El mundo dividido de Vargas Llosa
Contradictorio, aberrante, cruel, violento hasta lo inhumano, tensado entre las fuerzas de las clases dominantes oligárquicas y los sectores populares, pero también complejo, rico en matices y profundamente elaborado, es el mundo en que habita la obra de Mario Vargas Llosa. En el natalicio número 80 del escritor peruano, premio Nobel de literatura en 2010, Libro de arena publica un artículo especial que recorre, a manera de homenaje, su vida, su obra, los premios alcanzados, el valor de su trascendencia como autor en habla hispana.
Por Ernesto Hollmann*
Por Ernesto Hollmann*
Mario
Vargas Llosa, es uno de los escritores más importante de habla hispana y el más
grande aún vivo que sigue escribiendo. Ha
ganado el Premio Nobel de Literatura y numerosos
premios más a lo largo de su extensa y productiva carrera en el campo de la literatura,
el periodismo y las traducciones.
Al
cumplir los 80 años lo hace con la edición de su última novela Cinco esquinas, para él el mejor regalo
que pueda recibir en este momento. Le resulta aún más gratificante que haber
recibido el Nobel, según sus exactas palabras dichas a un medio español. Se
agrega a esto la edición en dos tomos de seis novelas escogidas por él mismo
en la prestigiosa colección La Pléiade de editorial Gallimard y ser el primer
autor hispano en conquistar este prestigio en vida.
Su
obra es muy extensa: desde sus primeros cuentos reunidos bajo el título de Los jefes y la nouvelle Los cachorros (Pichula Cuellar) hasta las
novelas que lo harían mundialmente famoso La
ciudad y los perros, La casa verde para
llegar a una de sus obras cumbres Conversación
en la catedral, sinfonía macabra sobre la degradación moral de una sociedad
que traspasa las puertas del Cusco abarcando un sistema de vida que nos
contamina y aniquila sin piedad. El propio autor la considera digna de “ser
salvada” entre todas sus novelas ante una hecatombe. A todo esto hay que
agregar textos que Vargas Llosa fue escribiendo a lo largo de los años:las
deleitables Travesuras de la niña mala
o Los cuadernos de Don Rigoberto;
obras de teatro, estudios sobre Flaubert, Víctor Hugo, Hemingway… y uno de sus
mejores trabajos ensayísticos que es Historia de un deicidio (sobre García
Márquez). A esto se agregan numerosos artículos periodísticos y prólogos
bellísimos.
Por
ser su creación tan monumental, es muy difícil abarcartoda su escrituraen un
artículo breve, que justamente por estas dimensiones no permite un estudio profundo
sobre su obra. Lo interesante para
elaborar son sus visiones particulares sobre un mundo que le pertenece por
nacimiento y educación, que es el ámbito de la tierra peruana. La perspectiva
con que Vargas Llosa observa su país y a los seres que lo habitan, no deja de
ser una paradoja a lo largo de gran parte de sus escritos. Sus personajes están
cargados de contradicciones, son ambiguos, malvados y extremadamente crueles,
pero como dice Georges Bataille en La
literatura y el mal, el lector termina siendo atrapado por sus
personalidades.
En
el mundo ficcional del autor aquel axioma famoso de “pinta tu aldea y
describirás el mundo” es una certeza. Cada estamento en las descripciones de
Vargas Llosa remite inexorablemente a su vivencia como habitante de ese Perú
mediocre, paupérrimo, cargado de una violencia desbordada, extremadamente
machista y dividido en dos mitades opuestas: la oligarquía y los sectores
populares. Manipulado políticamente por déspotas ambiciosos, en su mayoría
militares escasos de inteligencia, también se advierte la necesidad de intentar
comprender ese terruño que odia y ama, que es su propia carne.
En
su primera etapa como escritor: Los
jefes, Los cachorros y sobre todo La
ciudad y los perros y Conversación en la catedral plasma con despiadada
sinceridad el devastado mundo que lo rodea. En La ciudad… la escuela de cadetes es el germen político de la
carcoma que corroe todo el sistema social del Perú, esos estudiantes que rompen
cualquier vínculo humano hasta caer en el asesinato son el huevo de la
serpiente que engendrará todas las falacias posteriores en la vida del país.
En
Conversación… el entramado es más
intenso y contradictorio; su omnipresencia es coyuntural: la dictadura de Odría
y los apristas con Prado a la cabeza son los opositores que corrompen los
ideales del protagonista y los que viven en esa infinita conversación que
desangra escalón por escalón el cuerpo de la Nación. En los cuentos reunidos en
Los jefes y el relato de Los cachorros Vargas Llosa llora con
absoluto dolor su juventud como hijo de la burguesía limeña. Con precisión
describe la sinrazón de una vida plagada de violencia e hipocresía. En estos
textos se siente una inmensa pesadumbre, una imposibilidad para lograr la más
mínima autoestima como ser racional. Son obras de un profundo
pesimismo.
La
creación en Vargas Llosa es potencialmente minimalista, aunque su escritura no
lo sea en la globalidad final. Sus personajes van creciendo a pasos rigurosos,
casi brutales: rictus corporales, ademanes, miradas, labios tumefactos por el
deseo –“La saliva se le espesó como semen en la boca” (Conversación…. Esta destreza en la composición individual está
estructurada en la visión coral que rodea a los protagonistas en la mayoría de
sus obras. Tiene la capacidad de conjugar en un mismo ámbito de lectura, infinidad de voces posibles para una ficción
literaria.Yuxtapone diálogos en un mismo espacio narrativo, y asistimos así a
un presente y un pasado que
se alternan. Acompañamos a personajes dispares y situaciones contrapuestas y
antagónicas que no alteran en ningún
momento la continuidad del relato.
Pasados
unos años, con la potencialidad que le da su autoexilio en París y la
posibilidad de poder ver su juventud desde otra perspectiva, escribe otras
novelas igualmente maravillosas, menos pesimistas pero aún más melancólicas: La tía Julia y el escribidor, la ya
mencionada Travesuras dela niña mala,
La guerra del fin del mundo, Lituma en los Andesetc.
Al
igual que Cortázar (que vuelve una y otra vez su mirada hacia la Argentina)
Vargas Llosa lo hace hacia el Perú. Su objetivo es el recuerdo entomológico
(otra vez Cortázar) su poética es desesperanzada e inclemente. Uno de los
personajes emblemáticos de este período es el del militar Lituma que ya
aparecía esbozado en Los jefes y es
el eje en Lituma en los Andes y ¿Quiénmato a Palomino Molero? En ambas
novelas la obstinada persecución en busca de la justicia y la verdad como
sustanciación humana que hace Lituma, se enfrentan a la sinrazón ideológica y a
la cultura ancestral en la primera. Y a la más abyecta condición del hombre que es la
tortura sobre otro ser viviente de su propia especie, en el desgarrador vía
crucis de Molero. Lituma es la voz moral e interna de un pueblo que no quiere
ceder ante la mera cerrazón. Por su propia condición de cholo (cabecita negra),
militar sin rango fijo (a veces es cabo o sargento, no más), es asignado a un
puesto de frontera cuando investiga demasiado la muerte de Molero. Y esto lo
sitúa en la escritura de Vargas Llosa como la mirada salvadora de esa tierra
arrasada por la ignorancia y sojuzgada por la tiranía y la corrupción.
Antes
de avanzar debemos hacer mención de una novela imposible de soslayar en su
literatura: Pantaleón y las visitadoras.Una
obra bufonesca y trágica donde los militares son descriptos por la
pluma de la misma manera en que un
escalpelo puede dejar sin carne un hueso. Toda la burocracia, la imbecilidad,
la hipocresía y la maldad congénita que anidan en la institución militar están
presentes en este texto impecable, una verdadera
fábula moral.
Antes
de finalizar, quisiera aclarar algunos puntos que plantea la novela más erótica
de Vargas Llosa: Los cuadernos de Don
Rigoberto. En algunos postfacios de los capítulos de la novela el narrador
plantea diferentes puntos de vista sobre determinados temas: el deporte, la convivencia
y en especial algo que me toca muy de cerca: el hedonismo sexual. En este punto
Vargas Llosa comete algunas falacias bastante graves. La trama gira alrededor
de un hombre mayor (Don Rigoberto), su joven mujer y un hijo que tiene una
obsesión patológica con el pintorEgonSchiele (discípulo de Klimt) un pintor
erótico de ambigua sexualidad. Este niño-preadolescente (Fonchito) es el
manipulador de laspeculiares relaciones sexuales entre su padre y su madrastra. Entre los
vericuetos de encuentros furtivos entre madrastra e hijastro y la obsesión con
la torre de marfil del viejo Rigoberto, se van descubriendo textos en relación
a temas que lo acucian. Uno de ellos se refiere al hedonismo sexual y aquí Vargas comete un gran “pecado”: pese a hacer
una profunda defensa de las intersexualidades, de las libertades de elección y
de estar abiertamente en contra de los estipulados “falo y/o vagina” se explaya
en una autodefensa de su heterosexualidad rayana en lo más moralista del
Occidente judeo-cristiano. Pierde toda su potencia viril ante la sola presencia
de un pene que no sea el propio. Sus relaciones tripartitas son siempre -y esto
está descrito en gran parte de su literatura- entre un hombre y dos mujeres o
dos mujeres y un mirón o simplemente dos mujeres. Y cuando el voyeur es un
hombre (es el caso de Travesuras…
donde el amante japonés de la niña mala es el observador), el protagonista
-alter ego de Vargas Llosa- entra en
pánico, tras lo cual sobreviene el drama.
¿Hay
algo más esquemático que esta visión de la mujer como objeto de un deseo
externo fagocitado por el machismo más ortodoxo que existe? El hedonismo no es
otra cosa que el abandono absoluto, en la vibración que nos brinda la
sensibilidad de nuestra superficie corpórea, para disfrutar de todos los
placeres posibles, llámense éstos contactos directos con otros cuerpos u
objetos, visualizaciones o degustaciones bucales. Aquí debería nombrase a Sade,
cosa que el narrador omite por completo, aunque vive en el apotegma del supremo
intelecto. Lo que quiero ejemplificar con esto es que el hedonismo no puede
tener un límite: si se le pone una sola valla al placer, éste deja de ser tal
para ser otra cosa.
Todo
este intermedio discursivo no le quita a la novela una calidad estructural
impecable y menos aún, la exquisita sensualidad que desprenden sus páginas, una
muy positiva narración “anti-familia tipo” en un mundo de perversiones
alternadamente angélicas y diabólicas, de inusitada belleza.
El
universo creativo de Vargas Llosa abarca una complejidad tal que es, sin lugar
a dudas, uno de los más importantes narradores latinoamericanos del siglo
veinte. Cuando un autor puede disgregarse en miles de almas que son los seres
que pueblan cada página de su extensa bibliografía, logra plasmar la esencia de
una desesperada supervivencia y convertirnos en náufragos de nuestros propios
ideales. Nos lleva a ser fantasmas de una hecatombe humana que día a día nos
golpea desde la portada de un periódico o la imagen de un estallido.
*Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992. Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones.
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