Los micro relatos de Sebastián Vargas

Y dormirás cien años de Sebastián Vargas, nos ofrece un banquete de cien micro relatos y más. Una provocadora invitación a quedarnos leyendo cien años, las múltiples variaciones a partir de La bella durmiente y soñar con un recorrido de lecturas infinito.



El libro comienza así:

Nota Primera

Este libro presenta variaciones, a la manera de esas obras musicales en las cuales se repite cierta melodía pero un poco cambiada cada vez, de forma que se puede escuchar que la base sonora es siempre la misma y, al mismo tiempo, descubrir en cada nuevo compás la diferencia.

   Empezá a leerlo por donde quieras.

   Seguí por donde te parezca.

   Terminá cuando gustes.

Podés leer página tras página, o siguiendo la numeración de los capítulos, o en grupos de diez, o solo aquellos que son múltiplo de tres, o todos los que terminan en la misma cifra…Todo vale, ningún orden o modo de leer está prohibido, ni arruinará el efecto, ni anticipará el desenlace.

Incluso podés abrirlo al azar en cualquier página, y leer nada más que el capítulo que te tocó en suerte, para descubrir 

  si esas palabras dicen algo

         solo para tus ojos

                      que signifiquen para vos

                                                 lo que nadie más sabe.

Y dejar en la hoja una pequeña marca para saber que ya pasaste por allí,

     que recorriste

                                        ese tramo del laberinto

                  de zarzas, sueños y promesas

y estás                                                           tal vez

        un poco más cerca

del despertar.



Compartimos algunos fragmentos de la larga y enriquecedora conversación que tuvimos con Sebastián Vargas acerca de este libro, que invita a sumergirse en un océano majestuoso de lecturas. 

   

Sebastián Vargas: Leer literatura siempre pone en juego una libertad de quién lee. A veces lo que me gusta hacer es explicitar eso, dejar evidente que hay que tomar decisiones. Uno siempre toma decisiones cuando lee literatura, leer no es algo estático y pasivo. Uno siempre tiene que colaborar con el texto mientras lo va leyendo, completando sentidos, eligiendo entre distintas opciones, uno forma parte de la creación cuando lee literatura.

En Y dormirás… lo que hice de entrada fue decirle al lector acá evidentemente tenés que tomar decisiones porque si ni, no hay lectura y eso me resulta divertido.

Trabajamos sobre la idea de un cuento que no es de nadie como individuo, pero sí podemos tomar ese cuento que es de todos, que forma parte de una cosa comunitaria, de lo que somos como cultura. Se vuelve nuestro. El cuento de hadas no es algo cerrado para siempre sino que puede seguir transformándose con nosotros como sociedad y como lectores-autores comunitarios de las historia.


Foto: Fernando de la Orden


¿Cómo fue la génesis de Y dormirás cien años? 

SV: Empecé como un experimento, sin saber si era publicable, me interesaba probar si me servía de juego, de experimento de escritura. Estuve un montón de tiempo imaginando versiones, escribiendo, fue muy divertido. Estuve entre tres y cuatro años desde que empecé y la última versión que fue publicada. 

Hubo muchos cuentos que cambiaron, salieron, vinieron otros. Las primeras versiones no estaban divididas en capítulos, eran cien de corrido y numerado 1, 2, 3, 4… y a partir de la lectura de Cecilia Repetti -la editora- con una dialéctica de edición con ella, me fue haciendo algunas sugerencias de organizar capítulos, reducir los textos porque la mayoría en más largos y Cecilia tuvo de entrada la visión de ir hacia el microrrelato.

La primera idea del experimento de escritura, no era crear microrrelatos sino crear variaciones musicales a partir de La bella durmiente. El libro era mucho más extenso y eso hacía que perdiera enfoque. Yo no veía eso, pero Cecilia mirando de afuera, con un saber y sensibilidad de editora ayuda a ver algo, un insight, una mirada diferente. Cecilia me dice alguna cosa que a mí me tinca, que solo no se me ocurre, cuando lo menciona digo sí, claro…

Cuando una editora me dice algo, escucho con confianza. Me parece que es importante en la relación entre un escritor y un editor que haya confianza. No siempre hago caso, pero escucho. Siempre hay algo detrás de eso que me están diciendo. Cecilia me sugirió reescribir el libro, para ir más al nudo, al hueso directo. No me molesta el trabajo de reescritura, me encanta. A veces te tiran una idea tan distinta de lo que tenías planeado que no estás seguro de si podés hacerlo y que quede bien. Le dije que podía intentar… No fue fácil. La reorganización en capítulos tampoco fue sencilla. Implicó armar grupos con esos textos que no tenían ninguna agrupación cuando los escribí. Yo no tenía diez textos que reelaboraran la figura del príncipe, tenía algunos, pero no eran diez. Tenía algunos textos que no entraban en ninguno de esos grupos. Saqué algunos, agregué nuevos, reescribí y quedaron totalmente distintos. Algunos al acortarlos quedaron muy diferentes. Al definir los capítulos también implicó hacer textos nuevos. Hice más de ciento cincuenta, algunos volaron. 

Al definir que iba a haber un capítulo que iba a contener los crossover, que iba a contener las conexiones con otros cuentos de hadas, eso por un lado ordenó y por otro lado hizo que cambiara muchos textos y agregara otros nuevos.

Estos son algunos de los micro relatos con los que nos encontramos al recorrer el libro de Vargas: 


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Donde dice “la Princesa Que Todos Querían “, debe decir “la Muchacha Que No Tenía Nada”.

Donde dice “maldición del Hada Maligna”, debe decir “atención del Hada Madrina”.

Donde dice “se pinchará con una aguja”, debe decir “te esperan en el baile”.

Donde dice “ y dormirás cien años”, debe decir “ cuando den las doce”.

Donde dice “un seto de zarzas espinosas”, debe decir “un solo zapato transparente”.

Donde dice “un príncipe te está buscando”, debe decir eso mismo.


[ quiero tu nombre

desgranado en la niebla de mi sueño

persigo tu venia tu permiso para

de alguna forma conocerte desde ahora]


Donde dice “te despertará con un beso”, debe decir “te reconocerá por el pie”.

Donde dice “y vivieron felices”, debe decir “pero aún quedaba mucho por bailar”


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Lo peor de dormir cien años, fue despertar con ese malestar tan incómodo en todo el cuerpo y descubrir el mínimo, esférico motivo: bajo el último de los colchones descansaba, fosilizado por el paso del siglo, un feroz garbanzo.


SV: Hay otros que son más sutiles, son crossover con otros textos, que no necesariamente son cuentos de hadas. Hay uno que conecta con un cuento de Úrsula Le Guin sobre La bella durmiente que se llama El furtivo. Otro conecta con Zarzarrosa de Robert Coover, una novela corta que recrea La bella durmiente. Otra variación que conecta con el cuento de Jorge L. Borges, El cautivo


¿Cómo manejás la relación entre oralidad y escritura?

La literatura no puede escindir de lo oral. Cuando escribo-es la formo que elijo para contar historias, porque me gusta buscar hasta encontrar las palabras -, intento siempre ser muy consciente del sonido de lo que estoy escribiendo. Gran parte de mi trabajo de reescritura tiene que ver con cómo está sonando eso que estoy  escribiendo. Quiero que lo que escribo suene bien, tanto si alguien lo va a narrar en voz alta, como si alguien lo está narrando en su cabeza mientras lee. El sonido en lo literario es importantísimo. No se puede escribir literatura olvidándose de eso por completo.


¿Cómo fue el camino de escritura de éste libro?

Estuve meses y meses yendo a todos lados con un cuadernito, un anotador. Iba por la calle, en colectivo y se me ocurría una variación y la anotaba. La idea era llegar a un todo a partir de aglutinar variaciones. Un todo que no sabía qué iba a ser, una novela no es el libro, pero es un todo.

Tiene más de cien versiones, porque tiene el poema que va apareciendo en los capítulos. Se me ocurrió la idea de incluir un poema por fragmentos como una versión extra. Cien versiones están numeradas, pero también hay, al final de cada capítulo, esas palabras sueltas que invitan a que sea el lector quién agregue nuevas versiones. También está el epígrafe, esa cita de la novela de Jane Smiley, que es en sí una variación más. El título también: Y dormirás cien años que forma parte de la maldición, que funciona como una variación extra.

Se me ocurrió esto de ir incluyendo un poema largo pero que en ninguno de los capítulos estuviera completo. Que no fuera una versión ciento uno, si no que fuera apareciendo por fragmentos y que el lector ni siquiera tenga que identificarlo. Con libertad para pasar por alto esos versos escritos en otro color, no leerlos, leer esos versos sueltos y no conectar unos con otros. También la opción de leerlos como un modo de juntar los fragmentos como van apareciendo, o leerlos en el orden en que aparecen en la numeración-porque van sucediendo en los capítulos que son múltiplos de tres.

Me armé una tabla pitagórica, una tabla de números del uno al cien, en la cual iba poniendo cada capítulo, qué contiene. Me quedaba en diagonal los múltiplos de tres. Podés leer de corrido como van apareciendo los versos en color, y vas leyendo el poema a medida que aparece. O podés empezar el fragmento que está en el capítulo tres, seis, nueve…y se arma también un poema. Un poema diferente. Parecido, son los mismos versos, pero en un orden distinto. Son juegos. Me divertí mucho escribiendo este libro.


 ¿Qué hay de zarza en este proceso de escritura?   


La idea de zarza, la idea de tejido está muy presente en lo literario como producción humana. Incluso hay uno de los textos que habla de la zarza hecha de palabras, palabras que rondan. La palabra como material que se reúne y forma algo, algo que da vueltas. Es un cuento que está lleno de simbolismos y de elementos que pueden leerse de formas muy diferentes. La zarza es uno de ellos: es protección pero también es obstáculo-si estás adentro o estás afuera-Es muro, pero también puede ser conexión. Es parte de la maldición del hada despechada, también es la prueba que valida al príncipe. El príncipe es el elegido porque es el único que puede atravesar la zarza, incluso en la versión clásica de los hermanos Grimm, cuando llega el príncipe elegido, la zarza se abre sola él no tiene que hacer ningún esfuerzo.


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La zarza está hecha de palabras ardientes.


[ni las palabras dan vueltas

por una gota de sangre

y se esparcen por la llanura blanca

como oscuros zarcillos de tinta

puntuados de espinas y raíces]


El castillo, la princesa, la maldición, el sueño: todo está formado de palabras escritas silenciosas que esperan, con la boca entreabierta y anhelante, que alguien pose su mirada sobre la oscura silueta de las encadenadas letras y, como en un dulce beso de amanecer temprano, las pronuncie.



¿Qué hay de sueño en este ejercicio de escritura?


Todo el proyecto es como una especie de sueño, un juego onírico, literario en el que uno da vueltas y vueltas sobre una historia que tiene versiones que tenemos en la mente porque son historias que nos contaron de chicos. Básicamente es la versión de los Hermanos Grimm, a partir de eso la historia puede seguir dando vueltas y encontrar variaciones, tiene relación con los mecanismos del sueño. Cuando uno sueña, hace trasposiciones, cosas que no deberían estar están, cortes en la cadena lógica de razonamiento, todas esas cosas iban apareciendo mientras iba escribiendo las variaciones. Escribir este libro fue un poco como soñar. Explorar los mecanismos del sueño y después salir.


¿A qué despertó esta experiencia de escritura?


Me da más permiso para escribir lo que se me ocurra. Me gusta que cada historia encuentre su forma. Me gusta jugar con eso. Experimentar.

 Que este libro haya sido premiado, un premio súper importante el Gran Premio Alija(un libro tan extraño, tan fuera  de género -no es de ningún género preciso- tan fuera de lo común y sin embargo, el jurado de pares, de gente especialista, que lee libros LIJ lo hayan visto y considerado y que a los lectores que lo leen les guste), me da un permiso  para seguir experimentando.


La estructura de la Colección Clásicos Contemporáneos, permitió sumar las tres versiones clásicas: Sol, Luna y Talía , Giambattista Basile (1634),  La bella en el bosque durmiente, Charles Perrault. (1697),  Zarzarrosa, Jacob y Wilhelm Grimm (1812)

Estas traducciones fueron realizadas por Sebastián Vargas, del italiano, francés y alemán en su forma completa sin censuras.


SV: Ni siquiera esas eran las tres primeras versiones, porque retomaban  cuentos de la oralidad que circulaban en Europa. Son sí, las primeras versiones escritas que nos llegaron.


Para finalizar este banquete -interminable- invitador y exquisito, agrega:

SV: Aquí hay cien versiones pero no son ni las primeras, ni van a ser las últimas, ni todas, son parte de la conversación, parte de la zarza.


A modo de degustación compartimos algunos manjares más,  de esta feliz celebración:


01


¿Será posible viajar por las palabras de una narración, pasar los dedos por las costuras de una historia? ¿Rememorar el futuro de una princesa dormida sin saber si ha de llegar el beso que la rescate?

¿Será posible habitar dentro de un sueño, como en el interior de una gran ballena que nos engulló cuando ya nuestros ojos estaban cerrados?

¿Será posible recorrer sueños y abrir en ellos senderos tan breves como estelas, apenas tan profundos para que brillen hasta el siguiente paso y luego se disuelvan en la negrura?

¿Será posible que esta vida tan extraña sea un largo sueño único?

¿Será posible que aquella que sueño sea yo misma, alta en la torre de un relato, rodeada de mi propio cabello despeinado en una zarza de tiempo y espinas y leyenda?

¿Soñar es mi forma (¿la forma que encontré, la que quise?) de esperar sin estar quieta, de inventar distinta cada vez la misma trama?

¿Será posible?

¿Había una vez un cuento?


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En vez de intentar cortar las ramas espinosas, como hacían los valientes intrépidos, ella se preocupó por esquivarlas con movimientos sinuosos y gráciles. En vez de querer cabalgar a través de la espesura de los espinos, ella se enfrentó a los enrevesados brotes puntiagudos con la humildad de sus pies descalzos.

Y mientras que el seto rechazó con fiereza a todos los orgullosos príncipes, a ella, que era distinta, las zarzas la dejaron pasar como a una nueva amiga.

Cruzó el salón principal, donde la corte dormía, y empezó a subir las escaleras que conducían a la torre.

Casi al llegar a la puerta entreabierta, imaginó de pronto las caras de sorpresa (en especial la e ella, la Princesa en Pausa) cuando despertaran y vieran que resultó ser, labios suaves sobre labios suaves, quien acabó con el hechizo.

   

60


Todo sucedió según lo pedía el cuento. El príncipe hizo lo suyo: atravesó espinas, subió torre, besó, despertó durmiente.


[preguntarás

tu voz será música en la pared curvada

el sol ya está un poco alto en nuestro cielo

por qué tardaste tanto

con una sonrisa]


Pero no llegaron a rimar con las perdices, porque el día de la boda, al entrar en su habitación para llamarla a la ceremonia , descubrieron que se había escapado.

Junto al vestido blanco dejó una nota, apuradas letras manuscritas en tinta roja sobre papel blanco:

Yo también hice mi parte.

Le di al cuento cien años de sueños y esperas.

Lo que queda de mi vida es solo mío. 


00


Aunque ya ningún príncipe se arriesgue a la aventura aunque el seto crezca cada vez más alto y espinudo aunque todas las hadas se vuelvan en mi contra aunque el mundo entero me olvide aunque nadie quiera besarme, igual despertaré de mi sueño.

Lo haré yo misma, si nadie me ayuda. No me sentiré mal por eso.

Me desharé de mi última pesadilla como quien se quita una camisa  y abriré los ojos a la luz de la mañana, lista para vivir de nuevo.

Y para ser, pase lo que pase, feliz.



Infinito agradecimiento querido Sebastián Vargas, por el diálogo y por este libro maravilloso Y dormirás cien años ¡Imprescindible!



Destacado Alija 2019- Gran Premio Alija

https://youtu.be/lj6AdkF86q4 


Diana Tarnofky (Docente del taller de Narración Oral del Programa Bibliotecas para Armar)


Y dormirás cien años
Sebastián Vargas
SM Ediciones, 2019.

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