Un museo con ángel
Los sitios donde se alojan las ficciones muchas veces desbordan las páginas y los libros y se prestan para ser recorridos y mostrar los secretos que guardan. Tal como ocurre con la Botica del Ángel. Libro de arena presenta una crónica sobre cómo este rincón porteño fue transformándose en el tiempo: de sastrería teatral a café concert, y luego pasar a venta de antigüedades, hasta llegar en la actualidad a funcionar como museo.
Por Corina Auster
Existen lugares en Buenos Aires que son mágicos. La Botica del Ángel, sin dudas, es uno de ellos.
Creado por Eduardo Bergara Leumann, el museo, armado escenográficamente, es singular, pintoresco, laberíntico y festivo. Está situado en Luis Sáenz Peña 541, en el barrio de Monserrat (el primer barrio que tuvo la ciudad).
Bajo el lema "Usted encontrará de todo como en botica", nació su primera sede, en Lima 670 (en 1966), con la idea de ser una sastrería teatral, la cual se fue convirtiendo en café concert debido a que los artistas que se probaban la ropa improvisaban en su gigantesca tarima. También comenzaron a venderse allí antigüedades y curiosidades. En esa sede inicial debutaron artistas de la talla de Susana Rinaldi, Marikena Monti, Nacha Guevara y Leonardo Favio, entre otros. Borges, Sábato y Mujica Láinez se contaron entre sus concurrentes. Fue centro de reunión de personajes de las letras, el espectáculo y las artes plásticas. Cerró sus puertas en el '73.
Veinticinco años después, se inauguró la segunda sede con la ubicación actual pero ya con el propósito de museo.
El edificio, inicialmente construido para una iglesia, está a cargo (desde la muerte de Bergara Leumann en 2008) de la Universidad del Salvador, quien conserva su obra.
Hay un constante homenaje a escritores, a científicos e investigadores, a los músicos, al tango, al folklore, a la radio, a la televisión, al cine, al teatro, al circo, al deporte, a los pueblos originarios... en fin, diversas disciplinas y figuras de nuestro país y algunas del exterior tienen su espacio.
Aquí, detrás de cada puerta que se abre, estalla el color, la música, la ilusión y la sorpresa. Infinidad de objetos, fotos, collages, trajes, pinturas de reconocidos artistas plásticos como Soldi y Berni, esculturas y muchos, muchísimos angelitos: cada uno esconde un relato que merece ser contado y difundido.
Varios de los decorados de la propiedad (puertas, balcones, mansardas) se obtuvieron en demoliciones y algunos formaron parte de las casas de personalidades de la cultura.
No queda ningún rincón sin decorar, ¡hasta sus baños fueron diseñados por Raúl Soldi!
Sus múltiples escaleras quizás traten de acercarnos al cielo y a los ángeles...
El Museo fue declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación y Bien Integrante del Patrimonio Cultural por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Al salir de la Botica no sabremos si las imágenes las soñamos o fueron reales. Es un sitio muy particular y divertido como seguramente lo fue el mismo Bergara Leumann.
Existen lugares en Buenos Aires que son mágicos. La Botica del Ángel, sin dudas, es uno de ellos.
Creado por Eduardo Bergara Leumann, el museo, armado escenográficamente, es singular, pintoresco, laberíntico y festivo. Está situado en Luis Sáenz Peña 541, en el barrio de Monserrat (el primer barrio que tuvo la ciudad).
Bajo el lema "Usted encontrará de todo como en botica", nació su primera sede, en Lima 670 (en 1966), con la idea de ser una sastrería teatral, la cual se fue convirtiendo en café concert debido a que los artistas que se probaban la ropa improvisaban en su gigantesca tarima. También comenzaron a venderse allí antigüedades y curiosidades. En esa sede inicial debutaron artistas de la talla de Susana Rinaldi, Marikena Monti, Nacha Guevara y Leonardo Favio, entre otros. Borges, Sábato y Mujica Láinez se contaron entre sus concurrentes. Fue centro de reunión de personajes de las letras, el espectáculo y las artes plásticas. Cerró sus puertas en el '73.
Veinticinco años después, se inauguró la segunda sede con la ubicación actual pero ya con el propósito de museo.
El edificio, inicialmente construido para una iglesia, está a cargo (desde la muerte de Bergara Leumann en 2008) de la Universidad del Salvador, quien conserva su obra.
Hay un constante homenaje a escritores, a científicos e investigadores, a los músicos, al tango, al folklore, a la radio, a la televisión, al cine, al teatro, al circo, al deporte, a los pueblos originarios... en fin, diversas disciplinas y figuras de nuestro país y algunas del exterior tienen su espacio.
Aquí, detrás de cada puerta que se abre, estalla el color, la música, la ilusión y la sorpresa. Infinidad de objetos, fotos, collages, trajes, pinturas de reconocidos artistas plásticos como Soldi y Berni, esculturas y muchos, muchísimos angelitos: cada uno esconde un relato que merece ser contado y difundido.
Varios de los decorados de la propiedad (puertas, balcones, mansardas) se obtuvieron en demoliciones y algunos formaron parte de las casas de personalidades de la cultura.
No queda ningún rincón sin decorar, ¡hasta sus baños fueron diseñados por Raúl Soldi!
Sus múltiples escaleras quizás traten de acercarnos al cielo y a los ángeles...
El Museo fue declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación y Bien Integrante del Patrimonio Cultural por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Al salir de la Botica no sabremos si las imágenes las soñamos o fueron reales. Es un sitio muy particular y divertido como seguramente lo fue el mismo Bergara Leumann.
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