Una muchacha muy bella

¿Qué podría reemplazar la magia de lo cotidiano?, ¿qué podría igualar el imperioso anhelo por capturar para siempre el cálido recuerdo de las pequeñas cosas? Una escritura que se propone recuperar los detalles y los instantes del vínculo entre un hijo y su madre salva ese mundo íntimo, lo pone a refugio de la barbarie. Se trata de Una muchacha muy bella, de Julián López, que hoy se reseña para Libro de arena.



Por Pilar Argat*

Una muchacha muy bella, de Julián López, es una historia en cuya prosa el autor deja colar una sensibilidad de poeta que conmueve a lo largo de todo el relato. Narra momentos de la vida de un niño de siete años junto a su mamá hasta el día en que ella es secuestrada por la última dictadura militar. Sin embargo, el libro no tiene pretensiones de idealizar una época o contarla de manera romántica. Es ante todo, nada más –y nada menos- que la historia de la experiencia de un niño con una madre que el lector puede adivinar tironeada entre lo doméstico y los ideales revolucionarios.
Su materia son las cosas cotidianas “Adorábamos viajar y yo aprovechaba para sacar los pedacitos de fruta abrillantada del budín y mirar por los agujeritos que quedaban (…)” los desayunos almuerzos y cenas compartidas entre ambos, el momento del baño, la hora de dormir, el acto de inicio de clases, los paseos, los libros, las historias escritas en postales de viajes inventados, los momentos al cuidado de su vecina Elvira–personaje entrañable-.
El relato nos hace viajar en el tiempo y recuperar algo de las sensaciones de esos años, a partir de la evocación de objetos y costumbres que se vuelven códigos de una época: las golosinas, una canción infantil, Titanes en el Ring, la novela Pobre Diabla, la moda. Pero también – a medida que se avanza- van surgiendo pistas de ese otro mundo -desconocido pero sospechado- que aparece ante los ojos del niño en forma de escapadas inesperadas, persianas bajas, llamadas telefónicas que provocan sobresaltos, olores ajenos y extraños.
Para mí, la novela cuenta de una manera deliciosa y detallista el vínculo íntimo construido entre un hijo y una madre bella, militante, profundamente amada y admirada por él. Es  el relato de las soledades compartidas entre los tres personajes principales y también es las sonrisas que se cuelan espontáneas frente al relato de las vivencias de ese niño con las que el lector se va a sentir identificado.
La madre del autor murió en los años setenta cuando él era pequeño. Sin embargo, en varias entrevistas él nos cuenta que ella no era militante. En este sentido el libro deja de ser un testimonio personal en términos estrictos, aunque no deja de haber sido una realidad para muchos otros. En todo caso frente a la belleza de la novela esto es absolutamente secundario.


Una muchacha muy bella
Julián López
Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2013

















*Pilar Argat: es Socióloga de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), vive en San Cristóbal, ciudad de Buenos Aires, a la que ama caminar y recorrer. Le gusta leer y emocionarse con las historias que los libros deparan.

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