Setenta años del nacimiento de Roberto Bolaño
En Libro de arena celebramos los setenta años del nacimiento de Roberto Bolaño con poemas del gran narrador chileno, y una entrevista realizada en la Feria del Libro de Santiago de Chile, en 1999.
En Bolaño- El hijo de Míster Playa, la biografía de Mónica Maristain, Ignacio Echevarría, crítico literario y amigo de Roberto Bolaño, afirma que “todo lo que se publique después de 2666 son añadidos. Ese libro, en secuencia con los que fue publicando en vida, cierra el edificio Bolaño. La catedral ya está construida. Podemos añadirle capillitas, altares, adosarle elementos, pero nada de lo que se ha publicado, ni de lo que se publique de Roberto va a reconfigurar su obra. En todo caso, mejorará su comprensión, matizará aspectos de ella, pero su obra ya está ahí. Si no se publicara nada más de Roberto, no se pierde nada. Ahora, que queden poemas, retazos narrativos, novelas antiguas u olvidadas por publicar, sobre todo diarios y correspondencia, sería yo el primero a lanzarme a leer esos materiales como loco, a disfrutarlos y a corregir en función de ellos ciertas apreciaciones que uno puede tener sobre sus propias lecturas”.
Cierto. Bolaño fue, ante todo, un enorme narrador.
De todas maneras, el chileno mismo dijo en alguna entrevista: “Yo empecé escribiendo poesía. Al menos cuando empecé a escribir en serio. Cuando la apuesta era a vida o muerte, que es una forma un poco exagerada de decirlo pero se parece, lo que escribía era poesía. Y leí muchísima poesía. Siempre he admirado las vidas de los poetas; esas vidas tan desmesuradas, tan arriesgadas…” (…) “yo como poeta no soy nada lírico; soy totalmente prosaico, cotidiano. Mi poeta favorito es Nicanor Parra. Nicanor Parra ya lo dice: que él no habla de crepúsculos, ni de damas recortadas sobre el horizonte, sino de comidas y luego de ataúdes, y ataúdes y ataúdes. Lo repite. No sé qué es poesía. Sé quiénes estuvieron cerca del fenómeno poético. Para mí, Rimbaud y Lautréamont siguen siendo los poetas por excelencia.(…) La poesía para mí es un gesto de adolescente. Del adolescente frágil, inerme, que apuesta lo poco que tiene por algo que no se sabe muy bien qué es. Y que generalmente pierde”.
Hoy Roberto Bolaño cumpliría setenta años. En Libro de arena lo recordamos con algunos de los poemas, que se publicaron de manera póstuma en Poesía reunida.
Poeta chino en Barcelona
Un poeta chino piensa alrededor
de una palabra sin llegar a tocarla,
sin llegar a mirarla, sin
llegar a representarla.
Detrás del poeta hay
montañas amarillas y secas barridas por
el viento,
ocasionales lluvias,
restaurantes baratos,
nubes blancas que se fragmentan.
*
No componer poemas sino oraciones
Escribir plegarias que musitarás
antes de escribir aquellos poemas
que creerás no haber escrito nunca
*
Para Efraín Huerta
Quisiera escribir cosas divertidas para ti.
De catástrofes y pequeñas
estamos hasta el cuello. Nada de imágenes,
tal vez labios, pelos, y una niña que juega
con el maletín de un médico. No sé, Efraín,
qué paisajes decir ahora que estoy pensando
en ti. No sólo tu bondad me ayudó; también
esa suerte de honradez hierática, tu sencillez
al apoyarte en la ventana de tu departamento
para contemplar, en camiseta, el crepúsculo
mexicano, mientras a tus espaldas los poetas
bebían tequila y hablaban en voz baja
*
La pesadilla empieza por allí, en ese punto.
Más allá, arriba y abajo, todo es parte de la
pesadilla. No metas tu mano en ese jarrón. No
metas tu mano en ese florero del infierno. Allí
empieza la pesadilla y todo cuanto desde allí hagas
crecerá sobre tu espalda como una joroba.
No te acerques, no rondes ese punto equívoco.
Aunque veas florecer los labios de tu verdadero
amor, aunque veas florecer unos párpados que
quisieras olvidar o recobrar. No te acerques.
No des vueltas alrededor de ese equívoco. No
muevas los dedos. Créeme. Allí sólo crece
la pesadilla.
*
Ya no hay imágenes, Gaspar, ni metáforas en la zona.
Policías, víctimas, putas armadas
con desechos militares, maricas,
árabes, vendedores de lotería,
feministas que escriben en sus habitaciones.
La desesperanza. La furia.
El atardecer.
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