponen en marcha para llevar a cabo el delito. Realiza un corrimiento decisivo y evita los juicios de valor. Pone el foco en la visión del criminal, sus motivaciones y métodos en la gestación del hecho y las circunstancias que lo hacen posible. De esta manera, logra que el lector se identifique con el asesino, que siempre es el protagonista y a través de esta empatía siga sus avatares, se interese por su manera de vivir, sus procedimientos y hasta logre justificar el delito porque las víctimas son seres perversos y despreciables. 

Cabe agregar que gran parte de su producción tiene poco que ver con el mundo del crimen. Highsmith se interesa por la manera de vivir norteamericana, especialmente la clase media, la doble moral de respetables ejecutivos, sus matrimonios fracasados y la búsqueda de relaciones homosexuales. La soledad, el aislamiento, la incomprensión y la muerte de los ideales son sus tópicos recurrentes. 

En la novela El diario de Edith (1976), desarrolla el conflicto entre los límites de la fantasía y la realidad. Relata la vida de Edith, un ama de casa de la clase media estadounidense, interesada en la política de su momento y la serie de circunstancias que derrumbarán un mundo ideal. El fracaso de su matrimonio, la indolencia de su hijo Cliffie, borracho y holgazán, que deambula todo el día por la casa, la atmósfera política a causa de la guerra de Vietnam y su oposición a la misma, la irán aislando. Sus amistades no compartirán sus ideas y juzgarán sus escritos como desestabilizadores. Esta serie de rechazos la aislará paulatinamente, hasta perder la noción de la realidad y construir, a través de sus diarios, un mundo ideal, que poco a poco será su refugio, que la cobijará de la aspereza del entorno.

La novela narra el deterioro mental y el proceso de la enfermedad de Edith hasta su desintegración. La protagonista refleja una sociedad enferma.

Otro de los aciertos literarios de Patricia Highsmith es la creación del personaje Tom Ripley, eje de una saga de cinco novelas: 

-El talento de Mister Ripley (1955)

-La máscara de Ripley (1970)

-El juego de Ripley/ El amigo americano (1974). Llevada al cine por Wim Wenders, en 1977 y por Anthony Minghella, en 1991.   

-Tras los pasos de Ripley/ El muchacho que siguió a Ripley (1980)

-Ripley en peligro (1991)

 

En 1955, publica El talento de Mister Ripley, ganadora del premio Edgar Allan Poe, llevada al cine por René Clement en 1960, con Alain Delon como Tom Ripley, un hombre seductor, amoral, ingenioso, multifacético, que considera el crimen como la única puerta de acceso para alcanzar la vida soñada. Dueño de una gran inteligencia, logra sortear a la policía y siempre consigue escapar de situaciones riesgosas. Desconoce el sentimiento de culpa y alcanza sus metas de ascenso social a cualquier precio hasta convertirse en un hombre de muy buen nivel económico. Su deseo de aparentar y ser aceptado en ciertos grupos sociales es el motor que lo moviliza. Posteriormente se casa con una bella heredera y se instala en un pueblito francés. Posee sensibilidad artística, le interesa la pintura, la música y los muebles de colección. 

Ripley es un personaje de una ambigüedad moral inquietante, muy carismático, produce en los lectores atracción y rechazo. Su personalidad extrema lo lleva al crimen y la mentira.  

Si bien la saga de Ripley posee elementos del policial negro, el abordaje de Highsmith va más allá, desarrollando varios de sus temas filosóficos y sociales: el conflicto del hombre contemporáneo con su identidad, el individuo atrapado en la sociedad de consumo, el rechazo al modo de vida estadounidense, la crítica al sueño americano, basado en la ambición y la obsesión por el dinero en un mundo de apariencias, que demuestran que la vida es una mera representación. 

Por lo enunciado anteriormente, coincidimos con el punto de vista de José Ramón Arana, estudioso de la obra de Highsmith que sostiene que “en sus novelas se produce una transformación radical del género negro: de la novela de investigación y del detective, a la novela del crimen, del asesino. Los lectores saben quién es el criminal y sus motivaciones, sus métodos, sus razones. Asistimos a la elaboración y ejecución del crimen.” 

En sus historias, el pesimismo, la ausencia de sentimentalismo y la crueldad de los planteos éticos son un sello permanente. Establece un juego muy sutil entre el bien y el mal. En los análisis psicológicos de los personajes, factor clave de sus relatos, desarrolla la disociación entre el individuo y la sociedad de consumo, que lo conduce a la realización del crimen perfecto para superar el entorno opresivo.

Patricia Highsmith nació en Texas en 1921 y murió en Locarno, Suiza, en 1995.  Alcohólica desde muy temprano, en las etapas de producción literaria lograba mantenerse sobria. Tuvo muchos amores, pero ninguna pareja estable. Amaba al reino animal, en especial los gatos y los caracoles. Su libro Crímenes bestiales da cuenta de este amor y comprensión. Los trece relatos tienen diversos protagonistas animales. En Corista, una elefante narra sus peripecias, el amor que profesa a Steve, su cálido entrenador y la tristeza que siente al no verlo más. Tristeza que se convertirá en sorda desesperación ante la cruel actitud de Cliff, el sucesor de Steve y será el factor que desencadenará el ataque. El cuento se cierra con el pensamiento final de Corista: “Ahora comienza a salir el sol y la parte alta de la copa de los árboles se torna verdosa, ya que no todos los árboles están pelados. Mi vista se levanta y se levanta. Y mi cuerpo se hunde… De repente me siento muy pesada, como si me sumiera en el sueño… veo a Steve con gran claridad… Por eso me doy cuenta de que me estoy muriendo, sí, porque sé que Steve está muerto.”  

Patricia fue concebida días antes de la separación de sus padres, fue una hija no deseada que quedó al cuidado de su abuela materna. Recién a los diez años conoció a su padre y posteriormente viajó a Nueva York, donde vivió con su madre, con la que tuvo una compleja relación de amor-odio, y su nuevo marido, el señor Highsmith, de quien llevará el apellido.

Asistió a un prestigioso colegio para señoritas y posteriormente estudió literatura. Se la recuerda como una muchacha algo huraña e introvertida. Al descubrir sus tendencias homosexuales, emprenderá una terapia para superarla, dado que en ese tiempo se la consideraba una enfermedad.

En 1950, publica su primera novela, Extraños en un tren que, un año más tarde, será llevada al cine por Alfred Hitchcock, con la adaptación de Raymond Chandler. La película la llevará a la fama.

En 1951, escribe El precio de la sal, novela rechazada por muchos editores por su contenido lésbico: narra la historia de amor entre dos mujeres: Carol, rica neoyorquina, casada, madre de una niña y una vendedora de juguetes de una elegante tienda.  Después de varios intentos, logra publicarla al año siguiente en una edición económica bajo el pseudónimo de Claire Morgan y fue un éxito de ventas. Posteriormente la editará con el título de Carol, ya con su nombre. En 2015, Todd Haynes la lleva al cine y la película fue nominada al Oscar.

Su primera novela, Extraños en un tren, tiene algunos puntos en común con la novela negra. Narra la realización de un crimen perfecto. El joven arquitecto Guy Haines viaja en tren hacia Metcalf, una ciudad de Texas. Lee un libro de Platón, pero sus problemas lo dispersan de la lectura e imagina diversas formas de convencer a Miriam su mujer, de la que está separado, para que le conceda el divorcio. El dato del libro nos da la impronta del personaje: un joven culto, razonador. Frente a él, otro joven, que mientras bebe, intenta conversar y se presenta como Charles Anthony Bruno. Guy lo observa sin ganas, no quiere hablar con nadie. En esta escena se evidencia la diametralidad de ambos personajes: un lector de filosofía y un bebedor. A pesar de la intención de evitarlo, los ojos enrojecidos y el enorme forúnculo, que le corona la frente, atraen su vista y lo dispersan de sus pensamientos. Poco a poco comienza el diálogo, la personalidad de Bruno se desgrana, surgen sus ideas sobre la vida y cómo vivirla: “Tengo la teoría de que una  persona debería hacer todo cuanto sea posible hacer antes de morirse…” y agregará que “cualquier persona es capaz de asesinar. Es puramente cuestión de circunstancias, sin que tenga absolutamente nada que ver con el temperamento.”  

Los comentarios de Bruno hacen que Guy lo mire espantado. Emana algo maligno, tan putrefacto como el grano que madura en su frente. A pesar de la reticencia, Bruno consigue hacerlo hablar y así logra conocer su conflicto: el deseo de terminar con su mujer, para poder llevar a cabo sus proyectos: casarse con Anne, triunfar en la profesión y ascender socialmente.

Esta confidencia posibilita la propuesta de Bruno: él matará a Miriam y Guy deberá asesinar al odiado padre, Samuel Bruno. Será el crimen perfecto. Nadie los podrá vincular. Ante el rechazo de Guy, se desplegará un sutil trabajo de manipulación. El texto irá alternando las distintas posturas de los personajes, como una cámara que se desplaza de un lado a otro y en este contrapunto, el lector verá la evolución de cada uno. 

La novela desarrolla la tensa y ambigua relación entre esos dos hombres. Bruno tejerá una telaraña tan perfecta alrededor de Guy, que minará su resistencia, hasta hacerle perder los parámetros ético-sociales y convertirá su vida en un caos. Logra despertar en él sentimientos desconocidos y las fronteras del bien y el mal se harán difusas; el arquitecto, como un Jano bifronte, irá por el mundo dividido entre el inteligente, próspero, talentoso, amable profesional y el hombre capaz de matar sin motivo. Y la enorme culpa que lo persigue, además de darle ribetes dostovieskianos, será su perdición. El secreto compartido instaura una dependencia feroz. Bruno, acosador incansable, siente una irreprimible fascinación hacia Guy y con el fin de doblegarlo, emplea todo tipo de artilugios desde cartas amenazantes y comprometedoras, costosos regalos, llamadas y bruscas apariciones. Sin explicitarlo, estas actitudes más su misoginia perfilan su homosexualidad. 

El desenlace lleva al extremo el tema de la culpa. Describe la desintegración de Guy, que muy a su pesar se ha convertido en el doble de Bruno y cae derrumbado por el peso de su crimen. Bruno se arroja al mar, pero esta muerte no es relevante, dado que el hastío precipita su suicidio. La vida para él carece de interés.

Las tramas de Patricia Highsmith ofrecen una visión amarga de la condición humana inserta en la sociedad capitalista y los quiebres que desmantelan existencias rutinarias, de pronto cercadas por la angustia y la desolación.

En este paneo hemos tratado de asomarnos al universo de Highsmith. Su obra supera los límites de un artículo. Esperamos haber dado un panorama certero a fin de convocar a una de las narradoras más inquietantes de nuestro tiempo.

       

* Ana Emilia Silva es profesora (USAL) y licenciada en letras, egresada de la Universidad Nacional de San Martín. Se ha diplomado en Lectura y Escritura por FLACSO y por la Universidad Nacional de San Martín en las Diplomaturas en Literatura Infantil y Juvenil y obtuvo el Postítulo en Literatura Infantil y Juvenil: CEPA.

Es narradora oral, discípula del profesor Juan Moreno. Integra la Comisión Directiva de ALIJA y es miembro de la Academia Argentina de Literatura Infantil y de la Academia Alas.

Escribe poesía y narrativa, varios de sus textos integran diversas antologías.

Coautora de libros de texto en Lengua y Literatura para Editorial SM y Editorial Kapelusz  y autora de Prácticas de Lengua y Literatura. Pasar la Posta.

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