“PARA PENSAR EN SITUACIONES DE LECTURA, TIENE QUE ESTAR ESE OPTIMISMO DE LA VOLUNTAD”
Libro
de arena publica la segunda parte de la conversación tenida en la Biblioteca
Nacional sobre promoción de la lectura la directora del Museo de la Lengua,
María Pía López, la directora del Plan Nacional de Lectura, Margarita Eggers
Lan, y la reconocida editora Teresita Valdettaro. La primera parte puede encontrarse aquí. En esta porción de la charla, conversan sobre la estrategia
del contagio cuando se trata de lectura, el rol de las instituciones públicas y
privadas y, ya cerca del final, del necesario valor del pesimismo y del
optimismo. La charla estuvo coordinada por el escritor y editor Mario Méndez, y
forma parte del ciclo de Encuentros con autores de la Literatura Infantil y Juvenil,
organizado por el Programa Bibliotecas para armar del GCBA y el Programa de
Acciones Comunitarias del la BN.
Mario
Méndez:
Una cuestión interesante para
cuando hablamos de lectura es el del contagio. Eso justamente que no se puede poner adentro de un
aula. ¿Cómo hacés para que el docente contagie el entusiasmo por el libro? Me
acuerdo de cuando trabajábamos en el Programa de Lectura con vos, Margarita, de
una charla que dio Graciela Bialet en el Ministerio de Educación. Dijo una
frase que yo la repito cuando puedo, que hay que convencerse, parece de perogrullo
pero por ahí no estamos todos convencidos, de que el oficio del docente es un
oficio de lectores. Que realmente no se puede ser docente sin ser lector. Poder
se puede pero no se debería. Ahora, ¿cómo contagiar? Mi pregunta para todos hoy
va en ese sentido, ¿cómo hacer desde el lado de las empresas editoriales que
apuntan a los maestros y desde el lado del Plan Nacional de Lectura, del
Estado, del Museo?, ¿cómo lograr ese contagio, primero a los docentes, para que
después lo trasladen a los chicos? Y antes de que me contesten, una de las
“grandes contagiadoras” está acá
presente, que es Adela Ratner, que es estrecha colaboradora de Mempo
Giardinelli en su Fundación y que dirige un programa premiado
internacionalmente. Las abuelas que cuentan cuentos y andan contagiando
lecturas (Aplausos) y ahora están leyendo en la secundaria. ¿Cuál es tu
respuesta Margarita?
Margarita
Eggers Lan:
El mes pasado estuve en Cuba de
los leedores, en las fábricas de habanos. En mil ochocientos cincuenta y pico,
en la fábrica Partagás, se pensó en cómo entretener a los obreros de los
habanos, leyéndoles de vez en cuando unos minutos para que tuvieran un
incentivo. La cuestión es que un día cae la novela Montecristo y se arma un tole tole porque los habaneros no quieren
dejar de escuchar la novela. Llegan al punto de hacer una huelga por tiempo
indeterminado y a partir de ahí se crea el papel del “leedor”. Y bueno, ustedes
saben que en Cuba las fábricas de habanos se llaman “Montecristo”,” Romeo y
Julieta”. Y de ahí, justamente, salió Martí. Era leedor en una fábrica de
habanos. Eso de leer en todos los ámbitos es lo que nosotros estamos trabajando
desde hace tantos años, lo que decía Mario recién, la frase que decía Graciela
Bialet, sólo les pedimos a los docentes desde Inicial hasta la Universidad,
que, por favor, antes de empezar la clase, les lean, en diez minutos, un texto
a sus alumnos. Diez minutos. Cuando nos dicen justamente: “Yo no sé leer”, le
decimos: “Sos docente” ¿Podés ir a una sala de emergencias y que el médico te
diga: “No, mirá, me da asco la sangre”? No podés. Entonces un docente no puede
negar este camino amoroso que hay hacia la pasión por los pibes. El docente es
la clave. Tiene que poder leerle todos los días un texto a los chicos, un texto
que los enamore.
Asistente:
Yo no soy docente. Pero querría
saber… ¿se puede incorporar a la Literatura en el currículum de los docentes?
MM:
Muy buena pregunta.
MEL:
La literatura infantil y
juvenil hace muy poco tiempo que volvió a la currícula de los planes de estudio. Por eso nosotros
estamos tratando de profundizar y trabajar tanto en esto. Porque justamente, a
partir de eso que les mostré de los libros recomendados para leer, resulta
necesario preguntarse: “¿Quién es quién para armar un canon?”. Bueno, los
cánones se arman igual, nos guste o no nos guste, cuando el Estado compra
libros, arma cánones.
Entonces no seamos hipócritas y
empecemos a ser más democráticos, y abrir un poco el abanico y mostrar qué se
puede leer.
Asistente:
¿Qué pasa con los docentes?
Porque yo soy lectora de cuentos en escuelas. Estoy con un grupo que vamos a
leer y a contar cuentos, y me he encontrado con maestras que he constatado que
eran semi analfabetas. Entonces digo, ¿qué pasa con el currículum? Porque yo no
creo que al chico tengamos que obligarlo a leer. Quizá habría que tal vez poner
un poco de mano dura y obligarlo a leer al docente…
MEL:
Sin poner mano dura… sin poner
mano dura. (Risas) Por ejemplo, si el docente tiene que elegir todos los días
un texto para leer, está obligado a leer, está obligado a ir a buscar en la
biblioteca, a la propia, a la del vecino, a la de la escuela. Está obligado a
buscar textos y leer. Está obligado a leerlo y releerlo para poder leerlo
después. La lectura en voz alta es algo tan simple, y tan sencillo, y es un
camino, como dice Mempo Giardinelli, el primer camino para formar lectores.
Asistente:
Mi pregunta es, ¿hoy el docente
dispone de tiempo para ir a bibliotecas? Ya sea de grado o un docente
secundario.
María
Pía López:
Sí, yo fui docente de primaria,
fui docente de secundaria, tenés muchas horas libres, podés leer con los chicos, podés leerle a los
chicos, podés hacer que los chicos te
lean a vos. Yo creo que el tiempo para leer no nos alcanza nunca. Que levante
la mano acá el que le alcance el tiempo para leer. El tiempo en realidad no nos
alcanza nunca.
Asistente:
Yo hablaba de la búsqueda. Vos
hablabas de un tiempo de lectura clandestina, yo pensaba en el tiempo robado a
la lectura. Yo fui docente. Estuve trabajando con chicos pero desde mi pasión
por la lectura. Pero si no trabajo tanta cantidad de horas, no puedo comprar
libros y tampoco puedo leer. Pero también me ha pasado llegar a una escuela con
un libro, leer un párrafo. Los chicos ya se interesan a ver qué libro es ese.
MEL:
Mempo Giardinelli dice:
“¿Cuánto lleva el poema ese de Neruda, para que vos vayas ahora a la noche y
antes de poner la mesa le digas a tu marido: ‘Escuchá esto’. Dos minutos te
lleva. Dos minutos.”
MPL:
Hubo hace muchos años en la
ciudad de Buenos Aires, una capacitación a nivel de postítulo docente que
dirigía Gustavo Bombini, sobre literatura infantil y juvenil, y lo cerraron. Y
esto dejó un bache muy grande a nivel de postitulación. Hace dos años dejó de
existir, lo cual generó un bache en la formación más importante todavía. Yo vi
bastante de cerca el trabajo que hacían los docentes de ese postítulo, y los
efectos eran muy tangibles. Puede parecer chiquito por la cantidad de personas
que lo cursaban por año. Pero el nivel
de impacto es muy alto porque cada profesor
y cada maestro cuando vuelve a la escuela, hace algo con eso.
MEL:
Nosotros hicimos un
seminario internacional sobre LIJ, que vino
Pedro Carrillo, de Castilla, La Mancha,
que es el que tiene la maestría en lengua española más importante sobre
LIJ. Vino gente que trabaja en la única
cátedra que trabaja literatura infantil en México. Vinieron expertos de todo el
país y los llevamos a recorrer todas las provincias. Y era impresionante porque
estaba Fernando Hernán Díaz hablando del libro álbum y había quinientas
personas. Y nosotros habíamos preparado un Seminario para un número de entre
setenta y cien personas, y tuvimos que empezar a pedir otros lugares. Y eso es
también por una necesidad enorme que hay, porque hay una demanda en este
momento.
MPL:
Una cosita, porque él preguntaba qué se puede hacer desde la
institución… Nosotros, en realidad, desde el Museo del Libro lo que hacemos es
tratar de frecuentar las obras (ahora estamos con la muestra de la
bibliografía sobre Roberto Arlt).El viernes va a estar Ana Padovani narrando, una gran narradora, y va a estar
narrando la bibliografía de Arlt y leyendo textos. Es una narradora muy
potente. Es muy interesante lo que hace, y está en el marco de esta muestra
sobre Los siete locos y Los Lanzallamas. Nosotros trabajamos
mucho con visitas escolares. Desde fines de abril empiezan estas visitas.
Entonces pensamos en una muestra que sea muy escenográfica, como una puesta en
escena, y muy lúdica. Y en la que se pueda
interactuar con el relato de la novela, casi como si fuera una novela de
aventuras que les pasan a los personajes y ver qué pasa con eso. Con el interés
de los niños que se acercan en una visita guiada, entrando de ese modo a una
cosa que es casi teatral y de juego. Ver si les despierta las ganas de ver qué
dice la novela.
MEL:
Una sola cosa más sobre el rol
de las instituciones. Nosotros estamos trabajando muy fuertemente con los
adolescentes. Y puedo dar testimonio de eso porque en el Chaco ya hay más de seiscientas
escuelas secundarias donde los alumnos leen. Empezaron con un docente que lee,
pero ellos traen textos para leer y realmente hemos visto un trabajo muy
intenso, y que tiene que ver también con buscar, con que ellos mismos traigan
sus textos para leer y compartir. Tienen muros de recomendaciones de libros,
Facebook, tienen sus blogs…
Asistente:
Yo pensaba, con esto que decías vos de los
docentes… No soy docente. Lo fui en algún momento. Soy narradora, y estoy en
contacto con los docentes, y sus problemáticas
y pienso que se les tiran demasiadas fichas a los docentes. “Lo que
deberían ser”,” lo que tendrían que hacer”… me gustó esto del contagio, la
transmisión. Lo que se transmite con palabras hace que se hable del tema de la
lectura. Yo lo pensaba en relación a la exigencia que tiene un docente hoy. Tal
vez, la chance sea la de redescubrir
junto con ellos, acompañarlos, esta escena del propio lector. No sé si
para esto hay capacitación.
Asistente:
Los talleres de lectura para
los docentes…
Asistente:
Encontrar algo más informal.
Ver la finalidad. Si es para enriquecer el bagaje literario es buenísimo. Pero
para reencontrarse con esa escena de lectura clandestina…
MEL:
Y a veces ni siquiera es
reencontrarse. A veces es encontrarse. Porque, por ejemplo, nosotros, en este
momento, estamos teniendo grupos de lectores en universidades. Empezamos con un
grupo de la Facultad de Derecho, del área de investigación de la Facultad de la
UBA. Me vinieron a entrevistar y yo les dije: “¿Por qué no se animan a hacer
una cátedra para la formación de lectores en la Facultad?”. Y ahí empezaron.
Tienen una suerte de cátedra libre a la que asisten desde jueces hasta alumnos
de la Facultad. Y sí les cambió la historia cuando, por ejemplo, Ana Padovani
les traía un universo de libros para leer. Era increíble ver la cara de esos
jueces abriendo los libros álbum, y pidiendo que se los dejaran un ratito más.
Esa escena amorosa con los libros hay que tener la continuidad de armarla en
todos los lugares donde se pueda. Pero hay que armarlas. Porque solas no salen.
Esos jueces nunca se habían encontrado con un libro así. Ahora están, en este
momento, trabajando con nosotros en la Estación de Lectura de Retiro (tenemos
una estación de lectura libre en Retiro) y para la gente que va a dormir a los
paradores del Gobierno de la Ciudad, se armaron ahora bibliotecas en los
paradores. Entonces los jueces y los alumnos, ahora van a leerles a los hombres
y mujeres que van a dormir ahí a la noche.
Asistente:
La Asociación de Pediatría
también. Con la creación de bibliotecas
y de salas de lectura, por ejemplo en el Hospital Tornú.
Asistente:
Yo soy docente en la
universidad, y hace tiempo que me vengo interiorizando en la lectura porque veo
los beneficios que tiene en los alumnos universitarios. Que se metan en los
textos. Y que no sean lectores por ejemplo, sólo de libros de Medicina y de
Biología. Y creo que para promover la lectura estamos errando el foco. En lugar
de ir a los chicos, tratar de fomentar a lectura en los docentes, en los
padres. Ir a los chicos es absolutamente necesario. Pero también es
absolutamente necesario facilitarle el acceso al libro al docente que quizá no
encuentra tiempo para la lectura, se pierde, entre tantos títulos, entre tantos
autores, que no sabe cómo acercarle a sus alumnos. Entonces creo que los que
queremos facilitar la lectura tenemos que empezar con docentes que trabajan con
nosotros en la universidad y en otros ámbitos
y con los padres de los chicos. Hacer todo un trabajo de uno a uno que se
multiplica. Aparte de trabajar con los chicos.
MEL:
En la facultad de derecho ahora
hay doce cátedras que tienen incorporada la literatura en su currícula.
Empiezan a buscar textos donde aparecen las problemáticas de la justicia. Los
mismos docentes con los que trabajamos ahora se asombran porque ellos mismos
empiezan a buscar, y hoy tienen una página web, “Lectores para la Justicia”
donde pueden explicar desde Drácula hasta algunas obras de Borges,
las que se te ocurran. Cuáles son las vinculaciones que tienen con la Justicia
y ellos nos cuentan cómo los alumnos se entusiasman por la materia, entrando
por la literatura. Y ahora estamos con un desafío mayor que es en la Facultad
de Ingeniería. Vamos a ver…
Teresita
Valdettaro:
Yo valoro de todo corazón esos
encuentros. Yo coordino congresos de promoción de la lectura, soy editora, vivo
de los libros, vivo con los libros y soy muy feminista. Mi experiencia es que
me estoy encontrando con amigos que no veía hace mucho, que creí que eran
excelentes lectores y me dicen: “Ya no
leo”. Son colegas. Gente de Letras, gente que trabaja en investigación y que te
dicen: “Leo para trabajar, nada más”. Entonces me parece que estamos en un
problema. Es un problema. Nos reunimos para hablar de libros, para intercambiar
datos de eventos, páginas, autores. Nosotros. Cincuenta, sesenta personas.
Cuando sos editor, esta posibilidad no la tenés. Todo lo que yo tengo que
decirte tiene que estar acá: en esta tapa, en este color, en esta contratapa,
en la solapa. Como editor tenés menos recursos. Tenés mucha más llegada, por
supuesto, porque los libros son tres mil, cinco mil… pero hay muchos menos
recursos. Entonces, uno de los grandes desafíos, que tuve, y que tengo, es unir
esos dos polos. Esos elementos que hacen atractivo al libro, acá estoy hablando
del comprador directo. No estoy hablando de los libros que van al canal
escolar. Estoy hablando de los libros que yo quiero que el chico vea en la
librería, si va, que le recomiende a sus padres por Internet, que es
prácticamente el único modo de que un chico pueda comprar un libro, sacando los
de prescripción escolar. Honestamente, los grandes canales de venta de libros
son supermercados, kioscos, y grandes cadenas…
MEL:
En la Encuesta Nacional de
Lectura me sorprendió lo bajo que era el índice de compra en supermercados, por suerte, y en shoppings…
TV:
Yo estoy hablando de una
empresa a cuyos números tenía acceso y la mayor parte de las ventas era
material que se distribuye en los supermercados. Lo cual indica una gran
popularización en la compra de los libros. Ahí los libros están al alcance de
todos. Porque no todos entran a la librería. Es mucha más la gente que va al
supermercado que la que va a la librería. De modo que yo no lo interpreto como
algo negativo. Lo tomo como un gran desafío. Hacer que este libro, que
habitualmente se compra por el color, la tapa, los brillitos, tenga una
universalidad que acompañe esa presentación.
MEL:
Pero no hay mediadores en los
supermercados. Nosotros tenemos a los libreros que saben montones de cosas…
TV:
Lo que pasa es que también, la
mediación…si estamos hablando de chicos y de los adolescentes, el mediador, que
no es el par, es, en general, bastante poco aceptado. Hay casos de profesores
de Literatura privilegiados. Hay muchísimos escritores que empezaron a escribir
por los profesores de Lengua que tuvieron en el secundario. Jorge Accame entre
ellos. Uno de los próximos invitados de este ciclo. Esto yo no lo desconozco
para nada, pero no sé si es la mayoría. A mí me preocupa justamente esa otra
franja. La de la lectura por placer, la lectura porque está prohibido, la
lectura en lugar de jugar con la computadora, leer en lugar de ver series…
Estoy hablando de las alternativas de entretenimiento. Ver cuántas les llegan a
los chicos, a los adolescentes específicamente, y que no es por recomendación
nuestra. No es por recomendación de los alumnos. Es generalmente por
recomendación de los pares porque el libro va pasando, porque “mirá”, “fijate”…
Y bueno… ganan Crepúsculo, y las
grandes sagas y cada tanto cae El Señor
de los Anillos y nos sentimos muy felices de que caiga Tolkien también…
Creo que es un gran desafío como editores. Mío, personal, que el libro que se
vende sea bueno, que esté bien
escrito, que la temática sea
interesante, que sea de un autor que tenga un lugar en la literatura infantil y
juvenil… Y el gran desafío de los editores en este momento es generar e-books y libros que tengan nuevos
contenidos para que a los chicos la lectura les resulte tan tentadora como nos
resultaba a nosotros cuando teníamos la edad de ellos. Más allá de la escuela.
No estoy hablando de textos para nada. Son dos canales. Ustedes están hablando
desde lo institucional, y yo te digo lo que me pasaba a mí como editora.
MEL:
Recuerdo
que para la escuela, en el año 2004, 2005,
me reunía con Pedro Barcia, el Presidente de la Academia Argentina de
Letras por ese entonces, porque Filmus quería comprar una colección de libros
y en ese momento estaba todo auditado
por Poder Ciudadano, tenía que hacerse una licitación, entonces le dije a Pedro
Barcia: “¿Por qué no elegís los cien libros que todo joven debería leer?”. Y
bueno, me llama Daniel Filmus y me dice: “Bueno si vos me decís que acá hay uno
que está vivo… (Risas)… No hay uno”…Bueno, y así entró Fontanarrosa, entró
Osvaldo Soriano, entró Oesterheld, El
eternauta, Quino,
Todo Mafalda, para los chicos… Y era una fiesta. Yo tengo mails de bibliotecarios que me escribían y yo me ponía a llorar cuando leía eso. Me decían: “Hoy llegaron los libros”. Y desparramaban los libros, y se habían encontrado con algo más cercano a su universo…
Todo Mafalda, para los chicos… Y era una fiesta. Yo tengo mails de bibliotecarios que me escribían y yo me ponía a llorar cuando leía eso. Me decían: “Hoy llegaron los libros”. Y desparramaban los libros, y se habían encontrado con algo más cercano a su universo…
TV:
Y esa situación que fue
gloriosa, después de los cien títulos, culturalmente fue de gran impacto. Lo
viví como editora.
MEL:
Además, en los clásicos se eligieron las mejores traducciones dentro
de lo que eran las llamadas que estaban dentro de los libros, aquellas que
tuvieran más que ver con el contexto histórico social.
TV:
Es muy difícil dar para leer un
Gulliver o Canción de Navidad sin tener cierto contexto. Esto también es un
mérito de las ediciones pensadas para las escuelas.
MEL:
Yo, por ejemplo, tenía cinco
ediciones para evaluar de El color que
cayó del cielo, de Lovecraft. Tenía cinco libros, me acuerdo porque me fui
de vacaciones a San Martín de los Andes
con mi marido y me llevé una valija llena de libros. Y él estaba a la noche
prendiendo el fuego y yo le leía cinco párrafos, todos diferentes. Y le decía: “¿Cómo
se puede traducir tan diferente?”. Y me acuerdo, porque lo peleé a muerte, que
el de Elvio Gandolfo era el mejor, lejos. Y me decían: “Es el más caro”. Y yo
decía: “No importa. Es el mejor”.
TV:
Es que también son ediciones
muy cuidadas. Las que se hacen pensando en escuelas. Se pone mucho cuidado en
la traducción, en las notas, en el contexto. Mucho más que si lo comprás en una
edición o una traducción que quién sabe de cuándo es, española o mexicana.
También eso tiene su mérito. Ahí el señor quiere decir algo…
Asistente:
Yo soy maestro de Lengua y
profesor de Media, además. Yo pasé por el postítulo. Y lo que tenía como
mérito, vinculado a esto que decís de las traducciones, más para docentes como
yo, ávidos de la lectura era la
posibilidad de redescubrir clásicos a los cuales habíamos dejado de lado por
cliché más que por alguna otra cuestión. Me hacía recordar a Pinocchio, un libro del cual todos
habían visto algún tipo de versión. Y
que jamás hubiéramos llevado al aula por esa cuestión de prejuicio.
También por la versión de Walt Disney,
que es la que tenemos más en la cabeza, por otras cuestiones. Y en el postítulo
ese, había gente de cualquier lugar del sistema. Entonces uno podía encontrarse
con un profesor de Lengua, un licenciado en Literatura, un maestro de Inicial,
y todos teníamos visiones distintas de las cosas. Todos apostábamos a un nuevo
lenguaje sobre eso. Los docentes no tenemos mucho tiempo, tal vez, pero podemos
hacer lectura clandestina dentro del aula. (Risas). Podemos, cuando nuestros
alumnos están haciendo lectura silenciosa, tener algún texto nuestro para leer
un poquito, un ratito. No hay mucho tiempo, tampoco. Poder leer algo propio.
También estamos los que nos creamos la responsabilidad de traer textos más
atractivos, más actuales, y que no sea solamente la parte deportiva del diario.
Pero sí leerles o contarles la historia de un club. O la historia del fútbol.
Yo, por ejemplo, soy docente en la villa de Retiro. En la escuela pública que
está más cerca de la villa. Y a los chicos les atrae que nosotros les llevemos
algún texto vinculado al fútbol. Y después contarles que ese autor es Osvaldo
Soriano.
MEL:
Nosotros estuvimos en 2003 con
cuentos en las canchas…
Asistente:
Muy útiles.
MEL:
Una idea que se me ocurrió a
mí, y que me acuerdo que cuando la
tiramos nos decían que los iban a agarrar los barrabravas, que los iban a
romper, que los iban a hacer papelitos, y la verdad es que mucha gente nos dijo
que los adolescentes empezaron a agarrar más libros a partir de los cuentos de
la cancha. Porque tenían un “algo” con lo que se identificaban.
Asistente:
Lo que sí también es real, es
que hay muchos compañeros (no hablo de los docentes en general) que a veces no
tocan un libro ni por casualidad. Pero ese ya es un problema de responsabilidad
personal.
Asistente:
Yo vengo de una familia en la
que éramos tres hermanos. Había pocos libros. De los tres, a mí me gusta mucho leer y a mis hermanos no. Los
tres nacimos del mismo lugar. Con los mismos padres, la misma biblioteca… Creo
que, de alguna manera, a uno le entusiasma leer si hay libros. Si no, necesita mediador. La escuela,
vecinos… Muchas de mis lecturas tenían que ver son las familias de mis amigos,
que eran más intelectuales que la mía. Entonces algunos somos más visuales,
otros más táctiles. Y también la literatura que llega por otros canales, por el cine. Sabemos toda la historia de una
novela sin leerla porque vimos una película que nos la cuenta… por ahí vamos al
libro…hay distintas maneras de ingresar. Todas son válidas y todas son sumatorias.
Cuando yo entré a la docencia, fui primero maestra de Matemáticas… No dábamos
Literatura…
MEL:
Ahí trajimos para que después
se lleven todos, de los ejemplares chiquititos con los que empezamos a trabajar
en el 2003, hay de Literatura y Memoria, y hay también de Literatura y
Matemática.
Asistente:
Yo trataba de recordar el
Profesorado… yo me recibí de profesora en el Mariano Acosta y tuve excelentes
profesores de Literatura que los recuerdo hasta hoy, sin embargo estaba
tratando de acordarme si leíamos literatura… No. Hacíamos análisis de la
estructura, pero no me acuerdo de que me dijeran: “Leé esta novelita”. Y eso en
el Profesorado, que me parece un lugar fundamental… Si no te forman en ese
lugar, como lectora… el entusiasmo lo tenés que buscar en otro lado.
Asistente:
Hay poco tiempo de Literatura.
Y eso es una cosa que en la formación docente habría que tener en cuenta. Que
es en el único lugar institucional en el que la Literatura tiene que tener un
lugar privilegiado. Yo, por ejemplo, que soy directora de escuela, en La Pampa,
al principio estaba bastante en contra de eso, pero después lo amaba. En La
Pampa hay muchas bibliotecas y muy bien equipadas. Y la bibliotecaria se toma
la tarea con bastante devoción. Y es increíble como entra la literatura en los
chicos. Yo, actualmente, estoy en la biblioteca popular. Cada vez mandan más
libros. Pero antes, mandaban libros que iban a los estantes y no le interesaban
a nadie. Para qué teníamos tantos títulos para la universidad, cuando en
realidad eran muy pocos los que estudiaban. Ahora sí están llegando libros que
son más atractivos. Todo el esfuerzo, todo el trabajo, se ve recompensado en el
buen material. Pero luego es tan difícil mantenerlo. Soy un poco pesimista…
MEL:
Si yo fuera pesimista no podría
estar en el lugar donde estoy…
MPL:
Yo quiero decir algo sobre el
optimismo y el pesimismo. Antonio Gramsci, uno de los pensadores más lúcidos
del siglo XX, que estuvo preso muchos años, porque fue capturado durante el
fascismo, tenía una frase que a mí siempre me gusta recordar en estos casos:
”Hay que tener el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad”. El
pesimismo es necesario, porque sabemos que las condiciones a veces son muy
difíciles. A veces las situaciones en las que uno está narrando exigen unos
esfuerzos enormes con resultados que son microscópicos, pequeños, y aun así nos
alegran. Pero hablaba de ese pesimismo de la razón, que es muy necesario,
porque si no, no tendríamos la potencia
crítica para ver contra qué estamos combatiendo. Pero para pensar en las
situaciones de lectura, tiene que estar ese optimismo de la voluntad. Aunque
las situaciones sean difíciles, aunque el resultado sea microscópico, aunque de
cien alumnos que tengamos haya cuatro que se conviertan en lectores, igual
tenemos que hacer el máximo esfuerzo para que esos cuatro lo sean y para que
los libros sean lindísimos y den ganas de comprarlos aunque sea en el
supermercado, y que en la cancha alguien se distraiga un rato para leer. Es el
optimismo de la voluntad. No me parece que sea contradictorio con el pesimismo,
aunque esta respuesta parezca conciliadora. (Risas).
Asistente:
Lo que yo quiero agregar es que
en un mundo tan atravesado por la rapidez de lo virtual, la lectura requiere un
esfuerzo mayor que prender la tele…
MM:
Bueno,
está buenísima toda la participación de la concurrencia. Generalmente es así.
Debe ser porque la mayoría somos docentes, y entonces nos gusta participar y
hablar y opinar y tenemos mucho para decir. Pero, lamentablemente, ya es hora
de irnos. Yo quiero agradecerles mucho a nuestras invitadas, que, me parece, se
merecen un gran aplauso. (Aplausos). Muchas gracias.
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