Diez años de la muerte de Ana María Moix

Hoy se cumplen diez años de la muerte de la poeta, narradora, editora y traductora española Ana María Moix. Formó parte del movimiento conocido como la Gauche Divine, que surgió en la discoteca "Bocaccio" de Barcelona a fines de la década del '60 y comienzos de la del '70 del siglo XX. Reunía, entre otros, a Terenci Moix, José Agustín Goytisolo, Oscar Tusquets y Joan Manuel Serrat. La recordamos con cuatro de sus poemas y con una lectura de fragmentos de "De mar a mar", el libro que reúne su correspondencia con Rosa Chacel. 



Un hombre triste su barco… 

Un hombre triste su barco: Alegre, ése fue Jim. Dulce conmigo, mas no risueño; qué corazón. Jim en el parque, y sin sombrero. Ay dios, qué miedo si es un matón. Ay dios qué pena, si un día parte como llegó.


Tiene los ojos rojos y on the sea mira como un traidor. ¿Serás payaso?, dije, y sobre el césped se revolcó. Y eso que no soy niña que con desconocidos antes hablara yo. 

Cortaste lirios en las praderas y a Johnny mataste en Nueva York. Fue por amor: bailaba en Broadway Nancy Flor.


Ah, Dulce Jim qué consuelo cuando los adolescentes se enamoran y de esquina en esquina les nace en el pecho un corazón.

 

Dulce Jim vendrá mañana 
y nos trae la ilusión. 

Un amor tiene cualquiera 
pero Dulce Jim, no.


Una ilusión es la quimera de su roto corazón: que, con la primavera a puerto su barco arribará y, en los parques de las ciudades, historias a las muchachas cantará: la del príncipe y la chica fea, la flor de Nancy, la habanera, y Johnny el Prometedor.


Un amor tiene cualquiera 
mas Dulce Jim, jamás.


¿Si muere Jim, llorarás tú? Va preguntando a las mujeres, arrabaleras, niñeras, quinceañeras. 

Parte su barco, rojo por dentro, antes de oír el sí o el no. Ya las respuestas no Je interesan. Ya nunca baila en Broadway Nancy Flor.


Es Dulce Jim un alma en pena, 
mi gran amor, 
es un farsante, 
un caminante, 
un peripuesto hablador, 
un traficante de corazones, 
un triste amante de Nancy Flor. 

Y tiene un perro que ladra fuerte cuando regresa de madrugada al barco que fue de Johnny y de su amor. 



Nancy Flor bailará siempre 

Nancy Flor bailará siempre 
porque Johnny ya murió. 
Un bribón le dio la muerte, 
nadie sabe a dónde huyó.

 

Fue testigo un pistolero 
rey en los bares de New York, 
pasado luego a carcelero 
contó la historia en un block.


Jim, Johnny y Nancy Flor 
tres personajes de antología, 
de apología, 
extraña historia del terror.


Ella tenía los ojos grises, 
Johnny pintaba flores de azahar, 
Jim era dulce, un soñador. 

Ella bailaba todas las noches, 

 

Jim la soñaba en un bazar 
rodeada de otros muñecos 
que la adoraban por su candor. 

Eran hermanos los dos adoradores de Nancy Flor.


Por la calle caminaban 
los tres en silencio, 
mas el corazón no calla, traidor. 
Y Jim lo supo.


Daban las doce en el cuco. 

Caía el sol en la acera 
y Dulce Jim vio un gran amor 
en las dos sombras de Johnny y Nancy Flor 
unidas a ras de tierra.


El dolor apenas quema 
cuando nada queda en el hueco 
de un antiguo corazón.


El asesino huyó de la justicia 
pero le persigue el eco 
de una loca ilusión 
que con diabólica malicia 
persiste en tener razón.


Una flor era Nancy para Jim, 
mas una flor pintada antaño 
por un solo enamorado 
que no fue Jim, sino John. 



 

Andando el tiempo se verán las caras 

Andando el tiempo se verán las caras, esos que gritan por las esquinas viva la revolución. Degeneramos, compañeros. Preguntad al mozo de telégrafos si le gusta la historia de Rossy Brown. 

Rossy partió bajo la luna, una noche de fiesta en casa de Míster Brown. Un caballero la envolvió en su capa y a sus sueños la llevó. 

Regresó luego, triste y perdida, y a los pies de la mamá sollozó: Yo no sabía qué me decía aquella noche, verbena de San Juan, cuando dije estoy cansada y tengo sueño, mañana ya os veré. Tengo una herida y un hijo muerto. Sólo su capa Jim me dejó. Era mi dueño, y aunque lo digan, Jim nunca fue salteador. 

Lo saben Rossy y la cocinera que en el ajo estuvo en la ocasión: Jim vuelve siempre. De madrugada su canción canta a las muchachas de negros ojos y dulce voz: 

Un amor tiene cualquiera 
pero Dulce Jim, no. 

Y es que el mozo de telégrafos está enamorado, y no sabe qué hacer para que la hija de la portera entienda que no es muchacho del montón. 

 

El asesinato se produjo a mediodía… 

El asesinato se produjo a mediodía, en plena calle y bajo el sol. De la otra acera empezaron a disparar y caí en redondo, tratando de imaginar que clase de pájaro saldría de mi pecho cuando se acercara un compañero para recibir mi último mensaje: que el muchacho que vendía periódicos en la esquina llegaría a ser rey en Nueva York. 

En A imagen y semejanza, Lumen, Barcelona, 1983.


A imagen y semejanza
Ana María Moix
Lumen, 1983.



DE MAR A MAR
Cartas entre Rosa Chacel y Ana María Moix

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