Cien años de Paz
"Se unen
las eras en la poesía”, dicen amigos de Octavio Paz, que sostienen que ese es
su verdadero legado, porque en ella está contenido todo lo demás. Hoy se celebran
los 100 años del nacimiento del poeta y pensador mexicano por todas partes y
también en Libro de arena. Esta semana estará dedicada a recordarlo en sus
textos, en sus reflexiones, en sus intercambios. A modo de presentación, se comparte una breve semblanza del autor junto a un poema.
Quien se pregunte por Octavio Paz y por su literatura seguramente
encontrará condensados todos sus temas y
preocupaciones en la poesía. Las culturas prehispánicas, el mestizaje, las
lenguas, la búsqueda de una lengua, la persecución de una identidad, la propia
y la del pueblo, son las líneas que se cruzan para dar forma a la obra del Premio Nobel de Literatura 1990, Octavio Paz. La
herencia familiar ya anticipa la continuidad de una vocación y una tarea, de
varias tareas, la del escritor, el maestro, el periodista, el diplomático. Su padre
y su abuelo le legaron estas inclinaciones hacia la literatura, la docencia y
la política que Paz supo practicar con éxito. Sin embargo, el centro de su
producción está en el hacer poético: Luna silvestre,
(1933); ¡No pasarán!, (1936); Raíz del hombre, (1937); Bajo tu clara sombra y otros poemas sobre
España, (1937); Entre la piedra y la flor (1941); A la orilla del mundo, (1942); Libertad
bajo palabra, (1949); Semillas para
un himno, (1954) son solo los
primeros títulos de una larga lista de publicaciones entre las que se
intercala su interés por la prosa poética con Águila o sol? de 1951 y El
mono gramático de (1974). No es menos cierto que el
Paz de los ensayos es igualmente reconocido, tanto por
el ímpetu de sus críticas como por la agudeza de sus reflexiones, sobre todo en
la relación que construye con su identidad mexicana en El laberinto de la soledad, de 1950, donde analiza el ser nacional desde una
óptica liberal. Pero también por Sor
Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, de1982, en donde se atreve a
rebatir la historia oficial sobre la poetiza y las interpretaciones canónicas
de su obra, en las que ve las semillas de la sociedad mexicana que llegada al
siglo xx no ha alcanzado el ideal occidental de desarrollo democrático de las
sociedades modernas.
Semillas
para un himno
Sobre los troncos soñolientos centellea la luz
Galopan las montañas a la orilla del mar
El sol entra en las aguas con espuelas
La piedra embiste y rompe claridades
El mar se obstina y crece al pie del horizonte
Tierra confusa inminencia de escultura
El mundo alza la frente aún desnuda
Piedra pulida y lisa para grabar un canto
La luz despliega su abanico de nombres
Hay un comienzo de himno como un árbol
Hay el viento y nombres hermosos en el viento.
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